jueves, 4 de septiembre de 2025

Sentinel del Norte

 


La isla Sentinel del Norte es una de las islas Andamán, un archipiélago indio en la Bahía de Bengala que también incluye la isla Sentinel del Sur. Esta isla es un área protegida de la India que alberga a los sentineleses, una tribu indígena en aislamiento voluntario que ha defendido, hasta por la fuerza, su aislamiento protegido del mundo exterior. La isla tiene unos ocho kilómetros de largo por siete kilómetros y una superficie de aproximadamente 60 kilómetros cuadrados.

 

Existe un Reglamento de Protección de las Tribus Aborígenes de las Islas Andamán y Nicobar de 1956, que prohíbe los viajes a la isla y cualquier aproximación a menos de cinco millas náuticas (nueve kilómetros), con el fin de proteger a la comunidad tribal restante de enfermedades infecciosas del continente, contra las cuales probablemente no tengan inmunidad adquirida. La zona está patrullada por la Armada de la India.


Las autoridades indias reconocen el deseo de los isleños de que los dejen en paz, restringiendo a los forasteros a la vigilancia remota (por barco y a veces por aire) desde una distancia razonablemente segura; el Gobierno de la India no procesará a los sentineleses por matar personas en caso de que un forastero se aventure a desembarcar.

 

En 2018, el Gobierno de la India excluyó a 29 islas, incluida Sentinel del Norte, del régimen de Permisos de Área Restringida (RAP), en un importante esfuerzo por impulsar el turismo y en noviembre de 2018, el Ministerio del Interior del gobierno declaró que la flexibilización de la prohibición de las visitas tenía por objeto permitir que los investigadores y antropólogos (con autorización previa aprobada) visitaran finalmente las islas Sentinel. 

 

Los sentineleses han atacado repetidamente a las embarcaciones que se acercan. Se ha observado a los isleños disparando flechas a las embarcaciones, así como a helicópteros que volaban a baja altura. Estos ataques han causado lesiones y muertes. En 2006, isleños mataron a dos pescadores cuyo barco había encallado, y en 2018, pagando a pescadores locales para que lo transportaran a la isla, un misionero cristiano estadounidense (John Allen Chau) de 26 años, fue asesinado tras intentar contactar ilegalmente con los isleños en tres ocasiones distintas para difundir el cristianismo

 

Los onge son otro de los pueblos indígenas de las Andamán, conocían la existencia de la Isla Sentinel del Norte y también presentan fuertes similitudes culturales con lo poco que se ha observado remotamente entre los sentineleses. Sin embargo, los onge, traídos a la Isla Sentinel del Norte por los británicos durante el siglo XIX, no entendían el idioma hablado por los sentineleses del norte; por lo tanto, es probable que haya existido un período significativo de separación. 

 

Hacia el final de la temporada de monzones de verano del año1867, el Nineveh , un buque mercante indio, naufragó en un arrecife cerca de la isla. Los 106 pasajeros y tripulantes supervivientes desembarcaron en la playa en el bote del barco y repelieron los ataques de los sentineleses, hasta que finalmente, fueron encontrados por un equipo de rescate de la Marina Real Británica. Una expedición dirigida por Maurice Vidal Portman, un administrador gubernamental que esperaba investigar a los nativos y sus costumbres, desembarcó en la isla Sentinel del Norte en enero de 1880. El grupo encontró una red de senderos y varias pequeñas aldeas abandonadas y después de varios días, seis sentineleses, una pareja de ancianos y cuatro niños, fueron llevados a Port Blair. El oficial colonial a cargo de la operación escribió que todo el grupo."Enfermó rápidamente y el anciano y su esposa murieron, por lo que los cuatro niños fueron enviados de regreso a casa con muchos regalos". Portman realizó un segundo desembarco el 27 de agosto de 1883 después de que la erupción del Krakatoa se confundiera con disparos e interpretara como la señal de socorro de un barco. Un grupo de rescate desembarcó en la isla y dejó regalos antes de regresar a Port Blair. Portman visitó la isla varias veces más entre enero de 1885 y enero de 1887.


Grupos exploratorios indios, con órdenes de establecer relaciones amistosas con los sentineleses, hicieron breves desembarcos en la isla cada pocos años a partir de 1967. En 1975Leopoldo III de Bélgica , en una gira por las Andamán, fue llevado por dignatarios locales para un crucero nocturno a las aguas de la Isla Sentinel del Norte. El carguero MV Rusley encalló en los arrecifes costeros a mediados de 1977, y el MV Primrose hizo lo mismo el 2 de agosto de 1981. Tras encallar el Primrose en el arrecife de la isla Sentinel Norte, la tripulación notó varios días después que algunos hombres con lanzas y flechas en la playa. El capitán del Primrose solicitó por radio un envío urgente de armas de fuego para que su tripulación pudiera defenderse. No recibieron ninguna debido a una fuerte tormenta que impidió que otros barcos llegaran hasta ellos, pero la fuerte mar también impidió que los isleños se acercaran al barco. Una semana después, la tripulación fue rescatada por un helicóptero contratado por la Corporación India de Petróleo y Gas Natural.

 

El primer contacto pacífico con los sentineleses lo establecieron Triloknath Pandit , director del Servicio Antropológico de la India (AnSI), y sus colegas el 4 de enero de 1991. Aunque Pandit y sus colegas lograron establecer contactos amistosos repetidos, dejando cocos y otros regalos a los sentineleses, no se avanzó en la comprensión de su idioma , y ​​estos les advirtieron repetidamente que se alejaran si se quedaban demasiado tiempo. Las visitas de indígenas a la isla cesaron en 1997. Los sentineleses sobrevivieron al terremoto del Océano Índico de 2004 y a sus secuelas, incluyendo el tsunami y la elevación de la isla. Tres días después del terremoto, un helicóptero del gobierno indio observó a varios isleños, quienes dispararon flechas, lanzaron lanzas y piedras contra el helicóptero.  Aunque el tsunami perturbó las zonas de pesca tribales, los sentineleses parecen haberse adaptado. 

 

En enero de 2006, dos pescadores indios, Sunder Raj y Pandit Tiwari, pescaban ilegalmente en aguas prohibidas y fueron asesinados por los sentineleses cuando su barco se acercó demasiado a la isla. No hubo procesamientos. En noviembre de 2018, un misionero cristiano estadounidense de 26 años llamado John Allen Chau, fue entrenado y enviado por All Nations, pero fue asesinado durante un viaje ilegal a la isla restringida donde planeaba predicar el cristianismo a los sentineleses. El documental de 2023 The Mission analiza el incidente. La policía india detuvo a siete personas bajo sospecha de instigar el acceso ilegal de Chau a la isla.

 

Entrar en un radio de cinco millas náuticas (nueve kilómetros) alrededor de la isla es ilegal según la ley india.  Los pescadores que transportaron ilegalmente a Chau a North Sentinel dijeron que vieron a miembros de una tribu arrastrar su cuerpo por una playa y enterrarlo.  A pesar de los esfuerzos de las autoridades indias, el cuerpo de Chau no fue recuperado.  Los funcionarios indios hicieron varios intentos por recuperar el cuerpo, pero finalmente abandonaron esos esfuerzos. Un antropólogo involucrado en el caso dijo que el riesgo de un enfrentamiento peligroso entre los investigadores y los isleños era demasiado grande para justificar más intentos.

 

En marzo de 2025, otro ciudadano estadounidense desembarcó sin autorización en la isla. Dejó ilegalmente Coca-Cola Light y cocos, recogió muestras de arena y grabó un video antes de regresar. Posteriormente, fue arrestado por el Servicio de Policía de la India con miras a su procesamiento. Tras su arresto, se describió a sí mismo como un "buscador de emociones”.

Maracaibo, jueves 4 de septiembre del año 2025

 

 

miércoles, 3 de septiembre de 2025

En “El Ánfora”

 

Fue una noche caraqueña de febrero, y vos me contarías que eran ya casi a las once, cuando con Isolda del brazo, te acercarías a una sala de presentaciones artísticas ubicada en la parte alta de la urbanización Los Chaguaramos. Era aquel un sitio muy conocido de nombre “El Ánfora dorada” donde se intentaba revivir en Caracas, los destellos de los antiguos cabarets de los años cuarenta…

Lo de los locales nocturnos de Caracas yo lo había leído en libros novelados por Oscar Yánez, creo que entre otros, recordaba el de… “Del Trocadero al Pasapoga”. Yánez había descrito toda una época cuando al país arribaban las mejores rumberas del Caribe…

Aquella noche, vos en compañía de Isolda esperabas encontrarte con un matrimonio bonchón y gastador, el periodista Francisco Berrios, y su pareja, Glenda, todos acordados para ver la atracción del momento en El Ánfora, que no era María Antonieta Pons ni una moderna Tongolele, por el contrario, el show lo protagonizaba un viejo cantante de boleros y tangos, con bisoñé y mucho panqué para disimular sus líneas de expresión. Era nada menos que don Leo Marini, conocido como “la voz que acaricia”.

Vos habías aceptado la invitación de Francisco, apodado El Kiko quien cubría eventos sociales en el diario Ultimas Noticias y en realidad estabas algo avergonzado por que unas semanas atrás habías rechazado de su mano unas entradas para asistir en primera fila a una función de ballet en el teatro Teresa Carreño. Le dijiste que tenías un examen en la universidad, pero en realidad, no te daba nota pasar varias horas viendo un ballet cuando recién estabas iniciando tu empalagoso romance con Isolda.

Ya en El Ánfora, las parejas fueron ubicadas en una mesa cerca de la orquesta al borde de la pista donde los cuatro esperaban disfrutar bien chévere la noche. Tan cerca estaban del cantante, que me dijiste podías detallar las fracturas de su maquillaje y hasta percibías el aroma a naftalina de su elegante, pero lustroso smoking.

Me explicaste que la situación había sido importante, porque sorpresivamente volverías a ver a Eudocia. En un intermedio durante la presentación y disimulando el poco interés que te inspiraban las historias diarreicas del perrito chiguagua de Glenda, vos recorrerías la concurrida sala hasta tropezarte con un hombre de faz abotagada fumando un largo tabaco y quién al girar su cara hacia la izquierda, te llegaría su recuerdo al vislumbrar la cicatriz del rostro. Era Nicanor, me explicaste, y añadiste, el proxeneta mafioso de Eudocia, la carajita que habias conocido en “el huequito frío”.

Sin prestarle mucha atención a los negocios de Kiko en Miami ni a la diarrea del perrito de Glenda, tomarías cariñosamente bajo la mesa la mano helada de Isolda, mientras tus ojos detectaban entre el humo, en la oscuridad distante a la pareja de Nicanor y Eudocia.

Sombras chinescas la destacaban detrás de un reflector. Se iba creando un cono de luz en medio del escenario, mientras la pista musical arrancaba con barcos carboneros que en la noche han de zarpar, y el humo de los cigarros creaba vetas azules de un moaré lechoso envolviendo el chorro luminoso que según me dijiste parecía simular la niebla del riachuelo, aferrada al recuerdo.

Eudocia estaba de perfil, y se volteó para quedar de espaldas. Me describiste su ubicación precisa y de cómo, al estar casi de chaflán, así me lo dijiste, la podías divisar desde tu sitio sin problemas. Ella conversaba al lado del anciano cachaco, el mismísimo scarface de tus tiempos de parrandas con tu amigo Rómulo, en tanto que Isolda ni se percataría de lo que vos estarías reviviendo aquella noche en El Ánfora, mientras LeoMarini proseguía con aquello de, de este amor para siempre me vas alejando… Con la mirada perdida en las sombras, esperaste pacientemente oyéndole balbucear llueve sobre el puente mientras tanto mi canción, llueve lentamente sobre tu desolación

Miraste como Nicanor pausadamente comenzó a levantarse de la mesa para dirigirse al baño y casi automáticamente vos hiciste el gesto de querer ir también a orinar y pediste permiso. Me dijiste entonces que en el camino hacia los servicios te acercaste a la mesa y Eudocia al verte pasar fingió no conocerte. Sólo quiero tú teléfono, le susurraste al oído, y ella te volteó la cara. Luego, no insistirías. La noche finalizaría con unos cuantos whiskys entre pecho y espalda y no transcurrirían ni dos días cuando Eudocia te llamaría por teléfono.

Me dijiste que estabas en ese momento en tu trabajo de forense en la morgue y suspendiste lo que hacías para atender su llamada. Ella dizque, melosa, te susurró que quería supieras que le había gustado volverte a ver, y sentía tener que ausentarse del país, pero te prometió que cuando estuviese de vuelta, tal vez en unos meses, te localizaría. Curiosamente, al rememorar aquellos momentos, sobre algo que había sucedido hacía ya tantos años, guardaste silencio durante un rato.

Preferí suponer que habías regresado a pensar en Nicanor y en su cicatriz y te pregunté por el tipo. Él sí que era un verdadero mafioso. Yo sabía que era el propio “narcocapo” y vos  me explicaste que aquel era un tipo que se había consolidado como il capo di tuti capi de la cocaína y sus redes iban desde Maicao en Colombia pasando por Maracaibo, hasta el oriente del país.

Tras un rato de silencio, recordaste como un par de meses después del episodio de El Ánfora, habías vuelto a saber de Eudocia. Pero ya esa es otro cuento que es como “el del gallo pelón” y vos lo averiguaréis tan solo si me leéis, en mis novelas y esto te lo digo en serio usando mi condición de “escribidor” de oficio y usando la proverbial sentencia de Ernesto, que oiga, quien tenga oídos y quien tenga ojos, que lea, o que vea…

NOTA: 1- Niebla del Riachuelo es un tango argentino de 1937. Su letra pertenece al poeta y escritor Enrique Cadícamo y su música al pianista y compositor Juan Carlos Cobián.

2- Este relato es parte de la trama de alguna de las novelas publicadas en Amazon por el autor quien al escribir “la Nota”, siempre recuerda a un tal Warren, amigo de los fantásticos músicos argentinos, Les Luthiers.

En Maracaibo ya en septiembre, el día miércoles 3 del año 2025


martes, 2 de septiembre de 2025

Cisneros y Bellermann

Joseph Luis de Cisneros fue un comerciante venido de España a la Provincia de Venezuela, donde ejerció su comercio unos años y en función de su actividad recorrió bastante el país y publicó, en 1764, una obra donde detalla sus impresiones sobre el estado del comercio y del país que conoció. Descripción exacta de la provincia de Benezuela, su libro, fue publicado en 1764(ver). Aunque su identidad es todavía una incógnita… Cisneros ha sido considerado como el primer escritor criollo venezolano con obra impresa conocida.


 

Lo único que de Cisneros se sabe positivamente es lo que dice en su libro. El mismo afirma que era natural de la provincia de Venezuela, pero tanto pudo nacer en Valencia como en Caracas o cualquier otra población. Residió en Caracas y como comerciante o funcionario al servicio de la Compañía Guipuzcoana, y recorrió en el transcurso de 25 años la provincia de Venezuela y parte de las de Maracaibo, Santa Marta y otras zonas de la Nueva Granada, navegando por el río San Faustino, por el Orinoco y llegando hasta las colonias holandesas de la orilla derecha del Esequibo y de Suriname.

 

El título completo de su libro es: Descripción exacta de la provincia de Benezuela, por D. Joseph Luis de Cisneros. Dedícala a un incógnito amigo suyo; el pie de imprenta, en la portada, dice: «Impreso en Valencia, Año de MDCCLXIV». Las investigaciones de Grases han demostrado que la impresión del libro no se hizo en la Valencia venezolana (donde no había imprenta en 1764), ni tampoco en la Valencia de Levante en España, sino en la ciudad de San Sebastián, en Guipúzcoa (España) muy probablemente en el taller de Bartolomé Riesgo y Montero, impresor de la Compañía Guipuzcoana.

 

En su libro, Cisneros describe las poblaciones venezolanas de Caracas, San Sebastián de los Reyes, Villa de Cura, Valencia, El Pao en Cojedes, Nirgua, San Carlos, San Jaime, San Felipe el fuerte, Barquismeto, El Tocuyo, Carora, Coro, Trujillo, Guanare, San Fernando de Ospino, y Araure. Numerosos detalles sobre las actividades de la Compañía Guipuzcoana y sobre los recursos naturales y el paisaje de las diferentes regiones descritas aparecen en su libro.

 

Cisneros dijo de Caracas: “Es esta ciudad bastantemente grande. Sus calles muy derechas, de diez varas de ancho, iguales todas en simetría. Está fundada en un valle hermoso, a la parte del sur de la primera cordillera. El temperamento es templado, de modo que ni el calor molesta en el verano, ni el frío en el invierno…Sus aguas son abundantes y delicadas, de cuatro ríos que descienden de la primera cordillera, con que fecundan su terreno, de modo que por todas las calles corren las aguas y sirven de fecundar muchas huertas que proveen a la ciudad de menestras y todo género de hortaliza…Sus edificios son a la antigua. Tiene iglesia catedral, con obispo sufragáneo del arzobispo de la isla Española de Santo Domingo. Un colegio seminario, y en él universidad. Tres conventos de religiosos, dos de religiosas, tres parroquias, cuatro ayudas de parroquia y dos hospitales…

 

Su vecindario pasa de 26.340 almas. Tiene muchas familias ilustres de casas conocidas en la Europa. Mantiene su comercio con la Real Compañía Guipuzcoana… El cacao que se consume en el país es con tanto exceso, que se hace increíble, porque se tiene por preciso alimento. Unos lo toman en chocolate, otros (y son los más) sin canela ni azúcar, solo con papelón -que es una especie de azúcar prieto-, y en todos los valles de la costa de la mar y ciudades de tierra adentro lo toman sin ninguna especie de dulce, que llaman “cerrero”, y a todas horas del día, por cuya razón debemos considerar consumidas en el propio país 34.109 fanegas y 90 libras y 5 onzas de cacao.

 

En esta ciudad, como es la capital de su Provincia, reside el gobernador y capitán general… Dista del puerto de La Guayra dos leguas y media por línea recta, y aunque el camino es muy fragoso, se anda en quatro horas. El puerto es bastante penoso, por estar desabrigado y ser el mar en aquella costa muy fuerte. Tiene buenas fortificaciones, de tres castillos y algunos baluartes. Tiene allí la Compañía Guipuzcoana una factoría con grandes almacenes para la carga y la descarga de los navíos de su comercio …”.


Ferdinand Konrad Bellermann (1814 -1889) pintor y naturalista alemán, quien influenciado por las ideas de Alejandro de Humboldt sobre la vegetación tropical suramericana se especializó en escenas de Venezuela. Ferdinand había hecho amistad con el pintor Friedrich Preller quien fue, a su vez, amigo de Goethe -fue él quien creó el famoso dibujo que muestra al gran poeta en su lecho de muerte- (y en sus brazos falleció, en Italia, el hijo de Goethe).

Para Ferdinand, aun joven pintor, Preller fue un importante iniciador, con quien compartía, además, idénticas ansias de viajar que los llevó a incursionar juntos por los alrededores inmediatos de Turingia, por la isla Rügen en el mar Báltico y finalmente por Noruega, pasando por Bélgica  y Holanda, en 1840. Aquel viaje a Noruega fue decisivo en su vida, un viaje peligroso, con rutas y hospedaje primitivos; al regreso, Bellermann pintó un cuadro de gran formato que atrajo la atención sobre su talento para la representación exacta de la naturaleza, incluyendo formaciones geológicas.

Su cuadro, comprado por el rey de PrusiaFederico Guillermo IV, no se sabe si por sugerencia de Humboldt, pero el gran sabio se convenció de que difícilmente habría otro artista más adecuado para lograr representaciones con valor artístico y precisión científica de las plantas y paisajes de Sudamérica. Existe una carta de recomendación de Humboldt para Bellermann donde le dice"Viaja por encargo de Su Majestad", únicamente con la intención de allanarle todos los caminos al pintor. ​

Bellermann llega a Venezuela el 10 de julio de 1842 y permaneció hasta el 28 de septiembre de 1845. Desembarcó en el puerto de La Guaira e hizo una descripción de las personas que rodean en el puerto y de las calles llamándole la atención las ruinas del terremoto de 1812. Gran parte de su estadía en La Guaira la paso en los altos de Galipán, realizando parte de su obra pictórica a esta región, cautivado por una hermosa cascada y la cantidad de helechos existentes. En Caracas, Bellerman estuvo presente en los homenajes realizados con la llegada de los restos Simón Bolívar dando una descripción fiel de los actos.

Bellermann recorrió gran parte del territorio venezolano produciendo una extensa obra pictórica, constituida por dibujos al creyón, apunte, dibujos a lápiz, pinturas al óleo, en los cuales plasmo vistas urbanas y costumbres típica del territorio venezolano. Confiesa en un informe enviado a Alemania a propósito de un cuadro suyo que representa la Sierra Nevada de Mérida utilizada como paisaje de fondo para un estudio de palmeras."Nunca hubiera osado pintar si antes no hubiese apreciado semejante combinación de elementos en la naturaleza"

Sus vistas de ciudades y edificaciones constituyen documentos reveladores sobre varios aspectos de Venezuela, dibujó las ruinas de edificios de Caracas y Maiquetía devastados por el terremoto de 1812 y pintó los muelles de La GuairaPuerto CabelloAngostura y Maracaibo. Sus tipos humanos se reducen a unos pocos representantes de la población, como indios guajiros y llaneros. Confiesa en un informe enviado a Alemania a propósito de un cuadro suyo que representa la Sierra Nevada de Mérida utilizada como paisaje de fondo para un estudio de palmeras."Nunca hubiera osado pintar si antes no hubiese apreciado semejante combinación de elementos en la naturaleza".  

La obra de Bellermann se caracteriza por una maestría del oficio pictórico. Su dibujo es minucioso hasta el más mínimo detalle siendo preciso y fluido. Caracterizado por un colorido de marrones, sepias, ocres, tonos dorados, anaranjados y verdes profundos y grises azulencos. El Puerto de Puerto Cabello (1842).Vista de La Guaira desde el mar (1843).La cueva del Guácharo (1843).Vista de Puerto Cabello (1843).Rada de Angostura (1843).Páramo en la Sierra Nevada de Mérida (1844-1845).Calle de Mérida con paisaje (1844-1845).Calle de La Guaira con escena figurada. (1844).Yunta de bueyes. (1845).

Con una atmósfera lumínica y cromática de delicados tornasoles caliginosos. Bellermann interpretó el paisaje venezolano en la idea del romanticismo.

Maracaibo, martes 2 de septiembre del año 2025

lunes, 1 de septiembre de 2025

La cena

 

Ella le miró en silencio. Él masticaba con fruición los brotes tiernos de cuernos de ciervo fragmentados en minúsculos trozos, sazonados con laurel, ruda y comino. En el centro de la mesa, el jabalí asado se regodeaba entre los dátiles y setas que rodeaban la bandeja de plata.

 

Sus ojillos parecían atender el movimiento de los cubiertos dorados. El silencio era ensordecedor en el instante cuando él creyó observar algo extraño en la pieza de caza aderezada con tocino en dados, uvas y algo de sal.

Por la ventana abierta se veían temblar inclinados los techos de pizarra reflejados en el agua de los canales. Calladamente, entre la luz tenue y ambarina del atardecer, ella pensó en lo agradable que hubiese resultado vivir en Venecia ese momento.

 

Es muy cierto que en Flandes hay grandes extensiones de amapolas bermejas, pero, ¡cuánto añoraba la luna veneciana rielando en los canales!... Entonces pudo percibir el tintineo del cuchillo al tropezar con el pie de su copa llena de rojo Beaujolais.

 

Quizás fue en ese instante cuando ella también creyó ver un no sé qué curioso brillando en la mirada de aquella cabezota erizada de pelos. El jabalí les vigilaba, sí, ella podía jurarlo y pronto descubrió un parpadeo, tal vez un guiño que resultaba desagradable por demás, considerando la húmeda sonrisa enrojecida tras los curvos colmillos.

 

Ellos no se hablaban y eso hacía que el ruido de los cubiertos resultase demasiado fuerte, casi estruendoso. Así lo captó él al colocar su tenedor en el borde de la escudilla dorada para poder pasar el cuchillo de su mano derecha a la izquierda. Cuando clavó su mirada en los ojos brillantes del jabalí, pudo notar sin proponérselo, como apretaba la mano empuñando el cubierto cual si fuese un arma de caza.


Su actitud decidida no exenta de coraje era muy lógica dadas las circunstancias. Ella sorbió un trago del vino de Borgoña y desvió la vista hacia el ventanal. Los cristales emplomados dejaban ver las sombras rojas y negras de un vasto campo tachonado de tulipanes y amapolas.

 

Al colocar su copa sobre el mantel tejido ésta rozó una cucharilla y el repique violento le provocó un desorbitarse al monstruo en la bandeja. Ella sin percatarse del extraño fenómeno, en realidad los ojos del animal giraban sin sentido, atisbaba el ventanal cuando se llevó suavemente la servilleta de encajes a su boca.

 

Iba pensando como a pesar de todo, el sirocco apestoso de los canales venecianos se transformaba en perfume de azahares y aroma de azafrán en el atardecer de Flandes. Él si pudo captar la sonrisa meliflua de los colmillos curvos y creyó ver una especie de terror vidrioso en la mirada de la bestia.

 

Era indudable que estaban fijos en la hoja y notaban como palidecía su mano, crispada, empuñando el cuchillo ante el silencio que orquestaba la escena. Con verdadero arrojo, hendiendo el aire espeso y ambarino de la tarde él se lanzó a la carga y lo atacó de frente, puñal en mano. De un solo tajo, sin demostrar temor alguno tasajeó sin detenerse la aromática carne del jabalí trufado.

Lo hizo sin inmutarse, con suculentos cortes que bañó en un instante con una espesa salsa de limón y pimienta de Egipto, impregnándolos con extrañas especies de la lejana Alejandría, los perfumó con azafrán de España y grandes cantidades de mostaza con salsa de ajos y claro está, con mucho perejil.

 

Él colocó en el plato de ella las rodajas de carne bañadas en la salsa entre perdices tiernas rodeadas por coles y tocino y le añadió amoroso y sonriente unas lonjas de manzanas salteadas.

 

Ella dichosa suspiró, pues, aunque no se hablaran era estridente el rumor del cariño que ambos compartían, capaz de despertar a un jabalí trufado, aun cuando el ruido de los cubiertos resultase demasiado fuerte durante aquella cena por la tarde, en Flandes.

 

NOTA: Inicialmente, este relato fue publicado en “El Diario de Caracas”, hace muchos años gracias a la bondad de Patricia Guzmán y años después fue de nuevo publicado como unos de los 12 breves ejercicios narrativos que están en “Doce relatos siniestros” (se puede consultar como libro de tapa blanda editado en Amazon).

 

Hoy lunes 1 de septiembre del año 2025, en el mero siglo XXI