Podemos rememorar algunos hitos en la literatura, desde el siglo XIX cuando Sterne, Diderot y Balzac estaban ya en el asunto de la novela, y en la segunda mitad del siglo llegaría Flaubert (https://surl.li/elawvw) trabajando con meticulosa precisión el estilo de su prosa, y describiría maravillas antes de que el molde lo rompiese, en el siglo XX, con James Joyce y su “monologo interior” mientras Kafka en Praga crearía la pesadilla de Gregorio Samsa en su Metamorfosis y Thomas Mann en Alemania mostraría en un sanatorio para tuberculosos su monumental mágica montaña.
James Joyce (https://surl.lu/xtuelw) representó con su “Monólogo de Molly Bloom” del Ulyses de un desafío técnico escrito sin signos de puntuación, apóstrofes ni comillas, pero a su vez era fundamentalmente un reto moral, porque por primera vez una mujer pensaba en páginas impresas tal como como pensaban las mujeres en la personalidad intima de sus cerebros. El llamado monólogo interior ofrece una capacidad intimista para conectar psicológicamente lo escrito por el autor comprometiendo la comprensión del lector.
El escritor parecerá estar hablando consigo mismo y establecerá en la lectura de esa especie de soliloquio, un monólogo con su propia mente el cual por ser un monólogo interior y por consiguiente introspectivo, en realidad se transforma en un soliloquio personalizado donde nadie habla, pero el lector percibe la corriente de pensamiento del personaje involucrado. El protagonista puede no estar consciente de que el lector lo escucha; y este es un detalle muy importante y es precisamente porque su pensamiento, es muy suyo, muy personal y en parte el secreto del escritor es que la narración se escribe en primera persona. El escritor, autor puede así dramatizar el pensamiento de su personaje, lo que piensa, nace, crece y muere está dentro del sujeto. Es su “Yo” interior quien narra lo que siente y lo que quiere, es la conciencia del personaje que se transforma en la verdadera protagonista de la historia.
Este fenómeno que es “el monólogo interior”, denominado
igualmente, “corriente del pensamiento”, es una especie de catarata de ideas
que y que van asociándose una tras otra han sido traducidas por el escritor al
lenguaje escrito y tanto las palabras como las frases que podrían ser
percibidas como ideas dispersas, sin sentido o caóticas, sin embargo, la
traducción de su lenguaje revelará que existe un discurso interno siempre
dirigido por el inconsciente del personaje que se rige por asociación de ideas.
Lo que está en palabras es un fenómeno normal de la mente humana, es el
escritor que ha descubierto como mostrárselo al lector.
El cerebro es como una máquina que nunca deja de funcionar, no cesa de trabajar ni siquiera cuando dormimos como una prueba de esto existen los sueños. El cerebro estará siempre hablando y no podremos hacerlo callar. James Joyce reconoció siempre su deuda con una novela francesa que fue escrita y publicada antes que la suya, una novela que él mismo recomendó a su agente literario con el propósito de que este la tradujera al inglés. El libro que influyó en la narrativa de Joyce, fue escrito por Édouard Dujardin (1861-1949) (https://surl.li/ufvoyu). En “Han cortado los laureles” fue la primera vez que se utilizó la técnica del monólogo interior. Posteriormente, en el siglo XX Jamen Joyce lo haría magistralmente en el Ulyses. Se ha dicho que leyendo a Joyce fue como Lacan “aprendería a leer la mente”.
La ausencia de signos de puntuación en el monólogo de Molly Brown inicialmente
se consideró como una muestra del carácter natural, casi instintivo del
“pensamiento femenino” pero en realidad aquella especie de desparpajo
tipográfico, hoy día ya no impresiona tanto y como monólogo interior está mucho
más cerca del lenguaje comunicativo que las introspecciones de Bloom y de Stephen, que
son bastante más crípticos, o se pueden ver como
elípticos e imprevisibles.
Otro motivo de escándalo puede haber resultado por el contenido de la mente
de Molly, y el vocabulario utilizado, el cual, en tiempo del final de la época
victoriana, aquel lenguaje era quizás el de las prostitutas. James Joyce
mostraría una mujer que pensaba, hablaba así y además escribía las cartas de
Nora que eran sintácticamente anárquicas y sexualmente muy
explícitas. En ella, Joyce descubrió un estilo.
Diversas publicaciones de Dujardin aparecieron en la “Revista Independiente” o la “Revista De Las Ideas”. El escritor francés, al igual que su amigo Mallarmé, escribió poesía de estilo simbolista, relatos de corte fantástico, ensayos sobre religiones y obras teatrales. En 1891 a la muerte de sus padres, Dujardin utilizaría los recursos familiares para financiar una obra teatral la trilogía “La Leyenda De Antonia” (1891-1893) e igualmente Le Chevalier Du Passé en 1882. Aunque su reconocimiento mundial está ligado a sus novelas, “Hab cortado los laureles (1888) , la trilogía de La leyenda de Antonia (1891-1893) y la novela Los Argonautas (1924), Han cortado los laureles, fue publicada en 1888, y es considerada como la primera novela que utilizó el monólogo interior como recurso narrativo. James Joyce, la consideraba como una de sus grandes influencias literarias.
Dujardin continuó su labor como periodista hasta el final de
su vida algo disipada por la tuvo que soportar algunas demandas aunque nunca
fue sentenciado como culpable ni se vio obligado a pagar cárcel por su trabajo.
Vivió como un poeta que era y con numerosas amistades femeninas que le
protegieron y hasta financiaron su trabajo. Es sabido que en un afiche de
Tolouse Lautrect “El diván japonés” aparece retratado y es la
imagen que se ve en una edición de su novela ya comentada. Dujardin falleció a la edad de 87 años.
Maracaibo, el jueves 25 de septiembre del 2025
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