Al denominar esta
aventura del Blog lapesteloca como
“una aventura muy personal”, hago de ella algo que pertenece al pasado remoto, y
es que para redactarla, he tomado partes de una charla dictada en Valencia,
Estado Carabobo, en una reunión de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica(SVAP),
un mes de julio del siglo pasado, en el año 1997…
Mi intención era
hablar de cómo y porqué comencé a escribir literatura, y específicamente, en el
área de las novelas. Para ello, le comentaba a los asistentes, que había
iniciado esta aventura muy temprano, tal vez en los primeros años del
bachillerato, o quizás antes, por lo que les diría que comencé a escribir
relatos inventados cuando era niño. En aquel entonces, es bueno decirlo, leía
bastante, o es mejor que diga mucho; leer, nunca es demasiado.
Entre los 10 y los
16 años escribía relatos, algunos organizados como si fuesen aventuras, que
seguramente eran un reflejo de mis lecturas y del cine, pues había comenzado
tempranamente a ir al cine, no solo a el CineLandia y al Venecia, ambos
situados a una cuadra al norte y al sur de mi casa. Allí, iluminado por la
maravilla creada por los hermanos Lumiere, vería filmes y series con
fantásticas situaciones (¿Qué tal “La invasión de Mongo?) o vistas en películas,
siempre aptas para menores, complementaba mis aventuras escritas.
Decía que tuve la
suerte de leer muchas cosas y si no fuese porque guardé por años algunas
poesías, cuentos y esbozos de novelas de esa época, les juro que ahora pensaría
que aquello de mis escritos novelescos de la infancia fue un invento, o que me
traiciona la imaginación. Puedo verme, en mi casa, en Maracaibo, sentado, muy
joven, leyendo a “Valle Verde” y “Alegre” de Hugo Wast, a “Miguel
Strogoff” de Verne y “El último de los Mohicanos” de Fenimore
Cooper, o ”Los verdes años” y “La ciudadela” de AJ
Cronin; particularmente me veo releyendo a “David Coperfield” y “Oliver
Twist” de Dickens, y puedo asegurarles que en esos años, me ilusionaba
pensando en que cuando fuese grande, sería escritor. . .
Ernest Hemingway en 1935, haciendo caso omiso de la famosa Moby Dick de Herman Melville y
de otros escritores, afirmó que:"Toda la literatura estadounidense
moderna proviene de un libro de Mark Twain llamado Huckleberry Finn ", leí y releí el lenguaje coloquial de los
viajeros en aquella balsa en aguas del Missisipi en la
obra maestra de Twain, donde por primera vez en los Estados Unidos Samuel
Clemens mostraba la voz vívida, no tan respetable, de la gente común usada para
crear una gran literatura.
Después se me pasó
todo aquello. Estudié Medicina, y la Patología, particularmente la
investigación sobre la ultraestructura y los virus, absorbieron mi espíritu
durante muchos años, hasta el fanatismo. Quisiera brevemente relatarles cómo
fue que, en 1983, a los cuarenta y tres años, me supe hipertenso (me negaron la
carta médica para conducir, y es que yo ni sabía sobre mis cifras tensionales).
Calculé entonces como estaría el espesor de mi ventrículo izquierdo entendiendo
que sería inversamente proporcional a la vida que me restaba y, en ese momento,
sentí que, una de las cosas más lamentables para mí, sería el que nadie se
enterara de tantísimas vivencias disfrutadas y /o padecidas, en una ardua
lucha, que había librado durante siete años en mi propia tierra, tratando de
hacer investigación; en aquella época, estuve al frente de un microscopio
electrónico sin lograr convencer a los patólogos de mi terruño, de que valía la
pena dedicarse a esos menesteres.
Cuando decidí mostrar
mi primera novela, no sabía que cosa estaba escribiendo, no sabía si era un
relato autobiográfico, o una jerigonza apocalíptica (así la denominaba yo mismo)
mientras intentaba relatar las cosas que me ocurrieron durante unos 7 años en
mi tierra, “sobre -mi- misma tierra” diría,
para disimuladamente contar lo sucedido cuando regresaría luego de 5 años de
especialización (1964-1968) en unas tierras heladas y de cómo estuve luchando
por tratar de hacer investigación científica en mi terruño…
Así se fue
fraguando “La Entropía Tropical”, un monstruo de más de 400 páginas
llenas con personajes, cuyos nombres y apellidos eran diferentes a los reales,
intertextualizado, lúdico, fragmentario, con un cierto monólogo interior -sin
conocer a Joyce- con una historia mesopotámica intercalada, de la cual no era
muy difícil deducir que yo parangonaba a mi tierra natal con Babilonia… Cuando
creí terminarlo, acudí a gente tan seria como el doctor Ildemaro Torres, quien
era el director de Cultura de la UCV, y a la Licenciada Sánchez Urdaneta quien
trabajaba con él y ellos me convencieron de que aquello que había venido
garrapateado era una novela.
Unos años más
tarde, le di a leer “La Entropía...” al escritor Eduardo Liendo… Todos ellos me
hicieron creer que aquello, mi “jerigonza apocalíptica- era: una novela. Así
que después de eso, me dediqué a escribir y a escribir y luego a leer y a releer
cuartillas para corregirlas y desde entonces he tratado de concienciar algo que
dijera no recuerdo quién, creo que fue Oswaldo Trejo: “el compromiso
primordial del escritor es, escribir”.
En 1986, y ya
dándole los últimos toques a “La Entropía Tropical”, me metí de lleno en
un proyecto acariciado desde hacía varios años, pensando escribir una novela
sobre Rafael Rangel para usar al presidente Cipriano Castro como su
contrafigura en algo que transcurriría durante los tres últimos años de la
dictadura castrista y culminaría con la peste bubónica en La Guaira, el
suicidio de Rangel y el exilio para siempre de Cipriano Castro. Esos tres años
de sucesos a comienzos del pasado siglo XX, debían ir corriendo paralelos a
varias historias vivenciadas en los treinta años de nuestro denominado “sistema
democrático”…
Después de cuatro
años de escribir y de corregir “La Peste Loca” se me había transformado
en un hipertrófico manuscrito de más de 700 páginas y aceptaría entonces los
sabios consejos de quienes me explicaron la imposibilidad para un autor
desconocido, de pretender publicar algo tan voluminoso, así que decidí separar
la historia del pasado con Rangel y Castro, de la del presente en el marco del
período democrático, y nacieron entre 1989 y en 1990 “La Peste Loca” y “Bajo la sombra de los uveros”, que
después titularía como “El movedizo encaje de los uveros”. Ambas
novelas, con la “La Entropía Tropical”,
permanecían inéditas en los días de 1997 cuando dicté mi charla en el Colegio
de Médicos de Valencia para la SVAP.
La Secretaría de
Cultura de la Gobernación del Estado Zulia en la persona de Jesús Ángel Parra,
aprobaría la publicación de “La Peste loca”, novela que nunca creí
que alguien se atrevería a publicarla... En 1997 pensé que “levantaría un
polvero”, pero no paso mucho y sin embargo, fue mi primera novela publicada y
le dio el nombre a este Blog que llevo desde 2013 y donde desde 2019 escribo
TODOS los días.
Gracias por leerme.
En Maracaibo, el miércoles
24 de septiembre de 2025
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