lunes, 22 de septiembre de 2025

El panfletario iconoclasta


José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla (1860 –1933), conocido como José María Vargas Vila, nació en Bogotá y muy temprano participó en luchas políticas como periodista, agitador y orador. A los 24 años, era el secretario del general Hernández, caudillo de la "Regeneración", un levantamiento que muy pronto se irradió a toda la nación. 

Vargas Vila fue un autodidacta que, desde temprana edad, participó en luchas políticas como periodista, agitador político y orador. Fue considerado uno de los escritores más controvertidos de América a principios del siglo XX. Vargas Vila se distinguió por sus ideas radicalmente liberales y su crítica al clero católico , el conservadurismo y las políticas imperialistas de Estados Unidos.

Vargas Vila participó en la Guerra civil colombiana de 1884-1885 como soldado de las tropas liberales radicales de Santos Acosta.[]​ Tras la derrota liberal se refugió en la región de Los Llanos del Casanare donde el general Gabriel Vargas Santos le ofreció recepción y asilo. Escribió "Pinceladas sobre la última revolución de Colombia; siluetas bélicas", y con este libro nació Vargas Vila como iconoclasta, panfletario y demoledor. Fue expulsado de su patria en 1885 por su participación contra el conservadurismo dictatorial.

Por su actitud crítica, el presidente de Colombia en esa época, Rafael Núñez, dio precio a su cabeza, lo que llevó a Vargas Vila a exiliarse en Venezuela en 1886 y en Rubio, fundó el periódico "La Federación" pronto clausurado por las autoridades de Venezuela. Se trasladó a Maracaibo donde escribió sus primeras novelas, que publicaba y vendía como folletos, por entregas. En la ciudad de San Cristóbal, fundó y dirigió la revista Eco Andino junto a Diógenes Arrieta y Juan de Dios Uribe; en Caracas fundó la revista Los Refractarios​ junto con otros radicales colombianos perseguidos por Núñez: Ezequiel CuartasAvelino Rosas y Emiliano Herrera. 

Su fama de panfletario crecería y se expandiría con esos primeros escritos que recogerá en Pretéritas. En 1887 publicó su primera novela Aura las violetas en que sigue el modelo romántico y que fuera llevada al cine en 1922.  En 1889 se encontraba en Curazao, donde pudo haber coincidido con el general Joaquín Crespo que por esas mismas fechas se había visto forzado a trasladarse a las Antillas desde donde intentó invadir a Venezuela, lo que le valió la cárcel y eventual retiro de la política.

Paradójicamente, el presidente Raimundo Andueza Palacio lo expulsa de Venezuela en 1891, de donde parte a Nueva York donde fundó el diario “El Progreso” y la revista “Hispano América”. En 1903 fundó en Nueva York la revista Némesis, ​ desde la cual se criticaba al gobierno colombiano de Rafael Reyes y a otras dictaduras latinoamericanas, así como a las imposiciones del gobierno estadounidense, como la usurpación del Canal de Panamá y la Enmienda Platt sobre Cuba.

En 1893 regresó a Venezuela y el presidente Crespo lo nombró su secretario particular. Cuando Crespo fue derrocado, Vargas Vila regresó a su exilio en Nueva York. En 1898 iniciará un largo periplo europeo, como Cónsul General y Ministro del Ecuador en Roma. En 1903 publicó en esa revista Ante los Bárbaros tras lo cual el gobierno de Washington le obligó a dejar Estados Unidos. En 1904, será Cónsul de Nicaragua en Madrid y será allí, en España donde se publicarán las dos ediciones principales de sus obras completas. La segunda y definitiva edición de la obra completa, fue de la Editorial Ramón Sopena en 1935.

Vargas Vila empleó siempre todo su feroz estilo virulento y mordaz, contra los privilegios del clero y de la Iglesia, contra el dogmatismo y la intolerancia. Con frases y metáforas abría heridas incurables y luego les ponía la sal o el ácido de sus renovadas imprecaciones. Vargas Vila decidió alabar el carácter débil y humano del poeta nicaragüense Rubén Dario. Así nació la amistad entre los dos; una amistad que se refleja en el libro donde Vargas Vila disecciona la labor creadora de Darío para presentarnos una obra de amistad y admiración, y aceptaría las debilidades del nicaragüense poeta cumbre del modernismo hispano, sin someterlo a juicios morales. 

Vargas Vila desglosaría las circunstancias y las épocas de la amistad sincera con su narrativa donde señala lo incuestionable de las convicciones y los valores del poeta, aunque deplora con elegancia los servilismos sociales y políticos de Darío, y su actitud hacia el catolicismo y a el más allá. Su ironía fina y corrosiva, lo juzga por una predisposición al miedo que le impedía pasar ciertas noches solo y que Vargas Vila, relacionaba con su dimensión de “niño” perenne.

El pensador social colombiano, en su fuero interno ríe de la predisposición mística de Rubén Darío, cuando dice de él: “creía en todo, hasta en las cosas más absurdas; el mundo sobrenatural, lo atraía con una fascinación irresistible, como todos los aspectos del Misterio; creía en Dios...creía en el Diablo...y, estos dos fantasmas, lo hacían temblar...”

En Prensa libre polemiza contra los mutiladores del pensamiento, los pinta con destreza y condena la época de la Regeneración en Colombia. Los círculos de obreros anarquistas y socialistas lo leían con avidez y entusiasmo, lo respetaban y lo reconocían como a un maestro. En efecto, por encima de todo, fue siempre un apóstol de las ideas libertarias. Vargas Vila fue una especie de forjador y maestro de la cultura popular en América. En 1923 hizo una gira por América Latina, visitó Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, México, La Habana y otras ciudades importantes. Dictó conferencias, muy agitadas y concurridas. Libró polémicas a través de los periódicos. Los periodistas le hicieron entrevistas escandalosas.

Vargas Vila fue considerado la “Bestia negra” del conservadurismo político español por sus tesis anarquistas y libertarias, todas las reseñas oficiales sobre su vida y obra estuvieron lastradas por opiniones taimadas y prejuicios políticos. Abarcando unos cincuenta y cinco volúmenes, su obra integra diversos géneros: la novela, el comentario filosófico, la historia, la biografía, la escritura político-teórica y panfletaria y el drama. Vargas Vila era un prosista singular. Causó revuelo y estrépito. Los curas sermoneaban desde los púlpitos ofreciendo las llamas del infierno al apóstata que leyera los libros de ese monstruo, lo que hizo aumentar explosivamente las ventas de sus obras.

En 1904, el presidente nicaragüense, José Santos Zelaya, designó a Vargas Vila como representante diplomático en España,  junto al poeta Rubén Darío. Los dos fueron integrantes de la Comisión de Límites con Honduras ante el rey de España, quien era entonces mediador en el litigio,  labor duró poco tiempo pues el colombiano pronto regresó a la edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid, se asentó en Barcelona, donde inició, por acuerdo con la Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas. Rubén Darío le dedicó un par de poemas: Cleopompo y Heliodemo y Propósito primaveral.

Fue al final de una gira, en La Habana, donde Vargas Vila contrajo una enfermedad extraña que afectó su vista y que terminaría por dejarlo completamente ciego. Regresó a Barcelona, donde transcurrió los últimos años de su vida en completa soledad, sin dar ni pedir cuartel a sus rencorosos enemigos. Cuando ya comenzaba a gestarse el terrible drama de la guerra civil española, Vargas Vila falleció el 23 de mayo de 1933 en su residencia de la calle Salmerón de Barcelona el 23 de mayo de 1933.

Maracaibo, lunes 22 de septiembre del año 2025

 

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