sábado, 20 de septiembre de 2025

Cocinándose …


En el mes de noviembre del año 2014, traté de responder un par de preguntas. Me las había hecho un amigo, a quien les di a leer retazos de una novela inédita, titulada en aquellos días como “Los amores elípticos de un médico investigador” mostrando hechos que en general se desarrollaban en esta tropical región del planeta. Me refería, obviamente, a nuestra ciudad “amada por el sol” y mi amigo a quien apodábamos ElCastorEnano, me preguntaría, del por qué consideraba yo que eran elípticos aquellos amores y como era que me atrevía a utilizar el voseo para relatarlos. 

Yo le respondería, echándomelas de “astrónomo de Google”, que los planetas del Sistema Solar describen cada uno de ellos una órbita elíptica, y que uno de sus focos está ocupado por el Sol, y según aprendimos en el colegio en la primera Ley de Kepler. Le recordé entonces que un elipsoide es el equivalente tridimensional de una elipse como es que esta, puede ser descrita como una esfera achatada y su volumen puede ser calculado a partir de la longitud de sus tres ejes. Esto dicho así, es fácil de entender, eso le dije.

-Estais locoebola y lo que soy yo, no te entiendo nada, me respondió el Castorcito… Era comprensible ya que mi amigo, quien es muy versado en temas de lingüística, me aseguró que, muy poco sabía de astronomía, pero que recordaba como en la gramática tradicional, se dice -a veces- que la elipsis consiste en suprimir algún elemento del discurso sin contradecir las reglas gramaticales; o sea que, cuando se habla de elipsis en lingüística, se trata de ciertas construcciones sintácticas en las que no aparece alguna palabra que se refiera a una entidad lógica necesaria para darle sentido a una frase.

Ahora soy yo el que se está enredando con tus explicaciones, le dije y sinceramente, pensé que era él quien se había metido en honduras (sin pasar por Nicaragüa solía decir yo) pero en realidad fui deshaciéndo la confusión y creí haber recapitulado… Recordé precisamente a un tal señor Vossler, y de su relación con el lenguaje. (Karl Vossler quien vivió entre 1872 y 1949, y fue un romanista e hispanista alemán, creador de La escuela del Idealismo lingüístico y de la Estilística), quien en su “Análisis teórico de la sintaxis”, participó en una polémica histórica sobre la naturaleza de la elipsis lingüística)También vino a mi mente algo que escribiera Ernesto Sábato en su artículo titulado “El voseo”…

En aquel trabajo sobre “el voseo”, Sábato había dicho que: “el lenguaje es una estructura que oscila entre dos polos opuestos, entre el individuo y la sociedad, entre la creación y la tradición, entre la originalidad y la convención, entre la libertad y la determinación, entre la poesía y la acomodación social, entre el espíritu y la cultura hecha, entre la psicología y la gramática”. Todo este recuento era pertinente ya que, en aquel momento, se trataba de poder discutir el hecho de mi “atrevimiento” al utilizar el voseo en una novela que in illo tempore comenzaba a estructurarse aunque hablase de amores elípticos.

Todo aquello en textos escritos o más bien, garrapateados, venía desde muchos años atrás, y mientras su germen permanecía incubándose, ahora lo siento cocinándose a fuego muy lento y así desde entonces… -¿Hasta ahora? ¡Hace la pelusa de 24 años!- Pensé hallar algún apoyo en palabras que recordaba había escrito mi amigo Jesús Ángel Parra y las busqué  para suscribirlas: “el voseo usado en Maracaibo es diptongado, lo que lo hace genuino, utilizado sólo por algunas comunidades en la sierra del Ecuador; es único en el mundo y no rompe totalmente con el voseo español de los siglos XII-XVI, que no es totalmente diferente de aquella modalidad latina, que comenzó a propagarse en tiempo del Bajo Imperio Romano”.

Maracaibo como ciudad portuaria fue siempre muy activa, desde su descubrimiento y luego, desde su triple-fundación en adelante, la ciudad creció, individualizada, y aunque su gente le dio la espalda a su lago, quizás porque ya no era de cristal como en épocas pretéritas, continuaría en su productivo aislamiento, primariamente porque para llegar a ella solo era posible hacerlo por vía lacustre, y así fue adquiriendo condiciones culturales diferentes, de las que quizás el dialecto fue una de las más importantes.

El llamado “dialecto maracucho” que para algunos resulta vulgar, y hasta soez, aunque en realidad no tiene ninguna característica específica para calificarlo de esa manera, lo cierto es que al hablarlo, utilizamos palabras de uso particular en la región, proveniente en muchos casos de deformaciones lingüísticas que nacieron hace muchos años y se han venido nutriendo con la inmigración de extranjeros o de compatriotas de otras regiones, quienes a raíz del boom petrolero se acercaron a nuestra calurosa ciudad donde también, la asimilación de los indígenas y la comercialización aportarían su legado en el hablar del nativo.

Hoy día, ya pasada la mitad del año 2025 del siglo XXI, todo lo conversado, puede ser visto como un prolegómeno, que responde a una cocción ya bastante prolongada, o a la adecuada fermentación de una novela, que dividida en cuatro partes, el autor, relatará  a través de una larga conversación con su amigo el CastorEnano, desde cuando estudiaban en la escuela de los jesuitas, y será ese amigo quien fungiendo como amanuense gratuito del escritor, quien ahora quizás nos cuente… “La elipsoidal y antiparabólica historia de un maracucho”.  

Más pronto que tarde, quizás algunos distraídos hablarán en unos meses, de la que será otra, nueva novela, la cual seguirá estando en su punto actual de cocción, pero habrá de nacer como un sueño irreal, para robustecer un lamentablemente deficiente por inexistente-movimiento literario”- que localmente debería pugnar por el rescate del habla del zuliano. Utilizar literariamente el habla cotidiana, sin que esto represente un motivo para avergonzarse de nuestro sistema dialectal, pensamos, que debería ser importante y hasta podría constituir toda una corriente literaria local, la cual como ya sabemos, conllevará siempre según decía el mismo Jesús Ángel Parra años atrás “sus aliados y sus detractores”.

A pesar de haber logrado publicar más de 10 novelas las que me parece reflejan de una u otra manera “el regionalismo literario”( https://surl.li/sqhcve ) de mi suelo natal, esta labor pareciera ser absolutamente desconocida por quienes supongo deberían estar encargados de analizar y de promover la literatura zuliana.

Presiento que estamos muy lejos de cuando existía una “Galería de escritores zulianos”, la de don Aniceto Ramírez y Astier (1879-1956), y voy a repetir algunos de sus comentarios reiterados en público durante su vida…  “Tenemos que darle apoyo a nuestra creación literaria, pues una cosa es muy cierta: al perder la palabra se pierde la memoria”… “Tenemos que arriesgarnos a poner en letras el hablar de la calle, el léxico de los hombres y las mujeres de nuestra región”… “Debemos preservar nuestro lenguaje, y darle apoyo a la creación literaria autóctona”…“De esa manera contribuiremos simultáneamente a la preservación de nuestro patrimonio cultural”.

En el ínterin, la cena no está lista aun, pero quizás ya “el café está servido” y puede que en unos meses, una noticia “elipsoidal y antiparabólica” les sorprenda la cual espero a todos les “agarre confesaos”.

En Maracaibo, el sábado 20 de septiembre del año 2025

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