viernes, 19 de septiembre de 2025

El cerebro Trans


El cuerpo, el cerebro y la mente son sexuados. Todos los humanos debido a la herencia recibida de sus progenitores, poseen una identidad genética que determina el sexo biológico, según el cual la posesión del par de cromosomas XX o XY, -los llamados cromosomas sexuales-, determinan la asignación de dicho sexo biológico, mujer para los XX y varón para los XY. 

Actualmente se define la “identidad de género” como la manera en que un individuo se concibe internamente a sí mismo. Cuando el individuo experimenta una diferencia entre su sexo biológico y el psicológico surge la “disforia de género”. Se define la Transexualidad, como la condición identitaria que describe a una persona cuyo sexo psicológico difiere del biológico. La disforia es un sentimiento de malestar, que pueden o no padecer las personas transexuales, aunque es frecuente entre ellas. Actualmente hay una tendencia a mantener un enfoque para la “despatologización” de este término, imponiendo la transexualidad como un “desarrollo sexual diferente”.

Existe interés en el mundo biomédico por estudiar las diferencias en la estructura y funcionalidad cerebral de las personas transexuales respecto a los que no lo son (personas cis). Es necesario conocer la existencia de estas diferencias, ya que la discusión de lo que suponen es un proceso controvertido -a menudo desarrollado bajo la obligatoriedad de la antes mencionada tendencia a la despatologización-, aunque es indudable que los datos de los que se dispone permiten hablar de diferencias, aunque puedan ser pequeñas. Hay estudios sobre las diferencias entre los cerebros de personas trans y cis lo que de alguna manera condicionarían la distorsión en los primeros de la red de percepción del propio cuerpo.  Destacaremos los estudios de las diferencias en el trazado general de las conexiones neuronales de varones y mujeres cis y en sus diferencias en esta red neuronal.

La transexualidad tiene base genética. La causa esencial de las diferencias corporales y cerebrales entre mujeres y varones se debe a la especifica producción de las hormonas femeninas o masculinas -estrógenos y andrógenos- presentes en ambos sexos en cantidades diferentes, así como a las proteínas que actúan como receptores específicos que captan y enlazan la hormona correspondiente, y la introducen en el núcleo de la célula donde se unen específicamente a secuencias del ADN; esta interacción específica determina qué genes se traducen y cuales se silencian.

Existen dos tipos de receptores para estrógenos que se han llamado Erα y Erβ, detectándose dos formas diferentes para este último. También el receptor para andrógenos, AR, presenta dos formas. Se sabe que la activación de cada una de estas diferentes formas lleva a efectos diferentes y que determinadas combinaciones de los genes que codifican para estos receptores conllevan mayor riesgo de transexualidad.

Estos estudios han sido liderados por Antonio Guillamón, doctor en Medicina y catedrático en Psicobiología de la UNED, analizando la microestructura de la materia blanca del cerebro a través de las imágenes generadas en el laboratorio de neuroimagen de Carme Junqué, profesora de la Universidad de Barcelona y coautora de estos estudios. Guillamón en sus investigaciones, parte de una perspectiva doble: primero la de profundizar en los mecanismos del dimorfismo sexual del cerebro y de la conducta y, segundo, conseguir a partir de ello clarificar qué variables cerebrales controlan la identidad y la orientación sexual.

El equipo de investigación de Guillamón ha descrito la presencia de formas diferentes del receptor Erβ de estrógenos, del receptor de andrógenos AR, con menor actividad en las personas trans, que en las personas cis: los receptores clave implicados en la diferenciación sexual del cerebro tiene una combinación de alelos específica para ERβ, ERα y AR en la población de mujeres transgénero (MtF), cuya diferenciación de género está asociada con una combinación genotípica específica de polimorfismos ER y AR. Además, se sabe que el género FtM está asociado con polimorfismos específicos del ERβ y de los receptores Erα.

Posteriormente el mismo equipo ha propuesto la existencia de otros factores como la existencia de cofactores de los receptores y la modificación química de la secuencia del ADN con la que interactúan los receptores. Llegan a la conclusión de que no se trata de una causa genética única, sino multifactorial compleja, que implica interacciones intrincadas entre esteroides sexuales, receptores de esteroides sexuales, genética y epigenética, según la cual determinadas combinaciones de estos genes y/o de modificaciones del ADN conllevan mayor riesgo de transexualidad.

No se ha analizado aún la importancia de cada uno de los factores genéticos y de en qué medida son determinantes. No obstante, las diferencias genéticas, aunque pequeñas, condicionan la eficacia de la acción de las hormonas sexuales, de modo que modifican la diferenciación sexual del cerebro, lo que, como exponemos a continuación, se manifiesta en la arquitectura y funcionalidad cerebral.

Sobre las características anatómicas y funcionales del cerebro Trans, se conoce la existencia de diversas áreas cerebrales que son dismórficas en el cerebro de personas cis, varones y mujeres, con algunas áreas mayores en mujeres y otras en los varones. Diversos estudios comparan los resultados de la medición del volumen y la microestructura de la materia gris (sistema nervioso central) y la microestructura de la materia blanca (fibras nerviosas) del cerebro de personas trans, respecto a las cis, pero no permitían establecer con claridad diferencias significativas, por ser datos globales y por el tamaño de las muestras pequeñas de individuos trans.

Sin embargo, en el año 2021 se ha llevado a cabo un mega estudio partiendo del análisis de 214 varones trans y 172 mujeres trans, con muestras similares de personas cis, se obtuvieron datos que permiten confirmar la existencia de diferencias estructurales entre individuos transexuales y los controles cis del mismo sexo biológico. Las diferencias demostradas permiten afirmar que las personas trans, varones o mujeres, parecen presentar un fenotipo cerebral propio. El patrón cerebral de las personas transexuales no está feminizado o masculinizado de forma global; sólo existe una feminización o masculinización selectiva justamente de aquellas estructuras cerebrales que presentan dimorfismo sexual en las personas cis tomadas como control.

Se detectaron variaciones en las dinámicas cerebrales a nivel de redes neuronales y de la red de percepción del propio cuerpo. Diversos estudios llevados a cabo por diferentes grupos de investigación, que emplean las técnicas de imagen funcional, parecen confirmar que el perfil genético, determina las características de la estructura cerebral de las personas trans y causan además modificaciones en la funcionabilidad del cerebro mostrando principalmente una distorsión de la red de percepción del propio cuerpo, complementaria a una modificación del neurodesarrollo cortical. La distorsión de la red en las personas trans ha sido descrita en diversos trabajos de los que se desprende que hay diferencias significativas en algunas áreas como el tracto fronto-occipital inferior derecho, que conecta las áreas cerebrales parietal y frontal que median la percepción del propio cuerpo. Al parecer estos hallazgos sugieren que la forma neuroanatómica del transgenerismo está relacionada con áreas del cerebro que procesan la percepción de uno mismo y de la propiedad del cuerpo.

Se han destacado las diferencias de volumen existentes en la corteza insular —región situada en los dos hemisferios cerebrales—, que procesa el estado interno del cuerpo y es una región clave de esta red. Se ha postulado que la distorsión de esta red explicaría la disforia de género. Comportaría una imagen corporal incongruente, que origina la angustia —disforia— que sufren la mayoría de las personas de esta condición.

Estos trabajos muestran la masculinización o feminización del cerebro de las personas transexuales de acuerdo con el género al que desean pertenecer y no con el de su sexo biológico. Sin embargo, se desconoce la causa y el momento del desarrollo en el que se produce esa diferenciación sexual del cerebro dado que la formación de estos fascículos cerebrales comienza dentro del útero de la madre y se continúa desarrollando hasta los treinta años.  Los resultados de los estudios del equipo del doctor Guillamón abren muchas puertas a futuras investigaciones y son importantes no solo para comprender la transexualidad sino para entender las conexiones cerebrales que soportan la identidad sexual.

Maracaibo, viernes 19 de septiembre del año 2025

No hay comentarios: