Fernando Carlos Tamayo ha sido uno de los
poetas líricos más firmes y expresivos del Táchira. Hijo primogénito de Don
Lorenzo Tamayo de la Madriz y de Doña Albina García de Tamayo, Fernando, nació
en Valencia el año 1890 y antes de cumplir el año se trasladó con sus padres a
San Cristóbal. Fernando fue el mayor de una familia de nueve hermanos, María
Teresa, Albina, Eduardo, Cecilia, Josefina, Amalia, Francisco, Mercedes y María
Amelia conocida cariñosamente como Maruja, mi madre.
Tuve la suerte de conocer personalmente a mi
tío Fernando, en Maracaibo el año 1947. En aquel entonces yo era un niño de
ocho años, pero recuerdo perfectamente su visita a nuestra casa, “Los
Arrayanes”. Mis hermanos y yo, sabíamos que era el mayor de nuestros tíos, que
era poeta y que había combatido en la guerra del catorce.
En aquellos duros días, en una Venezuela
rural, acogotada por guerras y dificultades económicas, Fernando Tamayo, con
José Abel Montilla, Ramón Leónidas Torres, Eduardo López Vivas, y su hermano
Francisco Tamayo, habían formado parte de un grupo de jóvenes tachirenses,
inquietos y talentosos, muchos de ellos agrupados en torno a la revista
“Bloques”, escritores de poemas y de ensayos quienes mantenían viva la
actividad cultural en la San Cristóbal de comienzos de siglo y comenzaban a descollar en la actividad
literaria del Estado Táchira y del país nacional.
En 1907, se producirá la fundación de “El
Salón de Lectura de San Cristóbal” y no nos debe extrañar que Fernando Tamayo,
poeta lírico, un joven apuesto y enamorado, tuviese su musa, una linda
jovencita de Capacho, la señorita Inés Dávila, de quien muchos años después
escribiría...“Tu fuiste La Inefable: la novia hermosa y pura como la
“Benedetta” que al Dante deslumbró”... Pero la vida de Fernando, habría de
cambiar radicalmente en su adolescencia.
Venezuela había padecido la tragedia de las
guerras de la Independencia y de la Federación, venía de sufrir por las
contiendas de los caudillos y estaba empobrecida por deudas externas e internas
provocadas por los pésimos gobiernos de turno. Don Lorenzo Tamayo, quiso
ofrecerle a su hijo, el joven poeta, un destino diferente al que parecía
esperarle en su país donde vivían los últimos años del régimen de Cipriano
Castro y alboreaba la larga dictadura gomecista. Don Lorenzo era amigo del
Cónsul de Venezuela en Nueva York, Don Pedro Rafael Cárdenas, o quizás
Rincones, pero fue a través de estas gestiones y de los buenos oficios del
Cónsul amigo, como le otorgarían la beca al joven Fernando para cursar estudios
en los Estados Unidos.
Me ha parecido que es importante fijar el
inicio de este relato en el año de 1907, quizás en el mes de Septiembre, cuando
nació mi madre, la hermana menor del poeta. Fernando Carlos era un espigado
mozo de 17 años quien ya estaba considerando la posibilidad de irse a estudiar
en Norteamérica. Puede que esta fuese la razón del porqué sus padres, Don
Lorenzo y Doña Albina decidieron nombrarle padrino de bautismo de su pequeña
hermana recién nacida. Mi madre fue bautizada como María Amelia Jacinta del
Monte Carmelo. Con los años ella se enteraría de cómo Fernando la alzó en
brazos y Doña Albina, acaso presintiendo el próximo largo viaje que habría de
emprender el joven poeta, tomó la cadena de plata con la medalla de la Virgen
de la Consolación que lucía la recién nacida y se la entregó a Fernando quien
la conservaría para toda la vida.
Desde su más tierna infancia en San Cristóbal, la pequeña Marujita sabía de su hermano mayor, le escribía cartas, en letras de molde las primeras, luego de niña relatándole la vida de su casa y preguntándole muchas cosas, de manera que con los años persistió un gran amor y veneración por su hermano mayor y padrino ausente a quien no llegaría a conocer sino mucho después a finales de los años treinta. Podemos leer en una postal no fechada, con una fotografía del mar y la luna en Corpus Christie, Texas... “La luna riela en el mar/ como una cinta de estrellas/ y al salpicar las espumas/ en las menudas arenas/ parecen las tenues gotas/ diamantes de una diadema”. (Rivas Frade). “Esta postal me trajo a la memoria los versos de un drama y todos los dulces recuerdos de los días pasados; entonces tú eras un bebé rubio y rosado, Maricita, y así todavía existes en mis recuerdos. Felicidades para ti querida hermanita en este nuevo año y en los porvenir. Te besa tu hermano, Fernando”.
Durante sus años de estudio en Colorado Springs y con los avatares de su existencia, el poeta siempre tuvo presente su tierra tachirense, las montañas andinas, sus gentes, su familia, y será esa nostalgia del terruño la que formará la médula de su poesía. “Cuando estalló la primera guerra mundial, se enroló como voluntario en el ejército de los Estados Unidos y fue a Francia adscrito al Cuerpo de Ingenieros. Estuvo al principio, en el “sector defensivo” y pasó luego al frente activo. Tomó parte en varios combates de importancia y concurrió a la última batalla de la guerra poco antes del armisticio y en la cual ganó la medalla de guerra de la “Meuse Argonne”. El poema “Romance del camarada muerto”, fue escrito en un pueblo de Francia tres días después de la firma del armisticio en noviembre de 1919.
Recuerdo en mi niñez muy
distante ya, las palabras de mi tío Fernando relatando el significado de la
palabra miedo. Cuando se ha vivido una guerra dentro de las trincheras, cuando
en la noche se ha tenido que arrastrar sorteando cráteres en un terreno
empantanado y tener que pasar sobre los muertos descuartizados por la metralla. En
aquel entonces yo era un niño de ocho años, pero recuerdo perfectamente su
visita a nuestra casa, “Los Arrayanes”.
No podía imaginarme, a la edad de ocho años, la importancia de mi tío como
poeta, pero si comprendimos, mis hermanos y yo, que él era un personaje de esos
que solo se encuentran en los libros de aventuras.
Mis
hermanos y yo, sabíamos que era el mayor de nuestros tíos, que era poeta y que
había combatido en la guerra del catorce. Estuvo unos meses en Maracaibo, antes
regresar a Los Estados Unidos, donde fallecería al año siguiente, en agosto de
1948. En
otras ocasiones he hablado sobre mi tío Fernando C Tamayo en este mi blog (lapesteloca), desde febrero de 2013, trascribiendo
el “Romance del camarada muerto” (https://bit.ly/2qLWHny) y
en marzo 2013, lo hice a propósito de venezolanos guerreros en la Primera
Guerra Mundial (https://bit.ly/2KTxVsk). También en el 2016 (https://bit.ly/2LcfYWr) y nuevamente en junio del año 2019 (https://bit.ly/35CKvEt). Caí en la tentación de nuevo (https://bit.ly/2XBznVu) en un relato familiar en cuando cumplí 80 años,
y hablé sobre mi mamá y mi tío Fernando. En esta “vuelta de tuerca”, espero les
haya gustado. Gracias por leerme.
Maracaibo martes
16 de septiembre del 2025
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