viernes, 11 de mayo de 2018

“Gonzagas valientes”




“Gonzagas valientes”

Hoy desperté tiníticamente recordando la letra y música del himno del Colegio que decía… “Somos Gonzagas valientes llenos de fe y de ilusión, y en nuestros pechos arraiga el más puro y patrio amor. Arriba siempre gritemos, que es consigna juvenil, por la patria lucharemos hasta vencer o morir”. Me puse en mi duermevela a analizar aquellas canciones guerreras de mi infancia y adolescencia y completé una estrofa que me faltaba…  “La patria ya nos espera, redimirla es nuestro afán, Gonzaga presto a la lucha por un nuevo despertar”, y volvíamos con Arriba siempre gritemos”… 

Quedé entonces queriendo pensar en los creativos jesuitas, los jóvenes maestrillos, los hermanos, y los sacerdotes en ejercicio formal, pero no logré saber quiénes fueron los que se inspirarían para inculcarnos musical y marcialmente aquellos cantos de confrontación y lucha, por una patria nueva que debería ser redimida para que despertase, y además deberíamos aprender, que teníamos que ser nosotros, niños y jóvenes, quienes habríamos de lograrlo, hasta vencer o morir... Después vino a mi mente la historia real, y calculé los años, 1946 a 1955, o 56 y aunque pudiesen sonarme las letras un tanto “fachas”, y me dije, puede que sean vestigios del franquismo o de la falange, pero tuve que completar el recorrido de mi niñez y adolescencia en el Colegio Gonzaga con otras evidencias que me obligaron a volver sobre algunas realidades más sociales que guerreras, perdidas en la maraña neuronal.

De manera general, creo que desde siempre fue muy evidente que, aunque teníamos la suerte de estar recibiendo una educación excelente con formación moral y religiosa de primera, no obstante, se nos recordaba que esa ventaja no era accesible para la mayoría de los niños que en barriadas y con menor suerte que nosotros, también crecerían en el entorno de nuestra ciudad. Recordé en los diversos escenarios donde me vi, de nuevo, “dando catecismo” a niños en algunos barrios, especialmente recordé la iglesia de Santa Cruz de Mara, y estábamos convencidos de que la escuela nocturna para los obreros (la que más adelante se transformaría en Fe y Alegría), aunque con escasa promoción, prometía ser una obra magna.  Sabíamos de las necesidades de la gente sin recursos, que eran muchas, y que ninguna sería  cubierta por el gobierno. Nadie mencionó jamás en el colegio la palabra “dictadura”, ni se hablaba de “perezjimenismo”,  aunque todos supimos que el Padre Rector del Colegio, era Pinto Salinas y conocimos que a su hermano lo habían asesinado a tiros, los del gobierno. Debo hablar por mí y mis hermanos quienes crecimos en una familia absolutamente apolítica, pero quienes terminamos por estar convencidos de que en nuestro medio existían grandes desigualdades sociales y que algo andaba muy mal, en el país, y pensábamos que éramos nosotros los que habríamos de cambiarlo. Los años mostraron como emergería una pléyade de jóvenes dedicados a la política, mayormente socialcristianos, pero todos con sinceros propósitos de cambiar el país… ¿Los Gonzagas valientes?

¡Los jesuitas! La Real Compañía creada por el guipuzkoano Ignacio de Loyola en 1534,  a las órdenes del Papa y que ha sido objeto de rechazos y de temores, por muchos laicos y dentro del mismo seno de la Iglesia. Hoy en día tenemos un Papa, Francisco Beroglio jesuita argentino y un Superior General de la Compañía, Arturo Sosa, jesuita venezolano. Ambas situaciones históricamente inéditas. Los jesuitas fueron expulsados hacia 1766, de América por orden del rey Carlos III. Seis años después el monarca español consiguió que el papaClemente XIV suprimiera la orden de los jesuitas.. Fue restablecida en 1814, pero los esuitas serían expulsados de España dos veces más, en 1835, durante la regencia de Maria Cristina de Borbón, y en 1932, bajo la  Segunda República Española. Los primeros jesuitas llegaron a Venezuela en 1916 a para dirigir el Seminario de Caracas y para la formación de sacerdotes. En unos años crearían varios colegios que son muy conocidos, el San Ignacio de Caracas (1923), el internado San José de Mérida (1927), San Luis Gonzaga de Maracaibo (1945), Javier de Barquisimeto (1953), Jesús Obrero de Catia, Caracas (1948), Loyola-Gumilla de Puerto Ordaz (1965), el Centro Gumilla y la combativa Revista SIC. 

El 1º de octubre de 1945, en la avenida Las Delicias, de Maracaibo y con 32 alumnos inscritos en el primer grado de educación primaria, inició sus actividades, el Colegio Gonzaga. El Colegio cambió de sede a finales de la década del 60 y finalmente se ubicó en la Avenida 35 con Calle 92F-250, Los Postes Negros del barrio San José. Después de 60 años por sus aulas han pasado miles de muchachas y muchachos quienes han recibido una educación de calidad y una formación cristiana inspirada en la Espiritualidad Ignaciana, cada vez más imbuidos de ir a la lucha por la opción de los más necesitados y propiciando así la construcción de una nueva sociedad fundamentada en el servicio a los demás, a través de la educación y la formación integral. 

Maracaibo, 10 de mayo 2018

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