ELOGIO
A LAS LETRAS DE HISPANOAMÉRICA ( I )
Yo a veces me pregunto si tú sabrás en
realidad quién es La Maga (1). Pienso
que quizá si lo sabes, pero no obstante, puede que te haya ocurrido como a mí,
ese instante de vivir la sensación de conocerla tanto que has llegado a
quererla, casi a soñar con ella. No sé si habrás notado, como yo, ese descuido
suyo, si has logrado percibir su olor, captar su desenfado, despiste,
desparpajo, desgano alternando con oleadas de amor concentrado, ese tanto-todo que
te dice en silencio su mirada, ese algo-mucho que parece aureolar a la mujer de
Horacio, a La Maga, engendrada por Julio,
el del cigarrillo humeando eternamente entre sueños y recuerdos, y de vez en
cuando como sin quererlo, eructando un conejito blanco (2). Yo creo que no te
tienes que preocupar por Horacio, entiende que él nunca sabrá cuanto amamos a La Maga, y es que él, está todo
enredado, entre miles de hilos, los filamentos trenzados de su vida, esos que
van y vienen cruzando su habitación de un lado a otro. Al menos yo, creo que estoy claro, y tú,
espero que permanezcas lúcido, lo necesario al menos para que puedas percibir
ese por siempre-jamás que nace en la sonrisa triste de La Maga, allí sentada contigo en
un café, o cuando va prendida de tu brazo por un boulevard, bañada en la lluvia
y el viento que ha destrozado su paraguas de basurero, o tal vez al calor de
leños chisporroteando en una habitación, cálida dulzura en la mirada de osita
de autostop, húmeda, hallada en un recodo del camino hacia Kindberg (3),
mientras por la ventana, podrás otear los techos y las chimeneas de ese
suburbio parisino que siempre padece de otoño. Tal vez la viste acercarse
caminando por un puente del Sena, y como yo una vez, estático, te quedaste
esperando su encuentro. Puede que fuesen aquellos los mismos sitios por donde
corriera el mutilado Polo, hombre sándwich, tan solo cubierto por dos cartones,
escapando de las turbas de flagelantes salpicados por la sangre y las carnes
que saltaban a cada chicotazo, el mismo Polo, sí, quien inválido no se hallaba
a si mismo y presentía germinar en sus espaldas una cruz queloidea (4). Polo,
anticristo que una vez fue engendrado en sudorosos ritos de sanguinarios
aztecas, sobre las rocas porosas y negras por el uso, esponjas de sangre y filo
de obsidiana, o quizás en alguna oscura covacha Toledana escuchando recitar
salmos del Talmud, en cualquier lugar del mundo donde lo hubiese decidido
Carlos, allí iba a estar Polo en su afán de compenetrarse con Ludovico y con
Guzmán para ascender cual una Trinidad hasta el Pont des Arts, sobre el Sena,
mientras percibiría como en su propia carne se metamorfoseaba con Celestina
quien lo había esperado entre el humo del tiempo y el polvo de la historia para
fundirse con él(4). Verás llegar a La
Maga paso a paso, avanzará hacia ti, se acercará sobre el
puente, pero pasarán los segundos y podrás comprobar que nunca llega, y
sentirás como se te aleja, se te escapa entre las carcajadas de La Dama Loca y los aullidos
de la enana Barbarica, grotesca danzarina acondroplásica sobre el cadáver ya
apergaminado de el antes hermoso Felipe y todos se alejan y se pierden entre la
niebla.
Es
por ese pensamiento mágico, el de Julio y de Carlos, por lo que me atrevo a
preguntarte, ¿es que acaso tú no les conoces? Con pena me cuesta imaginar lo
que será de ti sin saber nada de los sueños misteriosos de Julio, no conocer de
famas ni de cronopios, ni haber oído del libro de Manuel, ni del fuego de todos
los fuegos. ¡Nada! Ni tan siquiera sabrás del otro Julio, del nuestro…
Ciertamente, más fácilmente llegan las imágenes a través de la caja cuadrada,
la de vidrio que logró desquiciar con sus reflejos a Ceferino Rodríguez
Quiñones, puede que ni llegases a verlo luciendo sus calzoncillos
“Herculino”(5), pero, ¿te imaginas lo lamentable que resultaría saber que nunca
te enteraste de cómo Don Julio fue lanzado al espacio sideral con el cometido
singular de perseguir unas enaguas sin consultarle, que osadía, ¡a las
nubes!(6). Pero ya ves como años después de haber desaparecido de este mundo, a
pesar de todo y de su ausencia física, gracias a las páginas impresas Don Julio
regresó para quedarse entre nosotros, por segunda vez, y para describir para
siempre, aunque fuese apenas un recién nacido, la alcurnia de su origen. Es que
siempre se puede leer y hasta releer, la literatura se hizo para la re lectura.
Bueno, en tu favor acoto que supe de una vez, cómo en uno de tus viajes,
conociste a Úrsula, y ¿quién no? Hoy día no existe un ser que no respete sus
manías y no acepte sus opiniones, pues su fama trascendió más allá de las
salobres planicies entre Santa Marta y Río de Hacha, en otros tiempos, quizá
más difíciles, cuando las circunstancias te llevaron a visitar al general
Aureliano, quien para la época todavía estaba cuerdo, a pesar de que ya vivía
haciendo pescaditos de oro a la sombra del árbol en el solar de los Buendía(7).
Supe que fue también en aquellos días de guerras y bananeras, cuando hablaste
con el viejo Melquíades, a quien ahora algunos quieren confundir con
Asclepius(8). En ese entonces, sé que hasta la tía Amaranta te desveló algunas
facetas íntimas de su resentido corazón. Hasta allá habías llegado por la ruta
de Maicao, pues son tuyas esas tierras guajiras, las de Demetrio Montiel (9) y
bebiste chirrinche con los Aurelianos hasta emborracharte para conocer de las
trochas y mochas de los caminos verdes que nos unen al hermano pueblo
Neogranadino, tan Reinoso... Lo que nunca pude averiguar, y es que de eso no
hablamos, digo, si has sentido como yo el embrujo de la noche. Si alguna vez te
ha acontecido como a mí, hallarte envuelto a la hora de la conciencia y del
pensar profundo (10), en una aura trémula de misterio y de miedo, y si has
visto aletear detrás de tus pupilas, así cual si revoloteasen dentro de tu
cabeza, cientos de mariposas del color de la flor del abrojo(7). Si le prestas
atención al fenómeno, si logras fijarte en alguna de ellas específicamente, al
concentrarte, podrás llegar a entender como es que entre tus ojos, siempre
estará allí la esquina, ese punto que contiene todos los puntos, ese rincón, el
más profundo del sótano en la casa de Beatriz Viterbo(11), el centro de tu
mente donde Jorge Luis conociera de los prodigios del memorioso Ireneo de Fray
Bentos(12), antes de penetrar en el jardín donde se bifurcan todos los senderos
detectables gracias a sus dotes de invidente(13). No creo que sea una de tus
ambiciones llegar a poseer una bacinilla heráldica como la de Fernanda (7),
pero te puedo asegurar que necesitas cabalgar un rato por la orilla del mar al
atardecer cuando todo se vuelve como naranjas amargas y cae el sol de los
venados. Algún día lo deberás hacer, puede que sea tan solo con el poder de la
imaginación, pues bien vale lograrlo sin salir de ti mismo, y es que aceptemos
que es difícil ensillar un caballo en estos tiempos, mas si lo haces, cuando se
esté ocultando el sol, y trotes o te lances al galope tendido frente al mar,
entonces podrás, sobre el lomo sudado de tu corcel, observar como se hunde el
astro rey chisporroteando. Así, tal cual, como lo habría de recordar Lorenzo,
con una ilusión desesperada, soñando en ese momento crepuscular, de cabalgar en
el conticinio de una vez y por siempre por la orilla cambiante, e ir con
Dolores, su miliciana en la grupa, ambos sobre su cálido corcel brioso que
chapoteaba el agua, como lo hicieran sus cascos saltando chispas sobre las
duras piedras, con barro y lluvia, tan cerca ya de la frontera francesa y de su
desgracia, para sentir entonces apagarse el verde de su joven mirada bajo la
ráfaga asesina de aquel avión tudesco que apareciera en el cielo lechoso (14).
Quizá
algunas de estas cosas que te escribo,
las asociarás seguramente con cosas que leíste o viviste en tu niñez, pues
aunque no quieras aceptarlo, entiendo que estás, o mejor dicho, nos estamos,
poniendo viejos. Recuerdo que yo era tan
solo un muchachito cuando me tropecé con aquel muerto tendido en la calle y
sentí llegar los músicos a la esquina donde vociferaba el pulpero y luego percibí
como comenzaron a vibrar con un no sé que desgarrador, los primeros compases
del himno nacional y la música sacudió mis nervios de niño y en mi sangre
venezolana se encendieron los atavismos guerreros de mi raza y rompí a aplaudir
y a cantar, pero mi madre me tomó por el brazo indignada y me enseñó al muerto
que estaba tendido en la calle y me dijo con una voz inolvidable. Mira “el
bravo pueblo”(15). Niñez valenciana revivida por mi entre páginas amarillentas
ya, quizá escritas en el original con cabito de lápiz en las ergástulas de La Rotunda, o en las
mazmorras del Castillo de Puerto Cabello, entre cangrejos y grilletes en el
castillo de San Carlos, desde el exilio en Québec, o en Nueva York, creadas por
José Rafael, luchador, como Miguel. Te fuiste tú sintiendo a tu patria
decadente y han pasado los años y ¿donde estamos? Avanzamos y retrocedemos
quizás a cada paso renunciamos un poco de lo que antes quisimos y al final,
¡cuántas veces el anhelo menguante pide un pedazo de lo que antes fuimos!(16).
Caminando con Miguel, de su mano por los polvorientos caminos donde campean las
fiebres palúdicas (17), o por los campos petroleros con esa fiebre (18) que
inflama la sangre y seca el llanto de sus Victorianos(19), será una maravilla
saber que te has desternillado de risa con su ingenio humorístico. Ojalá hayas
tenido la suerte de haberte paseado por el socavón infinito de sus noches de
azabache y carbón donde ni los cascos de los centauros ni una piara de diablos
gruñidores te impedirán cabalgar en un caballo blanco, galopando desde la raya
del horizonte, afilando con alas de alcatraces la luz, el mismo resplandor que
guió al Tirano desde las montañas, por las selvas hasta el mar, la luz que
animó a sus marañones, traidor, peregrino, soldado de la ira de Dios desatada
sobre la Margarita,
el príncipe de la libertad(20), y tú con él, de la mano de Miguel, sin
soltarle, sin dejarle pues te ha reconfortado ese calor que irradia la piedra
de amor que nos legara antes de partir
para quedarse eternamente entre nosotros(21). Pero no era mi intención hablarte
sobre Miguel, ni del padre de Doña Elvira, ni que por mi lo hiciese Castor
Fulgencio(22), yo quería tan solo preguntarte si recuerdas a alguien que para
mi es un mito, uno de tantos nacidos de la pluma del maestro Gallegos, como
Barbarita, o el bachiller Mujiquita (23), uno que como el río de las siete
estrellas(24) hace ya tiempo que desbordado ha florecido en nuestra tierra. Me
preguntaba si conocías acaso al hombre que estuvo desnudo en el centro mismo de
la tormenta, cuando reventaban copiosas magas de agua contra la selva de ramas
vigorosas, quien abrazado a un mono araguato aquella vez se decía a si
mismo.¡Que hubo, se es o no se es! A un Marcos Vargas inmortal yo me
refiero(25). Regresar a Gallegos, es saludable. Vuelve a tus viejas lecturas y
dime si te acuerdas de Alberto Soria, un desadaptado en nuestro mundo desde que
despuntara el siglo pasado(26), parangonable a tantos habitantes de tu país
actual, o a unos cuantos, tipos como Rodrigo Pola el hijo de Gervasio tan
marcado por el silencioso y sufrido carácter de su madre(27), o a gente como
Guillermito, mito, el vástago de Claudia Nervo castradora y dominante mujer(28)
¿y que me dices de Federico Robles y de su mujer, Norma Larragoiti?, rapaces
con voracidad de un incendio, y es que un día de estos, cuando menos lo
esperes, te los vas a tropezar en la calle, ellos están vivos y se repiten, en La Habana algunos se suicidan
transformándose en teas humanas, como lo hiciera Norma en el afán de vengar a
la raza de Ixca y de su madre Teódula Monctezuma(27), y es que todos ellos,
hijos de los genios de la escrituran nacen y reencarnan en otras gentes,
habitantes cualquiera de los pueblos hispanoamericanos. Puede que habiten en
las pampas, en el altiplano, en los llanos, en la selva amazónica, en la cuenca
del Alto Ventuari, en inhóspitas tierras llenas de indios con taparrabos y
largas flechas, pobres, más ricos en sus culturas ancestrales, muchos carentes
de pirámides, quizás ahora enfermos de las pestes de los civilizados, caribes,
guajiros, guaraos, motilones, paraujanos, habitantes autóctonos de extensiones
umbrías azul verdosas por la gran humedad, sus ríos y sus cascadas, o de
desérticos parajes cuarteados por los vientos de sal, tierra de Amadises (29),
con casuchas revestidas de arenisca y de polvo de tiza y cal rojizo donde las
gentes no tardan en enfermar de fiebres hemoglobinúricas, melancólicas o
palúdicas que terminan por reducir a escombros sus casas ya abandonadas a su
suerte por el destino infausto(17). No sé si te ha tocado la suerte de tener
que adoptar a algún ángel decrépito con alas emplumadas para que habite en tu
solar y lo proteja, y que duerma en la tierra, como cualquier animal, o llegar
al colmo que haberte hecho cargo de una ballena, digo una vieja inmensa como la
abuela de Eréndira, la chica de la sabanita almidonada y es que estarás
conminado a mantenerla y hacer que sea feliz mientras ella la entalca con
harina y va arrullándola para impedirle que se inmiscuya en asuntos ajenos, que
no le vaya a dar por romper el idilio de Ulises y su nieta(29), porque la
increíble cetácea es muy capaz de influenciar para que se disuelva hasta el
triángulo de amor más colérico que inventara el Gabo, como el de Florentino y
de Fermina con el doctor Juvenal Urbino, o eliminar al loro para que no se cumpla
el episodio que llevará a Fermina ya Florentino a viajar para siempre en aguas
del Magdalena(30). Al doctor Urbino, creo que le sentaría bien acercarse a la
taguara de Bonifacia, pues seguro estoy de que disfrutaría con las cadencias
del arpa nacidas en las manos prodigiosas del viejo Anselmo mientras la
selvática dueña sirve los tragos luciendo sus encantos de puta(31), y todas
estas situaciones tendrían lugar en uno de aquellos burdelitos de medio pelo,
seguramente de los preferidos por el bandido de Florentino Ariza(30), o en
realidad mejor habrían de funcionar si lo regentase Pantita, el mejor promotor
de negocios en las verdes marañas del Piura(32), eficiente el Pantita, para sus
amigos y conocidos, toda la clientela del barrio de La Maganchería y
aledaños, donde si te fijas llegará Fuschía con el práctico Nieves(31) y
Parrita con Manrique y Jimmy con Pablo Lira(33) y de repente y tal hasta puede
que se aparezca José Arcardio, siempre dispuesto a emborracharse por Remedios La Bella(7) y estará todo el
público presente extasiado, embelesado, atento al vibrar de las cuerdas del
arpa del viejo Anselmo quien se inspirará virando sus ojos, poniéndolos en
blanco como si soñara con la cieguita, mientras que detrás del mostrador la Chunga Chunguita
estará siempre temerosa por la posible aparición de Lituma con sus primos y que
se forme un lío para que les eche a perder la noche a todos los presentes(31).
Si
conocieras a todo este gentío, te puedo asegurar que serías un feliz lector y
si alguno se te escapa, yo te lo presento… A unos cuantos. Fíjate que siempre
quise hacerlo con Moncho, me hubiese gustado que le conocieras y así lo acordé
el otro día con Rubén, pero al final él insistió en que lo dejara así porque
Rubén sabe muy bien que a ti no te gustan los arribistas, los trepadores,
aunque sean de Lagunillas o de Bachaquero, pero le dije que no te molestarías
por que tú bien sabes que esas son tonterías, al fin y al cabo así siempre
serán las cosas de la política (34). Uno de estos días, casi como quién no
quiere la cosa, voy y te presento a Moncho y a Zoraida, y esta Zoraida no es la
mujer del cachaco scarface que detestaba Daniel Vargas (35), pero te aseguro
que sin tener que ser devoto del doctor
milagroso no será necesario que te conviertas en un Alfiero cualquiera y vayas
a reventarle la cabeza a los locos dejando un reguero de sesos por la carretera
para quedarte así, ido, mirando zigzaguear a las moscas hasta caer en una depre
balurda de esas pata de cábricas, medio abrapalábricas(34). ¿Ves porque le
dieron a Luis su premio hace años ya? Si interviniese siempre el doctor
milagroso, quizás le echemos a perder la historia a Carlos, una reláfica tan
buena in artículo mortis como aquella, ¡caray!, pero, ¿que tal si viene el
hombre y se levanta? ¡Ah Chirión mi Artemio!(14), así le hubiese dicho mi
hermanazo Mario… Por que te digo, el tipo podía estar cuasidifunto pero es que
era uno de esos políticos de marras. Pues verás, ¡que problema!, o que
contrariedad, contratiempo, o contratema, es como si al final del viaje no
hubiese existido nunca una bomba en el maletín de Adriano (36). Son los
peligros de las letras y del milagro, ni que decirte de las guerras, las de
cada cual, cuando la ficción se vuelve un camino de astucias para arribar al
olvido, así pudo Olivier luchar su último round como si él mismo fuese su amigo
Teo y es que de esa manera cualquiera
puede entrar en el in-fight en las cuatro esquinas del cuadrilátero de
la política nacional (37). ¿Te sorprendo? Si piensas en montañas y en neblina,
puede que recuerdes una vez, como se quemaban los cirios ante un retablo de oro
macizo, allá lejos, en el silencio oscuro de un templo del altiplano andino y
recordarás que en la penumbra, escuchamos el canto triste de la Pachachoca y como al
fondo resonaba el gemido dulce de una quena y luego al dejar la capilla, nos salimos, sí, así
saldrás, has de salir a la luz y a la vida para vislumbrar de nuevo, estando en
el sitio sagrado, como asoman los balcones entre las piedras de resquicios
impenetrables, allí donde los incas las ensamblaron antes de la Colonia, con matemática
precisión, en cualquier callejuela del Cuzco, con sus moscas y el berrenchín a
trapitos inmundos, allí veras gotear constantemente los balcones, desde
siempre, sutuspa, sutsiaka (38), y masticarás tus hojitas verdes de coca y
darás gracias al Señor milagroso porque tú no necesitaste trabajar en la minas.
¿Has viajado acaso en el ferrocarril de Oruro?, pues te aseguro que tienes
mucha suerte de no laborar bajo la tierra, aunque pudieses vivir en el techo de
América. En aquellas alturas, si planeas cual cóndor, verás las nieves del
Chimborazo, o te encandilará ya en la llanura el resplandor del límpido cielo
de Cipaquirá, o súbitamente, puede que te halles en la región más transparente
del planeta(27), en la atalaya de Chitchenitza, o bajo la tierra de Xochicalco
en un observatorio tolteca, bajo tierra, sí, como en las minas del Potosí, o
con más fresco y los marullos sonando en un palafito de la laguna de Sinamaica,
o ¿que tal en la cima del Aconcagua?, ¿y en el lago de Guanaco?, el de tu
tierra donde siempre brilla el sol. Creo que habrá luz para rato. Siempre
resplandecerá para nosotros los hispanoamericanos el sol de la libertad, porque
somos un grupo de naciones muy grande con iguales raíces, y no te preocupes por
ellos, pues siempre les hallarás en el camino, sobretodo en los sitios de
singular riqueza más que belleza, donde existan riquezas naturales, pero no son
ellos a quienes el poeta denominó, los nietos de Moctezuma, ni descienden de
Pizarros ni de Almagros, no son cachorros ni son lobeznos del Libertador(39),
son… En realidad tienen pinta de turistas. Descubriste en tu tierra a los
guácharos hace ya muchos años con el barón germano(40) y aunque parezcas un
mico y des aullidos en los manglares(41), te crees muy buen conocedor de arios,
galos, gringos y sajones, de esos que han vivido cual Carlos en lides
diplomáticas, o como el Javier de la batalla(42) y del corazón tan blanco(43),
en las brumas del Támesis donde ahora se esconde, o se escuda el infante
difunto(44) mientras se le vuelve humo (45) su prosa envenenada en el
exilio(46). Es un fenómeno que existe, y algunos hasta se preocupan y
posiblemente no es más que lo que Rosa Montero denominaba “el basurero
intelectual” del escritor (47). Pero si hablamos del cuerpo diplomático, ¿has
tomado un helado sangriento como postre en un castillo magiar?(48), porque para
lidiar con tantos gringos viejos(49) hay que saber bastante de psicología,
aunque sea para crear una gringa judía como la Elizabeth Ligea,
la dragona, recuerdo cuando Carlos me llevó a espiarla bañándose en el mar Egeo
y luego fue como un trance hipnótico al verla cambiarse de piel con su Javier y
desaparecer entre los famélicos, aullantes, perros amarillos de la polvorienta Cholula(50).
Si eres lector, cualquier cosa puede darse ante tus ojos, pero a mí, te juro
que me hubiese gustado que Artemio me hablase de Regina y que lo hiciese con el
corazón en la mano(14). Todos están allí, viven dentro de los libros, algunos
muy criollos, tan vernáculos como a quien Israel le dijo que saliese bien
temprano para matar al presidente(51), o cuando Emidgio escribe desde exilio
sobre la vida de Lucidio y de Crisanto, sus amigos(52), otros pues serán más
extranjeros que los Belzares pero valen para las letras tanto como una luna
sangrienta para un casto Felipe(53) y si quieres un mejor ejemplo lee El Cuervo
de Edgar Alan traducido por Pérez Bonalde (54). Pero no espero que hayas
buceado en el archivo de Indias para indagar sobre Don José Oviedo y Baños(55),
ya no se vuelve a los viejos textos, no hay más perlas de Enrique Bernardo(56)
ni de aquel pasado tejido por Don Isaac quien nos mostrara las bellezas de la
tierra de gracia frente al mar Caribe(57). Olvidamos a Santos Luzardo(23) y
casi ni queremos saber de Robinsones(58) ni de Urogallos(59), porque ahora se
trata de que nos debemos sentir avergonzados de Los amos del Valle(60), pero no
es mal de morir, presiento que estas tormentas son cosas pasajeras, sin duda
alguna, no es lo mismo la desgracia de una solapada dictadura, que la
literatura, y siempre será mejor vivir en democracia, aunque aves agoreras
presagien negras nubes de desgracia.
Referencias (I)
1-Cortazar, Julio. Rayuela
2-Cortazar, Julio. Bestiario.
3-Cortazar, Julio. Octaedro.
4-Fuentes, Carlos. Terra Nostra
5-Liendo, Eduardo. El mago de la cara de
vidrio.
6-Garmendia, Julio. La casa de Muñecas.
7-García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad.
8-Romero Denzyl. Entrego mis demonios.
9-Gallegos, Rómulo. Sobre la misma tierra.
10-Bello, Andrés. La oración por todos.
11-Borges, Jorge Luis. El Aleph.
12-Borges, Jorge Luis. Funes El Memorioso (Ficciones)
13-Borges, Jorge Luis. El jardín de los senderos que se
bifurcan (Ficciones )
14-Fuentes, Carlos. La Muerte de Artemio Cruz.
15-Pocaterra, José Rafael. Memorias de un Venezolano de la
decadencia.
16-Blanco, Andrés Eloy. La renuncia.
17-Silva, Miguel Otero. Casas muertas.
18-Silva, Miguel Otero. Fiebre.
19-Silva, Miguel Otero. Cuando quiero llorar no lloro.
20-Silva, Miguel Otero. Lope de Aguirre, príncipe de la
libertad.
21-Silva, Miguel Otero. La piedra que era Cristo.
22-López, Castor
Fulgencio. Lope de Aguirre, el
peregrino.
23-Gallegos, Rómulo. Doña Bárbara.
24-Blanco, Andrés Eloy. El río de las siete estrellas.
25-Gallegos, Rómulo. Canaima.
26-Díaz Rodríguez, Manuel. Idolos rotos.
27-Fuentes, Carlos. La región más transparente.
28-Fuentes, Carlos. Zona Sagrada.
29-García Márquez, Gabriel. La
increíble historia de la cándida Eréndira y su abuela
desalmada.
30-García Márquez Gabriel. El amor en los tiempos del cólera
31-Vargas Llosa, Mario. La casa verde.
32-Vargas Llosa, Mario. Pantaleón y las vistadoras.
33-Garmendia, Slavador. La mala vida.
34-Brito García, Luis. Abrapalabra
35-García Tamayo, Jorge. Para subir al cielo…
36-González León, Adriano. País portátil.
37-Liendo, Eduardo. El round del olvido.
38-Arguedas, José María. Los ríos profundos.
39-Blanco, Andrés Eloy. Canto a España.
40-Martinez, Ibsen Humbold & Bonpland,
taxidermistas.
41-Martinez, Ibsen. El mono aullador de los
manglares.
42-Marías, Javier. Mañana en la batalla
piensa en mí.
43-Marías, Javier. Corazón tan blanco.
44-Cabrera Infante, Guillermo. La Habana para un infante difunto.
45-Cabrera Infante, Guillermo. Puro Humo.
46-Cabrera Infante, Guillermo. Mea Cuba.
47-Montero, Rosa. La loca de la casa.
48-Cortazar, Julio. 62 modelo para armar.
49-Fuentes, Carlos. Gringo viejo.
50-Fuentes, Carlos. Cambio de piel.
51-Centeno, Israel. El complot.
52-García Tamayo, Jorge. La Peste Loca.
53-Herrera Luque, Francisco. La Luna de Fausto.
54-Pérez Bonalde, José A . Tradución de “El Cuervo”, poesía de
Edgar Allan Poe.
55-Oviedo y Baños, José. Historia de la conquista y población de la
provincia de
Venezuela.
56-Nuñez, Enrique Bernardo. Cubagua.
57-Pardo, Isaac. Esta
tierra de gracia.
58-Uslar Pietri, Arturo. La isla de Robinson.
Este trabajo, dividido ahora en 2 partes es de hace muchos años y
su objetivo es estimular el interés por la lectura de la literatura
hispanoamericana.
Maracaibo 1 de febrero del año 2016
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