EL CEMENTERIO DE PRAGA
De todas las mentiras que se han
hecho un hueco en nuestra historia la más grande es tal vez el texto de «Los
Protocolos de los Sabios de Sión», un documento que denuncia la
supuesta estrategia de los judíos para controlar el mundo y que ha servido de
justificación moral para la persecución antisemita durante el siglo XX. El
escritor y semiólogo italiano Umberto Eco evidentemente siente fascinación por «Los
Protocolos de los Sabios de Sión». Le inquietan tanto las penumbras que
rodean su redacción como las consecuencias que han provocado y es tan grande su
interés y su curiosidad que ha acabado fantaseando sobre ellos en su novela El Cementerio de Praga. Esta novela
histórica de Umberto Eco fue publicada en el año 2010 y fue bastante
controversial.
La novela tiene como tema
central la gestación de documentos falsificados (similares a “Los
protocolos de los sabios de Sio”) que van añadiendo los diferentes
elementos de la denominada conspiración judeomasónica como respuesta a
distintos intereses y en diversos países a lo largo del siglo XIX. Inspirándose
en diferentes anécdotas biográficas y en obras literarias de personajes
imaginarios o, reales, la novela está ambientada en la segunda mitad del siglo
XIX, en Turín, en Sicilia y en París, durante distintos momentos de la
unificación italiana (las conspiraciones carbonarias, y la expedición de los
camisas rojas de Garibaldi) del Segundo Imperio y de la Tercera República francesa (la Guerra
Franco-Prusiana y la Comuna de París, así como el conocido affaire Dreyfus).
Una de las peculiaridades de esta
novela de Umberto Eco es la manera como el autor decide narrarla a través de la
multiplicación del narrador por desdoblamiento de la personalidad del
protagonista. Este se expresa en un diálogo consigo mismo utilizando un diario
compartido por ambas personalidades, y el lector lo percibirá con saltos
temporales de analepsis, y de elipsis,
donde pareciera existir ciertas alteraciones de la memoria o reconstrucciones
discontinuas de los hechos donde se pierde el hilo de los mismos. Al mismo
tiempo, el propio Umberto Eco como autor de la novela, es una tercera figura de
narrador quien también interviene interrumpiendo el hilo del discurso haciendo
comentarios o resúmenes de lo que sucede. Una de las peculiaridades de esta novela es
que contiene numerosos dibujos, la mayoría en plumilla y hermosos, algunos de
Honore Daumier, y todos como referencias iconográficas que son propiedad del
mismo autor, y las cuales le dan a la novela una extraña e inusual
presentación.
El Cementerio de Praga se transforma en un relato de conspiradores. Se inicia en París
en marzo de 1897, con un hombre
sexagenario, el capitán Simonini, un piamontés
dedicado desde joven al crear documentos falsos inspirándose en los folletines
de Dumas y Sue para dar fe de complots inexistentes, fomentar intrigas o
difamar a las grandes figuras de la política europea. Un caballero sin
escrúpulos, el tal Simonini es misógino
y glotón, un capitán que trabaja al servicio del mejor postor. Antes con el
gobierno italiano, luego con encargos de Francia
y de Prusia, y hasta Hitler
acabará aprovechándose de sus malvados oficios. Simonini no recuerda bien quién
es y, siguiendo los consejos de un tal doctor Freud, con quien solía compartir
cenas en un restaurante de la ciudad diez años atrás, decide escribir su vida
comenzando por los recuerdos del abuelo, que lo crió. La obsesión del abuelo
eran los judíos, según él, la fuente de todos los males. Simonini crece y
empieza su carrera profesional de pasante de un notario amante de negocios
sucios y el joven pronto aprende y se entrena en su tarea de falsario,
quedándose al final con el negocio del notario. En Italia desfila Garibaldi, el
héroe que recorre la bota italiana para liberar al país de los Borbones y el
olfato de Simonini le convierte en espía y contraespía del gobierno italiano, y
así conoceremos que Garibaldi y los suyos están al servicio de la masonería y
del poder que lo presionan para dejar Italia y el capitán se instalará en
París, donde el poder francés recurrirá
a sus servicios para que falsifique documentos y para que espíe las actividades
de los prusianos y de personajes influyentes de la política del país. En esa
tarea lo ayudará el Abate Della Piccola, un clérigo extravagante que resulta
ser el “alter ego” de Simonini.
Las continuas descripciones de
la perfidia de los judíos aparecidas en la novela, hacen que nazca una sospecha
de ambigüedad, supuestamente no pretendida por Eco, pero presente en todas las
páginas del libro. A fuerza de leer cosas desagradables sobre los judíos, el
lector queda como tocado por un aire de antisemitismo y es posible que
cualquier lector llegue a pensar en que tal vez hay algo de verdad con tantos
personajes con esas tendencias. Ante las críticas, que fueron muy severas,
particularmente en Italia y en concreto las provenientes de la Iglesia, ante
ellas el autor se preguntaba. ¿Quién es el enemigo? Y señalaba: el diferente.
Explicando además que mientras que los otros diferentes, como los cátaros, han
desaparecido o han sido masacrados, la tradición judía, gracias a la fuerza de
su cultura, ha resistido un poco en todos los sitios. Por eso el judío se ha
convertido en el diferente por excelencia, así argumenta Eco explicando su
novela. El editor italiano de El
cementerio de Praga para tratar de no analizar las críticas, subrayaba en
cambio que la novela de Eco ayudaría a combatir el odio contra los judíos y
prometió que sería traducida también al árabe, diciendo que “deberá ser un gran
resultado cultural, dado que el libro desmitifica “Los Protocolos de los Sabios de
Sión”, que en muchas partes del mundo árabe se utilizan como el texto
base del antisemitismo”.
Umberto Eco es el autor de El cementerio de Praga y de su famosa
novela El nombre de la rosa, publicada
hace ya más de treinta años y llevada al cine en 1986 con los actores Sean Connery
(el fraile franciscano Guillermo de Baskerville) y Christian Slater (el novicio
Adso de Melk). Umberto Eco se doctoró en Filosofía en la Universidad de Turín
en1956, con una tesis que versó sobre El problema estético en Santo Tomás
y su interés por la filosofía tomista y la cultura medieval está presente en
toda su obra. Desde 1971 ejerce su labor docente en la Universidad de Bolonia,
donde ostenta la cátedra de Semiótica y forma parte de la más antigua Academia
de Ciencias del mundo, una institución, fundada en el año 1603 que tuvo entre
sus miembros iniciales a Galileo, y que tiene como objetivo la promoción de la
ciencia dentro de la “unidad y universalidad de la cultura”.
Maracaibo,
19 de febrero de 2016
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