ELOGIO
A LAS LETRAS DE HISPANOAMÉRICA ( I I )
… Olvidamos a Santos Luzardo(23) y casi ni queremos saber
de Robinsones(58) ni de Urogallos(59), porque ahora se trata de que nos debemos
sentir avergonzados de Los amos del Valle(60), pero no es mal de morir,
presiento que estas tormentas son cosas pasajeras, sin duda alguna, no es lo
mismo la desgracia de una solapada dictadura, que la literatura, y siempre será
mejor vivir en democracia, aunque aves agoreras presagien negras nubes de
desgracia.
Por todas estas cosas de las que te he
venido hablando es que quisiera que compartiésemos más el gusto por la
relectura de los textos literarios y para ello he tratado de referirme a
nuestros autores, los más cercanos a lo
nuestro, y no es que me haya metido a indigenista, pero vale la pena releer a
Arguedas y que te haga sentir las profundas corrientes de los quechua(38), o a
Rulfo que te dio a conocer a Anacleto Morones y a Lucas Lucatero(61), si así lo
quieres, cabalgarás como un jinete insome por las riberas del lago de
Chaupihuaranga(62) y te detendrás en el pueblo de Rancas, quien sabe si para
visitar a Chacón(63) y sabrás por boca de Scorza del guerrillero Nicolás
Centenario(64), y si de guerrillas te hablan, siempre te acordarás de la mujer
habitada en Nicaragua(65) y del tiempo aquel del fulgor(66) en la tierra de
Darío cuando se invocaba el castigo divino para los envenenadores(67), o de la
figura del dictador y Chepito sin tenerle miedo a la sangre(68), todas estas
historias relatadas por Sergio quien ha revivido a la hija del sabio
Debayle(69), seguro estoy de que al leerlas, en el alma sentirás una alondra cantar; su acento y volverás a pensar que vale la
pena a Margarita, contarle un cuento(70).
Dime si conociste a Jorge
Amado… Es que recuerdo una vez en Salvador, Bahía, cuando visitamos su casa y
revivimos la magia de Gabriela(71) y de los maridos de Doña Flor(72) y nos
provocó cabalgar por las tierras del sin fin(73), tan vastas como el Gran
Sertón de Guimaraes(74), tan plenas de contrastes como las hemos visto en las
producciones de O´Globo, esas, las inmensas planicies brasileñas y sus gentes
que parecieran estar listas para iniciar una guerra en el final del mundo(75).
Pero una cosa nos ha faltado, si de guerras y de de guerrillas hablamos, ¿Por
qué no repasamos las atrocidades de los gobiernos populistas, literariamente
hablando, digo, tal vez eso que tan bien ha desnudado Tomás Eloy(76), en la Argentina de Eva Duarte
(77) o del régimen de los militares y del horror de sus iniquidades(78), los
héroes y las tumbas que nos mostrara Sábato incluyendo su informe sobre los
ciegos(79), tan impresionante como la ceguera blanca que inventó Saramango(80).
Sobre estos temas, del vecino país largo de Don Pablo, una mujer pequeña de
estatura crearía desde esta tierra de gracia, grandes novelas sobre otra
terrible dictadura militar austral(81,82). Lo interesante de todo esto que te
digo, es que si te dejas llevar por la magia de nuestros escritores,
disfrutarás cual si estuvieras bajo el cielo de Ixtab y sin mucho esfuerzo
lograrás ver jaguares danzando (83,84) y sabrás como unos años después de haber
inventado los días(85), cuanto se padeció bajo nuestra dictadura dictadura de
los cincuenta bajo la luna caraqueña(86). Ya lejanas, las ásperas hojas secas
(87), reverdecerán en una eterna primavera(88) porque Milagros habrá matado al
caracol(89) más no su vena de escritora, y de ellas, estoy aquí obligado a
recordarte el perfume de Laura(90) y las cartas de María Eugenia Alonso(91) y
como Antonia la genial maestra de Calicanto, nos mostró a una niña decente(92).
¡Que te puedo decir sobre la experiencia hermosa de conocer la poesía en prosa
con la mano en el timón del barco(92) bajo un cielo de esmalte(93) pleno de
estrellas en fuego transformadas por Ramos Sucre(94), y ver caer sus chispas en
las aguas del Caribe para crecer esponjadas cual Madréporas(95) en versos, y
ondular con la brisa, como un soplo dorado sobre un campo de girasoles(96).
Mi sana intención con todos
estos recuerdos ha sido una propuesta, para que puedas mirar siempre al cielo
cuajado de estrellas y divisar un horizonte sin brumas, como una vez lo soñó en
el mar de los sargazos el almirante Cristóforo, Cristovao o Cristóbal(97) y
bien sea que vayas solo, o con una bruja y amarrado al tronco de un árbol,
puedas siempre llegar con la corriente de regreso hasta el mar(98). Aunque
venga a tu mente la chichería de la machorra Doña Felipa y resuene la música de
un arpista Kimichú(38), aunque recuerdes de las montañas la neblina artera,
solo espero que puedas siempre sentir las raíces de tu tierra(100), que
percibas como te nutren ellas con la savia de tus ancestros, y entonces habrás
de volver a cabalgar, libre, sobre el potro de tu imaginación y emerger entre
las letras impresas, galopando hasta el finisterrae mismo de esta patria de
gracia tuya, de esta terra nostra de Hispanoamérica.
Referencias.
59-Herrera
Luque, Francisco. Boves El
Urogallo.
60-Herrera
Luque, Francisco. Los amos del
Valle.
61-Rulfo,
Juan. El
llano en llamas.
62-Scorza,
Manuel. El jinete
insome.
63-Scorza,
Manuel. Redoble por Rancas.
64-Scorza,
Manuel. La danza
inmóvil.
65-Belli,
Gioconda. La mujer
habitada.
66-Ramirez,
Sergio. Tiempo de
Fulgor.
67-Ramirez,
Sergio. Castigo
Divino.
68-Ramirez,
Sergio. Me dio miedo
la sangre.
69-Ramirez,
Sergio. Margarita
está linda la mar.
70-Darío,
Rubén. A Margarita Debayle, en Poema del otoño y
otros poemas.
71-Amado,
Jorge. Gabriela
clavo y canela
72-Amado,
Jorge. Doña Flor y sus dos maridos.
73-Amado,
Jorge. Tierras del sin fin.
74-Guimaraes
Rosa, Joao. Gran Sertón.
75-Vargas
Llosa, Mario. La
guerra del fin del mundo.
76-Martinez,
Tomás Eloy. La
novela de Perón.
77-Martinez,
Tomás Eloy. Santa
Evita.
78-Sabato,
Ernesto. Abadon
el Exterminador.
79-Sábato,
Ernesto. Sobre
héroes y tumbas.
80-Saramango,
José. Ensayo
sobre la ceguera.
81-Allende,
Isabel. La
casa de los espíritus
82-Allende,
Isabel. De amor y de sombra.
83-Quintero,
Ednodio. La danza del jaguar
84-Quintero,
Ednodio. Bajo el cielo de Ixtab.
85-Noguera,
Carlos. Inventando los días
86-Noguera,
Carlos. Juegos bajo la luna.
87-Oropeza,
José Napoleón. Las hojas más ásperas.
88-Mata
Gil, Milagros. Memorias de una antigua primavera.
89-Mata
Gil, Milagros. Mata al caracol.
90-Antillano,
Laura. Perfume de gardenias.
91-De
La Parra, Teresa. Ifigenia.
92-Palacios,
Antonia. Ana
Isabel una niña decente.
93-Ramos
Sucre, José Antonio. La torre del timón.
94-Ramos
Sucre, José Antonio. El cielo de esmalte.
95-Ramos
Sucre, José Antonio. Las formas de fuego.
96-Lossada,
Jesús Enrique. Madréporas.
97-Lossada,
Jesús Enrique. El reloj de los girasoles.
98-Posse,
Abel. Los perros del paraíso.
99-Donoso,
José. El obsceno pájaro de la noche.
100-Díaz,
Jesús. Las iniciales de la tierra.
Esta es la II parte de este trabajo, dividido en 2, que fue escrito por
mi hace muchos años y su objetivo fue estimular el interés por la lectura de la
literatura hispanoamericana.
Maracaibo 2 de febrero del año 2016
1 comentario:
Ah, la lectura, donde todo es posible, soñar, via jar, conocer, aprender, reconocer tus raíces y agradecer por tener esta vía de escape o de Realización? Siento ganas de leer.
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