OMAR JAYYAM
En estos tiempos vivimos ante el brote
de islamismo yihadista conocido como ISIS (siglas de Islamic State of Irak and
Siria) conformado por un grupo terrorista radical con ideas fundamentalistas,
autoproclamado califato aunque no ha sido reconocido y que se ha denominado Estado Islámico. Estos fanáticos
nacieron de una organización terrorista de Al Qaeda
protegida porOsama bin Laden durante la invasión de Irak en el
año 2003, y se proclamaron como Estado
Islámico de Irak, con un califa de
nombre Ibrahim quien en 2014, reclamó la autoridad religiosa sobre todos los
musulmanes del mundo. Esta organización se ha expandido en Asia llevando a cabo
ejecuciones públicas, destruyendo templos y mezquitas, intentando la expulsión
de todos los cristianos que se nieguen a convertirse al Islam con decapitaciones
masivas en público incluyendo a niños y desde entonces el llamado Estado
Islámico, ha mostrado ser criminalmente implacable con sus prisioneros ejecutándolos
cruelmente por distintos métodos.
Ese insólito horror antes descrito, ha
llenado de preocupación a la cristiandad pues parecería ser posible una invasión
del mundo por los mahometanos, especie de cruzada del Islam que nos obliga a pensar
regresando a la historia para recordar cómo se le puso freno a la expansión de
los árabes en Poitiers y se expulsarían los moros de al-Andalús y como dejarían
sus palacios y jardines en suelo español cuando fueron alejados de Gibraltar, aquella
montaña que ellos denominaban Djabal al Tarik y vinieron después las Cruzadas y
el mundo atento observó la retirada aquella poderosa civilización que había
reinado durante varios siglos de Bagdad a Samarkanda y de Ispahán a Marrakech.
Una cultura que también era poseedora de arte, ciencia y sabiduría y que nos
dejó sus retazos en el lenguaje castellano, pero que para aquellos años hubiera
podido denominarse el milagro árabe. Curiosamente no sería sino hasta el siglo
XIX cuando en Europa se conocieron “Las mil y una noche” y aparecieron
las cuartetas del Rubaiyat de Omar Jayyam. Es de este personaje de la antigüedad
que quisiera hablarles en esta ocasión.
Omar Jayyam fue un matemático,
astrónomo y poeta persa que nació en mayo de 1048 en Nishapur para entonces la
capital selúcida de Jorasán (Irán actualmente) y falleció en diciembre del año
1131. Omar recibió su educación en Nishapur y en la ciudad de Balj
especialmente en ciencias y en filosofía. A los 22 años, en 1070 se trasladó a
Samarcanda, donde bajo la tutela del jurista Abú Taher desarrollaría su tesis
sobre Demostraciones de Álgebra y Comparación con la que se hizo
famoso. En su tratado de Algebra que escribiera en 1070 Omar Jayyam citaba a
Euclides, Arquímedes y también a Aristóteles. También mencionaba a al-Jwarizmi,
fallecido el año 850 y quien había sido el primero en mostrar interés por los
“algoritmos”. Igualmente Jayyam mencionaba a Ibn-al-Haytham fallecido en 1039 y
de cuyos escritos sobre óptica y matemáticas los eruditos de occidente y en
particular Johannes Kepler se apoyaron para darle fuerza a su teoría sobre el
movimiento de los planetas de acuerdo con las leyes pitagóricas de la armonía
conocida como la música de las esferas celestes sobre la base del modelo
copernicano. Omar Jayyam sería llamado por el sultán de Seljuq, Malik Shah I, quien
le encargó en colaboración con siete astrónomos y matemáticos, la construcción
de un observatorio astronómico que dirigió durante dieciocho años,
convirtiéndolo en un excepcional centro de investigación. Omar Jayyam realizó
importantes investigaciones en astronomía, se elaboraron tablas astronómicas y
se contribuyó a la reforma del calendario en particular la corrección del
calendario zoroástrico, ya que las investigaciones llevadas a cabo le
permitieron calcular el error del calendario persa, con 365 días exactos, calendario
que sigue estando vigente en la actualidad en Irán y Afganistán. Para
recordarlo como astrónomo en 1970 se le dio su nombre a un cráter lunar y a un
asteroide o planeta menor, descubierto en 1980 por la astrónoma soviética
Lyudmila Zhuravlyova, se le dio el nombre de (3095) Omarkhayyam.
Pero existen otros aspectos de Omar Jayyam quizás de mayor interés. En
1092 realizó su peregrinación a La Meca y de regreso en Nishapur trabajó como
maestro de matemáticas, astronomía, medicina y filosofía. Después de la muerte
de su padre en 1094, escribió un trabajo literario en su lengua materna, el
persa, con poemas que destacan por la delicada sutileza de su lenguaje. Se le reconoce como el Rubaiyat (Rubaiyat es el
plural de rubaí, que significa cuarteta), y ellas son hasta un millar de
cuartetas que hablan sobre la naturaleza y del ser humano. La lectura de las Rubaiyat es una muestra
de la literatura oriental, con un profundo sentido humano y le canta a los
deleites del amor y los goces de la vida, que, con las amarguras y el
optimismo, conforman el carácter del individuo. Jayyam insiste en que la vida
exige sacrificios al hombre, pero esclavo de sus prejuicios, él equivocadamente no disfruta de su
existencia, por lo que en el Rubaiyat le invita a olvidarse de
dogmas y doctrinas, para aprovechar los valores de la naturaleza.
Todavía se discute la autenticidad de todas las cuartetas del
Rubaiyat ya que se cree que el entusiasmo que se generó en Europa al
conocerse la poesía nihilista, anticlerical de pensamientos filosóficos,
abstractos y místicos estimuló a muchos románticos del siglo XIX a imitar
aquella poesía creando en ocasiones metáforas empalagosas. Uno de ellos se cree
que fue el poeta Byron, como también JB Nicolas quien fue el primer traductor
al francés de las cuartetas de Jayyam. Mary Shelly en 1816 nos decía
que Víctor Frankenstein buscaba consuelo al conflicto de la creación de su
moderno Prometeo, en las leyendas de los poetas persas, llenas de sol en
jardines florecidos y de un fuego que consumía el corazón, a diferencia de los
poetas griegos y romanos que usaron una prosa más heroica y viril. Los Rubaiyat
de Omar Jayyam, aquellos 75 poemas de 4 líneas (cuartetas), conocidos en la
segunda mitad del siglo XIX, convirtieron estos versos en objeto de curiosidad,
y su estudio se puso de moda. El escritor libanés Amin Maalouf autor de la
novela Samarcanda (1988) narra en ese libro la historia del poeta persa Omar
Jayyam, y considera que fue un gran poeta, filósofo, sabio y astrónomo persa, y
que también fue “un hombre luminoso en una edad de oscuridad, que amaba no sólo el
conocimiento, la ciencia, la filosofía; sino también la poesía, el amor, la
belleza y el vino”. Dice Maalouf de Jayyam: “que tenía valor moral, sin ser un
loco o un suicida, y representa alguno de los más hermosos rasgos de la cultura
musulmana”. Como novela, autorizada para darle rienda suelta a la imaginación, Amin Maalouff
lleva el manuscrito perdido de las cuartetas de Jayyam hasta el Titanic donde desaparecerían
tras su naufragio y comenta como muchos norteamericanos quienes habrían leído las
popularizadas cuartetas en 1867 les darían el nombre de Omar a sus hijos.
Maracaibo, 17 de febrero del año 2016
1 comentario:
Recién me he reencontrado con la literatura hispana representada en Cortázar, Fuentes,Sábato, Borges etc. Lo de Yayyam es un homenaje a la pluralidad paradójico con lo que estamos viviendo del islam. Bueno conocerlo. Trataré de encontrarlo.
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