sábado, 3 de agosto de 2024

Ideas de mujeres


He tomado de algún sitio lejano este escrito mío, especie de cuento medieval titulado como “Ideas de mujeres” y al releerlo pensé que quizás resultase adecuando a los tiempos tan…“medievales” que estamos recorriendo en este país… Si alguien piensa…Yo como que ya leí este asunto…Pues le propongo que intente su re-lectura, una costumbre que siempre ha sido literariamente de utilidad.

 

Ella parecía posar, orlada de celestes campánulas, entre nardos, magnolias y jazmines. Se podía intuir un aire trémulo en su pálido rostro y no obstante su mirada seca estaba cargada de entereza. Entre los dedos guardaba prisionera la helada llavecilla. 

 

Desde el alféizar, apoyada en las arcadas de piedra, dominaba el extenso vergel hasta los límites del coto de caza. Los linderos desdibujados por hileras de pinos y de sauces llorones, se desleían en una bruma ambarina filtrada entre abedules y avellanos, copudos robles e hirsutos abetos enanos y era el entorno un pringar de turquesa y cinabrio con chispas de esmeralda e ignotos trazos de celeste cadmio.

 

El burbujeo de la espuma que orlaba la fuente, albergue de pétreos cupidos y tritones, sofocaba con sus murmuraciones el gemir de la seda y el crujido de encajes escondiendo apretada en sus manos la diminuta llave. Él se volvió un instante para admirarla desde la moldura de la puerta rematada de estucos y triglifos. Alabardas y banderolas batían suavemente con el viento de la tarde y agitaban sus flecos de gualda e índigo exornando la juvenil figura recortada bajo la ojiva de medio punto en el extremo opuesto de la sala.

 

Ella ahogó un atribulado suspiro al mirar sus calzones de mezclilla parcialmente cubiertos por la almilla de bayeta apretada en las piernas protegidas por las botas de metal brillando sus espuelas tintineantes. Observó entre los pliegues de la cota de malla como pendía su pesado mandoble tironeando del cinturón de cuero.

 

Él le sonrió con tal donaire que su mirada fresca de placidez insólita desbordaba el ambiente con un dejo de complicidad. Estaba tan tranquilo que se diría iba a un festín de juglares, ¿a una justa bucólica?, quizás a un ejercicio de volatería y disfrutar con sus halcones vertiginosos lances en un juego de real cetrería, como si fuera a la ritual rutina de un torneo, cual si jamás hubiera de marcharse más allá de las torres y almenares del castillo feudal.

 

Ideas de mujeres. Sí, eso fue lo que dijo al entregarle sonreído aquel llavín de plata. Ideas de mujeres. I él se lo dijo a ella sin resquemor alguno, como si el irse y dejarla gozando su albedrío fuese un hecho fortuito. Ella sentía el metal quemándole los dedos, recordar el momento, revivir ese instante se le hacía intolerable. Realidad lacerante. Él solo dijo, olvídate, con un gesto cariñoso y amable. Desde el vano en el quicio, él ensayó un saludo final con su guante de fierro. Lo agitó por lo alto y ella al ver su sonrisa brillante sintió espesarse el aire, como la vez primera cuando vio a los gallos flamencos pelearse encarnizadamente, flotaba casi idéntico un hálito de hechizo y presintió en el fondo de su mente que una ablación sangrienta habría de darse al trasponer el puente levadizo.


Se alejó él de la puerta y ella escuchó retumbantes aullidos de lebreles, mastines y podencos que parecían plenar atronadores el socavón de su tristeza incierta. Muy pronto, lo sabía, él estaría rodeado de aquella turbamulta de hijosdalgos, labriegos, meseros, campesinos, y algunos artesanos, ¡caterva de bribones!, soldados mercenarios, heraldos, peregrinos, burgueses, nobles y bastardos, ¡cohorte de borregos!, partirán tras los amos, nobles de rancia alcurnia, prebendados y siervos de la gleba, los señores feudales irán al frente y en su corcel sonriente él marchará adelante, por la campiña y luego del pueblo por las calles... 

 

Entretanto sus manos temblorosas se cierran estrechando la llave.   Cuando se alcen los lábaros y descienda la visera de su yelmo dorado, sobrevendrá el combate y en los aires, con revuelo de plumas, de nuevo brotará la sangre…-el cuello ingurgitado de aquel gallo flamenco-... Lo quiso entonces imaginar gallardo, entre damas, princesas o mozas campesinas, rodeado de poetas y juglares, cabriolas de bufones ocurrentes, cantando trovas, recitando baladas, lo pensó en los requiebros percibiendo cadencias de vihuelas, y después... Quizá rijoso, sus armas emplazadas, a la carga la carne, o ebrio hasta el hartazgo entre garrafas y odres de vinos espumantes, efusivo en exceso, lo vio estrechando las mozuelas que exudarán sin duda olor a arenque ahumado, a butifarra de lechón grasiento… ¡Que sabrosas las gacelas trufadas!...

 

Imposible evitar en andanadas el curso de sus propios pensamientos. En la mano derecha le quemaba la llave.  ¡Olvídate! Eso fue lo que él dijo.  ¿Para qué los remilgos y el silencio simbólico? Basta de olor a incienso. Nunca más ese cuento hiperbólico de la espera insufrible. ¡Ideas de mujeres son esas de soñar con un suplicio eterno! Los días irán pasando y sobrarán en el infierno rescoldos para incinerar todo lo amado. Olvídate, le dijo. Esas ideas son grajos empreñados, embarazos de alondras, trinar de ruiseñores, gestación de torditos, son cantos de sirena para un sufrir bendito, olvídate del rito de las fieles doncellas, de máscaras de hierro, no pienses en dragones ahítos vomitando fuegos del Averno, esas tontas monsergas las parieron los hombres por propios intereses. Toma tu llave y disfruta del juego de la vida, olvida el desaliento, desecha esas ideas de mujeres que pierden fuerza con el tiempo, no están vigentes ya, ¡no seas arcaica, tierna muchacha medieval... 

 

Él displicentemente en sus manos dejó caer el llavecín de plata y concluyó sonriente.  Abre el candado de tu mente, libera ya tus cosas dulce esposa, no temas a mi garra pues yo me voy de farra, quise decir de guerra, y tú, preciosa dama, quizás deba decirte más bien, ¡chama!, recuerda que se nace y se muere algunas veces en la cama. Regresa del pasado. ¡Ideas de mujeres! Siento que tú las creas pues se vuelven endebles por efecto del tiempo, son un desaguisado y aunque tú consideres que soy burda e pasao, solo resta decirte que me voy chirulí, o sea, que chao pescao.

 

En Maracaibo, el sábado 3 de agosto del año 2024

 

 

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