jueves, 5 de octubre de 2023

De los lunares…


Mi colega y amigo Leopoldo es “fan” del tema “origen de las células névicas” y como experto en lunares e igualmente en vitíligos, pensé en él al querer hablar de un trabajo publicado hace años ya… Fue en 2012, por dos colegas mexicanos, padre e hijo, con la colaboración de Leonora, mi amiga quien además de brillante patólogo es novillera, y además luce el nombre de la soñada dama de “el cuervo” de Edgar Allan Poe.

Cuando hablamos de “lunares” y en particular de un lunar o nevo intradérmico significa que las células de este nevus se localizan en la dermis (por debajo de la capa más externa de la piel). Es por esto que los melanocitos (las células que producen el pigmento marrón oscuro a negro) no son visibles en la lesión.


El intríngulis de este artículo se relaciona con “los nevos intradérmicos”: desde la época cuando P.G.Unna propuso el año 1893 que estos nacían de células de la epidermis las cuales “por goteo” (abtropfung) pasaban a la dermis. En 1917, Bloom demostró la tiroxinasa, enzima indispensable para sintetizar la melanina, mientras Arthur C.Allen proponía en 1954 un origen epidérmico para los melanocitos, de los que Pierre Masson planteaba desde 1948 un origen embriológicamente de la cresta neural…


Para resolver esta controversia Mary E. Rawles en 1947 trasplantó el tubo neural de ratones negros, con sus crestas incluidas en la cavidad celómica de pollos blancos y fue entonces cuando Masson, convencido, le dio el apoyo a la teoría neural de los “nevos intradérmicos” que él llamó “celulares” y establecería que los nevos cutáneos eran diferentes y provenían de los melanocitos dendríticos de la unión dermo-epidérmica. ¿Para dónde voy? Es que resulta que los nevos intradérmicos son los lunares más frecuentes en los seres humanos…


En 1966 Smith y Jones señalarían que los lunares son “vestigios filogenéticos de un órgano sensorial pigmentado” que existe en los anfibios. Ya en 1875 Friederich Merkel había descubierto (https://tinyurl.com/3rmfssvz) las “manchas sensoriales” en la piel de las ranas y mostraría las células epidérmicas que llevan su nombre, las cuales en 2021 les valdrían a dos jóvenes (https://tinyurl.com/ms5kmrsj) para ser laureados con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Las células de Merkel de la epidermis son células neuroendocrinas y muy tempranamente nosotros las mostramos en Maracaibo (Luzardo Baptista M, Garcia Tamayo J. Ultraestructura de la lámina basal y células basales de la mucosa bucal humana. Investigacion Clinica 28:23-40, 1968). De eso ya han transcurrido, casi 70 años…


Oponiéndose a las teorías germinales iniciales, Stewart F. Cramer en 1991, propuso que las células névicas intradérmicas que sabemos se originan de las crestas neurales, se trasladan hasta la unión dermo-epidérmica a través de los nervios cutáneos sensoriales y del sistema nervioso autónomo pudiendo luego diferenciarse en células de Schwann, melanocitos, células perineurales y células névicas intradérmicas.


Luego de todas estas disquisiciones, y regresando al artículo de mis colegas mexicanos en la Revista Patología (Mx) del 2012, existe una teoría unificadora de nuestro siempre admirado anatomopatólogo Juan Rosai (1940-2020) quien comentaría “conjeturando” que “las células névicas intradérmicas son necesariamente atávicas, son hamartomatosas o coristomatosas; que uno de sus componentes es de un linaje nervioso inequívoco, que el otro componente, aunque de naturaleza neuroendocrina (sus células son productoras de serotonina, polipéptido pancreático y melanina) tienen un reconocido origen indirecto de las crestas neurales aunque no estén plenamente identificadas las células inmediatas de las que se originan”.


Juan Rosai nos recordó cómo fue Masson quien pronosticó que “la patología continuará iluminando a la biología”. Todavía queda mucho por resolver ya que no sabemos si los nevos intradérmicos corresponden a estructuras de origen atávico de los corpúsculos sensoriales cutáneos de los anfibios y los reptiles y sabiendo que su origen no está en los melanocitos de la unión dermo-epidérmica sino en células nerviosas derivadas de las crestas neurales, hay bueno argumentos para reconocer a los nevos intradérmicos como neoplasias benignas de linaje nervioso, naturaleza hamatomatosa o coristomatosa y de origen atávico.


Los mecanismos genéticos que encienden, controlan, modulan y ponen en marcha los atavismos fisiológicos y funcionales, quedan todavía por dilucidar. ¡Na guará! Dirán mis colegas larenses y entretanto, seguiremos relatando curiosas historias para divertimento de los asiduos lectores de este blog.

Gracias por su paciencia.

Maracaibo, jueves 5 de octubre del año 2023

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