Debo explicar que este es una especie de incursión en “la máquina del tiempo”, ya que se me ocurrió trasladar una parte de uno de mis “discursos” para despedir a los residentes que en terminaban sus tres años (en este caso de 1987-a-1989) del post-grado de Anatomía Patológica y salían para ir a trabajar como especialistas en esta difícil especialidad. Es parte de cuanto ya está publicado en mi libro de ensayos y cuentos “Mas reflexiones sobre la patología y el país” del año 1993. Después de una breve introducción les decía…
“Voy a comenzar por las damas, y para ser caballero y por comenzar con Victoria, debo decir, “ladies first”. Cuando nos llegó Vicky, ya hacía más de un año que nos habían anunciado su venida. Nos decían que venía la hija de un famoso médico y cuando supe su nombre recordé haberlo oído, hace muchos años, en boca de mi padre, incluso en mi infancia, mucho antes de yo saber que habría de estudiar Medicina. Papá era un comerciante de Maracaibo, su negocio estaba en plena Plaza Baralt y él conocía a mucha gente... Nos hablaba de Corachán, de PiSuñer, de su primo comunista el doctor García Arocha y al recordar su visita al Sanatorio de Davós en Suiza, cuando se refería a los grandes tisiólogos y neumonólogos del país, con Baldó e Iturbe siempre nos hablaba del doctor García Galindo. Pues bien, su hija, Vicky, nos llegó para llenarnos con su simpatía, su brillo como estudiante, su belleza y su don de gente, el cual hemos disfrutado todos durante estos tres años de su Curso de postgrado.
María es una ítalovenezolana, vecina del litoral guaireño, como para que no existan dudas sobre sus ancestros, ¡se apellida Napolitano! Ella llegó después; es decir, no estuvo el día que los citamos a todos, cuando sus compañeros asistieron a su primera reunión anatomoclínica con el Servicio de Medicina II. Así, desde sus primeras actuaciones, María, quien es “de armas tomar”, nos demostró que ella es especial, su carácter nos mantuvo durante tres años dándonos una sorpresa tras otra, variando desde el “bel canto”, hasta sus negocios increíbles donde siempre estaba planteado el “meterse un billete”, o ¡sus calenturas!, por las cosas más curiosas e inverosímiles. María, les advierto, es explosiva y tan particular que me hace recordar aquella sección del “Rider digest” que se llamaba, “mi personaje inolvidable”.
Margarita fue también una joven doctora que nos llegó anunciada. Ya era conocida por su experiencia en histología por ser hija del famoso catedrático doctor Josías DeLima, con una mamá quien también es médico, ambos profesores jubilados de la UCV. Margarita vino a nosotros con eso que la doctora Suárez llama “el pedigrí” y llegó para asombrarnos por su tenacidad, haciendo del perfeccionismo casi una religión. Comenzando el postgrado, Margarita dejó de fumar, y así de su voz el acento trajo esencia sutil de azahar, el viento, y aunque su asma no le quiso del todo dejar, lo siento, ella nos enseñó cómo se puede lograr trabajar sin dejar nunca de sonreír, de aprender y de enseñar a ser. Margarita, demostró tener temple de acero y un tesón de hormiguita, aunque la vean flaquita así, como es ella, Margarita...
A cualquiera de nosotros que hable de Margarita se le hace difícil no pensar en Antonieta. La amistad y la compenetración de estas dos jóvenes doctoras es algo fenomenal, increíble, llámenlo binomio, fusión, simbiosis, o como se le quiera denominar, el hecho nos hace reflexionar sobre lo hermoso que es la amistad verdadera: un tesoro inapreciable. Cuando Antonieta se nos presentó, entre sus compañeros, ella misma se autocalificó como “la famosa Antonieta”, y es que Antonieta venía fogueada de representaciones estudiantiles y de ser delegada a Consejos de la Facultad de Medicina. Pronto pasó a ser la delegada de los residentes en el Comité Académico del Curso y esa posición la mantuvo hasta hace tan solo unas semanas. Este contacto de Antonieta con la Coordinación del postgrado, me ofreció la oportunidad en breve plazo de conocerla mejor, de apreciar sus hermosas cualidades humanas y de tenerle un cariño muy especial. Antonieta y yo hemos discutido tantas veces y de tantas cosas que ya hasta aprendimos a respetarnos las ideas de cada uno...
Dos médicos más llegaron el día de la entrevista, hace tres años. Uno de ellos nos sorprendió por su desenfado. Miguel era sin duda el típico liso oriental. Llegado desde las riberas del Neverí, muy inteligente y echador de bromas todo el tiempo, nos dijo con desparpajo, que él había escogido la Anatomía Patológica porque era una especialidad con un futuro promisor en el área de Barcelona-Puerto La Cruz y aledaños. ¿Acaso puede existir una motivación más clara que esa para estudiar? ¿Yo me pregunto si acaso se puede ser más sincero y espontaneo?
Héctor siempre me impresionará por lo apacible o lo impasible de su presencia, con ese hablar característico, especie de lengua mocha que no es otra cosa que la rapidez en el hablar de un caraqueño de San Juan, aunque algunos piensen que es por timidez. Héctor nos dijo que le gustaba la Anatomía Patológica, porque era la especialidad que al final decía siempre la verdad, y con esa sencillez y claridad en sus metas, durante estos tres años pasados, apaciblemente se ha venido preparando para ser un buen patólogo.
Después de haberse iniciado el Curso, se produjo una decisión del Consejo de la Facultad de Medicina por la cual se acabó el Postgrado de Anatomía Patológica del hospital José María Vargas, así pues, sus residentes tenían que incorporarse a nuestro Instituto. Entonces nos llegó también del oriente, Jorge y lamentablemente su compañera de Curso no pudo continuar por motivos de salud, por ello se quedó solo Jorge, con una especia de karma, el ser como un “recogidito”, hasta un punto tal que se sintió rechazado en algunos sitios y en ciertos momentos por el pecado sin culpa de haber sido, como dice el doctor Suárez, “varguero”. Pero Jorge no se dejó aplastar por las circunstancias. Gracias a su carácter que más que jovial es de una mamadera de gallo permanente y a sus bromas que más que pesadas son pasadas, todos lo han disfrutado más que un bonche. Ni siquiera el mal paso que dio una mañana infausta, al correr hacia el hospital huyendo de un dolor de muelas, del resbalón le quedó otro gran dolor que lo mantuvo con muletas y bastón como para desacelerarlo un poco; pero ni por eso dejó de ser el mismo tomador de pelo que todos conocen como “er goldo”.
Cuando los jóvenes que hoy se gradúan pasaron a segundo año, se escapó del hospital Vargas, Judith Do Nascimento,- ahora la apodan Santeiro-, pero sacando cuentas, con su traslado, Judith iba a tener un año más de entrenamiento en Anatomía Patológica. Pero eso no le importó a Judith quien quiso venirse con nosotros, ella lo solicitó como una medida de gracia y la aceptamos gustosos pues con su gracia hemos sido nosotros los agraciados al vivir la experiencia de haberla tenido aquí y haber disfrutado de vivencias que en ella son “mouto bonitas”.
NOTA: tomado textualmente de Clausura del Curso de Patología 1987-1989, en “Mas reflexiones sobre la Patologia y el país” (Ensayos: 1993).
Maracaibo, sábado 21 de enero del año 2023
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