sábado, 18 de mayo de 2024

Regresar en mayo


Hace 4 años el 6 de mayo del 2020, publiqué en este blog lapesteloca un artículo que hoy me dieron ganas de (ojo: no es que “me dio la gana”, mejor digamos - que quise -) volver a presentarlo para mis asiduos lectores. Me perdonarán, pero ando con la excusa de que de la re-lectura siempre se pueden sacar interesantes conclusiones. El título era raro, sin ninguna duda: “Suetonio por Sergio Ramírez”, de manera que sin más preámbulos aquí va, y le cambiaré el título por una vuelta, o un “regreso en el mes de mayo”, y es que estamos todavía en mayo, pero del 2024.

Tengo la suerte de sentir un particular regusto por la Historia Universal a la que accedí desde el 5to grado de primaria en la voz del padre José María Joaristi, un maestro, quien también era el director del Orfeón del Colegio Gonzaga y hermano, de quien fue durante varios años Rector del Colegio. Todavía recuerdo muchos de sus “cuentos” con los que sazonaba la Historia Universal y nos reíamos con él cuando nos presentó a “Pepe botellas” el Bonaparte español, o a Ptolomeo en Egipto que nos sonaba a “te lo meo” (si te descuidáis…). El ejemplo es uno y es simple, pero serían muchos.

Frente a mi cama estuvo en mi infancia y juventud la Historia Universal en 12 tomos de Espasa-Calpe… Así que quizás por eso y más, se me ocurrió ponerme a dibujar, ya en la década de los 70 una historieta en tinta china con centenares de imágenes (“La historia del Mundo en la Edad Media”), y si a alguien quiero culpar por mi desbordado “entusiasmo medieval”, es quizás, a mí maestro…

Con la misma emoción que leyera en 2019 las historias de Ken Follet sobre las catedrales medievales (https://bit.ly/2Xx7QGo), disfrutábamos del cine sobre temas de historia, desde “Los diez mandamientos” a “La espada en la piedra” o “Invahoe”, mientras siempre leyendo, sobre las Cruzadas y la historia de los caballeros templarios, quise sentir como mía aquella época. Tuve la suerte de ir a Carcassone y poder percibir allí, más de cerca, la tragedia de los cátaros.

Pero, mejor regresemos al 5to grado, cuando y donde recuerdo que nos aprendimos sin mnemotécnicas los triunviratos romanos, y el listado de todos los Césares, pues teníamos “debates”, y había que ganar; así desde Julio, antes y después de que Cesar se decidiese a cruzar el Rubicón, con los idus de Marzo e incluidas aquellas puñaladas ante la estatua de Pompeyo “todo el tiempo empapada de su sangre”, hasta sumarle el cine que acicatearía los numerosos personajes del Imperio Romano (el Nerón-Ustinov fue inolvidable) y todas aquellas novedades las trataba de rematar releyendo las “Vidas paralelas” de Plutarco, donde podía profundizar en los detalles.

Regreso al título de esta conversa que se refiere (me refería en el original del 2020) a cuanto y como había disfrutado releyendo un artículo de Sergio Ramírez (del 27/05/2020) donde hablaba sobre Suetonio, a propósito de “los oscuros pasillos de la historia”. He sentido, la necesidad de recordar a Cupertino Nava, quien fuera mi colega, un patólogo ya fallecido, muy estudioso, mi amigo y discípulo, cuando se preparaba en el postgrado de Anatomía Patológica de la UCV y quien al terminar su curso me regaló un par de libros de historia que siempre aprecié mucho. Uno de ellos era “La vida de los 12 césares” de Suetonio.

Todavía hay situaciones que me obligan a pensar en que se repite lo de “la expedición de Mardonio”, - e incluyo un link reciente para ser más explícito (https://tinyurl.com/4kjmfhja)- o se puede creer que hay acciones de políticos que reviven “las delicias de Capua”. Pero lejos estamos de los tiempos de Anibal y sus elefantes. Aunque sea ya historia, yo era tan solo un adolescente cuando supe del Imperio Romano y también cuando me aprendí el monólogo de Shakespeare en boca de MarcoAntonio. La explicación tiene que ver con la importancia de la retórica. No me gustaban los exámenes orales y mi hermano mayor era “más callado que "el siruyo”; así que presumo que dada nuestra aparentemente “escasa facilidad de palabra”, papá nos había regalado un libro titulado “Cómo desarrollar la confianza en sí mismo e influir en las personas por hablar en público” (1956), del escritor estadounidense, Dale H.Carnegie (1888-1955). Allí como un ejercicio estaba el mencionado monólogo de Shakes…

Estaba hablando sobre Suetonio contado por Sergio Ramírez, pero, veo que ya me metí en este berenjenal, así que espero salir adelante… Les contaba sobre la traducción del libro de Carnegie que era “muy española”… Imagínense, yo oírme decir: “Barzonear y holgaros”, y tener que decirlo no en maracucho, -casi como para musitar “¡joder!”- definitivamente, era un reto… Me transformaba en Marco Antonio, al discursear, aunque sería muchos años más tarde cuando lo pude oír y ver en el cine, por la TV y no era exactamente como lo había aprendido, pero estaba repetido por Marlon Brando (https://bit.ly/2Y211vp).
Regreso al comienzo, del mero monologo shakesperiano, el cual en el libro, de Carnegie se iniciaba así: “Amigos romanos, compatriotas, prestadme un adarme de atención”… No había internet en aquellos días, pero si el diccionario y aunque a mí “adarme” solo me sonaba al apellido de un señor que ya era un famoso guitarrista zuliano, tuve que averiguar que ADARME significaba, lo que nosotros llamaríamos “una ñinguita”, es decir “la porción mínima de una cosa”… “Vengo a enterrar a César no a ensalzarle, el mal que en vida hacemos sobrevive, el bien, baja a la tumba con los huesos”… Como diría Brynner interpretando al Rey de Siam “ y etcétera, etcétera, etcétera”…

Sobre Nerón, dice Sergio Ramírez, que: “tenía la vanidad infantil de creerse un genio del bel canto y a nadie le estaba permitido abandonar el recinto cuando subía al escenario”, “los aterrorizados jueces no fueran a dejar de escogerlo ganador de los concursos de canto, y perseguía a sus competidores hasta arruinarlos”. El Nerón de “Quo Vadis” interpretado por Peter Ustinov, bien sea ofreciendo “una lágrima por Petronio, y otra por mí”, o cantando con una lira en sus manos… “Oh flama divina, Oh ardientes llamas” ante el incendio de Roma que le achacarían a los cristianos; todo aquello es patéticamente inolvidable.

Sergio Ramírez continuaría mencionando los detalles de cómo Suetonio, lograba convencer al lector a través del registro de lo más minucioso. “Fueron once puñales, ni uno más ni uno menos, los que se levantan contra Julio César”, y veintitrés las heridas recibidas... Mencionaría entre los emperadores a Adriano, y a psicópatas, como Calígula, quien “pasaba la noche deambulando con la mente encendida urdiendo crímenes” o quien “elevaría al consulado a su caballo” y me obligó a regresar a los Calígula del cine… Él de “El manto sagrado” interpretado por Jay Robinson, fue inolvidable, o el de “Calígula” un film pornográfico, en un rol creado por Kubrick para el actor de “La naranja mecánica”, aquel Malcolm McDowellen...

En fin, y para ponerle un punto final a esta perorata que me inspiró la lectura del brillante escritor nicaragüense Sergio Ramírez, recuerdo que a aprendí a leer a Sergio desde que Vilma Isabel me regaló su “Castigo divino”. Después seguí leyendo y re-leyendo a Sergio, con quien he tenido la suerte de conversar en varias oportunidades (desde el año 1989 cuando viajamos en AVENSA a su patria Nicaragua con ocho patólogos para ofrecer un curso durante la semana santa, en tiempos de “la guerra de los contra” cuando Sergio era ya el vicepresidente de su país), hasta en varias ocasiones, cuando invitado como patólogo a Nicaragua, me he entrevistado con este sencillo escritor quien es Premio Cervantes, cuya lectura hace unos días, con su artículo sobre Suetonio, me llevó a darles esta revolcada histórica.

En fin: ¡Gracias por leerme! Ahora debe añadir con certeza, y por re - leerme.

Maracaibo, originalmente publicado un sábado 6 de mayo, del 2020, todavía y lamentablemente estábamos por muchos meses, pandémicos en plena terrible pandemia de Covid 19… 
Hoy el sábado 18 de mayo del año 2024 y siempre desde Maracaibo misma, sin pandemia, pero todavía bajo el régimen chavista y algunos henchidos de ilusionadas esperanzas de cambiar en un par de meses… Solo Dios lo decidirá.

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