lunes, 19 de noviembre de 2018

Hildegard von Bingen y el orgasmo medieval



Hildegard von Bingen y el orgasmo medieval

Cuando la Primera Cruzada estaba a punto de llegar a Jerusalén, en 1098,  una niña, Hildegard von Bingen nacería  en Bermersheim (Alemania) y se convirtió en  la décima hija de sus padres quienes la entregaron a la Iglesia dejándola en el monasterio de monjes de Disivodemberg, dirigido por Jutta von Spannheim. Jutta se convertiría en la madre e instructora de la pequeña Hidegard. Cuando tenía tres años, ya la niña había comenzado a tener visiones, pero no fue hasta pasados los cuarenta cuando empezó a escuchar una voz que le decía que escribiera y dibujara todo aquello que alcanzaran sus ojos y oídos. Tras la muerte de Jutta, Hidegard se convirtió en abadesa, y atemorizada por sus visiones y predicciones convenció al papa para que le consintiese escribirlas. Fue así como empezó a registrar tanto sus visiones, como a escribir libros de medicina que hoy parecen llenos de superstición, remedios naturales, cosmogonía y teología. Desde entonces empezó a relacionarse con las autoridades eclesiásticas y políticas de su época y se convirtió en su consejera, algo impensable tratándose de una mujer. Hildegard von Bingen fue pintora, poeta, compositora, científica, doctora, monja, filósofa, mística, naturalista, profeta y, quizá, la primera sexóloga de la historia. También está considerada precursora de la ópera, de la ecología e inventó un idioma que podría ser la primera lengua artificial de la historia.
 
Su esperada canonización, no tuvo lugar hasta 2012, quizás porque sudetalle más peculiar había sido eclipsado por sus predicciones. De todas las cosas que hizo Hildegard a lo largo de su vida, las más desconcertantes y contradictorias, son sus consideraciones sobre el orgasmo femenino que bien le podrían ofrecer el título de la primera sexóloga de la historia. Hildegard hablaba de sexo de una forma clara y apasionada. Fue la primera en atreverse a asegurar que el placer era cosa de dos y que la mujer también lo sentía. La primera descripción del orgasmo femenino desde el punto de vista de una mujer fue la suya. Teniendo en cuenta que era monja y que vivía en el siglo XII tenía una idea muy peculiar de la sexualidad. El acto sexual era para ella algo bello, sublime y ardiente y en sus libros de medicina abordó la sexualidad, especialmente, en Causa et curae: “Cuando la mujer se une al varón, el calor del cerebro de ésta, que tiene en sí el placer, le hace saborear a aquél el placer en la unión y eyacular su semen”. Como protofeminista, Hildegard tenía una imagen muy propia de Eva y del pecado original. Para ella, el único culpable fue Satán, envidioso de la capacidad de generar vida de la mujer. Ana Martos Rubio afirma en su "Historia medieval del sexo y del erotismo": “Así como para Agustín de Hipona la concupiscencia es el castigo de Dios, para Hildegarde, que no se atrevió a llevarle la contraria y admitió la idea de que el pecado original fue de lujuria, la culpa fue de Satán que sopló veneno sobre la manzana antes de entregarla a Eva, envidiosa de su maternidad. Ese veneno fue, precisamente, el placer y, su sabor, el deseo sexual”.

La salud de la abadesa era tan débil que en varias ocasiones recibió la extrema unción. Solo una de las veces que la dieron por muerta no despertó y sucedió esto a una edad impensable en una época en la que la muerte llegaba en torno a los cuarenta: con 82 años murió rodeada de sus monjas. Compartió todos sus coonocimientos medievales inspirada por su propia salud maltrecha, en Causa et curae, además hace un alegato a favor de la cerveza: Por su parte, la cerveza engorda las carnes y proporciona al hombre un color saludable de rostro, gracias a la fuerza y buena savia de su cereal. En cambio el agua debilita al hombre y, si está enfermo, a veces le produce livores alrededor de los pulmones, ya que el agua es débil y no tiene vigor ni fuerza alguna. Pero un hombre sano, si bebe a veces agua, no le será perjudicial.

Hablar de Hildegard von Bingen es hablar de escalofriantes visiones apocalípticas, de remedios naturales prácticamente para todo (actualmnte un tipo de medicina alternativa alemana parte de sus escritos). Fue la primera mujer que consiguió acceder a los pecados ajenos a través de la confesión. Inventó un idioma, la  Lingua Ignota, con alfabeto propio, que está considerada la primera lengua artificial y posible precursora del esperanto. Hildegard está considerada la pionera de la ópera. Se codeó con reyes y papas, denunció los devaneos de los clérigos y su voz fue tan valiosa como la del resto de los hombres cuando las mujeres vivían en silencio, en la casa o en el convento. Decir que se adelantó a su tiempo es, más que caer un lugar común, no hacer justicia al personaje. Ella fue mucho más lejos de lo imaginable en el siglo XII.

Mississauga, 20 de noviembre, 2018

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