Estoy haciendo el intento de volver a conectarme con mis respetables amigos lectores de este blog, creado desde 2013 y siendo exageradamente activado entre 2019 y 2023 cuando la escritura a diario sobre “loquesea.com” consiguió una audiencia virtual de quienes insistirían en que no dejase de escribir…
Les agradezco y les informo que regreso pues, a conversar con ustedes sobre
temas de la vida diaria, o acerca de algunos aspectos poco trajinados, los
cuales en fin, puede que resulten finalmente como activadoras de las “neuronas
del recuerdo”, o que nos abran posibilidades de explorar nuevas ideas para
nunca detenernos en la posibilidad de aprender, aunque digan que todo lo
revisado les suene, sencillamente a puro, “lo que sea.com”…
El año pasado finalizamos con una muestra de la
descomposición a la que han arribado algunos seres (en medio de sus apremios
y delirios crematísticos) -ante la ruina de la mayor parte de la ciudadanía
que sobrevive con salarios de hambre y los misérrimos bonos que ofrece el
narcorégimen-. Ellos buscarán mecanismos usualmente “perversos” para destacarse
entre sus nones, y es que no hay pares para quienes cuando pierden
el control, en sus arrebatos son capaces de embarrar hasta sus no tan
impecables“curriculumnes”… Pero “Cest la vie”, no hay remedio ¿Qué
va usted a hacerle? Dejarles…
Este año intentaremos regresar a lapesteloca prístina, la de siempre, y olvidándonos del “público de galería” apostaremos por la salud física y particularmente la mental de nuestros lectores. Así me atreveré a comenzar hablando sobre una civilización que existió mil años después de la venida al mundo de Jesucristo. Esta es una historia de los siglos IX al XV y estoy hablando de la llamada “Civilización Angkor” conocida también como “el Imperio Khemer”, con su capital en la ciudad de Angkor Thom.
Todo eso sucedería
en el sudeste asiático, donde existió un reino muy influido por la cultura de
la India, con
unos hombres que construyeron gigantescos y monumentales templos como los
de Angkor Wat, que han recibido el título
conferido por la Unesco a
ciertos sitios del planeta declarados “Patrimonio de la Humanidad”. Todas estas cosas, sucederían al sureste de
Tailandia y al norte de Vietnam, en una época entre los años 800 a 1300 después
de Cristo cuando también florecería la cultura de los mayas en la península de
Yucatán.
Pero ocurrió que varios siglos más tarde, cuando la ya de todos conocida “guerra de Vietnam” se extendió hacia Camboya, el grupo guerrillero de los “Jemeres rojos” liderado por Pol Pot, (Saloth Sar; Kompong Thom, 1928 - Sa Ngaam, 1998) un camboyano genocida, decidió forjar un gobierno de estilo maoísta y en los cuatro años que rigió Camboya, fue el responsable de una de las peores matanzas masivas del siglo XX, que acabaría con la vida de un tercio de la población de Camboya y tras terroríficas masacres haría retroceder a su país a la Edad de Piedra.
Más allá de las similitudes y las diferencias de los procedimientos represivos implementados por los “Jemeres rojos” y los que aprendieron del G2 y han venido aplicando los impuestos gobernantes de “las repúblicas comunistas bananeras” -Cuba, Venezuela y Nicaragua-, esta nota sobre Pol Pot puede verse como una variante del mismo tema y puede llamar a la reflexión …
La desquiciada parejita
nica con la venia de Cuba y el beneplácito de AMLO, enrumba una confrontación
religiosa sirviendo como ejemplo para quienes, “tirándoselas de queso duro
sin llegar a cuajaita” continúan “coqueteando” con el narcorégimen, y adulando
a sus gobernantes de turno que se las dan de “demócratas” ante el
aplauso de quienes, tironeando, sencillamente se columpian…
Confiando en
que el recordatorio de la cultura milenaria de los camboyanos ya desaparecida
en las garras de Pol Pot, pueda haber servido como recordatorio de las
ilusiones que en tantos compatriotas suscitara el “eterno” quien actualmente
“está en el infierno”, espero que no se torne este sencillo ejemplo en lo
que puede llegarle a suceder a nuestro ya parcialmente derruido país en este aun
fresco 2024.
Jorge García Tamayo.
En Miami. Florida, el martes
9 de enero del 2024
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