Para quien no me conozca, me presento: soy un médico-anatomopatólogo, zuliano y escritor de novelas. Me precio inicialmente de haber desnudado las miserias políticas del que fuera nuestro sistema democrático, y estoy consciente de que muchas de ellas nos llevaron a la actual situación que vive el país. Tanto en mis libros de ensayos publicados (Reflexiones de un anatomopatólogo, en 1991) y (Más reflexiones sobre la patología y el país en 1998), como en la novela “La Peste Loca” (Maracaibo, 1997) y en “Para subir al cielo…” señalé la corrupción del sistema policial y judicial en medio del narcotráfico. Con “Escribir en La Habana” (editada en 1994, 1998 y en edición especial en 2011), llamé la atención sobre las falacias de la revolución cubana cuando nadie se atrevía a hablar de ello, para finalmente destacar la tragedia político social en que hemos caído con la llamada “robolución” (en “El año de la lepra”) e iniciaría así, mi inmersión literaria hacia lo que he denominado la raíz del mal.
Escribí igualmente novelas luchando por la consolidación de la investigación científica en las universidades y reiteradamente destacando, en “La Entropía Tropical”, “El movedizo encaje de los uveros” y en “Ratones desnudos”, las deficiencias y la falta de apoyo económico a esta labor cumplida con grandes dificultades por los pocos profesores que en las universidades nacionales dedicábamos nuestro tiempo a hacer investigación. La última novela publicada en 2016 es una historia del siglo XVI (“Vesalio el anatomista”) sobre un médico luchador que por sostener sus criterios termina siendo condenado a muerte. Con todo esto, quiero señalar sin considerar mis novelas como históricas que ellas son testigos y reflejan la época que me ha tocado vivir.
Sabemos por la historia del pasado siglo XX que el Partido Comunista se escindió de otras organizaciones izquierdistas debido al asesinato de León Trotsky… Para tocar ese tema, tendríamos primero que regresar a La Habana, y guardando cierta tradición literaria, ir desde los “Tres tristes tigres” de Cabrera Infante y su “La Habana para un infante difunto”, toda una Cuba que hace casi 65 años está gobernada por una cruenta dictadura comunista. A propósito de Trotsky y de los comunistas, comentaré sobre “La segunda muerte de Ramón Mercader” novela de Jorge Semprún, y nuevamente sobre la novela “El hombre que amaba a los perros” de Leonardo Padura ya que todas ellas se asocian estrechamente con La Habana, esa ciudad que sigue desmigajándose y la cual era, es y sigue siendo la raíz del mal…
Antes de mirar estas novelas sobre Trotsky y La Habana, quiero también ir a una novela de Jesús Díaz que editaría Monte Ávila en 1992: “Las iniciales de la tierra”. Confieso que al releerla regresé a percibir la inocencia equivocada de aquellos años cuando me parecía era una epopeya de la para entonces tan popularizada revolución cubana. “Las iniciales de La Tierra” trata de un joven que, como el propio autor, había crecido frente a una pantalla, en la que se proyectaban imágenes de Disney y Hollywood, de Máximo Gómez y José Martí, de la religión católica y del culto afrocubano, hasta 1959 cuando el joven abrazaría la causa revolucionaria y protagoniza, como un héroe griego, todos los actos de la epopeya socialista: la Campaña de Alfabetización, Bahía de Cochinos, la Crisis de los Misiles, la Zafra de los Diez Millones...
A principios de los años setenta, cuando es considerado su ingreso al Partido Comunista, una serie de intransigencias, deslealtades, dubitaciones y equívocos provocarían la desconfianza de compañeros y superiores; el gobierno cubano prohibió su edición y “Las iniciales de la tierra” estuvo vetada durante doce años, de 1973 a 1985, hasta cuando una reivindicación de los intelectuales cercanos a las Revistas Caimán Barbudo y Pensamiento Crítico dirigidas por el mismo Jesús Diaz permitió su publicación en La Habana y en Madrid.
La repentina muerte del escritor y cineasta Jesús Díaz en su domicilio de Madrid el 2 de mayo del año 2002, ya en el exilio y a sus 60 años, cierra este comentario, pero crearía conjeturas sobre su carrera como escritor y editor y sobre su rol en la política. Jacobo Timerman en el libro “Cuba”, calificaba a Diaz de "Stalinista", así como de ser "el escritor que mejor expresaba la línea del partido". Cuando Jesús Díaz era director de la revista El Caimán Barbudo hostigaba a aquellos a quienes consideraba que no tenían como él una posición castrista ortodoxa y no sería sino hasta 1991, dos años después de la farsa que condujo al asesinato legal de Arnaldo Ochoa y Tony de la Guardia, el cual está remarcado como un Epílogo en mi novela “Escribir en La Habana”, cuando Díaz pareció descubrir la luz y decidió romper con el castrismo. Inicialmente se asiló en Alemania, y en 1994 pasó a vivir permanentemente en España.
El libro de Jesús Díaz “Las iniciales de la tierra”, publicado en Cuba en 1987 fue un texto que en el blog de Silvio Rodríguez se consideró como “la más importante novela de la Revolución Cubana”, el propio Silvio dijo de ella que “está entre las mejores obras literarias escritas en y sobre la Revolución Cubana”. Iroel Sánchez en 2014 en su blog “La pupila insomne”: escribió sobre el escritor disidente cubano: “Jesús Díaz murió en el 2002 en Madrid y creo que nada de lo que hizo contra la Revolución cubana le quita grandeza, vigencia y valor a Las iniciales de la tierra. No solo es buena literatura, sino que a muchos nos hizo entender mejor la Revolución y a sentirla más cercana”.
Pero regresemos a la historia de Trotsky. En “La segunda muerte de Ramón Mercader”; el suyo no es un nombre elegido al azar pues era un agente secreto soviético involucrado en la historia de como asesinar a León Trotsky. Jorge Semprún diría que: "Los hechos de este relato son completamente imaginarios y cualquier coincidencia con la realidad sólo sería fortuita”, mientras nos relataría como Ramón Mercader, subdirector de una empresa comercial española, abandonó Madrid, fue a Amsterdam y finalmente a Zurich para contactar con sus jefes, y como al volver a Amsterdam es descubierto "suicidado” en su habitación de hotel.
“Sus amigos del contraespionaje” serán quienes revelarán quien lo traicionó y Jorge Semprún reflexiona sobre el destino de esa revolución, que apoyó durante muchos años y que luego le decepcionó enormemente. Él habla en su libro sobre el verdadero Ramón Mercader quien cumplió una condena de veinte años de prisión en México por el asesinato de León Trotsky y luego llegó a la Unión Soviética vía La Habana. El Ramón Mercader que regresó a Cuba, y estrechó sus lazos con ese país, siendo de allí también su madre Caridad del Río Mercader. Así, al final de su vida, pasó a ser de hecho, inspector de las prisiones castristas.
Leonardo Padura el escritor de “El hombre que amaba a los perros” ha recibido por ella numerosos galardones: Premio Francesco Gelmi di Caporiaco 2010 (Italia), finalista del premio Libro del Año 2010 del Gremio de Libreros de Madrid, Premio Roger Caillois 2011 de literatura latinoamericana (Francia), Prix Initiales 2011 (Francia), Premio de la Crítica 2011 del Instituto Cubano del Libro, Premio Carbet del Caribe 2011 de la revista Carbet & Institut du Tout Monde, y le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura el año 2012 en La Habana, por la mencionada novela. Eta vivo y vive, en La Habana.
En “El hombre que amaba a los perros” la novela editada por Tusquets, Barcelona y publicada en Cuba en 2011, Padura relata tres historias. Tres novelas en una que se entrelazan de forma dramática y trágica. La real historia de Iván, un cubano cuyas pretensiones literarias e ideales revolucionarios están frustrados por la burocracia, el totalitarismo y la crisis económica de Cuba tras la caída del Stalinismo. La criminal vida de Ramón Mercader del Río, y su relación edípica con su madre Caridad Mercader, y finalmente, su novela cuenta detalladamente la histórica lucha de Trotsky en contra del Stalinismo desde su destierro en Turquía, su paso por Francia y Noruega su estancia en México y su brutal asesinato. Las tres historias se enlazan tanto por su trágico final como por el amor por los perros que une a los tres personajes.
Finalizo aquí este “repaso literario” con reflejos de LaHabana, ciudad donde se ancla, la raíz del mal que acogota a los venezolanos.
Desde Miami, en la Florida, el día viernes 19 de enero del año 2024.
No hay comentarios:
Publicar un comentario