El expresionismo fue un movimiento artístico que se inició en Alemania comenzando el siglo XX (https://bit.ly/2vz6yfq) y coincidió con el Fauvismo en Francia y curiosamente, más que alegría de vivir, lo que expresaba era una denominada “angustia existencial”. Las pinturas expresionistas se caracterizan por revelar la personalidad intuitiva de sus creadores. El movimiento expresionista se ha desarrollado en diferentes escenarios como por ejemplo en el cine (https://bit.ly/2WanCUp) y de esto hemos ya conversado en el blog al referirnos al movimiento expresionista en el mundo (https://bit.ly/2JjWRdw).
Los artistas expresionistas demuestran su interioridad intuitiva destacando detalles que no todos podemos ver ya que representan la realidad cómo la ven ellos, como la sienten y para decirlo al mundo utilizan el color exagerando sus tonalidades y deformando las cosas de acuerdo con sus emociones. La obra de diversos autores como Matthias Grünewald, Pieter Brueghel el Viejo, El Greco o Francisco de Goya, a menudo se las ha calificado de expresionista, razón por la que algunos historiadores, para distinguir las corrientes pictóricas, centran en el expresionismo alemán la violencia del color, y la emocionalidad intuitiva del artista, usualmente de carácter depresivo.
De manera general, esto de exagerar el color en la pintura, es algo que comenzó a verse años atrás con Cezanne, Van Gogh y Gaugin y es por ello que hay quienes ven en Vincent al padre de todos los pintores expresionistas. Sin duda alguna, los colores intensos ayudan a expresar las emociones. La época en la cual se desarrollará el expresionismo coincide con la revolución industrial y con una crisis de deshumanización y los temores de ver la proximidad de la guerra cuya proximidad se veía llegar en Europa. Entre los artistas más representativos del expresionismo en Alemania están Ernst Ludwig Kirchner, Fritz Bleyl, Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluff, Gabriele Munter y Marianne von Werefkin.
Edvard Munch (1863-1944) fue un pintor noruego cuyas obras influyeron en el expresionismo alemán de comienzos del siglo XX. El pintor decía que Leonardo da Vinci había estudiado la anatomía humana y disecaba cuerpos, él intentaba disecar almas, y sus obras se relacionan con los sentimientos y las tragedias humanas, como la soledad, la angustia, la muerte y el erotismo, de manera que se le considera el precursor del expresionismo. Edvard Munch fue clasificado como simbolista, pero viene a ser el representante temprano del expresionismo, la tendencia artística que floreció en la primera mitad del siglo XX. El grito, realizado en 1893, se encuentra en la Galería Nacional de Oslo, Noruega y fue una de las obras más importantes de Munch.
La técnica usada por el pintor se basa en la expresión de sus sentimientos y estado de ánimo a través de la llamada distorsión emotiva utilizando el color para enfatizar las emociones y la gestualidad que trasmitirá la angustia, ansiedad y miedo. Munch era una persona sombría, introvertida y depresiva quien tuvo una infancia difícil; su madre y su hermana mayor murieron de tuberculosis y su padre estuvo dominado por obsesiones religiosas hasta que falleció en 1889. La personalidad del pintor resultaría conflictiva y algo desequilibrada, que él mismo consideraba la base de su genio.
La familia se trasladó a Christiania (rebautizada como Kristiania en 1877, ahora es Oslo). A menudo enfermo durante gran parte de los inviernos y sin ir a la escuela. Edvard dibujaba para mantenerse ocupado. Fue instruido en historia y literatura y leería los cuentos del escritor estadounidense Edgar Allan Poe. El entorno religioso opresivo, la mala salud de Edvard y las historias de fantasmas le ayudaron a inspirarse en macabras visiones y pesadillas. A una de sus hermanas menores le diagnosticaron una enfermedad mental a una edad temprana. De los cinco hermanos, solo Andreas se casó, pero murió unos meses después de la boda. Munch escribiría: "Heredé dos de los enemigos más temibles de la humanidad: la herencia de la tuberculosis y la locura".
En 1892, la Unión de Artistas de Berlín, invitó a Munch a exponer en su exposición de noviembre, la primera exposición individual de la sociedad, y sus pinturas provocaron una controversia ("El caso Munch") y, después de una semana, la exposición cerró. Munch escribió a su familia: "Sí, la exposición ya está abierta, y es un escándalo colosal, porque aquí hay una masa de miserables pintores ancianos que están furiosos por la nueva dirección del arte". Munch llevó un total de 55 pinturas a Berlín, "que mostraban su desarrollo artístico desde la década de 1880, comenzando con el realismo radical y después la influencia del impresionismo francés y el posimpresionismo en las pinturas más recientes". Munch provocó el mayor escándalo que había vivido el mundo del arte en Alemania hasta ese momento. El público y los pintores mayores vieron los cuadros de Munch como una provocación anarquista, y la exposición fue cerrada en protesta en el mismo noviembre de 1892.
"El grito" es la obra más famosa de Munch y una de las pinturas más reconocibles de toda la historia del arte. Se ha dicho que representa la ansiedad universal del hombre moderno. Pintada con amplias franjas de color chillón y formas muy simplificadas, reduce la figura agonizante a un cráneo ataviado en medio de una crisis emocional. Con esta pintura, Munch cumplió su objetivo declarado "del estudio del alma, es decir, el estudio de mí mismo". Más tarde describió la angustia personal detrás de la pintura: "durante varios años estuve casi loco… ¿Conoces mi cuadro, 'El Grito?' Estaba tensionado hasta el límite: la naturaleza gritaba en mi sangre... Después de eso, perdí la esperanza de poder volver a amar".
El cuadro es abundante en colores cálidos de fondo, luz semioscura y la figura principal es una persona en un sendero con vallas que se pierde de vista fuera de la escena. Esta figura está gritando, con una expresión de desesperación. En el fondo, casi fuera de escena, se aprecian dos figuras con sombrero que no se pueden distinguir con claridad. El cielo parece fluido y arremolinado, igual que el resto del fondo.
"El grito" existe en cuatro versiones: dos pasteles (1893 y 1895) y dos pinturas (1893 y 1910). También hay varias litografías de El grito (1895 y posteriores). El pastel de 1895 se vendió en una subasta el 2 de mayo de 2012 por 119.922.500 USD, incluida la comisión de venta. Es la más colorida de las versiones y es la única versión que no está en manos de un museo noruego. La versión de 1893 fue robada de la Galería Nacional de Oslo en 1994 y luego recuperada. La pintura de 1910 fue robada en 2004 del Museo Munch de Oslo, pero se recuperó en 2006 con daños limitados.
Escrito en Londres el domingo 4 de septiembre del año 2022
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