viernes, 23 de septiembre de 2022

Cervantes y Cide, el morisco.


En diversas ocasiones he conversado en este blog sobre el recurso literario de mezclar historias dentro historias, o de suponer, que las novelas están escritas por un personaje irreal quién puede aparecer dentro de la trama de ellas hasta hacerle llegar sus notas manuscritas al autor, quien llegará en ocasiones hasta publicarlas como si fuese su propia novela.

Cervantes en el Quijote, repite que la novela no es más que la traducción al castellano del manuscrito de un autor árabe, Cide Hamete Benengeli, un supuesto historiador musulmán. Cide Hamete es morisco, y Cervantes lo cataloga como “arábigo y manchego” lo que es igual a decir que es un musulmán español de lengua árabe. “Cide”, es “señor” en árabe y “Hamete” es un nombre de varón con el apellido de “Benengeli” (hijo del ciervo), lleva a Cervantes a aludir a su propio apellido, aunque Sancho Panza en la novela, el nombre de “Benengeli” le suene a berenjena.

El recurso de inventarse un autor ficticio tiene una larga tradición, y será el mismo Cervantes quien ponga en boca de Sancho la jocosa relación entre el apellido del sabio moro y las berenjenas. Don Quijote le dirá “Sancho, tú debes saber ese Cide, en árabe quiere decir señor, y es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en “ál”, como almohada, almacén o alguacil”. Cide Hamete, el morisco constituye una versión ficticia del autor real, y bien sea anónimo, no se presenta como responsable del discurso (Narrador-editor anónimo), y menos como narrador directo. Cide Hamete como Alonso Quijano no son otra cosa más que personajes de ficción creados por Miguel de Cervantes.

De esta manera, el supuesto historiador musulmán creado por Miguel de Cervantes en su novela Don Quijote de la Mancha se ha considerado “una habilidosa pirueta literaria metaficcional” con la cual el autor parece buscar darle una mayor credibilidad al texto, haciendo creer que don Quijote fue un personaje real y que la historia relatada por Cidi Hamete podría tener décadas de antigüedad. En realidad la relación de Cervantes con lo árabe y lo morisco y con la lengua árabe en particular nos obliga a recordar que el autor pasó cinco años cautivo en Argel, y como cautivo de rescate, se le permitía moverse por la ciudad y relacionarse con sus habitantes. Por otro lado, La Mancha, así como buena parte de la mitad sur de la Península, estaba densamente poblada por moriscos. En cualquier caso, lo árabe y lo islámico no le era ajeno a Miguel de Cervantes.

Mahmud Sobh, un catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, consideró que “la presencia en el Quijote de autores ficticios es parte de un sistema autorial meramente retórico y estilístico donde el Narrador, es la voz anónima que organiza, prologa, edita el texto completo, y rige el sistema discursivo que engloba recursivamente el enunciado de los autores ficticios, y obedece a una parodia de los cronistas o historiadores fabulosos que solían citarse en las novelas de caballería”. Cide Hamete, el morisco aljamiado como los poetas de Argamasilla, constituyen versiones ficticias o textuales del autor real, pues él es responsable último del acto de escribir, pero no del acto enunciativo de narrar desde dentro de la inmanencia discursiva lo que acontece a cada uno de los protagonistas.

Los personajes, con nombre propio (Dulcinea, Cide Hamete, Sansón Carrasco), o con un nombre común que funcione como propio (el cura, el barbero, la duquesa), bien sea anónimo, entre los cuales ha de figurar como el primero, el narrador del Quijote. Quien realmente existe, es Miguel de Cervantes quien escribe la novela empíricamente y no se presenta nunca como responsable inmanente de la organización del discurso, y menos aún como narrador directo.

María de los Campos Sáez el año 2012 en un trabajo titulado: ¿Por qué Cervantes se inventa la figura de Cide Hamete Benengeli? Recalca el hecho de que tanto Cide Hamete como Alonso Quijano no son otra cosa más que personajes de ficción creados por Miguel de Cervantes. Esta manera de contar la historia le dará a Cervantes la oportunidad de hacer comentarios jocosos, irónicos acerca de la misma e incluso hacer varios juegos ficcionales. Un ejemplo de ello es el manuscrito que le enseñan al Quijote de sus aventuras en la primera parte. Por lo tanto, se puede decir que este recurso parte de una parodia del género caballeresco pero que se va transformando gracias al talento del escritor.

Redactado en Londres, el día viernes 23 de septiembre del año 2022





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