Voy a proseguir en mi
onda de relatar detalles vividos que quizás no son del dominio público y como ya
dije, vengo haciéndolo desde el pasado mes de octubre cuando decidí que era
mejor hablar sin tapujos para relatar algunas situaciones curiosas por las que
he transitado en mi vida.
Al iniciarme en el IAP de
la UCV en 1976, venía de cumplir un año sabático en LUZ trabajando como
neuropatólogo en el hospital Vargas y debería haber ingresado en la UCV
homologando mi cargo de Profesor Asistente en LUZ, sin embargo, esa gestión se
demoró casi tres años en hacerse efectiva por lo que mi sueldo era el mínimo
correspondiente al de un instructor y con 5 hijos en colegios privados el
dinero no me alcanzaba. Esta situación iba a prolongarse durante mis primeros
tres años en el IAP de la UCV … Fue entonces cuando decidí “ponerme a pintar”.
Llegaría a vender más de
un centenar de cuadros, los cuales lucían marcos dorados que conseguía a muy
bajo precio y que hacían vistosas mis pinturas, de paisajes con guajiras, o
montañas andinas, pero usualmente con personajes que caracterizaban situaciones
locales; recuerdo uno titulado “A que
Rosa…” que posee mi amigo Héctor Rincones… También pintaría una “pelea de
gallos” muy colorida que reconocería años después en el Colegio de Médicos del
DF, donde en un par de ocasiones expuse mis pinturas y siempre el Colegio se
reservaba una de ellas. En un viaje a Maracaibo, monté una exposición en el
Colegio de Médicos del Zulia y vendí todos los cuadros.
He dicho por allí que “yo viví de mi arte” aunque no suene
bien, pero fue muy cierto. Pintaba en las noches en la tranquilidad de mi apartamento
donde con los años nacerían mis dos hijos menores, pero en aquellos años de precariedad,
la pintura se dio para poder pagar los colegios y la gasolina de mi auto, un
Dodge usado… Cuando se reorganizó mi salario, pasaría a ser nombrado
subdirector y dos años después director del IAP, un cargo reelegido del 84 al
95, que sirvió para poder dedicarme a la docencia del postgrado y a la investigación
en la patología ultraestructural; pero esa es otra historia…
Pero esta historia que
comencé por la pintura, y ahora mezclo con el tema de las películas, tiene una
connotación particular, pues filmando y en contacto con familiares de mi joven
esposa -me había casado en 1977- un aspecto sociológico me llamaba poderosamente
la atención. No era mi gente la que habitaba en la capital, no existían los
tipos que yo pintaba, con rasgos wuayuus, ni de yupkas o apreiras y sus mezclas
marcaban para mí una diferencia notoria que me llevó a empaparme leyendo a
Miguel Acosta Sainges y sus estudios antropológicos y así terminaría filmando
las fiestas de San Juan y los bailes de tambor recorriendo poblaciones desde
Barlovento hasta diversos pueblos en los alrededores de la capital.
Es una lástima que todas aquellas películas, algunas realmente maravillosas, rollos de Super-8 que filmara con gran devoción (excusen mi inmodestia) ya no existan. Me quedaron los recuerdos y las experiencias al entender en una breve frase la pluralidad del gentilicio venezolano cuando se dice que: “en toda familia, quien no tira flechas toca el tambor”.
A pesar de tener culturas
e idiomas diferentes, las 28 etnias que siguen habitando en el territorio
nacional, hoy tienen una participación en la llamada sociedad civil y forman parte
de la mezcla racial venezolana diluyéndose entre la inmigración absorbida de
diversos países en la tierra de gracia, y la marcada por los negros traídos de
África con la de los originales conquistadores venidos de la península.
Desde las selvas
amazónicas a las ardientes planicies goajiras, la incompetencia del socialismo
en este cuarto de siglo ha sumido en una tragedia a todo un país que proclamaba
revoluciones, pero que no ha sido capaz de mejorar la vida diaria de sus
ciudadanos. Lamentablemente vemos constantes ejemplos de asaltantes y bandidos que
esculcan el tesoro público, mientras cómplices y testaferros, tratan de
aprovecharse de la población inerme que padece con salarios cada día más
miserables.
En
Maracaibo, el jueves 6 de noviembre del año 2025
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