Roberto Arlt (1900-1942) fue
uno de los escritores argentinos más importantes del siglo XX; Arlt fue novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor. Sus obras de algún modo
representan los indicios de la etapa de modernización de la cultura y el
imaginario social en el Buenos Aires de los años 1920 y 1930 y es recordado especialmente
por sus novelas El juguete rabioso (1926), Los
siete locos (1929), Los Lanzallamas (1931), El
Amor Brujo (1932) e importantes
estelas en el teatro, como Trescientos millones (1932)
y La isla desierta (1937).
En la prensa
argentina, con sus aguafuertes que se publicaban semanalmente en el
diario El Mundo, Arlt se
mantuvo a la sombra, o a la vanguardia literaria durante gran parte de la
décadas de los años 40s, 50s, y principios de los 60s, cuando experimentó un resurgimiento
progresivo gracias a algunos críticos como Ricardo
Piglia. La literatura arltiana tiene matices lúgubres, aunque sus
personajes suelen ser idealistas.
En su obra la miseria humana y los paisajes
sombríos retratan permanentemente a la contrastante Buenos Aires de principios
de siglo.
Roberto Arlt aparece como un
personaje cambiante algunas veces contradictorio. Arlt modificó el día de su
nacimiento en algunas de sus autobiografías, y hay nombres diferentes en su
partida de nacimiento y en el acta de su bautismo. Su padre, llamado Carlos
Arlt, era de origen prusiano y hablaba alemán; su madre, Ekatherine
Lobstraibitzer, había nacido en Trieste, y su lengua original era el italiano.
Roberto Arlt firmaba sus primeros
textos autobiográficos como Roberto Godofredo Christophersen Arlt, modificación
de su nombre, que era propiciada por el propio escritor. En la constancia
escrita de su bautismo, aparece como “Roberto Emilio Gofredo Arl”. El mismo
escritor hacia referencias a su vida con una imagen de niño terrible y rebelde
en su infancia y en las escuelas del barrio de Flores donde vivió con sus
padres; revoltoso y mal alumno frente a sus maestros, pero concluye
satisfactoriamente el quinto grado, en esa época el último año de la primaria
que termina ya un adolescente de 14 años.
Su
familia vivía en condiciones económicas difíciles, su padre con momentos
estables se desempeñó como tenedor de libros en algunas casas comerciales
alemanas y abandonaría a su familia para instalarse en Corrientes y Misiones,
en donde se emplea en empresas dedicadas a la explotación de la yerba mate.
Arlt fue estimulado por su madre en sus estudios y simultáneamente ella lo
impulsa a trabajar desde muy chico niño para ayudar a sustentar los gastos
básicos de a su familia.
Roberto Arlt
adolescente se llevó mal con su padre, quien era violento y lo sometía a
severos castigos corporales. En un momento el padre lo echa de su casa y durante
esos años Arlt efectúa diversos trabajos para poder subsistir; dependiente en
una librería, en un taller mecánico, en el puerto, en una fábrica de ladrillos
y a veces como pintor. El adolescente Arlt conoce las librerías de su barrio.
Compra, vende y alquila en esas librerías los libros que elige leer, le
apasionan los folletines y también manuales técnicos, de divulgación científica
y los libros de ciencias ocultas. Hacia 1916 conoce a Conrado Nalé Roxlo, quien
será su amigo intelectual durante muchos años y compartirá lecturas y cierta
pasión por Baudelaire en esa época.
Por
estos años de adolescencia, sus lecturas iniciales son los diversos tomos del
folletín, Las hazañas de Rocambole de Pierre-Alexis Ponson du Terrail. También Arlt además de su
fervor por Baudelaire, ha señalado leer a autores como Verlaine, Carrere y
Murger. La influencia de esos autores y, especialmente, el de Las
hazañas de Rocambole se reconoce en el personaje Silvio Astier
en su primera novela El juguete rabioso (1926). Arlt es en los comienzos del
siglo XX un escritor que proviene de la clase media de escasos
recursos económicos, hijo de inmigrantes pobres, educado en la escuela pública
y de formación autodidacta en su territorio que es el del barrio de Flores de
la ciudad de Buenos Aires. Tiempos de tertulias, de bibliotecas públicas,
socialistas, anarquistas, en medio de los centros de cultura barrial, el
periodismo y las publicaciones populares.
En esa etapa de iniciación en la escritura, sus
lecturas son diferentes a las de otros narradores argentinos de su generación.
No tiene la formación europea de Borges, menos aún la de escritores como Adolfo
Bioy Casares, ni era de los intelectuales colaboradores de la revista Martín
Fierro o Sur. Arlt posee una cultura de “mezcla”, el
lenguaje de sus relatos es una empresa apasionada con influencia del
italo-alemán familiar en la sintaxis y el tono del habla hispana rioplatense. Él afirmaba que cuando se tiene
algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sus obras de
algún modo representan los indicios de la etapa de modernización de la cultura
y el imaginario social en el Buenos Aires de los años 1920 y 1930.
Arlt publica su primer cuento, titulado “Jehová” en la Revista Popular,
en junio de 1918, y comienza escribir hacia 1919 su primera novela, El juguete rabioso, que inicialmente se llamaba La vida puerca. El 28 de
enero de 1920 publica en Tribuna Libre un ensayo literario titulado Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires; en el
centro de la tapa del folleto hay una foto del mismo Arlt y lo firma con el
nombre de Roberto Godofredo Arlt.
La narrativa de Arlt puede calificarse de
expresionista, una de las formas de la vanguardia histórica de los años veinte,
pero no participó ni perteneció al grupo de la revista Martín
Fierro, publicación de la vanguardia poética porteña, ni se vincula
durante la década del treinta al grupo de escritores, quienes como Borges y
otros, que estuvieron relacionados con la revista Sur, que
dirigía Victoria Ocampo. Tampoco perteneció al grupo de Boedo, de los escritores realistas de las décadas de en los 20 y
los 30, aunque Raúl Larra intente ubicar a Arlt en esta corriente literaria.
En enero
de 1926 Roberto Arlt comienza a colaborar de un modo estable en la revista Don Goyo. Los
textos de Arlt son narraciones breves, escritas en primera persona, con fuerte
presencia de elementos autobiográficos y de algún modo vienen a ser algo así
como los antecedentes de sus famosas aguafuertes del diario El Mundo.
En las veintidós crónicas y relatos que publica en el término de un año
en Don Goyo, se destaca su habitual ironía y una visión crítica de
situaciones de la vida real, mezclando personajes imaginarios con personas
conocidas.
Arlt se convierte en un novelista exitoso, sobre todo por el reconocimiento de la crítica que recibe por Los siete locos, no le va tan bien con Los lanzallamas y pese a que la reedita a los pocos meses de su publicación, no tiene una buena recepción crítica. En ese momento Arlt escribe intensamente y con cierta urgencia otra novela, y la anuncia en su edición de Los lanzallamas. Sera su cuarta novela y aparece con el título con que la había anunciado, El amor brujo, en 1932, cuando Arlt toma conciencia del reconocimiento de su obra como escritor y esta situación es probablemente la que lo impulsa a escribir en 1931, a manera de prólogo en Los lanzallamas, sus “Palabras del autor” donde les contesta a sus detractores que lo acusan de escribir mal, estableciendo una diferencia entre su perfil de escritor periodista, con poco tiempo para escribir y el de quienes por su situación de clase y nivel económico tienen mucho tiempo para hacerlo.
El
relato policial, tuvo grandes cultores en la literatura argentina del siglo XX,
y también le interesó a Roberto Arlt. El
crimen casi perfecto(1940), Un argentino entre gansters(1937) y El misterio de los tres sobretodos(1937).
Roberto Arlt en los cuentos de El criador de gorilas, conjuga en
su construcción elípticamente lo fantástico y el policial. Con la mezcla de estos géneros,
Arlt produce un desplazamiento del canon del fantástico en una nueva
dimensión que exacerba la búsqueda del límite de las pasiones y la
"otredad" cultural.
Sobre Roberto Arlt ha dicho HA
Murena (https://tinyurl.com/yprycpx9
) que se defendió con orgullosa amargura: “se
dice de mi que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría
dificultad en citar anumerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente
leen correctos miembros de su familia”. Arlt lo que trasmitió a sus
personajes a semejanza con Dostoiewski, fue que los argentinos como los rusos
sienten una especie de ilegalidad vital, una desvalorización de sus
existencias.
La muerte le llegó sin aviso a la
madrugada del domingo 26 de julio de 1942, en la cama con su mujer. Pasó del
sueño, al que tanto le temía, ya que muchas veces no podría dormir sin una luz
encendida, al sueño eterno.
Maracaibo, lunes
14 de octubre de 2024
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