A
mediados de la década de 1960, un médico húngaro llamado Endre Mester (1903–1984) hizo
brillar un láser de baja potencia sobre la piel afeitada de un ratón. En realidad, y sin
saberlo, fue el pionero de los rayos lasser.
En 1967, antes de que
se inventase el rayo lasser, Mester comenzaba a experimentar con este en casos
de cáncer de piel. Hoy en día existe la llamada medicina alternativa que se usa la terapia lasser para
cicatrizar heridas, y otros efectos como la tuberculosis, problemas temporomandibulares, el túnel de carpo, las
fibromialgias, la osteartritis y hasta en la artritis reumatoide.
Aunque Mester
buscaba efectos sobre el crecimiento de tumores, detectó un efecto secundario inesperado (la luz
roja parecía estimular el crecimiento del pelo en los ratones) y sus estudios
posteriores, al ver que su aplicación mejoraba la cicatrización de heridas,
llevaría sin esperarlo a que 60 años después, el descubrimiento accidental de
Mester ha conducido a procedimientos clínicos y a tener dispositivos domésticos
que utilizan los diodos emisores de luz (LED).
Un LED (del inglés light-emitting
diode) también es denominado “diodo
emisor de luz” y es una fuente luminosa en la que la luz
está constituida por un material semiconductor dotado
de dos terminales. Se trata de un diodo de unión p-n,
que emite luz cuando está activado. Se denomina unión p-n, a
la estructura fundamental de los componentes electrónicos semiconductores principalmente (diodos y transistores).
Es la unión metalúrgica de dos cristales,
generalmente de silicio (Si), aunque también puede usarse germanio (Ge),
y la naturaleza de un p-n varía según
su composición a nivel atómico. Esta es la base del funcionamiento de la energía solar fotovoltaica.
Hablamos
de un LED como de una lámpara de estado sólido que usa como
fuente lumínica, ledes (light-emitting
diodes, o “diodos emisores de
luz”). Debido a que la luz que emite un led no es muy intensa, para
alcanzar una luminosidad similar a las de lámparas incandescentes o
fluorescentes compactas, las lámparas led están compuestas por agrupaciones de
varios ledes, según la intensidad luminosa deseada.
También posible con láseres fríos, la
fototerapia de "bajo nivel" o "baja potencia" la cual requiere
un determinado nivel de potencia (medido en milivatios
por centímetro) para ser eficaz, sin el calor dañino de las luces de alta
potencia. Desde mascarillas faciales y corporales, hasta varitas portátiles,
los productos de fototerapia de baja potencia prometen todo tipo de beneficios
antienvejecimiento, rejuvenecedores y cicatrizantes.
En la electroluminiscencia, el color de la luz generada (que depende de la energía de los fotones emitidos) viene determinado por el ancho de la banda del semiconductor. Los ledes son normalmente pequeños (menos de 1 mm²) y se les asocian algunos componentes ópticos para configurar un patrón de radiación. Actualmente las lámparas de led se pueden usar para cualquier aplicación comercial, desde el alumbrado decorativo y vial. Las mismas poseen ventajas, desde un considerable ahorro energético, el arranque instantáneo, su resistencia a los encendidos y apagados continuos y su mayor vida útil, aunque su costo inicial es elevado, la vida útil de un solo LED es de 100.000 horas.
En las décadas transcurridas desde
los revolucionarios ensayos de Mester con ratones, la investigación y el desarrollo
de la fototerapia ha despegado con resultados prometedores. Daniel Barolet,
investigador y médico dermatólogo especialista en laserterapia y profesor adjunto
de la Universidad McGill, se pregunta si…
¿Merecen la pena estos aparatos, que pueden costar cientos e incluso miles de
dólares? Los expertos analizan las ventajas y limitaciones de la
fototerapia y lo que los consumidores deben saber antes de hacer la inversión.
En la actualidad, la fototerapia LED,
o "fotobiomodulación" (PBM, por sus siglas en inglés), como se conoce
más exactamente, utiliza luz suave de baja intensidad dentro del espectro
visible (típicamente azul, roja o casi infrarroja) para estimular los procesos
fisiológicos naturales. Como dice Barolet: PBM que significa simplemente "usar la luz para dar a nuestras células un
empujoncito en la dirección correcta”. Glynis Ablon, dermatóloga y
profesora clínica asociada de la UCLA (en Estados Unidos), afirma haber
observado efectos espectaculares en sus pacientes sometidos a terapia con luz
azul. "Lo que notarán, sólo con
estos LED, es que su acné mejora, que el nivel de lesiones inflamatorias se
reduce, que su piel en general empieza a tener mejor aspecto".
En
cambio, la luz roja y la casi infrarroja tienen longitudes de onda más largas
que pueden dirigirse a
las células de la piel o penetrar más profundamente en el organismo.
Según Barolet, cuando la luz de esta gama penetra en las células, "desencadena una reacción en
cadena" en las mitocondrias. Este proceso metabólico produce varias
moléculas importantes, como ATP y óxido nítrico, que son fundamentales
para funciones corporales básicas como la producción de energía y un flujo
sanguíneo sano.
La aplicación de luz roja y casi
infrarroja tiene un efecto dominó, estimulando la producción de colágeno y la circulación sanguínea. A nivel superficial, esto puede acelerar la cicatrización de heridas, como quemaduras o úlceras, e incluso reducir los signos del envejecimiento, como arrugas y manchas marrones. Aunque
la piel es el órgano más grande y visible del cuerpo, en teoría todas las células pueden beneficiarse de la
terapia con luz roja o casi infrarroja.
En general, los tejidos que más
mejoran son los que se encuentran en estado de agotamiento o alteración (como
la piel quemada por el sol), según Alexander Wunsch, médico y experto en
fotobiología, dice que “Por supuesto, la
fototerapia no es una panacea para tratar la piel ni ninguna otra afección”.
"Tiene una base científica real y funciona clínicamente", afirma
Zakia Rahman, profesora clínica de dermatología de la Facultad de Medicina de
Stanford (EE. UU.); "pero no va a
tener el nivel de efecto espectacular que tendrían tratamientos más agresivos
en un entorno médico".
Aun así, los LED tienen ventajas
claras: no son invasivos, no duelen y son prácticamente inocuos, la exposición prolongada a la luz azul, próxima
al espectro ultravioleta, también puede dañar, envejecer o irritar la piel, pero las investigaciones a largo
plazo siguen siendo limitadas. Según Barolet, en el caso del rojo y el casi
infrarrojo, los únicos problemas potenciales son los de las personas alérgicas
al sol o con ojos muy sensibles.
"Piensa en la fotobiomodulación como en tu taza de café matutina...
pero con luz", dice Barolet; "es como una
llamada de atención que pone en marcha todos esos pequeños procesos celulares,
ayudando al cuerpo a repararse, rejuvenecerse y llenarse de energía".
Durante gran parte de la historia de
la humanidad, habríamos obtenido
estos beneficios directamente del sol, pero ahora pasamos más tiempo
dentro de casa, con una iluminación interior a menudo de tonos fríos. "Cuando utilizamos la
fotobiomodulación, nos limitamos a cortar los rayos UV malos. Sólo utilizamos
los que curan", explica Barolet;
"es biomimetismo, pero aprovechas lo que es bueno para la piel y eliminas
lo que no es bueno para ella".
En última instancia, tanto si te
sometes a un procedimiento clínico como si utilizas mascarillas caseras, los
expertos aconsejan seguir el tratamiento y no esperar resultados inmediatos. Mientras
que la cicatrización de las heridas puede ser más rápida, según Wunsch, los
efectos sobre una piel sana que envejece con normalidad pueden ser lentos y
acumulativos: "Hay que invertir en
el cumplimiento en la primera fase, y se obtendrán las recompensas en cinco o
10 años".
Maracaibo, martes 29 de octubre del año 2024
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