viernes, 25 de agosto de 2023

La poética y las epidemias

 

El 22 julio, del año 2019 el Dr Rafael Muci-Mendoza al rememorar la epidemia de peste que asolaría a Venezuela desde que se inició este siglo XXI, recordaba la peste bubónica de Caracas en 1908, aquella que hizo su debut en La Guaira y sabiamente diría: “Esta peste que ha diezmado al país tiene sus prolegómenos en la tragedia de La Guaira”.

Nos recordó entonces como: “Rafael Rangel (1877-1909), en mala hora, fue envuelto en la vorágine política; recuérdese que Castro le había protegido y dotado su laboratorio de numerosos aparatos e insumos; luego de haber enviado información telegráfica de ¨no haber encontrado en los cultivos el cocobacilo de Yersin¨, la propaganda oficial dictó la voz de ¨alarma infundada¨, lógicamente desvelada por la rápida acción del restaurador de Venezuela… Veinte días después, en abril de 1908 surgieron nuevos casos, se retomaron cultivos y se aisló la bacteria”.

El Dr Rafael Muci-Mendoza relataría también una anécdota personal: “Nuestro venerado Maestro Félix Pifano (1912-2003), padre de la medicina tropical venezolana, me comentó en una singular ocasión que el error de Rangel fue el haber tomado las muestras para cultivos de bubones ya abiertos y secundariamente infectados por otros gérmenes donde el cocobacilo ya no podía aislarse. El venerable doctor José Gregorio Hernández (1864-1919) le sugirió hacer punciones en bubones íntegros, lo que condujo a la obtención de cultivos positivos… Este tema de las epidemias y sus tragedias, como la padecida por el bachiller Rangel ha sido ya tratado repetidamente en este blog (lapesteloca), (https://tinyurl.com/42y3t5bp).


Hace ya 4 años cuando el 21 de julio de 2019, Jacqueline Goldberg (1966) escribiría… “Mi madre, sus horas lentas, nuestra casa no tan distante, a oscuras. Mi madre en una Maracaibo que se va pareciendo a ciudades míticas del fin de un mundo. Asediadas, carcomidas, empeoradas, atadas al desasosiego con un ahusado y siniestro cordel de lágrimas. Maracaibo que no es Pompeya, en la mortaja cenicienta del Vesubio. Maracaibo que no es Prípiat, a juro vaciada por las arcadas de Chernóbil. Maracaibo que no es Numancia, caída tras quince meses de asedio y un hambre que prefirió el suicidio antes que recordar el verano. Maracaibo que no es Camposanto, arrastrada por el lodo del volcán del Nevado del Ruiz, tan activo desde el Pleistoceno temprano, tan epitafio. Maracaibo que no es Troya, ni Bagdad, ni Hirsohima, ni Belchite, ni Lídice, ni Nagasaki, ni Kabul, ni Corioli, ni Alepo, ni Gomorra. Maracaibo que ya tampoco es Maracaibo”.


Este sentido detalle narrativo con visos de mirada histórica, sobre su ciudad natal, fue tomado de “Los pequeños episodios” un seriado de crónicas promovido por Norberto José Olivar (1964) quien como escritor también zuliano, historiador y profesor universitario Doctorado en Ciencias Políticas, ha publicado Los guerreros(1999), El misterioso caso de Agustin Baralt(2000), El hombre de la Atlántida(2003), La ciudad y los herejes (2004), Un cuento de piratas(2007), Un vampiro en Maracaibo(2008) Cadáver exquisito(2010), El Príncipe Negro. Notas de un hombre lobo (2011), El polvo de los muertos (1013), y El fantasma de la Caballero (2015).

Jacqueline Goldberg, es poeta, y también escritora y editora; nacida en Maracaibo, es autora de más de treinta libros; doctora en ciencias sociales y licenciada en letras. Es cofundadora y gerente editorial de Fundación La Poeteca. Su poesía ha sido antologada en varios países. Ha recibido importantes reconocimientos, entre los que destacan el Premio Los Mejores Libros del Banco del Libro (1992 y 2020), el Premio Fundación Cuatro Gatos (2020), el Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana (2012), el Premio de Poesía de la Bienal Mariano Picón Salas (2001), el Premio Nacional de Literatura Infantil Miguel Vicente Pata Caliente (1993).

Jacqueline Goldberg se define así en internet: “soy Doctora en Ciencias Sociales y Licenciada en Letras; hice un diplomado en Cultura y Alimentación en Venezuela y otro en Gerencia Cultural. Tengo vasta experiencia en el sector editorial, promoción de libros, coordinación de eventos literarios, manejo de redes sociales y redacción de todo tipo de contenido. Mi trabajo literario aparece incluido y reseñado en antologías en más de quince países”. La modestia no es en ella un detalle muy relevante… Podemos escucharla al escribir:

“Mi abuela materna se carteó con sus padres apenas unos pocos años después de instalarse en Maracaibo en 1932. El correo permitía entonces silencios que la precariedad no trasmutaba en engaño. Escribía que su piel soportaba el solazo, que se entendía con el esposo que conoció una vez casada, que todo iba bien, que tenía hija de ojos marinos. Tampoco abundaban detalles sobre la cotidianidad en la lejanísima Druskininkai, el hambre, el antisemitismo, el frío. Luego las cartas dejaron de llegar y las suyas se devolvieron. Tras la Segunda Guerra Mundial mi abuela envió los nombres amados a la Cruz Roja Internacional y a organizaciones judías. Jamás hubo respuesta. No sabemos en qué campo fueron asesinados mis bisabuelos, si acaso la hermana consiguió sobrevivir en otra ciudad, con otro nombre. Eran tiempos sin respuestas. El dolor un hachazo”.

De esta manera, inadvertidamente o de forma un tanto sinuosa, regresamos a la peste bubónica y recordaremos una película documental, premiada como el mejor documental en el Festival Internacional de Cine Infest de Nueva York en 2018. dirigida por el cineasta venezolano Gustavo Tovar Arroyo “Chavismo: La Peste del siglo XXI” Un filme que el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, para la época y a través de un tribunal de Caracas, ordenó muy pronto la prohibición de la proyección del documental específicamente, en la Universidad Simón Bolívar así como en universidades públicas y otros espacios públicos en general por presunto delito de incitación y promoción del odio…

Así hemos recorrido desde la peste bubónica en la Guaira comenzando el siglo XX a 1939 cuando la abuela de Jackeline todavía no conversaba con su nieta de ojos marinos sobre Druskininkai, del hambre, el frío y la tragedia del antisemitismo, y así, la niña, se quedaría sin saber en cual campo de exterminio desaparecieron sus bisabuelos; pero se hizo poeta, y es escritora de Maracaibo para el mundo y Norberto José Olivar quien fue en 2011 el Ganador del VI Premio Internacional de Relato de Radio Exterior de España con “Odio a las iguanas” y finalista del Premio Internacional de Cuentos Juan Rulfo con “El hombre de los seis espíritus” en 2012, en 2017 vería estrenarse la película El vampiro del lago, filme dirigido por Carl Zitelmann que está basado en su novela Un vampiro en Maracaibo.

¡Qué más queréis! Es la expresión maracucha que viene a mi mente ante este disparatado recuento de trabajo arduo y sostenido en el difícil por dos escritores de esta ciudad quienes transitan por el territorio usualmente árido de las letras… Quien tenga oídos, que oiga. Si quiere…

Maracaibo, viernes 25 de agosto del año 2023

 

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