Síntesis del caso Khashoggi
Arabia Saudí tiene el favor político
de gobiernos que ahora pudiese ser que se hallasen ante un dilema: ¿Defender
los derechos humanos o sus intereses económicos? La monarquía saudí, A través
de la compra de armamento sofisticado y de la inversión de su renta petrolera
en los Estados Unidos y en Europa, ha logrado el favor de gobiernos occidentales
y se ha consolidado con la creación de redes clientelares con la promesa de
mantener estables los precios del crudo. A partir de 1945 Estados Unidos forjó
un pacto con Arabia Saudí, y a cambio de tener acceso a petróleo, con un precio
estable desde 1973, Washington le ha garantizado protección a la monarquía
saudí, incluyendo la seguridad que Israel no les atacaría. Sin embargo, es del
conocimiento de las naciones del mundo algo Amnistía Internacional ha
denunciado: Arabia Saudí practica de forma sistemática la tortura, la pena de muerte,
viola el derecho internacional humanitario en Yemen y los derechos humanos en
general. Blogeros, periodistas
y defensores de derechos humanos han sido sentenciados a largas penas de
prisión y condenas a latigazos públicos por decir estas verdades. Algunos de
sus opositores han sido secuestrados fuera del país y llevados ilegalmente a
Arabia Saudí donde permanecen en prisión. El asesinato de Jamal Khashoggi es
casi la guinda de un horrendo pastel que forma parte de la persecución sistemática y practicada sin
decoro por la monarquía saudí con sus opositores.
En la actualidad, el príncipe
heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin
Salman, ha intentado exculparse de su responsabilidad en el asesinato del
periodista Khashoggi, lo que viene a demostrar el grado de impunidad con la que
cuenta la monarquía saudí entre los gobiernos occidentales, particularmente con
los Estados Unidos. La monarquía saudí tan solo está actuando con la impunidad
que durante años de complicidad con los Estados Unidos y, más recientemente, en
la administración Trump, le indicaron que podría ejercer, sin temor a
represalias. Khashoggi era un periodista que formaba parte de la élite del
país, pero había evolucionado hacia posiciones democráticas. En 2015 lanzó en
Bahréin una emisora de televisión regional que emitía análisis y contenidos
críticos de las monarquías del Golfo, la cual, casi de inmediato fue cerrada
debido a las presiones de Riad. El analista español Mariano Aguirre, ha
señalado recientemente que el asesinato del comentarista del Washington Post
Jamal Khashoggi es el resultado de la impunidad con la que cuenta la monarquía
saudí entre los gobiernos occidentales, particularmente Estados Unidos. Hay que
destacar que es bien sabido que otros países, como Gran Bretaña, Alemania,
Francia y España, se han beneficiado de esa componenda, lo cual ha llevado a
sus gobernantes a cortejar a la monarquía saudí. Recientemente, nada menos que el gobierno socialista
de Pedro Sánchez autorizó la venta de armas a Arabia Saudí, pese a las
denuncias de que serán usadas en la guerra en Yemen.
Al igual que le ocurre a los Estados
Unidos con Israel, Arabia Saudí considera que no tiene que hacer siempre todo
lo que Washington le ordene. Cuando el presidente Trump insinuó que el caso
Khashoggi podría llevar a Estados Unidos a imponer alguna penalización, el gobierno
saudí rápidamente reaccionó indicando que no estaba dispuesto a recibir “ninguna presión” y que en ese caso “responderá con acciones más grandes”,
recordando que el reino tiene un potencial petrolero que le hace “cumplir un papel de vital y de fuerte
influencia en la economía global”. Trump no volvió a hablar de
penalizaciones y aceptó las diferentes inverosímiles versiones que Riad fue
dando sobre el asesinato. La monarquía saudí cuenta con que podrá salir de este
aprieto gracias a su poderío económico. Turquía, por ejemplo, se encuentra en
una difícil situación financiera, y Riad puede ofrecerle préstamos con muy bajo
interés, o casi gratis, o condonarle parte de su deuda externa a cambio de que
no muestre evidencias que comprometan al príncipe heredero saudí. El gobierno
alemán ha anunciado que hasta que no se aclaran las circunstancias del
asesinato congela la venta de armas a Arabia Saudí. Pero el presidente Trump ha
dejado en claro su posición. “No lo quiero hacer y francamente ellos
tienen un enorme pedido (de armas) de 110 000 millones (de dólares). Son 500.000 empleos. Es el pedido más
grande de la historia de nuestro país de un ejército extranjero, ¿y lo vamos a
desechar?”… ¡Recojan los vidrios, decimos por acá…
Maracaibo 23 de octubre del 2018
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