Gregorio IX y Federico II
Gregorio
IX,
(1170-1241) de nombre Ugolino de Segni,
era sobrino del papa Inocencio III quien lo nombraría
sucesivamente, capellán papal, arcipreste de San Pedro, cardenal diácono de San
Eustaquio (1198) y cardenal obispo de Ostia
y Velletri (1206). En 1217,
bajo el pontificado de Honorio III, fue delegado en Lombardía y Toscana donde predicó la Sexta Cruzada. Federico II de Hohenstaufen
(1194-1250) era hijo de Enrique VI, Emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, y de Constanza, hija de Rogelio II. Federico era nieto de Federico
Barbarroja y de Rogelio II de Hauteville. Federico demostró ser una de las figuras
más interesantes de la historia universal por sus cualidades extraordinarias y
su carácter excéntrico, fue apodado “stupor
mundi”. Ugolino de Segni fue elegido papa el 19 de marzo
de 1227, y adoptó el nombre de Gregorio IX. Contaba en ese
momento con cincuenta y siete años y su pontificado se extendería durante otros
catorce años.
A la muerte de su madre, Federico
fue coronado Rey de Sicilia el 17 de mayo de 1198. El papa Inocencio III se encargó de la tutela de
Federico hasta que fue mayor de edad; el papa le indujo a que se casara en 1209 con Constanza de Aragón y de Castilla, viuda del Rey Emerico de
Hungría. La unión de los reinos de Alemania y de Sicilia no sería visto con buenos
ojos ni por los normandos, ni por el papa. El Reino de Sicilia entonces comprendía también el sur de
Italia hasta la Campania, y Federico modificaría las leyes de su abuelo Rogelio II
de Sicilia, y reorganizó el reino de Sicilia como una monarquía
autoritaria, con un gobierno centralizado. La primera medida de Gregorio IX como Pontífice fue
excomulgar al emperador Federico II, emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, argumentando
el recién nombrado papa, las continuas demoras en su participación en la Sexta
Cruzada. Esta excomunión llevó a los partidarios del emperador a que se alzaran
contra Gregorio obligándolo a abandonar Roma para refugiarse en Viterbo y posteriormente en Perugia.
La
primera medida de Gregorio IX como Pontífice fue excomulgar al emperador Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, argumentando el recién nombrado papa,
las continuas demoras en su participación en la Sexta Cruzada. Esta excomunión
llevó a los partidarios del emperador a que se alzaran contra Gregorio
obligándolo a abandonar Roma para refugiarse en Viterbo y posteriormente en Perugia. Federico II decidirá entonces, para probar la
injusticia de su excomunión, dirigirse a Tierra Santa, hacia donde
partirá en 1228, sin la bendición papal,
al frente de un reducido ejército que sin embargo logró conquistar la isla de Chipre y en 1229, hacerse con Jerusalén, Belén y Nazaret. No obstante, Gregorio IX no responderá con la
absolución de Federico, y diría que las acciones del emperador en Tierra Santa
no podían calificarse como guerra santa ya que estaba
excomulgado, y decidió liberar a los cruzados del voto de obediencia al
emperador. Federico II al conocer que el Papa, junto a la Liga Lombarda, estaba
invadiendo su reino de Sicilia, se vio obligado a regresar.
El
emperador y rey de Sicilia, desembarcó en Brindisi y derrotó a las
fuerzas pontificias y lombardas expulsándolas de sus territorios. El conflicto
finalizaría con la firma en 1230 de la Paz de San Germano, a cambio de que el Papa revocara su excomunión. En febrero del año
siguiente 1231, Gregorio IX le otorgará estatuto jurídico a la Inquisición, organismo de la
Iglesia que había sido creada transitoriamente apenas unos años antes para
combatir el Catarismo o
herejía albigense. La Paz de San Germano no duró mucho y Gregorio llegaría de
nuevo a un ineludible enfrentamiento con Federico. En 1237, las tropas imperiales derrotaron a la liga lombarda
en la Batalla de
Cortenueva y en 1239, el Papa encontraría la excusa apropiada para volver
a excomulgar a Federico II. Inmediatamente ordenó una cruzada contra el
emperador, e intentó que los príncipes alemanes eligieran un nuevo rey pero no
logró su objetivo por lo que decidió convocar a un concilio en Roma para
celebrarlo en 1241, reunión que evidentemente
no tenía otra motivación que la deposición y sustitución de Federico por lo que
el Emperador ordenó a sus tropas que apresaran a todos los que viajaran a Roma
con la intención de participar en el mismo, y con la detención y
encarcelamiento de más de cien clérigos Federico II impidió la celebración del
sínodo. Poco después, el 22 de agosto de 1241 fallecía Gregorio IX a la de edad
de setenta y un años.
Federico II fue conocido en su
tiempo como «stupor mundi» por su carácter extravagante, despreciando
los convencionalismos sociales, tales como las relaciones de vasallaje, el
concepto de honor, etc. A diferencia de otros monarcas de su época hablaba
nueve lenguas (latín, siciliano, alemán, francés, griego y árabe) y escribía en siete. Fundaría
la escuela
poética siciliana, y profundizó en la filosofía, la astronomía, las matemáticas, la medicina y las ciencias
naturales. En 1224 fundó la Universidad
de Nápoles. Escribió poesía, algunos libros De arte venandi cum avibus y un tratado de cetrería considerado como el primer libro moderno de
ornitología.
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