Los gatos y Abigail
Dedicado a: Ayarit, y a Fernando
Abigail Tucker es corresponsal
de la revista Smithsonian, en la que ha escrito sobre diversos temas,
desde antropología vampírica a la vida marina luminiscente, pasando por la
arqueología de la cerveza antigua. Su trabajo se ha publicado en la serie de
libros Best American Science and
Nature Writing y ha sido reconocido por la National Academy of Sciences. Abigail Tucker es autora del libro "The
Lion in the Living Room: How House Cats Tamed Us and Too Over the World",
a partir del cual se publicó un ensayo que quiero presentar aquí,
parcialmente…
“Cada 8 de agosto
se celebra el Día Internacional del Gato. Los gatos son animales
singulares amados por muchos y temidos por otros. Un estudio reciente del ADN
felino mostró cómo los gatos dejaron sus tierras nativas en el Oriente,
escabulléndose con los navegantes humanos (incluyendo a los vikingos) y luego
siguieron invadiendo una gran cantidad de hábitats por el mundo. Su éxito
virtual se origina en su biología real. Los gatos son solitarios,
hipercarnívoros hechos para: comer carne. Cada fibra del ser felino ha evolucionado
para cazar y emplean un acercamiento característico para vigilar y emboscar.
Primero, se quedan muy quietos, esperan hasta que una presa pasa inocentemente
por ahí y luego saltan desde la maleza para capturarla. Acechar y abalanzarse
es perfecto para un voltearse de seis segundos o un breve tuit... Piensa en tus
videos favoritos de gatos en YouTube: un gato salta a una caja, o le da un
coscorrón a un bebé sin aviso, o sale disparado de debajo de la cama. Lo que
estás viendo es una emboscada”.
“Los hábitos
sociales de los gatos (o, más bien, la falta de ellos) también los hacen
mejores para la vida en línea. Los perros son animales muy sociables, cuyo
comportamiento refleja nuestras propias emociones, por lo que si no hay
personas cerca de ellos físicamente pueden verse como seres inacabados. Los
gatos, en cambio, son independientes. Como necesitan cantidades asombrosas de
carne, son solitarios por necesidad, y patrullan solos largos tramos de
territorio. Se desempeñan mejor cuando están totalmente aislados, y sentimos
casi la misma satisfacción cuando admiramos a un gato en una pantalla de
computadora que cuando vemos a uno echado en nuestra alfombra”.
“Como cazadores
que vigilan y esperan, los gatos tienen grandes ojos redondos justo en el
centro de su cabeza, lo que les da una excelente profundidad de percepción
cuando se agachan para matar. Tienen pequeñas narices respingonas, puesto que
espían desde sus escondites en lugar de olfatear a sus presas por kilómetros,
como los perros. Tienen caras redondas y “mejillas” regordetas, resultado de
una mandíbula corta y poderosa, diseñada para dar mordidas asesinas. Estas
características faciales, crean una síntesis aterradora de la fatalidad felina,
también conforman lo que los humanos consideramos como algo lindo. Nos
recuerdan a nuestros propios rostros, en especial a los de nuestros bebés, ya
que los humanos también tienen grandes ojos al centro de la cabeza, que usamos
en gran parte para leer las expresiones faciales de los demás. A través de esta
semejanza entre especies, asombrosa pero accidental, las caras de los gatos nos
invitan a comunicarnos”.
“En la
naturaleza, los gatos no se comunican mucho. La mayoría interactúa con otros
miembros de su misma especie solo cuando luchan o se aparean. A diferencia de
los perros que viven en manadas y cuentan con un gran repertorio expresivo, los
gatos tienen caras que son lienzos vacíos. Como sugiere John Bradshaw, el
conductista de animales, sus rostros son sorprendentemente humanos pero también
perpetuamente impávidos. Hasta hace medio siglo, más o menos, la mayoría de los
gatos que eran mascotas vivían afuera de la casa y (precisamente porque son
solitarios, enigmáticos y en gran medida nocturnos para iniciar sus
actividades) raras veces los veíamos por periodos largos. Solo recientemente,
con el advenimiento del “gato de interiores” hemos tenido acceso a verlos todo
el tiempo y ahora tenemos la capacidad de conocerlos mejor e inmortalizar cada
uno de sus movimientos”.
Hasta aquí las
opiniones de Abigail Tucker quien en sus investigaciones
sobre la domesticación e historia felina, también no ha dejado de recordar la
triste y verdadera historia de los gatos que señalo a continuación. «En 1223, el papa Gregorio IX escribió Vox
in rama, una bula papal que describe orgías de brujas confraternizando con
Lucifer disfrazado de gato negro. Aunque el documento también implicaba a ranas
y patos, un prejuicio antifelino barrió Europa y un incontable número de gatos
fueron posteriormente cazados y ejecutados bajo sospecha de brujería» La creencia religiosa de que estos
felinos eran entidades malignas, habitualmente relacionados con la brujería u
otra obra del demonio llevó a la sociedad a ahuyentarlos de los grandes núcleos
urbanos, a tal grado que resultaba común la quema de gatos (especialmente los
de color negro). Esto provocó un aumento natural de ratas negras, el vector
principal de la bacteria causante de la peste negra: Los gatos comenzaron a aparecer frente a los
ojos del europeo medieval como intrusos, seres no deseados que representaban
herejía y desobediencia (la misma que dentro de la fe cristiana, pretende el
diablo para alejarse de las enseñanzas de Dios). Ya hablaremos otra vez sobre los
gatos, en otra oportunidad…
Maracaibo 4 de octubre 2018
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