Clouzot y el
suspenso en el cine
El día 9 de este mes de agosto, al hablar sobre Simone Signorett me
referí al film de Clouzot “Las
diabólicas” recordando nuestras aventuras cinéfilas en el Cine Venecia
a una cuadra de mi casa y me quedé corto al no decir nada más sobre este
director de cine francés de cuyo filme más famoso me quisiera ocupar hoy,
brevemente… Henri-Georges
Clouzot (1907-1977) fue un director, guionista y productor de cine francés, autor de clásicos como
Manon, El cuervo, El salario del miedo, Las diabólicas y La
verdad. Clouzot está situado entre
el primer cine francés y la nouvelle
vague.
Sin ser un revolucionario del lenguaje cinematográfico, logró crear atmósferas
opresivas y sórdidas, y nos mostró unos personajes de instintos primarios y de ambivalencia
moral. La tuberculosis lo postró en cama durante algunos años lo cual le llevó
a leer muchas novelas de detectives y quizás ellas forjaron su perspectiva
negativa de la sociedad. Sus primeras películas (El asesino vive en la 21) tenían un cierto toque de humor
que el autor hizo desaparecer en sus siguientes películas. Después de terminar sus estudios, trabajó de
periodista. En la década de 1930 trabajó en Berlín como supervisor de doblajes, y de regreso en
Francia, comenzó en el cine escribiendo guiones, para sí mismo y para otros
directores.
En 1942, durante
la ocupación alemana, el Ministerio de propaganda de Goebbels fundó la productora Continental-Films,
creada para reemplazar la producción de Hollywood, en la cual Clouzot
debutó como director en El asesino vive en la 21
(1942), para luego al año siguiente filmar El cuervo
(1943), película que causó polémica, que trata de la miseria moral de los
habitantes de un pueblo francés. La película fue tachada de colaboracionista, y le costó al
director cierta marginación en el ambiente del cine francés. Sin embargo pronto retomó
su actividad, y algunas de sus siguientes películas fueron premiadas en varios
festivales (Premio Internacional al mejor director del Festival
de Venecia
por En legítima defensa
(1947), y León de Oro del mismo festival, por Manon (1949). Fundó entonces una
productora propia, Vera Films,
por su esposa la actriz Véra Clouzot. En la década de 1950, dirigió el largometraje El salario del miedo, que fue premiado en el Festival
de Berlín
y en el Festival
de Cannes,
seguido de Las diabólicas (1954), el documental Le
Mystère Picasso (1956) y el filme La Vérité (1960),
con la participación de Brigitte Bardot. Henri-Georges Clouzot falleció
en París el 12 de enero de 1977.
En El salario del miedo
(1953) “Le salaire de la peur”, por primera vez, Clouzot escaparía
de los ambientes cerrados y negros de sus anteriores producciones, para concebir una película que si
bien es luminosa y soleada, está formada por dos partes bien diferenciadas. La primera es una larga exposición en la que vemos el lento transcurrir
de la vida en un mísero pueblo, perdido de un lugar no definido de Sudamérica, donde un grupo de aventureros que son como parias del destino, vagabundos
de diferentes nacionalidades, hablan en diferentes idiomas, español, portugués, inglés,
francés, alemán,,, Han recalado en ese pueblo que se les ha transformado
en una especie de prisión de la que no pueden escapar. Allí no hay dinero, ni trabajo y apenas hay comunicación con el resto del mundo y todos pasarán los días, esperando algún
acontecimiento que al parecer nunca llegará.
Un día a varios cientos de kilómetros del pueblo, se produce el incendio de un pozo de petróleo de una compañía extranjera y esta
situación llegará para plantear una oferta. Se ofrece una importante suma de
dinero para quien pueda ayudar a apagar el fuego del pozo petrolero
ardiendo. La oferta es vista como la posible salida de la
situación estancada para algunos de los personajes y la aceptarán quienes están dispuestos
a llevar una carga de nitroglicerina, necesaria para apagar el incendio, a través de unas carreteras pésimas y en condiciones de extremo peligro ante el riesgo de explosión de la carga.
A partir de ese momento, el film narrará el viaje de los dos camiones que transportan la nitroglicerina y de los cuatro conductores que han aceptado
el encargo. Aquí todo son exteriores, espacios
abiertos, luz y calor. Pero nunca como hasta ahora había sido el cine de Clouzot tan desesperado, ni su reflexión sobre el hombre tan
amarga. La película está impregnada del existencialismo en
boga para la época de su realización y vemos en sus personajes rasgos que nos remiten a Camus, o a Sartre. Todos resultan ser individuos destruidos
por la inutilidad y el vacío de vivir, sin futuro, iluminados de momento por la posibilidad de creer que el
dinero les dará una liberación que se presiente nunca va a llegar. En la segunda parte, Clouzot despliega todo su genio y crea una electrizante tensión narrativa que mantiene en vilo al espectador, con momentos de una frialdad y violencia casi insoportables. La crueldad que se siente al final con el personaje
interpretado por Charles Vanel, es para creer que pocas veces el cine nos ha ofrecido una secuencia tan escalofriante. El
destino del personaje protagónico Yves Montand codificó en nuestra mente
por lo inesperado la frase de “final de cine francés”. Dirigida con un absoluto dominio
del lenguaje y con una eficacia prodigiosa, nos comunica de forma ejemplar la tremenda tragedia narrada. La fotografía meticulosa, de naturalismo depurado, y las interpretaciones son formidables para completar el gran logro de esta película. El salario del miedo es un filme magistral y tuvo un extraordinario éxito popular, la crítica alabó unánimemente y supuso la consagración internacional de Clouzot.
Maracaibo
23 de agosto 2018
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