Lágrimas de San Lorenzo, las del cometa Swift-Tuttle.
Meteoro, es un concepto que se reserva
para distinguir el fenómeno luminoso que se produce cuando un meteoroide
(partículas de polvo y hielo o rocas de hasta decenas de metros que se
encuentran en el espacio producto del paso de algún cometa o restos de la formación
del Sistema Solar) atraviesa nuestra atmósfera, y, por efecto de la fricción,
se quema en las capas altas de la atmósfera.
Meteoro es sinónimo de estrella
fugaz, término impropio, ya que no se trata de estrellas. Cuando los meteoroides que no
se desintegran por completo en la atmósfera alcanzan la superficie de la Tierra
se les conoce como Meteoritos. Se
estima que unos 100 millones de meteoros pueden ser observados a simple vista
en todo el planeta a lo largo de 24 horas. En una noche oscura y despejada se
pueden detectar sin ayuda de instrumentos hasta 10 meteoros por hora, a
intervalos irregulares; sin embargo, en las épocas denominadas de lluvia de estrellas se
llegan a observar uno cada minuto. Las fechas más notables tienen lugar
aproximadamente el 12 de agosto (Perseidas) y el 13
de diciembre las Gemínidas. Cada cierto número de años se
repiten lluvias excepcionales en tasa de meteoros visibles por hora, como las Leónidas de 1966 y 1999.
Los enjambres de meteoros están asociados a los cometas. Después de la gran lluvia
radiante en la constelación del León (Leónidas) de
1833, Olmsted y Twlning, de Newhaven, reconocieron en 1834, la
existencia de un radiante que podía explicarse por un enjambre de corpúsculos
que se movía en una órbita regular alrededor del Sol. En 1861, Kirkwood afirmó
que estos corpúsculos eran restos de los cometas. Urbain Le Verrier publicó la órbita de las
Leónidas del mes de noviembre, y cuando Theodor von Oppolzer examinó
la órbita del cometa 55P/Tempel-Tuttle de 1866, se hizo evidente que
ambas eran idénticas. También en 1861, Schiaparelli demostró que las Perseidas del mes de agosto seguían la
órbita del cometa Swift-Tuttle de 1862. Galle y Weiss demostraron en 1861 que las
Líridas del 19
de abril recorren la misma ruta que el cometa de Thatcher. Finalmente, las Acuáridas del 30 de abril se
encuentran en la misma órbita del cometa 1P/Halley y las Andromédidas del 27 de noviembre provienen del cometa de Biela (1852) que se rompió en dos
pedazos en 1845 y desapareció después de su regreso en 1852.
De entre los radiantes más importantes, solamente
hay unos pocos cuya actividad se remonta a un pasado lejano. Las Leónidas, por
ejemplo, han sido señaladas desde 902; las Perseidas desde 865 y las Líridas desde el siglo V a. C. Las Leónidas, las Perseidas y las Líridas han sido observadas centenares
de años antes de que fuera descubierto el cometa con el que están asociadas. El
núcleo del cometa se va disgregando lentamente, dejando un difuso enjambre de partículas o rastro de polvo en su órbita. Poco
después que Whipple predijera que las partículas se desprenden del cometa a una
velocidad menor, Milos Pavlec presentó la idea de un rastro de polvo al
calcular cómo la mayor parte de los meteoroides, una vez liberados del cometa,
derivan a diferentes velocidades. Este fenómeno se explica por medio de las Leyes de Kepler, que
describen el movimiento de los objetos en órbita: al desprenderse, la mayoría
de las partículas derivan lateralmente a un lado o al otro del cometa. Camille Flammarion indicaba
a principios del siglo XX: "El
problema está, pues, lejos de poderse dar por resuelto".
El cometa
Swift-Tuttle (llamado formalmente 109P/Swift-Tuttle) fue descubierto
independientemente por Lewis Swift el 16 de julio de 1862 y por Horace Parnell Tuttle el 19 de julio de 1862. El cometa apareció de nuevo en 1992 y fue redescubierto por el astrónomo japonés Tsuruhiko Kiuchi. Su órbita, muy elíptica, está en resonancia 1:11
con la del planeta Júpiter de tal manera que, por cada once
órbitas completas del planeta gigante, el cometa cumple solo una. Según un
artículo en New Scientist la órbita del cometa podría llevarlo a impactar con
la Tierra o la Luna, aunque de suceder el impacto
posiblemente no tendría lugar durante los próximos dos milenios. Se predice su
encuentro más cercano con la Tierra se aguarda para alrededor del 15 de
septiembre de 4479. Este cometa ha sido descrito como "el más peligroso
objeto conocido por la humanidad". El Swift-Tuttle
es el objeto más grande conocido cuya trayectoria concurre con la de la
Tierra. Según la NASA, el cometa mide 26 km de diámetro (el asteroide que supuestamente acabó con los dinosaurios solo medía 10 km). A pesar de
todas estas predicciones a largo plazo, cada año, alrededor del 12 de agosto,
la Tierra atraviesa un campo de residuos dejado por el cometa Swift Tuttle, como si fuera una estela
de polvo dejada por un coche en un camino.
La proximidad al 10 de agosto, del máximo de la
lluvia de meteoros y por ser el día de la festividad del mártir español San
Lorenzo, las Perseidas son conocidas también como Lágrimas de San Lorenzo. La lluvia de estrellas de las Perseidas o
Lágrimas de San Lorenzo este año fue intensa, ya que no había Luna y las estrellas
fugaces eran muy visibles en el cielo. El fenómeno alcanzó su máxima intensidad las noches del 11 al 12 y
del 12 al 13 de este mes de agosto, sábado y domingo, con una intensidad
que alcanzó unas 50 y 100 “estrellas fugaces” por hora. Por ese motivo, cada año las Perseidas ocurren en la misma
época. El cometa Swift Tuttle, que
originó este campo de residuos, está
compuesto de polvo, hielo (agua, monóxido de carbono y dióxido de carbono) que gira en torno al Sol en una amplia órbita,
que tarda en recorrer 133 años. Este objeto, mucho más grande que una
montaña y que llega a los 24 kilómetros de diámetro, pasó por las cercanías del
Sol en 1992, y no volverá a hacerlo en 2126. Cada vez que se acerca al llamado
perihelio, el calor y la radiación solar no solo hacen que de él nazca una cola
de decenas de miles de kilómetros de largo, tan características de los cometas.
Además, el calor sublima el hielo,
produciendo géiseres y estallidos en la superficie del cometa. Por este motivo,
en el entorno del Swift Tuttle se
genera una nube de partículas de polvo, agua y hielo que permanece en la
retaguardia del cometa, tiempo después de este pase por un lugar. Las Perseidas
o Lágrimas de San Lorenzo son
fundamentalmente granos de polvo, del tamaño de granos de arena, que
entran en la atmósfera a velocidades extremadamente altas, de 10 a 50
kilómetros por segundo. Tal es así, que la fricción del gas de la atmósfera las
calienta, las desintegra y las hace brillar. Esto ocurre a una altura de entre
80 y 100 kilómetros, cerca de la línea Karmán, que es el límite a partir del
cual la atmósfera se hace más densa. Por tanto, aunque las estelas parezcan
pequeñas, en realidad pueden alcanzar grandes longitudes. Se puede decir que
los cometas dejan detrás de sí un anillo sutil de restos que se van acumulando
cada vez que recorren las cercanías del Sol, a lo largo de su órbita. Por eso,
el año 2126 y sucesivos deberían ser mejores para ver Perseidas, puesto que el Swift Tuttle “recargará” su nube de
polvo y las lágrimas de San Lorenzo brillarán de nuevo para ser observadas por
los habitantes de la tierra.
Maracaibo
25 de agosto, 2018
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