Alejandro
Magno
Alejandro Magno (356 a.C, 323 a.C.) nació en Pella, en la llamada
Macedonia, región griega fronteriza con las riberas del Danubio. Plutarco lo
describe en Vidas paralelas (Alejandro
y Julio César), como un experto jinete, de gran fortaleza física y así
se ve su figura representada en relieves, estatuas y monedas, con una melena
leonina, nariz griega recta y mentón prominente. Educado por Aristóteles, el
filósofo estagirita y Alejandro amó la Ilíada de Homero y aprendió ética,
política y medicina. Tras la muerte por asesinato de su padre Filipo, Alejandro
intentó en ser el dueño del mundo. Era terrible en el combate y benigno en la
victoria, así en su corta vida llevó adelante en palabras de Arturo Uslar
Pietri “uno de los destinos más prodigiosos
de la humanidad”.
Alejandro le infringió su primera derrota a los persas pasando el río
Grámico y en una campaña que duró 12 años puso en contacto a la civilización
griega con el mundo asiático y sembró en su imperio más de 70 ciudades desde
Alejandría hasta las riberas del Indo. En Egipto fue coronado rey con todos los
atributos de un faraón. El año 331 a.C., venció al Rey de los persas Darío I
quien tenía un ejército de 285.000 hombres, quienes perdieron contra 47.000 de
Alejandro. El ejército macedonio conquistó
el mayor imperio de aquella época el cual comprendía desde Grecia, Egipto,
Turquía y el Oriente Medio. Alejandro ocupó Persépolis y Babilonia. Tras tomar
a Frigia, Alejandro llegó a la ciudad de Gorgos donde se decía era la corte del
famoso Rey Midas y escuchó la leyenda de boca de aquellos bárbaros de que el
Hado había ofrecido a quien desatase el gran nudo, que sería el rey de la
tierra. Al intentar desatarlo, ya cansado de intentarlo, Alejandro cortó el
nudo con su espada.
Alejandro, ya convertido en rey se había casado con Roxana, más tarde
haría un matrimonio poligámico cn dos princesas persas de la casa de Darío.
Ambas serían eliminadas por la celosas Roxana una vez que s vio convertida en
viuda. Alejandro nunca regresó a su patria. A los 33 años murió de una fiebre
súbita y rebelde en el verano de Babilonia; posiblemente una fiebre terciana
quizás malaria lo acabaría cuando estaba en la plenitud de su vida y su poder.
Su imperio se desmembraría en la manos de sus cuatro generales.
No ha sido muy común la aproximación del cine a la figura de Alejandro
Magno. Solo tres cineastas han enfrentado la realización cinematográfica de sus
hazañas en la gran pantalla. La primera de ellas (Sikander, de Sohrab
Modi, India 1941), los valores cinematográficos, en las escenas bélicas,
quedaron subordinados a un producto de propaganda patriótica y nacionalista que
tuvo grandes dificultades para superar los comités censores de Bombay. La
segunda, lleva la firma de Robert Rossen (Alexander the Great, 1955), un
autor afamado por su tarea como guionista. Rosen dirigió la biografía de
Alejandro durante su exilio europeo, cuando fue denunciado ante el Comité de
Actividades Antiamericanas. Rosen destacaría el papel del protagonista (Richard
Burton) y la calidad de la fotografía con los encuadres escénicos. Aunque su
montaje fue amputado en 50 minutos por la productora (MGM) hasta el punto de
hacer irreconocibles algunos pasajes, el guión, obra del mismo Rossen, presenta
un toque intimista que explora esencialmente el enfrentamiento entre Alejandro
y Filipo, y muestra un personaje totalmente maniatado por su afán de
gloria y su ambición.
Sobre la tercera y última entrega, dirigida por el norteamericano Oliver
Stone (2004) se señaló que “Pocas veces,
en el cine de los últimos años, un trabajo tan poderoso, valiente e intenso ha
sido objeto de burlas tan crueles y despiadadas, tan desproporcionadas y
sonrojantes”. La productora consideró la película como un fracaso porque su
recaudación casi ni superó los costes. La película fue objeto de críticas
morales y políticas asociadas al rechazo a su director por un sector amplio del
stablishment americano. Hubo críticas al reparto, especialmente por
Colin Farrell en el papel de Alejandro y de Angelina Jolie quien encarnaba a
Olimpia. Las críticas históricas insistirían en que Alejandro Magno era
un drama épico basado en la historia, pero en Estados Unidos se denunció que la
película era una vergüenza porque describía a Alejandro como un coloso, cuando
lo que hizo fue invadir un antiguo imperio de Oriente Próximo y asesinar a
miles de personas que se negaban a entregar sus ciudades. Los obispos católicos
en los Estados Unidos dijeron públicamente que el deseo de ver la película era
una señal de que Satán había entrado en sus corazones. Un grupo homosexual de
Canadá amenazó a Robin Lane Fox por presentar un Alejandro no puramente gay. Un
bufete griego amenazó con una demanda por mostrar a su héroe nacional con una
bisexualidad que rechazaban categóricamente. En Irán protestaron por presentar
a Roxana como una negra, y es evidente que quien vea una imagen de la actriz
Rosario Dawson, resulta una apreciación sesgada. Los guionistas no hicieron
girar la historia sobre un campo de batalla, centrándose en el drama familiar, con
un indudable sesgo psicoanalítico, sobre la personalidad de un Alejandro
complejo, con rasgos de grandeza y también con sus miserias, con recaídas
melancólicas, e indudables accesos de cólera, o la crueldad hacia los que se le
oponían. El problema central de cualquier ficción que tiene como objetivo
recrear con plausibilidad el pasado, es equilibrar los elementos históricos y
los elementos dramáticos que no alteran la historicidad. En este sentido Oliver
Stone y su equipo trasladaron una parte importante del peso de la película
hacia la personalidad de Alejandro. Es posible que esto la alejase de lo que el
gran público demandaba a un producto de Hollywood.
Este artículo resume en parte el trabajo de mi inolvidable colega y
compadre Dr Alfonso Ávila Mayor (1938-2010) “Alejandro Magno, un imperio y un
destino” en “Aprenda a vivir
eternamente y muera tranquilo”
Maracaibo 11 de
agosto, 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario