Ruy Pérez
Tamayo
EL
NACIMIENTO DE LA PATOLOGÍA
Existe
consenso entre todos los historiadores en considerar a Antonio Benivieni (1440-1502) como el padre de la patología. Este
juicio se basa en su libro, De Abditis Nonnullis ac Mirandis Morborum et
Sanationum Causis (De las causas
ocultas y admirables de las enfermedades y de sus curaciones), que
apareció cinco años después de su muerte. Entre otros datos, el volumen
contiene los protocolos de 15 autopsias realizadas para determinar la causa de
la muerte o el sitio de la enfermedad. Cada caso comienza con una breve descripción
de la enfermedad clínica, seguida por los hallazgos importantes de la autopsia;
a menudo Benivieni incluye observaciones finales con la intención de establecer
correlaciones anatomoclínicas. El caso XXXVI dice lo siguiente: Endurecimiento
del estómago Mi tocayo, Antonio Bruno, retenía por corto tiempo el alimento que
había ingerido y lo vomitaba sin digerir. Fue tratado cuidadosamente con toda
clase de remedios para aliviar problemas gástricos, pero como ninguno le sirvió
para nada se adelgazó por su desnutrición hasta que sólo le quedaban piel y
huesos, y finalmente murió. El cadáver se abrió por razones de beneficio
público. Se encontró que la apertura de su estómago se había cerrado y se había
endurecido hasta la parte inferior resultando en que nada podía pasar a los
órganos distales, por lo que la muerte era inevitable. Aquí la
observación clínico-patológica es escueta, casi telegráfica, pero el
diagnóstico puede hacerse a pesar de los 500 años que nos separan de él: se
trata de un cáncer del estómago, de la variedad conocida como linitis plástica.
Benivieni es importante como precursor de un método para el estudio de la
enfermedad, la correlación anatomoclínica, que a lo largo de más de cinco
siglos ha proporcionado información muy útil, y todavía lo sigue haciendo. Pero
Benivieni formaba parte de su época y en su obra se encuentran relatos de
exorcismos y demonios junto a observaciones anatómicas; además, cita con
frecuencia a Galeno y a Avicena como autoridades, y sus tratamientos estaban
dirigidos a recuperar el equilibrio perdido de los “cuatro humores”.
Otro
personaje importante para el desarrollo de la patología (y de otras ciencias)
fue Jean Fernel (1497- 1558) profesor
de medicina en París, que además era filósofo, matemático, astrónomo y
filólogo. En 1554 publicó su obra Universa Medicina, que está dividida en tres partes: fisiología,
patología y terapéutica. La sección de patología es la más extensa y en ella las
enfermedades se clasifican en generales y especiales; estas últimas se dividen
en las que afectan órganos por encima del diafragma, las localizadas en
estructuras subdiafragmáticas y las externas. Desde otro punto de vista también
se clasificaban en simples, si afectaban sólo parte de un órgano, compuestas si
estaba afectado todo el órgano, y complicadas si estaban comprometidas las
relaciones entre diferentes órganos. Ocasionalmente se mencionan datos de autopsias,
casi siempre relacionados con algún síntoma, pero en forma demasiado breve como
para permitir su interpretación. Este libro fue uno de los textos más leídos en
los siglos XVI y XVII, e influyó en la aceptación de que no hay una sino muchas
enfermedades y que algunas son localizadas.
Dos
autores del siglo XVII fueron importantes, tanto por sus observaciones originales
como por sus textos, que fueron recopilaciones extensas de todo lo publicado hasta
entonces sobre autopsias. El primero fue Johann
Schenck von Grafenberg (1530-1598), de Friburgo, cuyo libro Observationum
Medicarum Rararum apareció en 1597; el segundo fue Theophilus Bonettus (1620-1689) de Ginebra, cuya obra Sepulchretum
Anatomicum Sive Anatomía Práctica se publicó en 1679. Los dos tratados
son colecciones de casos publicados por otros autores, pero reunidos sin
criterios de selección ni juicio crítico, por lo que debemos felicitarnos, ya que
incluyeron casi todo el material que existía hasta sus respectivas épocas, si
bien en la actualidad es difícil distinguir en sus páginas entre la realidad y
la fantasía. La obra de Bonettus está formada por dos gruesos tomos con 1,700
páginas y contiene los resúmenes de más de 3,000 protocolos de autopsias,
incluyendo los de Benivieni, Glisson, Willis, Vesalio, Riolano, Wepfer y muchos
más. Este libro no sólo es importante como la mayor colección de casos
publicada en la historia, sino porque además sirvió de texto y de estímulo a Giovanni Battista Morgagni (1682-1771) quien
representa la cumbre de la correlación anatomoclínica en el Renacimiento.
Morgagni fue profesor de anatomía y de medicina en la universidad de Padua durante
56 años, dedicados a la cátedra, a estudios de anatomía y al ejercicio de la
medicina clínica; era un maestro muy popular y respetado, médico y amigo de papas
y cardenales, quien dedicó sus pocas horas libres al estudio de
los clásicos y de la arqueología. En 1761, cuando Morgagni tenía 79 años de
edad, publicó su monumental obra De Sedibus et Causis Morborum per Anatomen Indagatis,
que contiene las historias clínicas y los protocolos de autopsia de más de 700
casos, en la que todos los datos, tanto de los síntomas del paciente como de
los hallazgos en la autopsia, están descritos con gran minuciosidad y detalle;
Morgagni siempre intenta establecer corrrelaciones entre los datos clínicos y
los órganos alterados en la autopsia y relacionados con ellos. De Sedibus
contiene descripciones de aneurismas sifilíticos de la aorta, meningitis
secundaria a otitis purulenta, hiperostosis frontal, atrofia amarilla aguda del
hígado, úlcera péptica gástrica, gomas cerebrales, ileítis regional, cáncer
gástrico, endocarditis bacteriana, estenosis mitral, aterosclerosis coronaria, quistes del ovario, cirrosis hepática, hemorragia
cerebral, estenosis e insuficiencia aórticas, tetralogía de Fallot, cálculos
biliares y urinarios, quistes de los plexos coroides, estenosis pulmonar,
esplenomegalia, fiebre tifoidea, neumonía, quistes paratesticulares (hidátide de
Morgagni) y muchas enfermedades más. De Sedibus no
es un tratado de anatomía patológica (no tiene figuras) ni un libro de
medicina, sino más bien es un extenso comentario sobre el Sepulchretum de
Bonettus con algunas enmiendas y muchas adiciones, sobre todo en detalles de
correlación anatomoclínica. Esta etapa del
desarrollo de la ciencia de la enfermedad se cierra con el firme
establecimiento del principio de que los síntomas clínicos se explican por
alteraciones anatómicas, lo que sirvió de base para los trabajos de Laennec, Bright, Skoda y muchos
anatomistas clínicos del siglo XIX. También quedó establecida la utilidad de los
estudios posmortem para el avance de la medicina. Sigerist rindió tributo al
genio de Morgagni con las siguientes palabras:
Esperamos de todo médico tacto y seriedad moral, pero
del patólogo lo esperamos en grado máximo. A éste llegan los muertos, personas
que los médicos no pudieron salvar. A menudo la autopsia demuestra la insuficiencia
de los conocimientos humanos. En estos casos el patólogo no debe desempeñar el
papel de juez sino que debe servir de ayuda y ser un consejero. Es bueno que un
hombre tan profundamente consustanciado con su misión haya estado en los
comienzos del desarrollo de la ciencia de la anatomía patológica.
APARICIÓN DE
LOS TEJIDOS
El siguiente
paso importante en la evolución de la patología fue dado por Marie François Xavier Bichat (1771- 1802),
un médico francés que trabajó en París y murió antes de cumplir 31 años de
edad. Bichat (figura 1-6) fue alumno y protegido del gran cirujano Desault, y
en 1800 fue nombrado médico del Hôtel-Dieu; trabajaba día y noche en las salas
clínicas, en el laboratorio y en la sala de autopsias, se dice que en un año
realizó personalmente más de seiscientas autopsias y que su único descanso era cambiar
de un tipo de trabajo a otro. En 1800 apareció su Traité des Membranes, en el
que siguiendo una idea de Pinel, Bichat propone que los órganos están formados
por elementosllamados “tejidos” (tissus); que tejidos similares forman parte de
diferentes órganos y que ésta es la razón de la aparición de síntomas idénticos
cuando la enfermedad afecta distintos órganos. En su Anatomie Générale, de 1801,
Bichat señala que existen 21 tejidos diferentes (tabla 1-1), caracterizados por
distintas propiedades, que fueron estudiados y distinguidos por medio de varios
métodos como “la acción de varias sustancias químicas, el calor, el agua, el aire,
los ácidos, los álcalis, la sal, la desecación, la maceración, la putrefacción,
el agua hirviente, etcétera.” En ningún momento Bichat utilizó el
microscopio, del que desconfiaba profundamente. Su obra contrasta con la de Morgagni, quien vivió más de 90 años y
después de haber trabajado durante más de 50años dejó sólidamente establecida
la patología en correlaciones entre síntomas clínicos y órganos lesionados; en
cambio, Bichat sólo trabajó activamente ocho años (dos después de su
nombramiento en el Hôtel-Dieu y sin haber sido designado oficialmente como
docente en la Facultad de Medicina), pero a su muerte había logrado establecer
el concepto de los tejidos como subuniddes de los órganos internos y desplazar
de éstos el asiento de las enfermedades, identificándolo en los tejidos.
PATOLOGÍA CELULAR
El siguiente paso en la búsqueda del sitio de la enfermedad lo dio Rudolf Virchow (1821-1902), alumno de
Müller y de Schönlein en Berlín. Virchow desempeñó la primera cátedra de
patología de Alemania, establecida en Würzburg para él cuando tenía 28 años de
edad, pero después de siete años regresó a Berlín a ocupar la misma cátedra,
que incluía un instituto en el hospital de La Charité. Dos años después Virchow
dio una serie de conferencias para médicos generales que aparecieron en forma
de libro el 8 de agosto de 1858, con el nombre de Cellularpathologie in ihrer
Begründung auf physiologische und pathologische Gewebelehere (Patología celular y sus bases en la fisiología
y patología de los tejidos). Éste es uno de los libros más importantes en
la historia de la medicina y seguramente la contribución más sobresaliente del
siglo XIX al progreso de la medicina científica. Virchow tomó el concepto
recién surgido de la célula como el componente unitario de todos los sistemas
vivos conocidos (propuesto por Schwann y Schleiden en 1848) y lo colocó en el
cen-tro de la medicina, junto con su concepto de patología celular. Avanzando
dentro del pensamiento de Morgagni, que localizaba la enfermedad en los
órganos, y de Bichat, que la identificaba en los tejidos, Virchow propuso que
si las células son los componentes de los órganos y de los tejidos, entonces el
sitio último de la enfermedad es la célula.
El concepto de Virchow fue más allá de los límites estrechos impuestos
por distintas técnicas. Para penetrar en la naturaleza de la enfermedad hay que
hacerlo no con los métodos de la anatomía patológica, o de la bioquímica
patológica, o de la fisiología patológica, sino con la unión armónica y
complementaria de todas ellos y de otras especialidades que puedan contribuir.
Virchow dijo: “La enfermedad es la vida en condiciones anormales”, por lo que
sólo puede comprenderse con la misma integración de métodos necesaria para el conocimiento de la vida normal.
“El nacimiento de la patología” está tomado del
libro de Ruy Pérez Tamayo y Eduardo López Corella PRINCIPIOS DE PATOLOGÍA 4Ta Edición.
Editorial Panamericana.
Para su divulgación es publicado aquí en :
lapesteloca.blogspot. com ; 18 de abril del año
2016 en Maracaibo.
1 comentario:
Gracias, Jorge, por reproducir lo que Ruy ha escrito obre la autopsia y su importancia en la medicina de los últimoños. s 500 años. El texto en realidad apareció en su libro "Mechanisms of Disease", publicado en 1985, y partes de este en otros artículos anteriormente publicados por él. te mandaré una copia del capítulo del libro que menciono donde aparece el texto original en inglés.
Un abrazo.
Miguel
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