HERMANOS QUE CONVERSAN
-Rodrigo, creo que
es necesario puntualizar varias cosas sobre el final de la historia que me has
venido contando. Quisiera comentarte algo, sobre lo que a mí me parece es el
eje central de tu relato. Pienso que el hecho principal, en todo lo que me has
estado diciendo, es la cautividad de Babilonia y la importancia que esta etapa
tuvo para el pueblo judío y desde luego, para los personajes de tu historia. Es
un hecho conocido de todos, que fue el rey persa Ciro, quien conquistó a
Babilonia el año 539 antes de Cristo. El liberó a los judíos. También sabemos
que Ciro, no necesitó esforzarse mucho para asaltar y tomar la ciudad
amurallada frente al Eufrates, ya que los mismos sacerdotes de Babilonia,
quienes habían puesto a Nabonido al frente del reino después de la trágica
muerte de Zamboshi Marduck, se encargaron de conspirar contra Baltazar, el hijo
de Nabonido, y ellos mismos, desde adentro, le abrieron las puertas de la
ciudad al rey persa quien acabaría para siempre jamás con el imperio
babilónico. Como verás, una historia como las actuales, una de pasiones
humanas, de política y por ende, de traiciones. Todo lo que me has relatado
abarca esa terrible época de más de cincuenta años, la cual para los judíos fue
de singular importancia. Esos años de cautiverio, desde que Nabucodonosor los
sacó de sus tierras y los alejó del templo de Salomón, fraguaron el carácter de
esa gente. Te digo esto porque tú me has descrito las vivencias de algunos
personajes babilónicos, pero casi nada me has dicho sobre las que pasaron los
judíos cautivos. Hay una expresión que afirma que el ruiseñor ciego canta
mejor, por eso tal vez, en medio de las tribulaciones, en ese sentirse
extranjero y cautivo en una ciudad corrompida y viciosa, urbe de decadencia
espiritual y de placeres, de curiosas deidades como Ishtar y Marduck quienes
seguramente no lograban satisfacer las expectativas de quienes trataban de
elevarse sobre los subhumanos, en aquella Babilonia los judíos se
consolidarían, y probablemente comprendieron que no estaban solos y que Yavé
podía estar con ellos a pesar de la distancia que los separaba de sus tierras y
de su templo destruido. Entonces, ellos buscaron a su Dios y lo hallaron en la
oscuridad de sus casas, en las familias reunidas alrededor de los ancianos
quienes leían las crónicas y el Talmud, repitiendo los hechos que conformaban
la tradición, ellos los patriarcas quienes como ciegos ruiseñores, cantaban
himnos de esperanza.
-¡Caray! No sabía
yo Gonzalo, que tú, mi hermano querido, fueses un ferviente admirador de la
gran familia hebraica. Me sorprendes. Por otra parte, me complace que quieras
ver en la cautividad de Babilonia el eje de mi relato mesopotámico, pero debo
desilusionarte, no es esa la única y más sólida columna de mi historia, la cual
por ser precisamente histórica nos permite, o nos obliga a mirarla desde
diversos ángulos.
-Mira Rodrigo, no
es cuestión de ser admirador de los judíos, ellos no son casualmente mi
debilidad, pero tu relato babilónico coincide con esa singular etapa de la
historia y eso de los judíos no lo digo yo, eso está en la Biblia. Allí tú
encontrarás como fue la célula familiar la que conservó viva la fe y mantuvo la
tradición hebraica. Esa fue la simiente que luego dispensarían los judíos y sus
sinagogas por todo el mundo, y como la historia es cíclica y repetitiva, ellos
tendrían que soportar nuevos destierros y exilios y ser víctimas de atroces
cautiverios, mucho peores que el vivido en la sin par Babilonia.
-Hermano querido.
Tú estás en el exilio. ¿Estás cautivo? No, pero estás fuera de tu tierra, no lo
niegues, y quizás por eso, ves a tu Babilonia desde lejos y te impresiona como
una ciudad donde la gente ha perdido la perspectiva, donde sueñan con un pasado
mágico que nunca existió y no reconocen los valores que quizás nosotros
aprendimos a considerar como los verdaderos. No frunzas en ceño por mis
extrapolaciones medio absurdas. Todavía no hace tantísimos años que nos llegó
el petróleo y menos hace que reabrieron nuestra universidad. Desde hace menos
tiempo aún venimos siendo sometidos al bombardeo de una cultura que no es la
nuestra pero que nos ha penetrado hasta el tuétano gracias a la riqueza
petrolera. Nabucodonosor trajo los viejos códigos y los puso en práctica e hizo
florecer los jardines colgantes, y aunque ellos no lo quisieran, sin tener
televisores, recibieron la influencia de la riqueza y de la opulencia, allá
adentro, los hebreos cautivos, los mismos que habían llegado como trofeos de
triunfantes campañas bélicas, tuvieron que apoyarse en el peso de sus
tradiciones culturales para sobrevivir en aquella urbe cosmopolita. Por eso,
mira esta arista del asunto. Te dije que creo somos las víctimas de una cultura
foránea que se ha afianzado sobre las bases de una riqueza circunstancial y
esto nos ha conducido al trágico sino de no poder encontrarnos, de estar cada
vez más lejos de nuestra identidad, con todo esto que parece haber sido, o ser
ya inevitable, o todavía peor, irreversible.
-Mirá Nabonido, vos
no podéis venir a hablarme con ese tono derrotista, porque dejame decirte que
vos habéis sido siempre un idealista y nunca habéis osado detenerte ante nada
ni ante nadie que se te pare por delante. Yo que te conocí desde chiquito, te
diré que no asociaría nunca tu físico con el de un gladiador, ciertamente, pero
vos sois mi hermano, el mismo debilucho a quien enseñé a blandir la lanza y a
utilizar el escudo, aunque no te interesaras mucho por el asunto, lo tuyo era
esa pasión por aprender, eso que llevas por dentro y que bien conocía nuestro
padre, buscaste siempre algo diferente y la vida transcurrió, y nos alejamos.
Han pasado tantos años y es ahora cuando nos volvemos a reunir. Mi situación es
diferente y tenéis que entenderla. Me tocó a mí sufrir el castigo del maldito
que nos engañó, que destruyó mi casa, aniquiló a mi familia y me envió cargado
de cadenas, deportado, desterrado por siempre jamás a las inhóspitas tierras de
Lidia, a trabajar como picapedrero en la seguridad de que allí, en las minas de
sal y bajo el inclemente látigo de
quienes ni siquiera eran mis gentes, se calcinarían mis huesos. Obligado a
sobrevivir entre extraños, con otras costumbres, cautivo y alejado de mi suelo
nativo he permanecido años esperando este momento. Vos, que habéis tenido la
suerte de vivir entre tu gente, la tuya y la mía, vos que les conocéis todas
sus virtudes y defectos, vos sí que tuviste la oportunidad de desenvolverte,
desarrollar tus proyectos, llegar a la cima, si se le puede decir así al haber
sido el rey de Babilonia, pues es efímero el poder de un soberano si no puede
controlar la mente y los corazones de sus siervos. Decime vos, ahora que han
transcurrido tantos años, ¿no estáis arrepentido?, ¿no habéis claudicado?,
decímelo porque preciso de tu respuesta, me urge saber si todavía sois el mismo
Nabonido de nuestras charlas interminables cuando éramos niños, de nuestras
conversaciones de juventud, decime cuál es tu verdad, la más sincera, que ha
sucedido desde que he estado ausente, y creo saber cuál será tu respuesta, pero
la espero para convencerme que ha valido la pena llegar hasta el final, a este
encuentro, en este oasis, lejos de Babilonia y de sus gentes...
-Mi valiente hermano,
el bravo guerrero, ¡el impetuoso y querido Azurlasar!, los años y las penurias
han cambiado tu apariencia, pero el timbre de tu voz y ese porte marcial que
luces, es el mismo de antes. Desde que murió nuestro padre supe de tu destierro y de tu cautiverio a pesar de que
vivía controlado por los sacerdotes en los túneles del zigurat de Marduck
Esagila. Desde esa época no dejé de soñar con este encuentro. Con creer que
habías sobrevivido me estimulaba para continuar en la lucha, y pensé durante
muchos años que aparecerías y tendría la dicha de compartir contigo el poder,
fue ese uno de los motivos por los que acepté ser el rey de Babilonia, pero no
pude hacer nada para modificar la mente de los sacerdotes, el descontento de
ellos ante mis ideas y mi posición frente a la religión tradicional me hundió
en graves conflictos. Intenté reunificar el imperio bajo la idea renovadora de
un solo Dios, pero me estrellé contra los adoradores de la plata, el oro y las
gemas, ante quienes vivían de las riquezas y las prebendas que se ofrendaban a
Marduck, Anu, Schmach, Ea, Ishtar, Gula, Ninib y Girra. El oro es indispensable
para calmar los demonios y esa era la conclusión unánime de los sacerdotes del
zigurat. Busqué extender las tierras del imperio para obtener mayores riquezas
y me lancé en costosas campañas guerreras, mis ejércitos avanzaron por el
desierto como en los tiempos cuando arrojamos de nuestras tierras a los
malvados asirios, esperaba revivir las hazañas de Nabopolasar, pero pronto
comprendí que ya nuestras aguerridas tropas eran una masa de borregos sin
entrenamiento militar, los hombres en la molicie y el vicio no estaban en
condiciones de mantener ninguna disciplina y fuimos una tras otra a las
batallas perdidas en fracasadas campañas. En esos días de frustrante
desesperación me llegó la noticia de que estabas con vida. Al saber que habías
jurado no volver más a Babilonia, he venido hasta este oasis para verte y
poderte decirte que ya he dejado el mando, renuncié al trono, no soy más el
soberano, terminé con mi reinado, solo soy tu hermano, el mismo de antes y
espero retomar el hilo de nuestras conversaciones truncadas por las ambiciones
del poder y por las pasiones de los hombres. Tampoco he de volver a Babilonia.
Lo he decido. Nosotros somos arameos, no podremos asimilar jamás ese odio
ancestral que tenemos que ejercitar contra los asirios. En mi corazón conservo
grabadas las enseñanzas de nuestra madre, tal vez por ella, creo en un solo
Dios, aunque eso me haga parecido a los detestados hebreos. Logré apaciguar un
tanto a los sacerdotes al aumentar la recaudación de los tributos religiosos,
pero todo lo que mal se inicia había de terminar mal. Fui llevado al trono, fui
impuesto de mi real investidura después de una horrenda confabulación, una
sangrienta trama urdida por el Sumo
Sacerdote quien avivó el fuego de los alfareros y logró incendiar media
Babilonia antes de asesinar vilmente al rey y a su pequeño hijo. He vivido una
pesadilla. Creí mejorar la situación de mis súbditos unificando las creencias
religiosas, pero hube de abdicar en mi hijo, Baltasar Assur. Él no ha de
continuar mi obra. No comparte mis ideas, ha restablecido el culto a Isthar y a
Marduck, ha creído más importante cambiar los mandos del ejército, remplazar al
Sumo Sacerdote y poner las gobernaciones y la recaudación de los diezmos del
culto a nuevas gentes, sus conocidos, quienes han desplazado a los ancianos
generales y a los venerables santones del templo. Estos cambios tan drásticos,
seguramente le acarrearán graves consecuencias. Las antiguas familias de nobles
caldeos, nietos de los soberanos Nabopolasar y Nabucodonosor se sienten
relegadas del gobierno y crearán problemas.
Como ves querido hermano, mi buen
Azurlasar, todo se ha desmoronado en un par de años. Ahora que me he retirado
del mudalar de Babilonia, debo aceptar que si hubiese una segunda oportunidad,
jamás aceptaría el trono ensangrentado de una nación que se hunde en la
corrupción y en el vicio. Siento mis manos llenas de sangre y no puedo
lavármelas, mi corazón está oprimido y
la noche de la eternidad me envuelve, sé que el sol nunca volverá a salir en el
horizonte.
-Terribles son tus
palabras hermano. Me pregunto si acaso sabes con certeza que el ejército persa
está rodeándonos, que se acercan como la langosta, arrasando la tierra,
oscureciendo los cielos y poco tiempo falta ya para que nos visiten. Cuando
esto ocurra mi buen Nabonido, entonces si se habrá de apagar para nosotros la
luz de la vida.
-Si examinas la
historia universal, Gonzalo, te darás cuenta de que poco o nada se dice sobre
el final de Nabonido. Nadie ha podido precisar cuáles fueron las verdaderas
circunstancias que condujeron a la abdicación de Nabonido, a dejarle el trono
de Babilonia a su hijo Baltasar para irse a retirar en el desierto. El viejo soberano
se estableció en el oasis de Tema. Algunos creen que esta decisión estuvo
influenciada por su pasión por la arqueología, es probable, pero hay quienes
afirman que se retiró del mundo cansado de luchar. ¿Cómo saberlo? Lo que sí es
un hecho conocido es que cuando Ciro, rey de los persas, conquistó a Babilonia,
remató esta faena asaltando al oasis de Tema y Nabonido terminaría con sus
viejos huesos en una prisión donde habría de morir varios años después. Esa
querido hermano, es la real y verídica historia.
-Todo parece
indicar querido Rodrigo, que al final, tus cuentos se vuelven historias
verdaderas y para colmo, de esas que uno tiene que llamar, historias tristes...
-¿Comentamos algún
corolario?
-¿Todavía quieres
jugar a las comparaciones absurdas? A ti te gusta extrapolar...
-Me parece Gonzalo,
que ya está bien. Sobran las palabras. La vida en ciertas ocasiones y con
ciertas gentes parece ser inclemente. Puede que a veces amaine la tormenta y
hasta habrá días de calma chicha, pero cada uno es dueño de su propio destino.
Eso de la suerte es cuento. Uno siempre podrá, hasta ciertos límites, tener el
control de las situaciones, creo yo, ¿verdad?
-Sí, ante las
fuerzas más poderosas... Eso ya lo hemos conversado previamente. Por eso sé que
te gusta tanto esa frase, esa verdad acuñada por Gallegos en boca de Marcos
Vargas. “Se es o no se es”.
-Esa es una
referencia a la locura de la gente, elogiada por Erasmo, no es como para tomar
el tema a mamadera de gallo.
-Te equivocas, te
equivocas, fresco y radiante capullo, ¿acaso no somos así los maracuchos?, ¿acaso
no vivimos en una tomadera de pelo permanente?
-Si es permanente,
el pelo será chicharrón...
-I si le aumentáis
el ron a la chicha se fermenta y váis a agarrar una muy regular.
-Cualquier cosa,
con tal de no regularla, porque no hay nada más malo que una pea organizada,
que si ponete aquí, que no miréis pa allá, que me lo digáis aquí, pero pasito, ¿no
es verdad? En eso de la regulación y el padecimiento vos sois todo un experto, ¿verdad
mi hermanito?
-Veis, ese es el
problema, pasamos de la guachafita al sarcasmo, una especie de pasión por las
tragicomedias.
-Al fin y al cabo,
Calixto y Melibea, siempre riman con pea.
-También con
Roñoquero y con Mamblea. Así que con esta habladera de paja, deberíamos poner
punto final a nuestra reunión en la cual esperábamos solventar el misterio de
los últimos reyes de Babilonia, la caída de un imperio y el devenir histórico
del pueblo que andaba buscando la tierra prometida.
-La del campo
venezolano, esa tierrita, se la prometen los políticos al pueblo campesino cada
vez que se acercan las elecciones.
-Creo que es más
productivo que nos tomemos unas cervezas.
-Va pago.
Maracaibo,
20 de abril del año 2016.
Esta
conversación entre dos hermanos Rodrigo y Gonzalo, o entre Azurlazar y
Nabónido el último rey de Babilonia, está textualmente extraída de LA ENTROPÍA
TROPICAL novela publicada por EdiLUZ el año 2003 y realmente corresponde ser la primera novela
escrita por JGarcía Tamayo en la década de los 80 del pasado siglo XX.
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