martes, 12 de abril de 2016

sir Henry Rider Haggard




Sir Henry Rider Haggard

Para continuar recordando lecturas de novelas del pasado, se me hace difícil dejar por fuera a Julio Verne escritor francés de una vastísima producción literaria, o a Emilio Salgari italiano quien describió un mundo de aventuras increíbles, ambos francés e italiano, sin viajar muy lejos de sus ciudades, abarcarían en sus obras a los cinco continentes. Algunos escritores ingleses como lo hiciera Stevenson, salieron de su país y penetraron en mundos misteriosos en Asia y en África en aquel entonces dominados por el colonizador Imperio Británico. Rudyard Kipling, sir Arthur Conan Doyle y sir Henry Rider Haggard son unos de ellos, quienes describirían extraños parajes de tierras lejanas llenos de misterios y de apasionantes aventuras. Ya comentamos como la novela es un arte de imprecisas fronteras, un género híbrido de la literatura, capaz de ofrecer la mayor suma de aproximaciones a la realidad y a la fantasía como roducto de la imaginación de los escritores. Tolstoi, Dostoiyesky, Stendhal, Proust, Flaubert, Víctor Hugo, Joyce, Dumas, Twain, Kafka y podríamos hacer una larga lista de famosos escritores de novelas y de sus personajes inolvidables, desde Ana Karenina y Raskolinoff, a Ema Bovary y Leopold Bloom, o DÁrtagnan y Huck Finn. Pudiésemos recrearnos conversando sobre Sherlock Holmes y el doctor Watson, lo que sería elemental, pero pasaré a referirme a uno de los escritores ingleses ya mencionados, con quien aprendí tempranamente sobre la topografía del Kilmanjaro, antes de vivir la agonía relatada por Heminway frente a la montaña de nieves eternas, ahora en vías de desaparición por el daño provocado a la capa de ozono.

Sir Henry Rider Haggard nació en Bradenham, Norfolk, en 1823 y fallecería en Londres el año 1926. Aprendió a leer en su casa familiar y desde los diez años se inició en el estudio de los clásicos. En un instituto de Ipswich destacó por su habilidad para escribir versos latinos a la manera de Virgilio y Horacio. Recomendado por su padre, se incorporó en 1875 al equipo de funcionarios como secretario de sir Henry Bulwer, gobernador de Natal colonia británica en Sudafrica. Así fue como Henry viajó por el África meridional tratando con diversas tribus, especialmente por los territorios de los zulúes y a los veintiún años, fue secretario del Tribunal Supremo en Pretoria cargo al que renunció criticando la gestión gubernamental. En 1879 regresó a Inglaterra se casó con Louise Margitson, y con ella viajó se nuevo a África ese mismo año. Regresaría a Inglaterra durante el inicio de la guerra de los Boers en agosto de 1881, y entonces estudió derecho y empezó a ejercer, publicando algunos artículos inspirados en sus estancias en África. Su primera novela de éxito fue Las minas del rey Salomón (1885), leída con emoción en mi infancia y con varias versiones cinematográficas, “King Solomon's Mines” de 1937 dirigida por Robert Stevenson, una producción inglesa (Gaumont) en blanco y negro, con Paul Robeson y Cedric Hardwicke; luego de 1950 el filme dirigido por C.Bennett y A.Marton y producida por Sam Zimbalist, con Stewart Granger y Deborah Kerr fue ganadora de dos premios Oscar, al mejor montaje y la mejor fotografía, nominada como la mejor película ese año. Las minas del rey Salomón de 1985, fue dirigida por JLee Thompson con Richard Chamberlain y Sharon Stone, y recuerdo otra versión del año 2004, dirigida por Steve Broyum con Patric Swayze, unos años antes de su muerte, en el papel protagónico. El filme de 1950 con Stewart Granger como Allan  Quatermain y Deborah Keer la mujer del buscado Henry Curtis, siempre me parecióla mejor versión de la novela, aunque se apartaba algo del texto original, cosa muy común en las películas. En realidad esa producción de Sam Zimbalist de la MGM valió para mostrarle al mundo un pueblo africano meridional muy característico, los Massai con su religión que se centra en torno a creencias místicas, su ganado que es sagrado y su Dios, detalles que parcialmente se incorporaron a la trama de la novela.

La segunda novela de Rider Haggard, fue Ella (subtitulada “Historia de aventuras”) la cual daría inicio a una tetralogía cuya protagonista principal es Ayesha, «la que debe ser obedecida». Según una encuesta contemporánea, fue considerada por el público la mejor novela fantástica del siglo XIX con ochenta y tres millones de ejemplares vendidos, considerado  uno de los libros más populares de todos los tiempos. La continuación de esta obra, fue Ayesa, publicada en 1905, que obtuvo también muy buena acogida entre el público. Relata como Leo Vincey y Horace Holly, en un viaje al Tibet se reencuentran con la que creían muerta… Ayesha provoca un sueño en Leo, y viajarán Leo y Holly rumbo al Asia hacia el reino perdido de Kaloon donde encuentran a Khania Atena (reencarnación de Amenartas, la princesa egipcia que esposó a Calícrates, a su vez antepasado de Leo) quien tratará de entorpecer su llegada al Templo de la Montaña, donde una Ayesha reencarnada en el cuerpo de una vieja sacerdotisa les espera. Cuando al final Leo logra encontrar a su amada Ayesha, ella se muestra de nuevo en todo su esplendor. Estas escenas que han sido en parte reproducidas un par de veces en el cine, y persisten en la imaginación de quien las conoció a través de la lectura de Rider Haggard. A pesar de ser el segundo libro de la tetralogía, es en realidad el final de la historia que involucra a los protagonistas y sus antepasados desde el Antiguo Egipto. En un film británico (Hammer Films) de 1965, Ella (She) fue representada por  Ursula Andress y Leo Holly por Peter Cushing.

En Las minas del Rey Salomón aparece por primera vez el personaje Allan Quatermain, de modo que en 1887 Rider Haggard publicaría Allan Quatermain, y Jess y Ella que había escrito a comienzos de 1886. En 1888 después de un viaje a Egipto escribiría Cleopatra, La venganza de Maiwa y Mr.Meeson's Will y comenzó las novelas Beatrice y El deseo del mundo. Las novelas de Rider Haggard se desarrollan en parajes poco comunes, la selva y las planicies africanas, con cacerías de animales, tribus guerreras, fértiles valles y montañas con cavernas que esconden tesoros y un aire misterioso mezcla elementos míticos  e históricos con el pasado y los ancestros de sus personajes, muchas veces apoyándose en sus conocimientos sobre la historia de antiguas civilizaciones. El personaje de Allan Quatermain seguramente su alter ego, apareció como el cazador de animales, valiente y conocedor de todos los misterios del continente africano. Allan Quatermain, ha sido considerado como la personificación del “cazador blanco”, y protagoniza varias novelas, Las minas del rey Salomón (1885), Allan Quatermain, también conocida como Las aventuras de Allan Quatermain (1887), La venganza de Maiwa (1887), La esposa de Allan (1889), El viejo Allan (1920) y Allan y los dioses de hielo (1927). Rider Haggard fue miembro de la comisión real para las colonias y en esa posición viajaría hasta Australia, y por Nueva Zelanda, Sudáfrica y el Canadá hasta que comenzó la Primera Guerra Mundial, cuando tuvo que regresar a Gran Bretaña. Fue elegido caballero en 1912 y caballero del Imperio Británico (Knight Commander of the Order of the British Empire) en 1919. Sir Henry Rider Haggard tuvo tres hijas, Angela, Dorothy y Lilias y un hijo, Jock, quien falleció a los diez años provocándole su pesar una crisis creativa. El escritor falleció el 14 de mayo de 1925 tras una operación quirúrgica.

Maracaibo 11 de abril del 2016

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