¿PUEDE ACASO EL FIN JUSTIFICAR LOS MEDIOS?
Napoleón Bonaparte, cuando era un joven militar, dio
un golpe de estado y se proclamó Primer Cónsul. De esa manera quiso ponerle punto
final a la turbulenta década de la Revolución Francesa. Francia regresaba con
él a ser una monarquía absoluta, pero no con un rey tradicional sino con un
militar plebeyo que se coronaría él mismo tras haber ascendido en los
estertores de la revolución. En el curso de la historia, aquel no sería un
hecho nuevo, por el contrario, siempre han existido y lamentablemente,
seguramente seguirán viviendo hombres de armas dispuestos a hacerse cargo del
poder en momentos de crisis e incertidumbre, con el supuesto propósito, de
restablecer un orden interno desarticulado. Después… Está descrito cómo el
ansia de poder los transforma y unos duran más tiempo que otros, pero al final,
el peso de la historia los condenará a todos para siempre.
Así actuó Napoleón y recibió el apoyo de los franceses;
así Fidel cuando bajó de la Sierra Maestra, recibió el apoyo de los cubanos que no lograron escapar de su isla; así con emoción ascendió
Hitler y recibió el aplauso de pueblo germano entusiasmado con el
nacionalsocialismo. Contradiciendo lo que él había ayudado a sofocar en
Francia, Napoleón se lanzó a la conquista de Europa y estaría durante quince
años de guerra ininterrumpida, luchando por ser el dueño y señor de un imperio
naciente. La lucha por exportar la revolución cubana, el sueño de Fidel condujo
a su gente, durante años en un internacionalismo delirante, a transformarse en el paradigma de un movimiento
telúrico que habría de salvar a los pueblos del mundo de las maldades del
capitalismo. Tolstoi inmortalizaría el incendio de Moscú en su novela Guerra y Paz y ese sería el último
espectáculo grandioso que habría de ver Napoleón antes de comenzar su cuesta debajo
de ininterrumpida decadencia. De los 400.000 soldados franceses que participaron
en la invasión a Rusia, solo 100.000se salvarían, y muchos de ellos terminarían
perdidos en los campos de otras naciones sobreviviendo como frustrados despojos
humanos. La barbarie del régimen nacionalsocialista nazi con los horrores de los
campos de concentración donde millones de judíos morirían en las cámaras de gas
e incinerados en hornos crematorios, no cedería hasta la derrota en Stalingrado
y viendo cómo la propia Alemania era
arrasada por los ejércitos aliados, Hitler se suicidaría en su búnker de Berlín.
Derrotado, Napoleón Bonaparte sería confinado en una
islita británica en aguas del océano Atlántico a medio camino entre el Brasil y
Angola, y allí en Santa Elena, moriría el 5 de mayo de 1821. Fidel ya anciano vería
desaparecer a su gallina de los huevos de oro en menos de veinte años. La
nación más rica y estable de Latinoamérica, que estaba alimentando a su
depauperado pueblo con petróleo y comida luego de la debacle de la Unión
Soviética, sería destruida bajo los lineamientos de su geopolítica cubana pretendiendo
imponer el comunismo disfrazado de un socialismo equivocado. Fidel anciano con
su hermano al frente la isla, ante la aniquilación de Venezuela, miraría hacia
un lado y con la mayor frescura habría de confesar ante sus estoicos y sufridos
conciudadanos, que pueden estar tranquilos. El comandante mandó a parar y les explicó
fríamente a los cubanos que tenían más de 50 años padeciendo de miserias y
privaciones en su
isla, sobreviviendo estoicamente su comunismo, que los gringos ya no los
invadirían con bombas, que el capitalismo en realidad no era tan malo, y que
les iban a ayudar… Como quien dice, había sido un pequeño error de cálculo. En
realidad viéndose obligado a aceptar la falacia de cuanto había argumentado
durante su vida entera disfrutando como un sátrapa de los goces y prebendas de
los que carecía totalmente su estoico pueblo, ahora anciano, tembleque pero sonriente,
se ha visto conminado a desestimar su comunismo. Todo había sido una mentira. Pero
entiendan que fue necesaria para mantener el poder y el absoluto control de la
isla y de muchos de sus adláteres. Fidel habría de confesar sus culpas liberando
a su contraparte de la necesidad de probar nada ,“a confesión de parte, relevo
de pruebas”. El anciano sultán del Caribe con evidente admiración ante la
figura del joven moreno presidente de los Estados Unidos, rendido sin rubor y
con la venia de su hermano, daría a luz importantísimas revelaciones que seguramente
serán soslayadas o tergiversadas por los medios masivos de comunicación, pues ellas
podrían resultar grotescas y hasta muy crueles, por recordarle al mundo que él,
in vivo y directamente, sí que había disfrutado de la revolución, en su isla de
la fantasía rodeada por aquel el mar de la felicidad al que prometiera llevar a
los venezolanos el mal llamado “comandante eterno”.
Maracaibo, 24 de
marzo de 2016
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