La corriente de
la conciencia y Faulkner
La vida no es más que un cuento contado por un
idiota lleno de ruido y de furia sin ningún significado… William Faulkner
tomaría el título para su más famosa novela “El ruido y la furia”, extraído
de un verso del Acto Vto, en la Escena Vta del drama “Macbeth” de William Shakespeare.
(Tomorrow, and tomorrow, and
tomorrow/ Creeps in this petty pace from day to day/ To the last syllable of
recorded time./ And all our yesterdays have lighted fools/ Life´s but a walking
shadow, a poor player/ That struts and frets his hours upon the stage,/ And
then is heard no more. It is a tale/ Told by an idiot, full of sound and fury. /
Signifying nothing.)
El tema viene a mi memoria porque al referirme
la semana pasada a Toni Morrison, la escritora norteamericana laureada con el
Pulitzer (1988) y el Nobel de Literatura en 1993, señalé lo narrado por el Gabo
al visitar a Bill Clinton cuando almorzaron en la Casa Blanca el año 1994 y su
anécdota, que mostraba al presidente Clinton capaz de recitar de memoria el
fluir de la conciencia del idiota Benjy, en la novela “El ruido y la furia”, asunto
por demás extremadamente difícil. La novela de Faulkner precisamente se inicia
con el fluir de la conciencia de un idiota, Benjy, sordomudo, con grandes
dificultades de comunicación y limitaciones físicas quien al cumplir 33 años,
en 1928 tratará de revivir a través de sus recuerdos de olores, de ruidos y
escenas con sonidos monosilábicos sin permitir aclarar completamente la
historia trágica de lo que aconteció con su familia, los Compson, casi 20 años
atrás, en particular entre 1905 y 1910 cuando ya adolescente sería castrado “para
evitar males mayores”, el mismo año cuando se suicidó su hermano Quentin y dos
años antes de la muerte del padre, el Señor Compson.
No pretendo analizar las novelas de Faulkner de
las cuales “El ruido y la furia” es la tercera de las cinco que conforman
el llamado ciclo de Yocknapatawpha. Me referiré al uso de la técnica narrativa
del “fluir de la corriente de la
conciencia”, utilizada por el escritor tras su viaje a Europa para
contactar a James Joyce, con quien hablaría en París hasta entusiasmarse con el
llamado monólogo interior, o corriente del pensamiento. La técnica consiste en ofrecer
una riada de ideas traducidas al lenguaje escrito donde palabras y frases
pueden parecer dispersas y sin sentido, sin embargo, representan un discurso
interno dirigido por el inconsciente que se rige por asociación de ideas. No
debemos olvidar que el cerebro es como una máquina que mientras estemos vivos, no
cesa de trabajar, ni siquiera cuando dormimos y una prueba de esto son los
sueños. El cerebro estará siempre hablando y no podremos hacerlo callar. Para
muchos lectores norteamericanos esta innovación en la novelística de Faulkner
resultó demasiado confusa y quizás por esa razón, luego de los tres capítulos
de monólogo interior (Benjy, Quentin y Jason) el escritor prefirió tomar su
condición de omnisciente y redactar el cuarto capítulo en tercera persona para
dejar claros muchos aspectos ofrecidos en el fluir del pensamiento de los
hermanos Compson.
En otra oportunidad algo más diremos sobre los Compson, y quizás
sobre Quentin estudiante de Harvard, el más inteligente y brillante de la
familia Compson y de su problemática con el tiempo. Cuando su padre le regaló
un reloj, le dijo “Te lo entrego, no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en
cuando lo olvides por un instante y no agotes tu fuerza intentando someterlo.
Porque nunca se gana una batalla. Ni si quiera se libran. El campo de batalla
solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria
es una ilusión de filósofos e imbéciles”. Quentin en su reloj verá que
el tiempo es indetenible, tal y como entenderá que avanza la destrucción moral
de la familia Compson, la pérdida de la virginidad de su hermana Caddy y todo
un cuadro desolador que lo llevará al suicidio.
Otros escritores también como Joyce,
Faulkner, Luís Martín Santos, Miguel Delibes, y Virginia Wolf utilizaron con
excelencia la técnica de la corriente de
la conciencia, con grandes ventajas. No solo logran una mayor verosimilitud
del texto, sino que permiten crear un nexo entre el escritor y el lector a
través de la vida interior de sus personajes, en ocasiones a través de la existencia
de curiosos registros lingüísticos que son adecuadamente utilizados en la mente
de cada sujeto. Si de monólogo
interior hablamos, la máxima expresión de este técnica narrativa en Faulkner se
da en la novela “As I lay Dying” donde existen sesenta soliloquios que
representan el fluir de la conciencia de al menos trece de los personajes de una
novela que sencillamente narra el cumplimiento de la promesa que Anse Burden le
hiciera a su esposa Addie, de llevarla a enterrar en el cementerio de Jefferson
la capital del Distrito de Yocknapatawpha. De tal modo que todo sucederá durante
seis días llenos de vicisitudes del viudo y sus hijos transportando la urna en
un carruaje tirado por caballos a través de las montañas y los ríos del norte
de una región del sur de los Estados Unidos, nacida de la imaginación de
Faulkner quien como Sinclair Lewis, Pearl S Buck, TS Eliot, John Steimbeck Ernesto
Heminway, Eugene O´Neil, Saul Bellow, Isaac Bashevis Singer y Toni Morrison,
también recibiría el Premio Nobel de Literatura.
Maracaibo 3 de marzo del año 2016
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