martes, 12 de noviembre de 2024

Regresar a lo escrito…


Quisiera copiar textualmente, un segmento de las páginas 89 y 90 de mi libro “Reflexiones de un anatomopatólogo” (1991) en el trabajo titulado “La anatomía patológica en Venezuela-Aspectos históricos”, para regresar a una historia muy particular, muchos años después de haberla escrito y casi 34 años después de haberla publicado.


A pesar del progreso de la Medicina clínica y de los avances médico-quirúrgicos, no existió orientación anatomopatológica ni criterios de observación microscópica en nuestra medicina venezolana hasta 1891, cuando el doctor José Gregorio Hernández regreso de Paris y trajo el primer microscopio de luz con lentes de inmersión. Es bueno que se sepa que con él se trajo una traducción del francés de “La patología celular” de Rudolph Virchow.

 

En 1897 llegará a Caracas el joven Rafael Rangel, quien solo tiene 19 años. Estudiará en primer año de Medicina, ganará el concurso para el externado del hospital Vargas y trabajará en las salas de hospitalización a cargo del doctor Aníbal Santos Dominici. Simultáneamente, Rangel aprenderá con el Dr José Gregorio Hernández los secretos de la histología, la histoquímica y la fisiopatología. Rangel se entusiasmará con la investigación hasta dejar la Medicina y ayudando a autopsiar enfermos fallecidos en las salas del hospital, estimulado por Santos Dominici, se transformará sin ser médico en un investigador de nuestra patología. Con el dominio de la técnica histológica y el conocimiento de la histopatología, Rangel será capaz de montar en 1901 un museo anatomopatológico, a solo seis meses de haber sido nombrado director del laboratorio del hospital Vargas.


En ese entonces, Rangel era solo un joven de 23 años. Aníbal Santos Dominici fue nombrado Rector de la Universidad a los 28 años y defendería a los estudiantes presos por haberse burlado de Cipriano Castro quien ya se erigía como dictador, y el joven Rector se transformará de médico en revolucionario para irse al exilio desde 1903 después del fracaso de la Revolución Libertadora. Ese año 1903, el gobierno decidió becar a un médico, el doctor Felipe Guevara Rojas para que se preparase como anatomopatólogo y lo enviarían a Europa. Guevara estudiara en Paris, Londres y en Berlín y regresaría en 1911 para encontrarse con un país donde la envidia y las mezquindades políticas ya habían hecho estragos.


Rangel, quien desde su laboratorio de hospital Vargas se había transformado en el mejor investigador de nuestra Medicina, quien descubrió el ancylostomo y lo describiría en los campesinos anémicos, halló el carbunco en las cabras, el tripanosoma en los caballos con derrengadera y el bacilo de la peste bubónica en los enfermos de La Guaira. Rangel, científico autodidacta, quien presentaría ante los Académicos de la Medicina a escasos meses de su muerte en 1909 los casos clínico -patológicos de un carcinoma epidermoide de la cara y una actinomicosis del maxilar. Rangel, de cuyas preparaciones histológicas se decía eran tan buenas como las de Ramon y Cajal… ¡Oh infortunio! No era médico.

 

Víctima de la envidia y por motivos políticos que giraban alrededor de su decidida actuación para contener una epidemia de peste bubónica en el puerto de La Guaira, Rangel sucumbiría ante la depresión. Cipriano Castro se había ido a operarse en Alemania y la silla presidencial era ocupada por su compadre Juan Vicente Gómez; incapaz de defenderse ante lo politiqueros de turno, adulantes del nuevo presidente, Rangel es llevado al suicidio el 20 de agosto de 1909, y el 14 de octubre, a escasos dos meses de su desaparición física, se crea la Cátedra de Anatomía Patológica como un anexo de su laboratorio de histología y bacteriología del hospital Vargas, el mismo que había sido dirigido desde su creación y hasta su muerte  por el bachiller Rafael Rangel. Se hará cargo de la Catedra, el doctor José Gregorio Hernández.

 

Cuando en 1911, el doctor Felipe Guevara Rojas dictó la clase inaugural en su condición de primer anatomopatólogo que llegaba al país, en ese discurso se habría de referir con palabras elogiosas al desempeño de Rangel como investigador en Anatomía Patológica y señalar como “sus disertaciones ante la mesa de autopsias y bajo el microscopio habían aclarado la causa exacta de la llamada “anemia esencial perniciosa progresiva” al encontrar cientos de ancylostomos pegados por sus ganchos a la mucosa intestinal de uno de nuestros hombres del campo”.

 

“Gracias a un diagnóstico anatomopatológico exacto, han podido salvarse entre nosotros muchas vidas”. Así concluyó su clase inaugural el doctor Felipe Guevara Rojas el año 1911. Hoy en 2024, he regresado a estas páginas de mi libro, publicado en 1991 gracias a la ayuda de la doctora Laura Piñero primera mujer patólogo que asumía la presidencia de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica, y quien con el apoyo del vicerrector de la Universidad de Carabobo se atrevió a darle curso a los textos de una obra que había sido antes rechazada por supuestamente ser  controversial al decir verdades crudamente.

 

La biografía de Rafael Rangel escrita por Marcel Roche finaliza así: “Rangel fue un adelantado de la ciencia en Venezuela. Fundador de los estudios de la parasitología en el país, sus indagaciones sobre la anquilostomiasis y la derrengadera abrieron nuevos senderos en la investigación de estas y otras enfermedades. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 20 de agosto de 1977”.

 

En marzo 2016, en tres artículos de este blog, (https://tinyurl.com/2abr6tx8) resumiría la historia del bachiller Rangel y de nuevo en julio 2020 también (https://tinyurl.com/37vetetb) y nuevamente en agosto de ese mismo año 2020, así como en julio del año pasado (https://tinyurl.com/nhskrpxj) 2023, hablamos de Rangel y cuando tocamos el tema de sus desencuentros, regresaría a nombrar a uno de sus adversarios, reiteradamente, y como dijera el antropólogo e historiador Miguel Acosta Saignes sobre el Libertador, parecía que en su vida, el joven bachiller también se transformaba en “el hombre de las dificultades”...

 

Finalmente me atrevería, salvando la distancia que es de siglos, a comparar la infortunada vida del bachiller Rafael Rangel, primer gran investigador científico sobre la patología en la Medicina venezolana, con otro investigador cuya historia estuvo trágicamente signada por el rechazo nacional de sus pares, aduciendo motivos políticos (https://tinyurl.com/szdta7rr) el doctor Humberto Fernández Morán, estas ideas nos obligan a establecer francas comparaciones entre ambos.

 

En una carta que hace ya varios años le escribiera a mi colega y amigo, el virólogo maracucho que fuera investigador del IVIC, José Esparza Bracho, le dije textualmente… “Creo que la objetividad con HFM hay que verla regresando al pasado, por su formación y su mentalidad y también la de la gente que interactuó con él. Yo tengo un sobre de manila lleno de papeles sobre estas cosas y están también allí las declaraciones de cómo lo veían en aquel tiempo quienes en el post perezjimenismo inmediato, redactaron el informe sobre el IVNIC que tú debes conocer, y había gente muy famosa de la UCV para la época… Ya sabes, tantas cosas como las que se dijeron de él, “El Brujo de Pipe”... /…“Tú sabes que Gernot Bergold tuvo oportunidad años más tarde de ser, quizás más ecuánime, y eso que él no fue cruel con “el Dr Morán” en el informe sobre los 6 meses que estuvo en el IVNIC… Ye he releído las cartas de sus colegas sobre “el Dr Morán”; las que escribieron dirigidas como respuesta para Marcel Roche y resultaba conveniente sostener el casi unánime diagnóstico de un HFM mentalmente desequilibrado (por decir lo más suave)… Creo que el tiempo va borrando las ideas y los recuerdos, en particular cuando las cosas nunca son 100% demostradas… Te va a ser difícil, ser objetivo, aunque lograses entrevistar a varios ancianos”... /… “El artículo mío sobre HFM debe ser el de Vitae, divulgado por mí a través de numerosas charlas en un “power point”, siempre el mismo, con pequeñas modificaciones. Es lo que sobre HFM he escrito. Me has puesto a creer que quizás he sido demasiado “sensiblero”. Lo que si soy es muy sincero, quizás por haberle tratado personalmente y por la relación con el doctor Pedro Iturbe, nuestro “padrino de promoción” a quien le debo todo lo que en el Sanatorio hicimos siguiendo las instrucciones de HFM”…

 

Finalizo recordando a mi primo Ernesto, quien acostumbraba a decir: “quien tenga ojos, que vea”…

Maracaibo, martes 12 de noviembre del año 2024

 

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