Quisiera copiar textualmente, un
segmento de las páginas 89 y 90 de mi libro “Reflexiones de un anatomopatólogo” (1991) en el trabajo titulado “La anatomía patológica en
Venezuela-Aspectos históricos”, para regresar a una historia muy particular,
muchos años después de haberla escrito y casi 34 años después de haberla
publicado.
A pesar del progreso de la Medicina
clínica y de los avances médico-quirúrgicos, no existió orientación
anatomopatológica ni criterios de observación microscópica en nuestra medicina
venezolana hasta 1891, cuando el doctor José Gregorio Hernández regreso de
Paris y trajo el primer microscopio de luz con lentes de inmersión. Es bueno
que se sepa que con él se trajo una traducción del francés de “La patología celular” de Rudolph
Virchow.
En 1897 llegará a Caracas el joven
Rafael Rangel, quien solo tiene 19 años. Estudiará en primer año de Medicina, ganará
el concurso para el externado del hospital Vargas y trabajará en las salas de
hospitalización a cargo del doctor Aníbal Santos Dominici. Simultáneamente,
Rangel aprenderá con el Dr José Gregorio Hernández los secretos de la
histología, la histoquímica y la fisiopatología. Rangel se entusiasmará con la
investigación hasta dejar la Medicina y ayudando a autopsiar enfermos
fallecidos en las salas del hospital, estimulado por Santos Dominici, se
transformará sin ser médico en un investigador de nuestra patología. Con el
dominio de la técnica histológica y el conocimiento de la histopatología,
Rangel será capaz de montar en 1901 un museo anatomopatológico, a solo seis
meses de haber sido nombrado director del laboratorio del hospital Vargas.
Rangel, quien desde su laboratorio
de hospital Vargas se había transformado en el mejor investigador de nuestra
Medicina, quien descubrió el ancylostomo
y lo describiría en los campesinos anémicos, halló el carbunco en las cabras, el
tripanosoma en los caballos con derrengadera y el bacilo de la peste
bubónica en los enfermos de La Guaira. Rangel, científico autodidacta, quien
presentaría ante los Académicos de la Medicina a escasos meses de su muerte en
1909 los casos clínico -patológicos de un carcinoma epidermoide de la cara y
una actinomicosis del maxilar. Rangel, de cuyas preparaciones histológicas se
decía eran tan buenas como las de Ramon y Cajal… ¡Oh infortunio! No era médico.
Víctima de la envidia y por motivos
políticos que giraban alrededor de su decidida actuación para contener una
epidemia de peste bubónica en el puerto de La Guaira, Rangel sucumbiría ante la
depresión. Cipriano Castro se había ido a operarse en Alemania y la silla
presidencial era ocupada por su compadre Juan Vicente Gómez; incapaz de
defenderse ante lo politiqueros de turno, adulantes del nuevo presidente,
Rangel es llevado al suicidio el 20 de agosto de 1909, y el 14 de octubre, a
escasos dos meses de su desaparición física, se crea la Cátedra de Anatomía
Patológica como un anexo de su laboratorio de histología y bacteriología del
hospital Vargas, el mismo que había sido dirigido desde su creación y hasta su
muerte por el bachiller Rafael Rangel.
Se hará cargo de la Catedra, el doctor José Gregorio Hernández.
Cuando en 1911, el doctor Felipe
Guevara Rojas dictó la clase inaugural en su condición de primer
anatomopatólogo que llegaba al país, en ese discurso se habría de referir con
palabras elogiosas al desempeño de Rangel como investigador en Anatomía
Patológica y señalar como “sus
disertaciones ante la mesa de autopsias y bajo el microscopio habían aclarado
la causa exacta de la llamada “anemia esencial perniciosa progresiva” al
encontrar cientos de ancylostomos pegados por sus ganchos a la mucosa
intestinal de uno de nuestros hombres del campo”.
“Gracias
a un diagnóstico anatomopatológico exacto, han podido salvarse entre nosotros
muchas vidas”. Así
concluyó su clase inaugural el doctor Felipe Guevara Rojas el año 1911. Hoy en
2024, he regresado a estas páginas de mi libro, publicado en 1991 gracias a la
ayuda de la doctora Laura Piñero primera mujer patólogo que asumía la
presidencia de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica, y quien con el
apoyo del vicerrector de la Universidad de Carabobo se atrevió a darle curso a
los textos de una obra que había sido antes rechazada por supuestamente
ser controversial al decir verdades
crudamente.
La
biografía de Rafael Rangel escrita por Marcel Roche finaliza así: “Rangel fue un adelantado de la ciencia en
Venezuela. Fundador de los estudios de la parasitología en el país, sus
indagaciones sobre la anquilostomiasis y la derrengadera abrieron nuevos
senderos en la investigación de estas y otras enfermedades. Sus restos reposan
en el Panteón Nacional desde el 20 de agosto de 1977”.
En marzo 2016, en tres artículos de este blog, (https://tinyurl.com/2abr6tx8) resumiría la historia del bachiller Rangel y de nuevo en julio 2020 también (https://tinyurl.com/37vetetb) y nuevamente en agosto de ese mismo año 2020, así como en julio del año pasado (https://tinyurl.com/nhskrpxj) 2023, hablamos de Rangel y cuando tocamos el tema de sus desencuentros, regresaría a nombrar a uno de sus adversarios, reiteradamente, y como dijera el antropólogo e historiador Miguel Acosta Saignes sobre el Libertador, parecía que en su vida, el joven bachiller también se transformaba en “el hombre de las dificultades”...
Finalmente me atrevería, salvando la
distancia que es de siglos, a comparar la infortunada vida del bachiller Rafael
Rangel, primer gran investigador científico sobre la patología en la Medicina
venezolana, con otro investigador cuya historia estuvo trágicamente signada por
el rechazo nacional de sus pares, aduciendo motivos políticos (https://tinyurl.com/szdta7rr) el doctor Humberto Fernández Morán,
estas ideas nos obligan a establecer francas comparaciones entre ambos.
En una carta que hace ya varios años
le escribiera a mi colega y amigo, el virólogo maracucho que fuera investigador
del IVIC, José Esparza Bracho, le dije textualmente… “Creo que la objetividad con HFM hay que
verla regresando al pasado, por su formación y su mentalidad y también la de la
gente que interactuó con él. Yo tengo un sobre de manila lleno de papeles sobre
estas cosas y están también allí las declaraciones de cómo lo veían en aquel
tiempo quienes en el post perezjimenismo inmediato, redactaron el informe sobre
el IVNIC que tú debes conocer, y había gente muy famosa de la UCV para la
época… Ya sabes, tantas cosas como las que se dijeron de él, “El Brujo de Pipe”...
/…“Tú sabes que Gernot Bergold tuvo oportunidad años más tarde de ser, quizás
más ecuánime, y eso que él no fue cruel con “el Dr Morán” en el informe sobre
los 6 meses que estuvo en el IVNIC… Ye he releído las cartas de sus colegas
sobre “el Dr Morán”; las que escribieron dirigidas como respuesta para Marcel
Roche y resultaba conveniente sostener el casi unánime diagnóstico de un HFM
mentalmente desequilibrado (por decir lo más suave)… Creo que el tiempo va
borrando las ideas y los recuerdos, en particular cuando las cosas nunca son
100% demostradas… Te va a ser difícil, ser objetivo, aunque lograses
entrevistar a varios ancianos”... /… “El artículo mío sobre HFM debe ser el de
Vitae, divulgado por mí a través de numerosas charlas en un “power point”, siempre
el mismo, con pequeñas modificaciones. Es lo que sobre HFM he escrito. Me has
puesto a creer que quizás he sido demasiado “sensiblero”. Lo que si soy es muy
sincero, quizás por haberle tratado personalmente y por la relación con el
doctor Pedro Iturbe, nuestro “padrino de promoción” a quien le debo todo lo que
en el Sanatorio hicimos siguiendo las instrucciones de HFM”…
Finalizo recordando a mi primo Ernesto, quien acostumbraba a decir: “quien tenga ojos, que vea”…
Maracaibo, martes 12 de noviembre del año 2024
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