El 19 de abril del año 2022 relaté
la historia de mi escotoma, allí
fijo en el ojo izquierdo y de mis hemianopsias ocasionales, cosas que aprendí
gracias al genial médico, mi gran amigo, el neuro-oftalmólogo Rafael Muci Mendoza. Años ha,
ciertamente, pero he relatado estas incidencias oculares porque me han
acompañado en el curso de mi vida.
Quise regresar a mi historia
personal, informando en el Blog que la corioretinopatía
serosa central no era tan frecuente: detrás de la degeneración
macular asociada a la edad, y las oclusiones vasculares o el edema macular
causado por la diabetes, es la cuarta enfermedad retiniana que más amenaza
nuestra visión. La mayoría de los casos, dicen que se cura en un par de meses
sin tratamiento. Mi experiencia es que estuvo, está y estará siempre asociada
al stress.
Del blog del profesor Rafael Muci
he tomado este recuento histórico que, sobre la visión y su neuroanatomía para mí,
es pertinente, y para quienes gusten de la historia, creo puede resultar
interesante. Los antiguos médicos y filósofos estaban convencidos de la idea
del papel proactivo del ojo, incluyendo a Platón (427-347 a. C.) quien en
el siglo IV a.C., escribió que la luz emanaba de los ojos y asía con sus
rayos los objetos a su alcance.
Sería Aristóteles (384-322 a.C.) el
primero en rechazar esta teoría de ¨extraemisión¨ de la visión: ¨ Aristóteles
abogaba por la teoría de la ¨intraemisión¨, es decir, que el ojo recibe los
rayos en lugar de dirigirlos activamente hacia el exterior. Teofrasto (372-288
a.C.), discípulo de Aristóteles, contradiciendo a su maestro, asentó
metafóricamente que dentro del ojo había “fuego”. En 450 a.C. Hipócrates (460-370
a.C.) describió un paciente con hemianopsia. En 150 d.C. a Claudio Ptolomeo (100 -170 d.C.) se le acredita el haber estimado
los límites externos del campo visual.
En 130 d.C. Rufus de Éfeso (97-117 d.C.), médico y anatomista describió que
los dos nervios ópticos se unían en el interior de la cabeza. Él designó esta
unión como quiasma al compararlo con la letra ҳ (chi) del alfabeto
griego. En 165 d.C. Galeno de Pérgamo (129-200
d.C.), interpretó el quiasma como una potencial conexión ¨hidráulica¨ entre los
dos ojos y como punto de división de la vía visual donde se distribuiría
el flujo vital desde los ventrículos hacia ambos ojos.
Alhazen -Abu Ali Ibn Al Haytham- (965-1039 d.C.), científico y médico nacido en
Basora, llamado “el segundo Ptolomeo”, escribió su ¨Libro de la Óptica¨ (1021),
e insinuó el papel funcional del quiasma, sugiriendo que sólo después de la
superposición y la fusión de las dos imágenes monoculares se integraba una
experiencia visual única en un centro superior, al que llamó sensus
ultimum.
En 500 d.C. Leonardo da Vinci (1452-1519), en su innata curiosidad acerca de
los ojos y el cerebro, fallaría al basar sus esquemas más en Galeno que en sus
propias disecciones de cerebros y nos dejó estas conclusiones: “Aquellos artistas que están enamorados de
la práctica sin ciencia son como marineros… sin timón ni brújula… la
práctica debe basarse siempre en la sana teoría…”.
Andreas Vesalius (1514-1564),
el anatomista que habría de marcar el punto de inflexión en neuroanatomía,
publicó en 1545 cuando contaba
apenas 28 años De Humanis
Cprporis Fabrica. “Cada
nervio del primer par [óptico]… se dirige hacia adelante algo oblicuamente; el
nervio derecho se extiende hacia la izquierda y el izquierdo hacia la derecha,
luego se juntan y se mezclan por lo que de ninguna manera se puede
separar el derecho del izquierdo, y por lo tanto sería totalmente infructuoso
intentar determinar si en este cruce el nervio derecho permanece en el lado
derecho o es si llevado a la izquierda por una conexión ininterrumpida…”.
Entre 1604 y 1610. Johannes Kepler (1571-1630) publicó las razones por las cuales
pensaba que la retina era el elemento perceptivo esencial del ojo, y René Descartes (1596-1650), el filósofo y matemático francés,
pensaba que los ¨espíritus visuales¨ -impulsos- pasaban de la retina hacia los
nervios ópticos y no se decusaban en el quiasma, arribando en una distribución
retinotópica en el ventrículo lateral (como
lo asentaba Galeno) y desde allí, serían transferidos a la glándula pineal
sitio donde interactuaban mente y cuerpo. Desde la glándula pineal ambas
imágenes fusionadas eran depositadas en el cerebro para futura recordación como
memoria visual.
Thomas Willis (1621-1675),
médico inglés en su libro Cerebri Anatome (1664) numera los nervios
craneales y describe el círculo arterial de la base craneal que lleva su
nombre. Willis también declaró que los nervios ópticos no eran huecos, aunque
humores de alguna especie percolaban y fluían a lo largo de los nervios¨. Edmé Mariotte (1620-1684) informaría de un área de ausencia de
visión en el campo visual de cada ojo normal, demostrando que era causada por
la entrada del nervio óptico. Hoy la conocemos como mancha ciega o mancha de
Mariotte. Isaac
Newton (1642-1727), el
matemático, físico y filósofo de Cambridge y Londres, dedujo que debía
producirse una hemidecusación en el quiasma porque es la mejor vía para llevar
juntas las imágenes de ambos ojos al cerebro.
Williams Briggs (1650-1704), un
fellow de la Universidad de Cambridge describió la capa de fibras ópticas
que converge en ¨la papilla óptica¨ y desde allí viajan a lo largo del nervio
óptico pasando a través del quiasma sin decusarse. Newton 22 años después,
sería el primero en dejar claramente impresa la parcial decusación de los
nervios ópticos en el quiasma que sería la base de una imagen única y de la
visión binocular. Hermann Boerhaave (1668-1738);
“el Hipócrates holandés”, definió el
escotoma e intentó que los pacientes fijasen la mirada en un punto y
describiesen dónde se ubican las áreas ciegas.
Giovanni Battista Morgagni(1682-1771)“Príncipe
de los Anatomistas¨y fundador de la Anatomía Patológica,
describió un caso de afectación visual en ambos ojos causada por una
lesión unilateral en el cerebro; descripción que parece ser la más temprana
interpretación correcta de una hemianopsia homónima. Karl Gustav Himly (1772-1837) de Göttingen, habló de ¨amaurosis
peripherica¨ en contraposición de ¨amaurosis centralis”.
L.A.Desmarres (1810-1882)
en París, describió la pérdida del campo visual superior en el desprendimiento
de la retina. Albrecht
von Graefe (1828-1870), en
el von Graefe´s Archiv. 1856;2/2:258-298, mostró ejemplos de escotoma
central, escotoma en anillo, constricción concéntrica, aumento de la mancha
ciega, hemianopsias homónimas, heterónimas bitemporales y nasales y
sugirió que las hemianopsias homónimas eran causadas por una lesión
cerebral unilateral y las heterónimas por tumores en la base cerebral.
En 1874. Bernhard von Gudden (1824-1886) y don Santiago Ramón y
Cajal (1852-1934) determinaron que proyecciones de
las fibras ópticas ipsolaterales y contralaterales ocurrían en la mayoría de
los quiasmas de los mamíferos. William F. Hoyt (1926) y O.
Luis empleando
técnicas de fotocoagulación retiniana focal y tinción de Nauta de impregnación
argéntica para degeneración de axones, hallaron que la proyección macular era
tan difusa que declararon que: “los axones se entremezclaban en el quiasma
con y rodeados de proyecciones extramaculares¨, proporcionando pruebas
convincentes de que las fibras no cruzadas o directas permanecen laterales en
el nervio óptico y el quiasma de humanos y primates.
El Dr Rafael Muci concluiría afirmando que la historia ha demostrado que el conocimiento
todavía está inconcluso; “aunado a
las frescas ideas de los nuevos tiempos y a las maneras de resolver mediante la
tecnología las complejas ecuaciones que las preguntas suscitan, cada vez se
progresa más en la comprensión de los cabos que quedaron sueltos. Y así será en
el devenir de los tiempos”…
Maracaibo,
viernes 8 de noviembre del año 2024
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