viernes, 8 de noviembre de 2024

Otra mirada a los ojos…

 

El 19 de abril del año 2022 relaté la historia de mi escotoma, allí fijo en el ojo izquierdo y de mis hemianopsias ocasionales, cosas que aprendí gracias al genial médico, mi gran amigo, el neuro-oftalmólogo Rafael Muci Mendoza. Años ha, ciertamente, pero he relatado estas incidencias oculares porque me han acompañado en el curso de mi vida. 

 

Quise regresar a mi historia personal, informando en el Blog que la corioretinopatía serosa central no era tan frecuente: detrás de la degeneración macular asociada a la edad, y las oclusiones vasculares o el edema macular causado por la diabetes, es la cuarta enfermedad retiniana que más amenaza nuestra visión. La mayoría de los casos, dicen que se cura en un par de meses sin tratamiento. Mi experiencia es que estuvo, está y estará siempre asociada al stress.


Del blog del profesor Rafael Muci he tomado este recuento histórico que, sobre la visión y su neuroanatomía para mí, es pertinente, y para quienes gusten de la historia, creo puede resultar interesante. Los antiguos médicos y filósofos estaban convencidos de la idea del papel proactivo del ojo, incluyendo a Platón (427-347 a. C.) quien en el siglo IV a.C., escribió que la luz emanaba de los ojos y asía con sus rayos los objetos a su alcance. 

 

Sería Aristóteles (384-322 a.C.) el primero en rechazar esta teoría de ¨extraemisión¨ de la visión: ¨ Aristóteles abogaba por la teoría de la ¨intraemisión¨, es decir, que el ojo recibe los rayos en lugar de dirigirlos activamente hacia el exterior. Teofrasto (372-288 a.C.), discípulo de Aristóteles, contradiciendo a su maestro, asentó metafóricamente que dentro del ojo había “fuego”. En 450 a.C. Hipócrates (460-370 a.C.) describió un paciente con hemianopsia. En 150 d.C. a Claudio Ptolomeo (100 -170 d.C.) se le acredita el haber estimado los límites externos del campo visual.

 

En 130 d.C. Rufus de Éfeso (97-117 d.C.), médico y anatomista describió que los dos nervios ópticos se unían en el interior de la cabeza. Él designó esta unión como quiasma al compararlo con la letra ҳ (chi) del alfabeto griego. En 165 d.C. Galeno de Pérgamo (129-200 d.C.), interpretó el quiasma como una potencial conexión ¨hidráulica¨ entre los dos ojos y como punto de división de la vía visual donde se distribuiría el flujo vital desde los ventrículos hacia ambos ojos.

 

Alhazen -Abu Ali Ibn Al Haytham- (965-1039 d.C.), científico y médico nacido en Basora, llamado “el segundo Ptolomeo”, escribió su ¨Libro de la Óptica¨ (1021), e insinuó el papel funcional del quiasma, sugiriendo que sólo después de la superposición y la fusión de las dos imágenes monoculares se integraba una experiencia visual única en un centro superior, al que llamó sensus ultimum.

 

En 500 d.C. Leonardo da Vinci (1452-1519), en su innata curiosidad acerca de los ojos y el cerebro, fallaría al basar sus esquemas más en Galeno que en sus propias disecciones de cerebros y nos dejó estas conclusiones: “Aquellos artistas que están enamorados de la práctica sin ciencia son como marineros… sin timón ni brújula… la práctica debe basarse siempre en la sana teoría…”.

 

Andreas Vesalius (1514-1564), el anatomista que habría de marcar el punto de inflexión en neuroanatomía, publicó en 1545 cuando contaba apenas 28 años De Humanis Cprporis  Fabrica. “Cada nervio del primer par [óptico]… se dirige hacia adelante algo oblicuamente; el nervio derecho se extiende hacia la izquierda y el izquierdo hacia la derecha, luego se juntan y se mezclan por lo que de ninguna manera se puede separar el derecho del izquierdo, y por lo tanto sería totalmente infructuoso intentar determinar si en este cruce el nervio derecho permanece en el lado derecho o es si llevado a la izquierda por una conexión ininterrumpida…”.

 

Entre 1604 y 1610. Johannes Kepler (1571-1630) publicó las razones por las cuales pensaba que la retina era el elemento perceptivo esencial del ojo, y René Descartes (1596-1650), el filósofo y matemático francés, pensaba que los ¨espíritus visuales¨ -impulsos- pasaban de la retina hacia los nervios ópticos y no se decusaban en el quiasma, arribando en una distribución retinotópica en el ventrículo lateral (como lo asentaba Galeno) y desde allí, serían transferidos a la glándula pineal sitio donde interactuaban mente y cuerpo. Desde la glándula pineal ambas imágenes fusionadas eran depositadas en el cerebro para futura recordación como memoria visual.

 

Thomas Willis (1621-1675), médico inglés en su libro Cerebri Anatome (1664) numera los nervios craneales y describe el círculo arterial de la base craneal que lleva su nombre. Willis también declaró que los nervios ópticos no eran huecos, aunque humores de alguna especie percolaban y fluían a lo largo de los nervios¨. Edmé Mariotte (1620-1684) informaría de un área de ausencia de visión en el campo visual de cada ojo normal, demostrando que era causada por la entrada del nervio óptico. Hoy la conocemos como mancha ciega o mancha de Mariotte. Isaac Newton (1642-1727), el matemático, físico y filósofo de Cambridge y Londres, dedujo que debía producirse una hemidecusación en el quiasma porque es la mejor vía para llevar juntas las imágenes de ambos ojos al cerebro. 

 

Williams Briggs (1650-1704), un fellow de la Universidad de Cambridge describió la capa de fibras ópticas que converge en ¨la papilla óptica¨ y desde allí viajan a lo largo del nervio óptico pasando a través del quiasma sin decusarse. Newton 22 años después, sería el primero en dejar claramente impresa la parcial decusación de los nervios ópticos en el quiasma que sería la base de una imagen única y de la visión binocular. Hermann Boerhaave (1668-1738); “el Hipócrates holandés”, definió el escotoma e intentó que los pacientes fijasen la mirada en un punto y describiesen dónde se ubican las áreas ciegas. 

 

Giovanni Battista Morgagni(1682-1771)“Príncipe de los Anatomistas¨y  fundador de la Anatomía Patológica, describió  un caso de afectación visual en ambos ojos causada por una lesión unilateral en el cerebro; descripción que parece ser la más temprana interpretación correcta de una hemianopsia homónima. Karl Gustav Himly (1772-1837) de Göttingen, habló de ¨amaurosis peripherica¨ en contraposición de ¨amaurosis centralis”.

 

 L.A.Desmarres (1810-1882) en París, describió la pérdida del campo visual superior en el desprendimiento de la retina. Albrecht von Graefe (1828-1870), en el von Graefe´s Archiv. 1856;2/2:258-298, mostró ejemplos de escotoma central, escotoma en anillo, constricción concéntrica, aumento de la mancha ciega, hemianopsias homónimas, heterónimas bitemporales y nasales y sugirió que las hemianopsias homónimas eran causadas por una lesión cerebral unilateral y las heterónimas por tumores en la base cerebral.

 

En 1874. Bernhard von Gudden (1824-1886) y don Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) determinaron que proyecciones de las fibras ópticas ipsolaterales y contralaterales ocurrían en la mayoría de los quiasmas de los mamíferos. William F. Hoyt (1926) y O. Luis empleando técnicas de fotocoagulación retiniana focal y tinción de Nauta de impregnación argéntica para degeneración de axones, hallaron que la proyección macular era tan difusa que declararon que: “los axones se entremezclaban en el quiasma con y rodeados de proyecciones extramaculares¨, proporcionando pruebas convincentes de que las fibras no cruzadas o directas permanecen laterales en el nervio óptico y el quiasma de humanos y primates.

 

El Dr Rafael Muci concluiría afirmando que la historia ha demostrado que el conocimiento todavía está inconcluso; “aunado a las frescas ideas de los nuevos tiempos y a las maneras de resolver mediante la tecnología las complejas ecuaciones que las preguntas suscitan, cada vez se progresa más en la comprensión de los cabos que quedaron sueltos. Y así será en el devenir de los tiempos”…

 

Maracaibo, viernes 8 de noviembre del año 2024

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