¿Sabías que los libros viejos liberan moléculas aromáticas que tiene un aroma parecido a la almendra? La vainilina, es un benzaldehído que huele a vainilla, el etilbenceno y el tolueno, les dan un toque dulce, y el 2-etil hexanol le aporta a los libros un aroma ligeramente floral. Hay una molécula, que aumenta su concentración en los libros mientras más antiguos sean: el furfural. El furfural también huele a almendras, y es más abundante en las páginas hechas de algodón o de lino, que en las de celulosa, y les informo que se ha utilizado para datar la edad de los libros.
De manera que vamos
a conversar en este breve artículo del blog lapesteloca
lo que significa ir ojeando páginas, y a la vez oliéndolas, porque el olfato puede
ponerse “a punto” para disfrutar de lo que ha sido considerado como uno de los
mayores placeres de los lectores: el olor
de los libros.
Supongo que puede
ser difícil hallar a la persona que acepte reconocer que es uno de los que
mueren de gusto cuando huelen los libros… Aunque la
mayoría de aficionados a la lectura, en realidad adoran ese sutil aroma que
les remite a horas y horas del placer de leer puede ser que no
hayan concienciado el hecho de que la lectura de un buen libro, lleva
casi implícito el fenómeno de que, al abrirlo, se percibe ese olor
que desprenden las páginas y esto es algo que puede pasar
inadvertido.
Hasta el color,
forma parte del fenómeno que comentamos pues las páginas de los libros antiguos
se vuelven amarillas con el tiempo, y este hecho es algo que tiene que ver con
la lignina, una molécula típica de la madera, que se descompone en ácidos que
degradan la celulosa. Se ha examinado en detalle el tema de, el olor de
los libros viejos y de cómo este nace de la combinación de una serie de
elementos que van desde las hierbas aromáticas hasta un toque ácido a
vainilla y moho.
Particularmente el
aroma se debe a la presencia de la lignina, un componente
que tiene su origen en la biomasa vegetal que se encuentra en el papel, el cual
al degradarse desprende ese olor herbal. De hecho, este elemento se utiliza
para crear perfumes y velas. La lignina desencadena una combinación “mágica”
que resulta placentera para nuestro sentido del olfato e incrementa este sutil
y aromático placer que llega asociado a la lectura, aunque debo
informar que las páginas de los libros actuales contienen menos cantidad de este
compuesto químico precisamente para evitar el deterioro de los volúmenes.
Seguramente que, si
eres lector, habrás experimentado, quizás sin ser ni consciente de ello,
el placer de oler un libro, simplemente, al abrirlo… Aspirar
el aroma que desprende y sentir una agradable sensación y si has tenido la
oportunidad de visitar una biblioteca o librerías, o un sitio con ejemplares
usados, libros de segunda oportunidad, piensa en que cada libro no solo ofrece
una historia, también posee un perfume único y singular.
Aunque no lo haya
usted notado, y quizás ni siquiera lo hubiese imaginado, este fenómeno es algo
ya conocido y bastante habitual entre bibliófilos y lectores
empedernidos. Es así, que incluso existen varios estudios
e investigaciones que se han centrado en el olor de los libros y
sus efectos en las personas. Un trabajo realizado por investigadores del Instituto
para el Patrimonio Sostenible del University College of London que
está publicado en la web de Heritage Science, relata cómo
estos científicos analizaron diferentes aromas asociados con elementos
históricos, entre los que no podría faltar el de los libros viejos.
Aunque al iniciar
su lectura podríamos pensar que es la descripción del bouquet o buqué de un
buen vino, pero no, es la definición del olor de los libros viejos que hizo
Matija Strlic, profesor de Ciencias del Patrimonio de la University College de
Londres en su trabajo "Olor del patrimonio: un marco para la
identificación, análisis y archivo de olores históricos", del año 2017.
Como hemos venido
explicando, los libros huelen así por la degradación en el tiempo especialmente de la lignina y otros ciertos
productos que forman el papel. La lignina es un biopolímero natural, de
los principales componentes de origen vegetal que está presente en árboles, arbustos
y plantas. En BBC Mundo el doctor en Química, Marcelo Domine lo explicaría de
esta manera: “los vegetales tienen tres
componentes principales, la celulosa, la hemicelulosa y la lignina, y la lignina es lo que le da rigidez al vegetal
para que sea más resistente".
Cuando las
papeleras tratan la madera para hacer papel extraen la celulosa para crear la
pasta y eliminan la hemicelulosa y la lignina y esto lo hacen porque la lignina
en particular dificulta el manejo del papel por sus propiedades naturales de la
rigidez, aunque su separación no es total y algunos de sus aceites esenciales se quedan junto a la celulosa y de
allí el aroma tan característico del papel.
Como una curiosidad, en el Nº123 de la céntrica calle de Alcalá de Madrid, José Antonio García Prieto fundó la Librería Anticuaria en 1978 y desde entonces es un punto de referencia para el amante del libro, el coleccionista y el bibliófilo. Esa librería, se ha dedicado a la compra venta de libros antiguo de los siglos XV a XX, de manuscritos y al coleccionismo de papel, es una las principales asociaciones de librerías anticuarias.
“En este mundo trepidante, uno abre la puerta de una
librería y entra en otro mundo. ¿Pero están condenadas a
desaparecer? ¿O tienen tanta magia que resistirán?” La pregunta nos la
hace Irene Vallejos (https://tinyurl.com/57cwnpb8) la
famosa joven escritora (Zaragoza 1979) de “El
infinito en un junco” una
fabulosa aventura colectiva protagonizada por miles de personas que, a lo largo
del tiempo han hecho posibles y han protegido los libros con todas sus
propiedades.
Irene nos habló de narradoras orales, de escribas e
iluminadores, de traductores y vendedores ambulantes de libros, de maestras,
sabios, espías, rebeldes, de monjas, esclavos y aventureras, recreando paisajes
de montaña y arrecifes junto al mar que ruge, donde la energía se concentra en
los enclaves más apartados, donde el saber se refugia en tiempos de caos, o de
gente común; esos libreros, los salvadores de libros, son los auténticos
protagonistas del ensayo de Irene Vallejos quien tras una entrevista y reflexionando
concluye :-“Soy optimista y no puedo
evitarlo. Creo que los libros y los libreros han demostrado que son grandes
supervivientes”.
El libro de Irene Vallejo que recomiendo ampliamente, ha
recibido el Premio Nacional de Ensayo 2020 en España, el Premio José
Antonio Labordeta en 2020, el Premio de la Asociación
de Librerías de Madrid, el Premio Nacional Promotora de los
Estudios Latinos, el Premio Antonio de Sancha 2022 (Asociación
de Editores de Madrid), el Premio el Ojo Crítico de Narrativa 2019,
el Premio Las Librerías Recomiendan de No Ficción 2020, y
el Premio Búho al Mejor Libro de 2019 de la Asociación
Aragonesa de Amigos del Libro.
Maracaibo, sábado 9 de
noviembre del año 2024
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