Venimos de conversar ayer sobre las histonas, que son esa especie de
bobinas de proteína alrededor de las cuales se enrolla nuestro ADN y de cómo se
pensó que añadir o eliminar
grupos metilo o acetilo de las histonas era clave para determinar cuándo y
dónde se activaban
los genes, pero vimos que
regular la actividad de los genes no es la única función de las histonas ya que
ellas son como una especie de banco o repositorio al que la célula puede
recurrir cuando necesita más acetilos para las reacciones químicas. Las
histonas están profundamente entrelazadas con el funcionamiento metabólico de
las células.
Examinamos los experimentos de Benjamin Tu, bioquímico de la UT Southwestern quien con su
grupo de investigadores mostraron como las células
utilizan los grupos acetilo para producir moléculas como los ácidos grasos, que
se emplean como fuente de energía o para construir las membranas celulares y
como los grupos acetilo son producidos por la mitocondria,
el orgánulo generador de energía de la célula y para
producir energía, las células consumían los grupos acetilo que se habían
desprendido de las histonas. Los
grupos acetilo que quedaban se reorganizaban para
activar genes que produjeran más acetil-CoA.
Peter Sarkies y Marcos
Francisco Pérez de la Universidad de
Oxford demostraron que depende dónde se
añadan los metilos para activar o suprimir la actividad génica y lo que importa
es la suma de la actividad de todas las enzimas para lograr un efecto
particular sobre un gen cercano. Esto es lo que observó el equipo de Sarkies cuando examinó
varias líneas celulares de cáncer.
Cada línea celular había elevado o reducido la actividad de distintas combinaciones de esas
enzimas metilantes, de modo que podían depositar grupos metilo en las histonas
para apartarlas y mantener el metabolismo a buen ritmo. Los científicos también
descubrieron que muchas de las enzimas
metilantes estaban bajo la influencia de un gen llamado Rb, conocido por su
papel en la supresión del cáncer
Esto es exactamente lo que observó el equipo de Sarkies cuando examinó varias líneas celulares de cáncer. Cada línea celular había elevado o reducido la actividad de distintas combinaciones de esas enzimas metilantes, de modo que podían depositar grupos metilo en las histonas para apartarlas y mantener el metabolismo a buen ritmo. Los científicos también descubrieron que muchas de las enzimas metilantes estaban bajo la influencia de un gen llamado Rb, conocido por su papel en la supresión del cáncer (el gen Rb suele estar mutado en las células cancerosas). Rb (también denominada pRB) (ver) es la proteína del retinoblastoma.
Originalmente
se detectó esta alteración en cáncer de retina,
de donde deriva su nombre ya que la pRB
es una proteína supresora de tumores que
se encuentra alterada en muchos tipos de cáncer,
como sucede en el cáncer de pulmón, los melanomas, el cáncer de próstata y el
cáncer de mama.. Una de las funciones
principales de pRb es la inhibición
de la progresión del ciclo celular antes
de la entrada en mitosis,
de manera que la célula no entra en división hasta que está preparada para ello
y se dan las condiciones adecuadas: pRb
impide por tanto la proliferación celular. Por ello, la inactivación de pRb puede suponer la aparición de un
cáncer,
Esto sugirió a Sarkies que Rb desempeñaba un papel
central en el aumento o la disminución de la velocidad a la que se depositan los grupos metilo en las histonas y, por tanto, en la regulación
de las vías bioquímicas y el crecimiento. “Lo
que descubrimos es que la célula utiliza la metilación de las histonas no solo
para regular los genes, sino también el metabolismo”, afirmaría Sarkies.
Los investigadores también han
aprendido recientemente que las histonas a veces pueden implicarse en otros
aspectos de la bioquímica celular. En un estudio publicado en 2017, el equipo
del biólogo de la cromatina Marcus Buschbeck, del Instituto de Investigación contra la Leucemia
Josep Carreras de Barcelona, demostró que un tipo de histona llamada macroH2A1.1 puede ayudar
a preservar una sustancia química llamada NAD+,
que es esencial en muchas reacciones bioquímicas.
Esto deja más NAD+ a disposición de
las mitocondrias generadoras de energía.
El equipo del bioquímico Siavash
Kurdistani, de la Universidad de California en Los Ángeles, demostró
en 2020 que las histonas
funcionan como enzimas que convierten los iones
de cobre oxidados (Cu2+) en iones de
cobre reducidos (Cu1+). Los iones de cobre reducidos son la forma que necesita la
mitocondria para producir energía. Estos iones habrían sido difíciles de
conseguir en los albores de la evolución de las células eucariotas complejas,
como la nuestra, porque el cobre se oxidaba a medida que aumentaban los niveles
de oxígeno en la atmósfera.
A medida que descubren este vínculo
entre histonas y metabolismo, los investigadores también especulan sobre cómo
surgió esta relación. Observan que en los microbios llamados arqueas (https://tinyurl.com/yxxuzj94)
-a partir de los cuales se cree que evolucionaron las células eucariotas-
existe una gran variedad de histonas. Pero muy pocas de ellas tienen las colas
flexibles que tienen nuestras propias histonas, en las que se colocan las
marcas de metilo y acetilo (ver-esquema) Por eso, los científicos están
siempre interesados en saber cómo funcionaban las histonas en nuestros
antepasados arqueas.
En este Blog, (https://tinyurl.com/28vbu7xn
) ya hemos conversado sobre las arqueas y el llamado Árbol «genealógico» de los
tres dominios de la vida (Arqueas,
Eucariotas y Bacterias), y su relación con las Arqueas de Asgard. Las
histonas de los eucariotas y las de las arqueas difieren en su estructura (ver).
Se barajan diversas posibilidades. Kurdistani sugiere que el primer papel de las histonas arqueas podría haber sido producir esos preciados iones de cobre reducidos. El biólogo de la cromatina Tobias Warnecke, del Imperial College de Londres, que estudia la evolución de las histonas en las arqueas, sugiere que las histonas arqueas podrían ayudar a evitar que el ADN se rompiera en los entornos extremos en los que viven las arqueas, como el calor intenso. Las histonas también podrían haber protegido el ADN de las arqueas de los virus que intentaban insertarse en él, añade Warnecke.
Más tarde, tras la aparición del
ancestro de los eucariotas actuales hace unos 1.500 millones de años, las
histonas evolucionaron hacia colas más largas que se modificaron químicamente
de diversas formas, entre ellas con grupos acetilo y metilo. Según Benjamin Tu,
es posible que tales modificaciones surgieran para gestionar los metabolitos
producidos por las mitocondrias en aquellos primeros eucariotas.
Algunas sustancias químicas
producidas en las mitocondrias son muy reactivas y podrían adherirse
espontáneamente — y dañar— moléculas importantes como el ADN. Tal vez la célula
desarrolló enzimas para eliminar estas pequeñas moléculas de carbono de los
lugares donde podrían ser perjudiciales y pegarlas en su lugar en lugares como
las colas de las histonas, donde no causarían ningún daño.
Más tarde, la célula podría haber
pasado a depender de estas modificaciones de las histonas para su regulación
metabólica. ¿Y más tarde aún? La historia de la evolución de las histonas
parece ser una historia de reutilización. Si las células se toparon primero con
una forma de regular su metabolismo con histonas, dice Sarkies, un proceso
similar podría haber llevado a utilizarlas para controlar los genes. En el caso
de las histonas, sugiere, Sarkies
que “la regulación metabólica
es más fundamental que la regulación génica”.
NOTA: Este trabajo en parte proviene de un artículo
traducido por Debbie Ponchner, originalmente aparecido en Knowable en español,
publicación sin fines de lucro para poner
el conocimiento científico al alcance de todos.
Maracaibo,
martes 19 de noviembre del año 2024
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