Stanley Lloyd
Miller fue un
científico de Chicago quien consiguió, a los 23 años, crear aminoácidos en un
tubo de ensayo. En la
década de los 50 del pasado Siglo XX parecía que la ciencia había sido capaz de
resolver uno de los mayores misterios de la naturaleza: el origen de la vida.
Por aquel entonces, Stanley Miller era un joven investigador quien tuvo la
genial idea de reproducir en un matraz las condiciones que supuestamente se
dieron cita en la Tierra primigenia.
Stanley introdujo en
el recipiente de cristal algo de amoniaco, metano e hidrógeno -la atmósfera
original- y lo llenó de agua -los océanos-. Después, lanzó pequeñas descargas
eléctricas que simulaban rayos primitivos, mientras un calentador mantenía el
agua a la temperatura necesaria. A los pocos días de aquella ocurrencia, el
matraz empezó a llenarse de una sustancia viscosa y rojiza. Miller encontró que
era una pasta rica en aminoácidos, los ladrillos fundamentales de la vida
responsables de la creación de proteínas.
La euforia del momento
fue enfriándose con los años, según iban apareciendo nuevos hallazgos sobre las
condiciones vitales primigenias. "El
problema del origen de la vida -confesaria Miller- se ha manifestado como algo mucho más difícil de resolver de lo que
otros muchos científicos y yo habíamos pensado en un principio."
Le preguntaron a
Stanley ¿Cómo cree ahora que fue la
atmósfera cuando comenzó la vida? Stanley responderia: No tenemos ninguna evidencia de cómo pudo ser. No hemos podido
reproducirla todavía. Lo único que poseemos como modelo son las rocas que había
entonces. Y de su estudio podemos intuir las condiciones en que se
desarrollaron. A pesar de que hay muchas
investigaciones que pretenden negarlo, yo sigo sosteniendo que hace más de
3.000 millones de años existía lo que llamamos una atmósfera reducida,
compuesta por hidrógeno, metano y amoniaco. -Un reciente estudio japonés me ha
dado la razón al descubrir cómo las partículas solares y los rayos cósmicos
pueden romper moléculas de agua y acelerar la síntesis del hidrógeno libre y,
por lo tanto, del metano y el amoniaco.
-Según
los conocimientos que tenemos hoy, la vida surgió en cuestión de sólo cientos
de millones de años, y no de miles de millones de años, como antes se creía.
¿No es un periodo muy corto para un milagro como ése? -Sabemos que antes la Tierra fue bombardeada por asteroides y sufrió una
terrible actividad volcánica, lo que debió de destruir todo tipo de vida que
hubiera hasta ese momento. El bombardeo acabó hace 3.800 millones de años. Eso
nos da un lapso de 300 millones de años, aproximadamente. En mi opinión, es un
periodo más que suficiente para que se pueda producir el cambio desde la sopa
primordial a las primeras bacterias. La evolución de los organismos en
condiciones ideales puede ser muy rápida.
-¿Cuál es la mejor
arma para conocer el origen de la vida: el laboratorio, el espacio, la vida
misma...? -Para encontrar informaciones
válidas podemos recurrir a varias fuentes. Los químicos intentamos descifrar en
el laboratorio cómo se desarrollan los aminoácidos y buscamos pistas de qué
pudo pasar en el origen de la vida. El problema de estos experimentos es que
resulta muy difícil encontrar compuestos que tú no estés buscando de antemano. El espacio nos da algunas informaciones sobre la materia
orgánica y sobre algunas condiciones similares a las del origen de la vida que
se han descubierto en Saturno y en Júpiter. La otra fuente de información
interesante es la búsqueda de vida en Marte. Pero la mayoría de los datos
sobre nuestro origen se basa en tratar de reproducir las condiciones químicas y
ver qué pasa. Esto es lo que se conoce como síntesis prebiótica.
-Quizás
algún día lleguemos a conocer cómo fueron los primeros ladrillos de la vida,
pero ¿sabremos quién o qué los puso? -Creo que los
ladrillos primigenios de la vida, que podrían ser los aminoácidos primitivos,
crecieron en condiciones suficientes para que surgieran automáticamente. Sería
lo mismo que preguntarse quién ha puesto la nieve en una mañana de invierno.
Bueno, la nieve surge porque existen condiciones para ello. Cómo se juntaron
esos aminoácidos e hicieron crecer la vida es lo que no sabemos todavía. En mi
opinión, todo sucedió de forma natural por las propiedades del carbono, el
nitrógeno y el agua. La vida surgió naturalmente, sin la presencia de nada ni
nadie.
-Eso
quiere decir que la vida es un proceso determinista. Es decir, que allá donde
se produzcan estos fenómenos se dará inevitablemente...-Sí,
absolutamente. Aunque la palabra determinista encierra una trampa. Si
determinista quiere decir que es una conclusión ineludible de ciertas
propiedades del carbono, el agua y el nitrógeno, pues sí lo es. Pero es preciso
tener en -cuenta que hay un número inmenso de sucesos improbables que tuvieron
que darse cita. De manera que no siempre que concurran las mismas condiciones
ocurrirá lo mismo. Por otra parte, se dice que estas condiciones son muy
estrechas y que es muy difícil que surja la -vida. Pero, en mi opinión, no son
tan estrechas. Creo que pueden ocurrir con bastante frecuencia y que hay un
razonable abanico de posibilidades de que la vida -pueda aparecer en cualquier
momento y lugar.
-¿La
química podría desterrar la idea de un Dios creador?-Yo
no trato de combatir la idea del Dios creador ni creo que la gente que trabaja
en este campo lo haga. No es nuestra misión. Yo no veo en absoluto ningún
conflicto entre la creencia en Dios y la creencia en la evolución o en el
origen de la vida de naturaleza química. Los creyentes pueden pensar que Dios
ha sido el creador de las propiedades del carbono, el oxígeno y el agua.
Nuestras áreas de conocimiento no se contraponen.
-Pero quizás usted se sintió como un dios cuando realizó su hallazgo, a los 23 años...-No, ni mucho menos… Tendremos que creerle, aunque seguro que, en su piel, muchos científicos habrían caído en la tentación.
Esta
entrevista fue publicada en enero de1996, en el número 176 de MUY Interesante
Stanley Miller
(1)
Stanley Miller (1930-2007)
fue un científico estadounidense y un ornitólogo muy conocido
por sus estudios sobre el origen de la
vida y los pájaros. Se graduó en la Universidad de California (Licenciatura
en Ciencias en 1951), donde fue estudiante de Harold Urey. El experimento de Miller y Urey, llevado a
cabo en 1953 como estudiante diplomado, realizó una simulación a partir de la
hipótesis creada por Oparin de
las condiciones de la Tierra primitiva en busca de las reacciones químicas que
pudieron construir sus primeros bloques esenciales (aminoácidos y proteínas)
simples.
En 1954, Stanley obtuvo el doctorado en Química en
la Universidad de Chicago. Fue ayudante de
profesor (1958-1960), profesor asociado (1960-1968) y profesor de química en la
Universidad de California, San Diego en 1968, permaneciendo en el puesto
durante muchos años. Sus estudios abarcan el origen de la vida (se consideró un
pionero en el estudio de exobiología),
la ocurrencia natural de hidratos clatratos,
y mecanismos generales de anestesia. Fue miembro de la Academia Nacional de
Ciencias de Estados Unidos, y recibió una Medalla Oparin. En la
década de 1950, Miller ayudó a reemplazar la síntesis
abiótica de compuestos orgánicos en el contexto de
la evolución.
En 1953, Stanley Miller, era un joven de postgrado, y utilizó la
simulación en laboratorio de las condiciones químicas en la Tierra primigenia
para demostrar que la síntesis espontánea de estos compuestos podría haber sido
una etapa precoz del origen de la vida. Aunque algunos científicos dicen que
los gases que utilizó para este experimento eran erróneos.
La serie de experimentos en el laboratorio de Harold Clayton Urey, fueron publicados ese año
en la revista Science. Alexander
Oparin y John Haldane, Stanley Miller y Harold Clayton Urey, supusieron que
la atmósfera terrestre primitiva estaba
compuesta principalmente de NH3, H2O, CH4 y H2….
NOTA: esta historia continua y terminara mañana.
Maracaibo, miércoles 6 de noviembre del año 2024
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