“Medicina de prevención”
Terapia Molecular, es el nombre que
se le da hoy día a un tipo muy especial de tratamiento contra el cáncer. Se
calcula que más del 40% de los medicamento contra el cáncer aprobados por la
FDA (Food and Drugs
Administration)
tienen que ver con la llamada Terapia Molecular. De manera que es fácil
entender que este tipo de tratamiento fundamentalmente preventivo, es crucial
en la lucha contra el cáncer.
Se trata de una medicación para
bloquear las moléculas que promueven el crecimiento tumoral o que actúan sobre ciertas
moléculas que regulan la respuesta inmune del paciente frente al cáncer. La
intención de esta Terapia Molecular, es lograr inhibir la acción de las células
neoplásicas con biomoléculas específicas que actuarían en las rutas de
señalización de los tumores. Para lograr esto es fundamental la especificidad
de dichas moléculas de acuerdo al tipo de neoplasia cuyo crecimiento se desea
interrumpir.
Por esta razón, el tratamiento preventivo
variará de acuerdo con el tipo de biomarcadores que correspondan pra ser
seleccionados en las diferentes proliferaciones celulares neoplásicas. Se
deberán considerar igualmente las características genotípicas y moleculares del
tumor, siempre contrastadas con la información clínica de cada paciente. El año
pasado, 2019, la terapia molecular estuvo presente en más del 40% de los
trabajos presentados en la Reunión Anual de los Oncólogos en los Estados
Unidos.
La Anatomía Patológica ha sido
siempre la especialidad ideal para diagnosticar, clasificar e investigar los
distintos tumores y su comportamiento frente a ensayos terapéuticos. Una medicina
personalizada surge con la terapia molecular, donde serán básicos los criterios
anatomopatológicos, para inicialmente lograr diagnósticos precisos y poder definir
la conducta terapéutica a seguir buscando apoyarse en diversas técnicas que
informen sobre los inhibidores de las enzimas tirosina quinasa, o
inmunomarcadores capaces de señalar el ritmo de crecimiento de las células
neoplásicas, u otros aspectos frecuentemente relacionados con alteraciones en los
genes tumorales.
El patólogo hoy día, debe ir más
allá de la visualización de la apariencia histológica que le muestra el tumor a
través del microscopio de luz y complementará su diagnóstico para ayudar en la
decisión terapéutica, al informar sobre la proliferación celular, sobre la
presencia de hormonas, y de oncogenes tumorales, aprovechando las ventajas que
la tecnología a su disposición pueda aportarle. La inmunohistoquímica (IHQ) puede
ser un sencillo y muy necesario complemento que orientará al oncólogo sobre la
naturaleza de la neoplasia a tratar y puede definir el tratamiento más
adecuado.
Sería muy importante si nuestros
colegas patólogos pudiesen disponer de una actualización permanente sobre las
posibilidades existentes en el país para consolidar esta especie de visión
terapéutica de la Anatomía Patológica. Deberían disponer de los adelantos
tecnológicos que apoyen el diagnóstico histológico a los que deberían poder acceder
fácilmente para complementar sus diagnósticos con criterios moleculares y
genómicos. Sabemos cuán difícil y complicado resulta esto en nuestro
deteriorado sistema de salud.
La IHQ que se inició en la década de los años 80
en el Instituto Anatomopatológico de la Universidad Central de Venezuela, 40
años después, lamentablemente no forma parte de la rutina diagnóstica en
patología. El costo de los anticuerpos siempre ha hecho muy difícil su
implementación. Si bien se sabe que no se debe tratar un linfoma ni un cáncer
de mama sin el apoyo de la IHQ, y que por igual orienta el tratamiento en
muchas otras neoplasias, son pocos los patólogos que utilizan la IHQ, pero
igualmente muchos oncólogos y radioterapeutas quienes deberían solicitar su
necesario complemento, definen la conducta terapéutica ante sus pacientes en
muchas neoplasias, sin este importante auxilio diagnóstico.
Ref:
Rev Esp de Patología, Editorial. 5381 (1-2), 2020
Maracaibo, lunes 24 de febrero,
2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario