¡Fernández
Morán! (1)
Recordar al doctor Humberto Fernández Morán, es evocar
la investigación con el microscopio electrónico, tema este al que dediqué más
de cuarenta años de mi vida, desde que me gradué de médico en la Universidad
del Zulia, en julio del año 1963. Debo confesar que la imagen de Fernández
Morán ilumina los recuerdos de mi infancia, revivida a través de las palabras
de mi padre, Jesús García Nebot, un conocido comerciante marabino, en la ciudad
del lago y las palmeras, trabajando siempre al frente de la casa MacGregor en
la Plaza Baralt.
Hablar sobre este venezolano hacedor de
ciencia, para quienes le conocimos y supimos de sus esfuerzos y de sus
desventuras, es casi un deber. Me gustó hacerlo siempre que pude, y por muchos
años, les hable a los jóvenes sobre su trayectoria. También lo he hecho en varias ocasiones en mi
blog (lapesteloca.blogspot.com), y siempre
he preferido recordarle con un enfoque muy personal. No quiero hacer una lista
de sus inventos, ni destacaré sus descubrimientos científicos pues me ha
parecido siempre más importante llegar a conocerle como ser humano. Por esta
razón, me pasearé por su infancia y su juventud; su paso por la Cátedra de
Biofísica de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la creación del IVNIC:
Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales, que desde 1959
sería conocido como el IVIC: Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas, en los Altos de Pipe. Luego hablaré de su exilio y sus intentos de
regresar al país.
Todos sabemos que Humberto Fernández Morán fue
vilipendiado y execrado de Venezuela por motivos políticos. Yo intentaré regresar
a su vida para tratar de entender cómo estas tristes circunstancias
desembocaron en su genial "ostracismo creador", expresión usada por
el doctor Roberto Jiménez Maggiolo, en su breve biografía sobre la vida y
pasión de Fernández Morán. El repaso de los avatares del científico y del
hombre me ha valido para hilvanar parte de esta retrospectiva con retazos de
mis recuerdos del pasado, ya no tan cercano.
El
año 1924, en Venezuela se vivía bajo la dictadura del General Juan Vicente
Gómez, y el Presidente del Estado Zulia era el General Santos Matute Gómez. Aún
bajo la férula andina, en Maracaibo, la ciudad estaba experimentando grandes
cambios y era aquella una época de gran actividad comercial y cultural, pues
comenzaba la explotación petrolera. En el hospital Chiquinquirá, el día 19 de
febrero nacía el hijo de Luis Fernández Morán y de Elena Villalobos, Humberto,
quien contaría muchos años después donde había nacido, “…en el hospitalito cerca
del Puente España y mi familia viene de un pueblo humilde llamado La Cañada".
Más adelante relataría cómo… “A la edad de 5 años, mi mamá me vistió para que fuéramos a solicitar la
libertad de mi padre”. Se ha dicho que aquella situación fue determinante y quién sabe si
afianzaría ese vínculo paterno tan importante en su vida. Luis Fernández Morán,
su padre había sido hecho preso por razones políticas y la madre y el niño
fueron hasta la residencia del Presidente del Estado, General Vicencio Pérez
Soto quien los recibió, estando su esposa presente. El niño Humberto, se
dirigió al Presidente en estos términos. “Vengo para que me entregue a mi papaíto. ¡I
me lo entrega ya!” La esposa de Pérez Soto se conmovió con las palabras
del niño e intercedió ante su marido y esa misma tarde don Luis Fernández Morán
fue puesto en libertad. La familia emigraría a Curazao y desde allí a los
Estados Unidos.
De manera
en 1929, por desavenencias con el gobierno de Gómez, la familia de Fernández
Morán se encontraría viviendo en Nueva York, donde el niño Humberto haría sus
estudios de primaria en la Wiitt Junior High School para más adelante viajar a
Londres y a París donde estudiaría perfeccionado sus conocimientos de los
idiomas. Así durante esos seis años, de 1929 a 1936, se consolidarían sus
conocimientos del bachillerato. A la muerte de Gómez, el año 1936, la familia
regresó a Maracaibo y Humberto estudiaría en el Colegio Alemán que estaba
ubicado en “La Casa de Morales”en una esquina de la plaza Bolívar. Sus
conocimientos del idioma alemán, se
perfeccionarían con la ayuda del director del Colegio, y estos le sirvieron
para descifrar unos planos ininteligibles (en alemán no había quien los
entendiese) de una maquinaria de una cervecería, y se los llevaron a don Luis
quien se los pasó a su hijo…
Recuerdo
haber escuchado a mi padre, Jesús García Nebot, relatarnos la anécdota vivida
el año 1936, y él señalaba que fue en los tiempos cuando el hijo de Luis
Fernández Morán, Humberto, era un niño de 12 años que todavía usaba pantalón
corto y estudiaba en el Colegio Alemán. Mi padre nos explicaba en detalle, como
le habían dado al muchacho los planos -en alemán- de una máquina que estaba
paralizada en una cervecería de Maracaibo, para ver si él podía entenderlos, y
nos contaba que al día siguiente, el muchachito había puesto a funcionar la
maquinaria. Las palabras de mi padre excitaban nuestra imaginación infantil
mientras destacaba las dotes de políglota del científico. "Quien habla dos idiomas, vale por dos personas", nos lo decía,
para informarnos de inmediato que el sabio zuliano hablaba más de catorce. Son
estas vivencias de mi infancia y adolescencia, enseñanzas en casa, las que me
dieron a conocer que existía un genial científico, que era zuliano y
maracaibero, y que era un personaje del mundo, en aquellos años cuando
estudiaba primaria y bachillerato en Maracaibo…
El año 1937, Luis Fernández Morán decidió enviar a su
hijo Humberto, de 13 años, a estudiar en Alemania, en un Liceo
Monástico-Militar en un pueblecito llamado Saldfelds enclavado en las montañas
de Turingia. Allí sería difícil la adaptación, pero el joven relataría como su
padre con quien mantenía una intensa correspondencia, le daba ánimos para
soportar la soledad y la lejanía de su familia. En unos años, su espíritu se fue
templando como el acero y se transformaría en un decidido deportista quien cumplió
actividades en esgrima y equitación. Tras ser derrotado en una ocasión, ganaría
luego el campeonato de boxeo del Liceo. Sobre esos años HFM escribiría. “Me
vi enfrentado al dolor y mi primer impulso fue regresar y abandonar todos
aquello, pero papaíto que me escribía y me guiaba cada semana sin fallar y se
fue desarrollando en mí el espíritu de lucha y persistencia con sabiduría, amor
y firmeza”. Graduado a los 15 años se marchó a Munich para estudiar
Medicina. Ese mismo año comenzó la segunda guerra mundial y, para todos, la
situación se tornó muy difícil, especialmente en Alemania.
Los estudiantes de Medicina tenían que adaptarse a las
condiciones de un país en guerra; a la vez, el mundo no lo sabía, pero existía
entre los investigadores en diversos países una carrera para desarrollar la
energía atómica con fines no totalmente pacíficos. En Berlín, Heisemberg
dirigía el Instituto Kaiser Wilhelm e intentaba fisionar los átomos y, en los
Estados Unidos, Enrico Fermi, premio Nóbel de Física del año 1938, había
descubierto que bombardeando átomos de Uranio con neutrones libres se podía
obtener Plutonio y se gestaba, en diversos laboratorios, el llamado
"Proyecto Manhattan", que desembocaría en la creación de la bomba
atómica.
El año 1944, en la Escuela de Medicina de la
Universidad de Munich, a la edad de 20 años, a la espera de un ataque aéreo y
de manos de un Rector "austero y enlutado",
Humberto Fernández Morán recibía el título de doctor en Medicina Summa Cum
Laude. Un año después, en 1945, finalizaba la guerra en Europa y el joven
regresaría de vuelta a su patria. Fernández Morán llegaría a Caracas en 1944, y
tomaría cursos en el Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central
de Venezuela para luego de aprobar un examen, revalidar el título de médico,
siendo calificado como Summa Cum Laude.
Ya en su tierra, viajaría hasta Los Andes y estaría en el hotel Guadalupe de La
Puerta y luego en Maracaibo como médico contactaría con el doctor Tibaldo
Fuenmayor Nava director del hospital Psiquiátrico. Con su padre, planificará
un viaje y seleccionará la Universidad George Washington en los Estados Unidos
para estudiar neuropatología con el profesor Walter Freeman, y allí será
interno y luego residente de Neuropatología. Freeman era el pionero de las
lobotomías y trabajaba en el campo de la psiconeurocirugía. De regreso en Maracaibo, en el hospital
Psiquiátrico realizaría, un procedimiento en 25 pacientes primariamente con
esquizofrenia. “Leucotomías e
inyecciones en los lóbulos prefrontales por vía transorbitaria”, un estudio
que fue publicado en el Volumen 4 de la Revista Archivos de la Sociedad
Venezolana de ORL, Oftalmología y Neurología en 1946. Fernández Morán escribiría
sobre esta época: “…deprimido por la futilidad de ver enfermos morir de tumores del
cerebro, a despecho de nuestros esfuerzos, me entregué de lleno a la
investigación básica con el deseo de aprender más sobre estos tumores”.
Recientemente José Esparza ha esclarecido definitivamente esta etapa de su
historia.
Una entrevista que Fernández
Morán describiría en detalle, se produjo a mediados de 1946 cuando él se acercó
hasta la Universidad de Princeton, donde estaba Albert Einstein. Esta última
circunstancia cambiaría el rumbo y orientaron definitivamente en la vida de Fernández
Morán. Será el famoso científico quien le recomendará al joven venezolano de 22
años, que estudie en Escandinavia, le dice que allí está su amigo Nilih Born y
esa será la referencia que lo llevará a Suecia. El mismo doctor Fernández Morán
narraría... “Me preguntó en que me había graduado y le contesté que en Medicina pero
que había tomado mucha matemática y física porque fueron mi primer intento, que
me interesaban mucho los estudios del cerebro y que yo quería pedirle un favor,
que me aconsejara, y me aconsejó…
Así, desde 1946, Humberto Fernández Morán
estaría en el Instituto Karolinska de Suecia, trabajando con el Profesor
Tobjorn Caspersson y en el hospital Serafirmerlasseratet con el Profesor
Heberto Olivercrona. Allí pronto obtiene la Licenciatura en Biofísica y una
Maestría en Biología Celular y Genética, para graduarse de PhD en Biofísica de
la Universidad de Estocolmo en 1951, cuando ya era Profesor Asociado del
Instituto Karolinska, y sería condecorado al año siguiente, 1952, con la Orden
de "Caballero de la Estrella Polar" por el Rey Gustavo Adolfo de
Suecia. Para esa época, le escribiría a su amigo, Matos Romero: "…continuaré
desafiando el destino y buscando lo que me pertenece, que es mi patria.
Final
de la primera parte, continúa mañana viernes 14 en: ¡Fernández Morán! (2).
Maracaibo, jueves 13 de febrero, 2020
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