El Zorzal
He querido
ofrecerles nuevamente y en dos partes, para ubicarlo en el blog, este relato
sobre la llegada de Carlos Gardel a Maracaibo. Lo hago por varias razones: 1-Originalmente
y gracias a la aceptación de Jesús Ángel Parra, “El Zorzal se publicó en el No
14 de la Revista “Puerta de agua” de la Dirección de Cultura de la Gobernación
del Zulia, en junio de 1996. 2- Estaba y
estará siempre dedicado “A Enrique
compadre y amigo de tangos”, un gran fotógrafo, del Sanatorio
Antituberculoso y de la Facultad de Ciencias Veterinarias de LUZ, quien fuera
pionero de la angiofluororetinografía en el país. Enrique Murcia Díaz. Finalmente:
y 3ro- Porque lo incorporé a “Trípticos” un libro de relatos que permanece
inédito por las conocidas dificultades para publicar que en nuestra Venezuela.
El Zorzal (1)
Yo nací en el Saladillo, claro que no me consta, en esa época yo estaba
muy chiquito y de bola que no puedo acordarme, pero pa que vos veáis, con ese
orgullo me enseñaron a vivir, ser maracucho y saladillero. ¿Qué más queréis? A
todo tiro andaba jochándome de esas dos cosas, diciéndoselo a media humanidad;
cuando coñito, me refiero, de a cada rato se lo sacaba al Perico; vos sabéis
que él era del Empedrao y yo venía y le decía, mirá Perico, ¿vos me vais a
echar a Santa Lucía con la Chinita? después montábamos esa discutidera... Pero
así y todo, el Perico era mi mejor amigo.
Cuando carajito los cuentos de las vainas que a uno le
ocurrieron son naturales, los de la edad, ¿comprendéis?, entonces todo era una
felicidad, una pura inocencia y vos te creías todo lo que te decían,
especialmente sobre ciertas jaibas, como los graves problemas del amor.
Imagínate vos en aquellos tiempos... Es como cuando te hablaban sobre el origen
de la gente, la procedencia pues, ¿me entendéis? Uno es de por aquí y puede que
hay quien diga que ni le consta, pero uno se siente y sabe que es de aquí,
otros ni se sabe, fijate que por estos predios siempre ha habido mucho
camuflao, frijolillo tirándoselas de queso duro y quizás por eso será que uno
se creía muchas vainas...
Fijate el caso del mudo, nosotros creíamos una cosa, como
todo el mundo, hasta los argentinos se creían el cuento y hubiéramos jurado que
teníamos razón, pero la verdad es que no era así. Yo siempre creí que él había
nacido en el propio Buenos Aires, quien sabe si en una casita del barrio del
Abasto... Figurate, pasaron los años, que podéis hacer, ellos pasan, muchos
años y nosotros siempre en el mismo predicamento, muy creídos y tiempo después,
bastante después de lo del avión si supieras, supimos la jaiba, conocimos la
verdad. Te digo, él para nosotros seguía vivo... Lo tuvimos tan cerca, sólo un
mes antes del desastre de Medellín y lo teníamos que mantener vivo, cantando en
la garganta de todos, le oíamos el rasgar de su guitarra en las noches
estrelladas. El sol del veinticuatro viene asomando, el sol del veinticuatro...
Como si estuviera todavía entre nosotros. Los compañeros de mi niñez fueron sus
tangos...
Para mí, también de un modo muy especial están mezclados
los tangos con el recuerdo de unos ojos negros y de una tierna sonrisa, aquella
niña de cabellos negros, rizados, recién lavados de boquita diminuta... ¡Cómo
han pasado los años! Con el correr del tiempo, la imagen viva del hombre se nos
fue transformando en un fantasma grandioso. Tampoco desapareció la imagen de la
niña de la mirada triste y yo no pude lograr su materialización. Fantasmas que
crecían cual si todo hubiese sido una leyenda, aquellos ojos y la figura del
zorzal con su guitarra, él continuaba cantando y los de la cuerdita, ya
disueltos algunos vínculos, lo seguimos admirando, pero cada quien por su lado,
con su propia medida.
Creo que fue para ese entonces cuando vinieron los
uruguayos diciendo que él había nacido en Tacuarembó y claro está, nosotros no
les creíamos. ¡Después vinieron tantos entendidos! Hasta que al fin, ya ni
recuerdo quien nos develó el secreto de su misterioso origen. Todos tenemos un
sitio de origen, vos sabéis, ya a veces este es un secreto. Nosotros, maracuchos
entendemos que somos de un sitio muy especial, pero hay algunas criaturas que
son de una región del espacio, que está más allá de las vainas lógicas y
entonces uno se explica por qué es fácil transformarse en fantasma y seguir
vivo, otros cristianos somos seres humanos. No lo queríamos creer, pero las
evidencias apuntaban a un origen terrenal para Charles Rumualdo Gardés.
Él había tenido un comienzo, de carne y hueso, él vino al
mundo y no era etéreo, fue un 11 de diciembre, la ciudad fue Toulousse, el país
Francia, el año 1890. ¡Vos te podréis imaginar nuestra consternación! Nos
resultaba muy difícil de creer... Yo que lo vi en persona, metido bajo un ring
de boxeo, ¡con todo el sol del mediodía maracucho sobre la cabeza!, yo no podía
asimilar la idea así no más. ¡Imaginate vos! ¡El morocho era francés! No sé si
te podré explicar, pienso que fue como una especie de lección, como para que se
me grabara aquello de que no importa donde se nace sino donde larga uno el
forro, ¿me entendéis? Y así; de bola, ¿veis?, yo entonces creí que entendería
mejor ciertas jaibas, de esas que la gente llama, las vainas de la vida...
¡Imaginate vos! A las dos pasadas, Carlitos no tendría ni
cuatro años cuando su madre Bertha se lo llevó a vivir en Buenos Aires, un
carajito solamente, pero allí se iba a quedar, allí iba a crecer, a cantar y si
no hubiera sido así, la historia sería otra. ¿Vos te podéis figurar como
hubiera sido? Bueno vos te lo podréis imaginar, pero yo... A lo mejor si
hubiese sentido desde temprano el sabor y la dentera de ese caujil tal vez no
hubiera tenido que invertir tantos años buscando aquella mirada triste de una
niña, imaginaria me figuro, porque ya no sé si fue real o soñada. Y no la vi
más. ¿Será que todo es mentira? Es un solo tango, eso debe ser lo que llaman el
destino. Todo es oscuro, como la noche afuera y llueve tanto y a lo lejos, el
quejido de un bandoneón.
De estas cosas... ¡Qué iba a saber nada Majarete, ni el
Perico y menos Cacha-floja que vivía idoebola! ¡Ni tampoco Bolaequeso, ni yo
mismo! Ni soñarlo... Tantas ilusiones, durante tantos años, iban siempre a
girar en torno a Gardel y nunca me lo hubieran creído mis amigos... Ya no
vienen, ni siquiera a visitarme, cuerdaepillos, nadie viene a consolarme, nos
hacíamos llamar los báquiros y no éramos más que una pila de carajitos
bellacos. Andábamos juntos, la mañana del ansiado día de su llegada, nos
apretujábamos entre el gentío, cogidos de la mano, no esperdigarnos era la
consigna. Hace más años que el simborrio... ¿Te podréis imaginar?
La época del Presidente Pérez Soto, una mañana del mes de
mayo y ese gentío sudando. De dril blanco y con pajilla los hombres, con
paraguas las mujeres. Si te interesa, te diré que fue el treinta y cinco y
todos los de la pandilla nos abrimos paso a codazos y patadas y logramos llegar
al borde del malecón. Más cerca del "Libertador" no podíamos estar y
como todos, mirando deaparriba, esperando verlo, soñando con oírlo. Sacá tu
cuenta paqueveáis. Nosotros estábamos coñitos. Ahora ve como son las vainas, yo
soy un viejo y él sigue igualito, no ha envejecido un año más, ni una cana, ni
una arruga, ni un pelo se le despeina de su engominada cabeza y canta igualito,
hasta suena mejor ahora. Es como si el tiempo no nos perdonara a algunos y a
otros los respetara.
Fin de la primera
parte; continuará mañana domingo:
Maracaibo sábado 8 de febrero del año 2020
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