Mary Fairfax Somerville
Mary
Somerville, fue un genio autodidacta. Fue declarada "la reina de la
ciencia". Lo logró
a pesar de que durante gran parte de su vida su destino como una heroína
científica fue poco probable. ¿Te
imaginas que alguien pudiera escribir hoy en día un libro que abarcara toda la
ciencia conocida? ¿Y que lo hiciera de manera que le permitiera a cualquier
persona con matemáticas de nivel escolar comprender las partes más complicadas
de la física de partículas, la química y la astronomía? No obstante,
luego cayó en el olvido. En el mes de julio de 2018, en este blog hablé sobre
dos mujeres que hicieron ciencia y eran poco conocidas; Caroline Herschel y Mary Somerville (https://bit.ly/2OBzvBa), hoy en 2020 regreso a
contarles sobre Mary Somerville.
Mary Fairfax Greig Somerville (1780-1872) "La Reina de las ciencias del siglo XIX",
fue una matemática, astrónoma y científica escocesa que era autodidacta.
Era hija de William George Fairfax (oficial naval, vicealmirante) y de su
segunda esposa Margaret Charters. El hogar de la familia estaba en Burntisland,
en Escocia. Mary fue la quinta de siete hijos. Con diez años acudió durante un
año al colegio, y cuando retornó a su casa, se le despertó la pasión por la
lectura. Contó con el apoyo de uno de sus tíos que la animó para que aprendiese
latín. Cuando tenía trece años, la
familia se trasladó a Edinburgo y Mary continuó sus clases para completar su
formación como dama de clase alta, incluyendo costura, lecciones de piano o
pintura. Mary había
nacido en 1780 y creció deambulando por la campiña escocesa cerca de su casa en
Fifeshire, recolectando conchas y observando aves.
Su
educación se limitaba a instrucciones en el hogar para que dominara las típicas
actividades femeninas de la época: pintura, música y francés. Aprendió a leer
cuando tenía 10 años y desde ese momento comenzó a devorar vorazmente libros y revistas, cualquier cosa que
pudiera tener en sus manos, incluido Shakespeare. Sus padres no apoyaban sus
intereses: su padre era un oficial naval que pasó largos años en el mar, y a su
madre aparentemente solo le interesaba leer textos religiosos.
De 13 años visitó una de las aburridas fiestas de
té de su madre y una joven amiga le mostró "una revista mensual con
imágenes de colores de vestidos de damas, charadas y rompecabezas". Las
revistas sí eran material de lectura apropiado para las damas. "Al
final de una página leí lo que me pareció una simple pregunta aritmética; pero
al pasar la página me sorprendió ver frases de aspecto extraño mezcladas con
letras, principalmente X y Y, y pregunté; "¿Qué es eso?"
"Oh", dijo la señorita Ogilvie, "es una especie de aritmética: lo llaman álgebra". Tras fastidiar a todos sus
"conocidos o parientes" para que le explicaran qué era álgebra,
finalmente alguien le dijo que se podía aprender con un libro llamado "Euclides". Tuvo que suplicarle al
tutor de su hermano que le comprara el libro, pues no era correcto que una mujer leyera ese tipo de cosas.
Sin dejar de tocar el piano, pintar y arreglar
ropa, cuando se iba a la cama, Mary se dedicaba a aprender de Euclides, algo que sus padres no veían
con buenos ojos. Su padre le comentó a
su madre: "Peg, debemos ponerle fin a esto, o tendremos a Mary en una camisa de fuerza uno de estos días.
Recuerda que X, se volvió loca por estudiar la longitud", y decidieron
quitarle la vela para evitar que leyera de noche, pero ella se quedaba en la
oscuridad revisando los primeros 6 libros de Euclides en su mente hasta que se
los aprendió de memoria.
El matrimonio de Mary con Samuel Grieg, un primo
lejano, fue arreglado por sus padres. Para
la vida intelectual de Mary, esta fue una unión desastrosa. Más tarde
escribió que Grieg "tenía una opinión muy baja sobre la capacidad de mi sexo, y no
tenía conocimiento ni interés en la ciencia de ningún tipo. Tomé lecciones en
francés y aprendí a hablarlo". La pareja se fue a vivir a Londres,
y tuvo dos hijos, finalmente Grieg murió
en 1808 cuando Mary tenía 28 años. Después
de su muerte, Mary volvió a Escocia, y, a pesar de que estaba amamantando a su
bebé y cuidando a su otro hijo, "tenía mucho tiempo", escribió, así
que reanudó sus estudios; "Estudié trigonometría plana y esférica, secciones cónicas y astronomía de
James Fergusson".
En Edimburgo, Mary empezó finalmente a encontrar
gente afín. Se ganó una medalla de plata por resolver un problema publicado en
un diario matemático, que había sido planteada por William Wallace, el primer
profesor de matemáticas de la Universidad de Edimburgo, y era uno de los
matemáticos destacados con los que ella mantenía correspondencia. Además,
conoció gente con nuevas teorías sobre el mundo natural, extendió sus estudios
a astronomía, química, geografía, microscopía, electricidad y magnetismo
y usó la herencia que recibió de Grieg para comprar una biblioteca de libros
científicos.
Para cuando conoció a su segundo esposo, William
Somerville, ella era una persona excepcional. Somerville también era su primo y
médico, pero al contrario de Grieg, tenía una mente inquisitiva y estaba encantado de haber encontrado una
esposa inteligente. Somerville y
sus padres alentaron la investigación científica de Mary. Los Somerville
frecuentaban la Royal Institution, que había sido fundada en 1799 para "difundir el conocimiento y facilitar
el acceso general a invenciones y desarrollos mecánicos y útiles; para enseñar,
a través de cursos compuestos de conferencias filosóficas y experimentos, la
aplicación de la ciencia en la vida común".
Vivieron primero en Edimburgo y luego en Londres, y
estaban bien conectados con la escena intelectual de la época: eran amigos del
pionero de la informática Charles Babbage, del astrónomo John Herschel, el
polímata Thomas Young, quien trabajó en todo, desde la teoría de las ondas de
luz hasta los jeroglíficos. Por fin Mary estaba en su elemento. Tuvo otros
cuatro hijos y, mientras los criaba, comenzó a realizar sus propios experimentos
sobre luz y magnetismo y a publicar sus propios artículos científicos.
Los Somervilles vivían en el centro de todo tipo de
entretenimiento científico, y asistían a las conferencias de la Royal
Institution, donde científicos como Michael Faraday, Alexander Von Humbolt y Humphry Davy hablaban con Mary
como un igual. Fue nombrada miembro honorario de la Royal Astronomical Society. Fue en este punto que a Henry Brougham, un
político reformista que había fundado una "Sociedad para Difundir el
Conocimiento Útil", se le ocurrió que había un trabajo para el que ella sería la candidata ideal. Se
habían conocido en Edimburgo y Brougham no la olvidó.
Con su francés fluido y su profundo conocimiento de
las matemáticas, le encargó que tradujera el libro que había sido aclamado como
el mayor logro intelectual desde "Philosophiæ naturalis principia mathematica"
de Isaac Newton: "Mecanique Celeste" o "Mecánica celestial" del
matemático y astrónomo Pierre-Simon Laplace, quien no se molestaba en explicar
detalladamente sus descubrimientos así que "Mecánica
celeste", que abarcaba 5 tomos -4 de ellos publicados entre 1799 a
1805, y el 5º en 1825-, no solo era monumental sino complicada. Mary tenía 51
años y su gran carrera como la escritora científica más vendida estaba por
comenzar cuando aceptó la propuesta de Brougham bajo la condición de que el
manuscrito fuera quemado si resultaba ser un desastre.
La labor requerida no era realmente una traducción,
sino de una interpretación que hiciera comprensible lo que no lo era: y ella
era una de las pocas personas con los conocimientos suficientes como para
explicar no solo lo que Laplace había logrado sino también la serie de
desarrollos científicos que lo habían posibilitado. Una vez que se convencía de
la verdad de un resultado, Laplace
tendía a no molestarse en explicar en detalle el asunto. Otro traductor
de Laplace había dicho que cuando veía en el texto la frase “es
claro” sabía que le esperaban horas de trabajo para poder entender lo
que se venía. "Además, era imposible comprender el libro sin saber lo que
precedió su obra”, así que Mary empieza con una disertación magistral
-así fue descrita en la época- “que sintetiza todo lo que pasó antes en la
astronomía física hasta ese punto".
En 1832 y 1833 residió un tiempo en París, donde
estrechó sus lazos con los científicos franceses, y trabajó en su siguiente
libro, "The connection of the physical
sciences" publicado en 1834. Su análisis de las
perturbaciones de la órbita de Urano incluido
en la sexta edición del libro (1842), es el origen de la investigación del
astrónomo John Couch Adams que llevó al descubrimiento de Neptuno en 1846.
"La visión del mundo que emergía de la
astronomía física era deslumbrante". "El alcance (de lo
presentado en el libro) lo conectaba al sublime científico, esa idea de que a
través de la ciencia encontramos lo asombroso y hermoso en la naturaleza".
En su círculo familiar era frecuente la presencia de Lady Byron y de su hija Ada Lovelace, a quien
Mary Somerville sirvió de estímulo para el estudio de las matemáticas
ejerciendo durante un tiempo como tutora y mentora. A partir de 1838, los
problemas de salud de William Somerville llevaron al matrimonio a trasladarse a
vivir en el sur de Italia, en busca de un clima mejor.
Pero todo eso se habría quedado atrapado en las
páginas a menos de que quien tradujera la obra no solo entendiera las palabras
sino también los conceptos y pudiera comunicarlos. Para Lord Brougham, una de
las pocas personas con esas capacidades era Mary, y no se equivocó. Otro de los
talentos de Mary, resalta Neeley, era la pintura. Eso le permitía dibujar con sus palabras mundos que los
lectores no habían visto, desde esa primera obra, que tenía lugar en el
espacio sideral, hasta la última, "De
la ciencia molecular y microscópica" (1869), que recogía los más
recientes descubrimientos revelados por el microscopio. Desde su primera
publicación, Mary se volvió famosa, primero entre los expertos y con sus
siguientes libros -ya de su autoría- cada vez más con lectores aficionados a la
ciencia.
Su mayor éxito de ventas fue "Geografía física", publicado en
1848, en el que, según dijo, siguió "el noble ejemplo del barón Humboldt, el
patriarca de la geografía física", y adoptó una visión amplia de
la geografía que incluía la Tierra, sus animales, "habitantes vegetales", así como "La condición actual y pasada del
hombre, el origen, las conductas y los idiomas de las naciones existentes, y
los monumentos de las que ya no existen". Las ilustraciones de
"Geografía física", por
decisión de Somerville, no eran necesarias pues para ella eran suficientes los
mapas realizados de acuerdo a las estadísticas de Humbold, a quien ella
admiraba, un sentimiento que se volvió mutuo tras la publicación del libro. El libro la hizo merecedora de la Medalla de
Oro Victoria de la Royal Geographical Society y de la admiración de Humboldt quien le escribió aplaudiendo su
originalidad.
Nadie habría pronosticado que Mary Somerville
llegaría tan lejos dadas las condiciones en las que creció. Afortunadamente, no
solo era un genio sino que vivió en un momento en el que se estaba empezando a
reconocer la ciencia "como un foro de conocimiento distintivo, como una
fuente cultural común, en lo que valía la pena especializarse". Las ciencias
no eran disciplinas que se enseñaban en las universidades en la época en la que
ella escribió 'La conexión de las
ciencias físicas' (1834) y, como a menudo ha sido el caso, en las áreas que
están emergiendo hay espacio para las mujeres. "Si hubiera tratado de
participar activamente unos años más tarde, le hubiera resultado muy difícil,
pues una vez solidificada, la ciencia dejó de estar abierta para su
género".
Mary y William Somerville se mudaron a Italia
cuando este se retiró de su labor como médico en el Hospital Chelsea en 1840. Veinte
años más tarde, William murió. Mary
brindó su apoyo a causas liberales como la campaña de votos para las mujeres y
la educación de buena calidad para las niñas. Y continuó escribiendo. Con la
ayuda de sus hijas compiló su autobiografía que les pidió que publicaran
póstumamente.
Vivió hasta 1872. En sus últimos días escribió: "Tengo 92 años, mi memoria para los
acontecimientos ordinarios es débil, pero no para las matemáticas o las
experiencias científicas. Todavía soy
capaz de leer libros de álgebra superior durante cuatro o cinco horas
por la mañana, e incluso de resolver problemas". En su obituario, el
diario The Morning Post declaró: "Cualquiera
que sea la dificultad que podamos experimentar a mediados del siglo XIX para
elegir un rey de la ciencia, no hay
duda alguna sobre quién es la reina de la ciencia". En 1879, el
Somerville College de la Universidad de Oxford fue nombrado en su honor.
Pero, con el tiempo, su contribución a la ciencia
fue casi olvidada. La fama tiende a otorgarse a las personas que hacen
descubrimientos, no a las que pueden comunicarle brillantemente esos logros al
público. Años después, en 1911, en el desfile de "Mujeres famosas"
las sufragistas, vestidas como mujeres notables del pasado, se unieron a la
marcha y la concentración en el Royal Albert Hall para reclamar el voto. Entre
esas mujeres notables incluyeron a Mary Somerville, defensora de la educación
superior para las mujeres y el sufragio femenino.
Maracaibo lunes 17 de febrero de
2020
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