Francisco Massiani
He venido conversando en
las últimas semanas acerca de la literatura para niños, y sobre las colecciones
de Monteiro Lobato y los libros con cuentos de la selva de Horacio Quiroga. Me
toca hoy, tristemente, darle la despedida a Francisco Massiani, el creador de
una literatura venezolana para los jóvenes de su época, con fantásticas novelas
y cuentos que han venido siendo utilizados para la enseñanza en los liceos y
colegios venezolanos desde la década de los años 70 del siglo pasado.
Francisco Massiani, nació Caracas, el 2 de
abril de 1944 y falleció ayer, 1 de abril del 2019, a los 74 años. Fue un escritor de oficio, excelente novelista, brillante
como cuentista y dibujante; de lenguaje claro y transparente, gestual, quien de
alguna forma testimonió la desolación de los jóvenes de su generación. Muy
pequeño, cuando tenía cuatro años y viajó a Nueva York con sus padres y permaneció
allá aproximadamente un año. Luego regresaría a Venezuela. A los siete años
llegó a Santiago de Chile con sus padres, y en esa ciudad transcurrió su
infancia y parte de su adolescencia. Estudiaría en el Kent´s School, donde
comenzó su pasión por el fútbol. Massiani recordaba esta época con mucha
nostalgia, con mucho cariño, sobre todo a sus amigos del Kent´s School, el
fútbol y a sus padres, quienes fueron muy felices en Santiago de Chile.
Francisco irrumpió en el mundo literario de su país con una novela
extraordinaria, Piedra de mar (1968). Publicada cuando su
autor contaba apenas 24 años de edad, es ciertamente una novela juvenil que inmediatamente despertó la admiración de críticos y lectores, y se
convirtió en un best-seller cuya permanencia en las listas de libros más
vendidos se prolonga hasta la actualidad. Piedra de mar, refleja las vivencias
de un joven caraqueño perteneciente a la clase media venezolana, y constituye
una especie de bibdulgrosman y desde entonces Massiani habría de ser el mejor intérprete de ese género
literario que retrata la transición de la niñez a la vida adulta. Piedra de mar sería leída con fervor y entusiasmo, y elogiada
sin reserva por la crítica más diversa De hecho, su protagonista es un
adolescente, novelista en ciernes, quien participa en las peripecias de la obra
mientras va tramándola verbalmente. Escrita como un ejercicio doble y
simultáneo, al mostrarnos que vivir novelescamente es también debatirse con el
lenguaje que ha de encarnar esa vida.
Después de Piedra de mar, Massiani publicaría Las primeras hojas de la noche
(cuentos, 1970); El llanero solitario
tiene la cabeza pelada como un cepillo de dientes (cuentos, 1975); Los tres
mandamientos de Misterdoc Fonegal (novela, 1976); Con agua en la piel (cuentos, 1998); Antología: 16
cuentos latinoamericanos (1992); Florencio
y los pajaritos de Angelina su mujer
(cuentos, 2005); En el 2006 publicará su
primer libro de poesía.
Antología (poemas,
2006); Señor de la ternura (poemas, 2007); Fiesta de campo y Renate o la vida siempre como en un comienzo (novelas, 2008); Corsarios (poesía, 2011). Massiani fue ganador del
Premio Municipal de Prosa en 1998, y ganador del
V Concurso anual de la Fundación para La Cultura Urbana, con su libro de
relatos Florencio y los
pajaritos de Angelina, su mujer, en el 2005, fue Premio Nacional de Literatura en 2012
Massiani
logra introspecciones en cosas que parecieran insignificancias de la vida
cotidiana, pero él las capta desde laberinto mental que puede imaginar un joven
al centrarse ante situaciones que parecieran ser pequeñeces de la vida, pero
que suscitan sentimientos y emociones en la mente de los jóvenes y él escritor
pasa a susurrarle al lector las cuitas del chamo que está mortificado porque
quiere comprarle un regalo a esa niña, a Julia que es el objeto del tormento
que vive. Solo este breve ejemplo pues seguro estoy que habrá pocos lectores
que no recuerden alguno de los cuentos de Francisco Massiani y en particular Un regalo para Julia ocupa un
lugar destacado dentro del cuento contemporáneo en las letras venezolanas.
El año 2015,
se estrenó una película sobre su vida, dirigida por Manuel Guzmán. Hace un año,
asistió a un evento organizado por e Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Monte Ávila Editores, donde comentó sus impresiones sobre la literatura, la poesía y
el oficio del escritor. “La literatura
es una voz interna, que me pide que escriba lo que voy pensando y lo que voy
sintiendo. La literatura es maravillosa. De hecho, una hermosa novela es una
aventura magnífica, una aventura interior que vale la pena”, comentó. Sobre la poesía consideró que debe ser
“sentida
y muy honda (…) debe seducirnos tanto como el ilusionista
antes de sacar el conejo y como el ilusionista una vez que ya saca el pobre
conejo del sombrero”. Venezuela pierde uno de sus más brillantes
hombres de letras, quien supo como pocos, expresar el sentir de los jóvenes de
su generación a través de la literatura. RIP
Mississauga, Ontario, 2 de abril de 2019
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