Werner Heisenberg
Pocos físicos podrían presumir de haber dejado una
huella en la cultura popular, como la del físico Werner Heisenberg (1901–1976). Confieso que supe
de él al leer en 2003 la novela de Jorge Volpi “En busca de Klingsor” donde
está relatada la historia de la física en los primeros cincuenta años del siglo
XX y los debates relacionados con el campo de la física cuántica durante la
génesis de los programas atómicos de ambos bandos. Más recientemente, existe una
serie de televisión “Breaking Bad”,
cuyo protagonista, es un químico de nombre Walter White, quien escogió el apodo de Heisenberg
para sus actividades criminales… Sin embargo entre el personaje de ficción y el
científico ganador de un premio Nobel, apenas puede encontrarse un paralelismo.“Breaking
Bad” quizás haya servido para recuperar el nombre de Heisenberg para el gran
público, ya que antes, al científico alemán se le reconocía sobre todo por su principio de incertidumbre que, simplificando
la teoría cuántica, establece
que la posición y la velocidad de una partícula (como un electrón que gira en
un átomo) solo pueden medirse al mismo tiempo con una precisión limitada..
La fórmula del principio de incertidumbre de
Heisenberg implica que cuanto mayor es la precisión con la que se conoce la
posición de una partícula, con menos precisión podemos saber su velocidad; y
viceversa. Esta consecuencia cuántica se ha confundido muchas veces con el efecto observador, aplicable a muchos
sistema físicos en general, que son imposibles de observar sin alterarlos: por
ejemplo, no podemos medir la presión de un neumático sin dejar escapar algo de
aire. El principio de incertidumbre de Heisenberg, como él mismo aclaró, no tiene nada que ver con el proceso de
observación. Esa indeterminación es una propiedad fundamental de los
sistemas cuánticos (los esté observando alguien o no) y es consecuencia de la
dualidad onda-partícula. El principio de incertidumbre de Heisenberg es una de las fórmulas más malinterpretadas de
la historia, por sus supuestas implicaciones
filosóficas, y se la ha utilizado como prueba tanto del libre albedrío como del azar del destino (o incluso como recurso
para justificar la telepatía o la parapsicología).
Werner Heisenberg recibió el premio Nobel de
Física en 1932 «por la creación de la mecánica cuántica». Así de
contundente es su gran mérito, y es menos conocido que su principio de
incertidumbre. Antes de Heisenberg, la teoría cuántica del átomo tenía una base
de mecánica clásica, parcheada con nuevas fórmulas cuánticas. Poco después de
terminar su doctorado, Heinsenberg se propuso ordenar y pulir toda la cuántica
que le habían enseñado sus maestros Bohr y Sommerfeld, y partir de cero para
darle una formulación matemática adecuada. A eso dedicó el primer semestre del
curso 1924–25 y, con tan solo 24 años de edad desarrolló la mecánica de
matrices, que fue la primera definición completa y correcta de la mecánica
cuántica.
Heisenberg realizó también grandes contribuciones a la física teórica
en campos muy diferentes, que supusieron un salto en el conocimiento de los rayos cósmicos, el ferromagnetismo, la
superconductividad, el núcleo atómico o las partículas subatómicas.
También jugó un papel fundamental en la puesta en marcha del primer reactor
nuclear alemán en 1957. Mucho menos clara está su aportación durante la II Guerra Mundial al programa de armas
nucleares de los nazis, que antes lo habían atacado por considerarlo un
representante de la “ciencia judía” (relatividad y cuántica). Para localizar al personal técnico
implicado en las investigaciones alemanas, y rescatar equipamiento y documentación
Heisenberg fue capturado en 1945
por las fuerzas aliadas en Alemania y con
los principales responsables de las investigaciones en curso Otto Hahn
y Carl Friedrich von Weizsäcker fueron
retenidos en Farm Hall (Inglaterra) durante varios meses, como parte de la Operación Epsilon.
En los últimos años de su carrera Werner Heisenberg
se centró en la teoría del campo unificado, una especie de “teoría del
todo” para explicar las fuerzas fundamentales y las partículas elementales. Hoy
en día esa teoría sigue siendo el santo
grial de la física de partículas, pero en 1958 Heisenberg creyó haberlo
encontrado junto con Wolfgang Pauli, uno de los fundadores de la mecánica cuántica; creador del principio de exclusión,
según el cual es imposible que dos electrones
(en un átomo)
puedan tener la misma energía, el mismo lugar, e idénticos números cuánticos. Heisenberg anunció en un programa de radio que
solo les faltaban “unos detalles técnicos” y Pauli se enfureció por el anuncio
prematuro de Heisenberg y se burló de él en una carta al físico George Gamow: “Esto es para demostrar al mundo que puedo
pintar como Tiziano. Solo faltan los detalles técnicos”, escribió Pauli
bajo un recuadro en blanco.
Aparentemente es incierto que esta Teoría de la Gran Unificación sea una descripción
adecuada de la materia, y hoy día, la búsqueda de una teoría de campo unificada
se ha focalizado en las teoría de cuerdas (string theory en
inglés) y en la teoría M que pretende unificarlas.
(Ver
lapesteloca.blogspot.com https://bit.ly/2MQOOnC).
Mississauga, Ontario, 2 de febrero del 2019
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