La Anatomía
Patológica: presente y futuro
Reproduzco este EDITORIAL escrito
por el Dr Giovanninno Massarelli, en la Revista Española Patología del año 2017(50(3):140-141)
por su actual vigencia, hoy más que nunca debido a nuestra circunstancia como
país: Venezuela.
“Hemos leído
con mucha atención y dolor las reflexiones de nuestro amigo y colega Emilio
Mayayo (Mayayo: E.
¿Qué pasaría si desaparecieran los servicios de pato-logía de nuestros
hospitales? Rev Esp Patol. 2016; 49:137-138),
por lo que hemos decidido aportar a la discusión,
dejando en claro que no está en discusión el papel formativo de la Anatomía
Pato-lógica dentro del pensum de la Licenciatura en Medicina y Cirugía, sino el
ejercicio y la existencia de la especialidad, su valor y papel en la práctica
clínica, en el diagnóstico y en la formulación del pronóstico y orientación
hacia la terapia. Que la Anatomía Patológica está en crisis es una realidad
bien conocida. Hace
algunos (noviembre de 2010) en Évora (Portugal), se realizó el IV Fórum
Iberoamericano sobre el tema «Quo vadis
Anatomía Patológica?»( IV Fórum Ibero-Americano de Anatomia Patológica, Évora,
Por-tugal, 5-6 de Novembro de 2010. Quo Vidis, Quo Est, Quo Vadis Pathologica.
Passado, Presente e Futuro da Anatomia Patológica. Rev Esp Patol. 2010;43:184.), donde participaron
relatores del área latina y discutieron sobre lacrisis que atraviesa la
Anatomía Patológica, problema aún no resuelto.
Como
sabemos, la Anatomía Patológica es la rama dela medicina clínica que diagnostica
a través de la interpretación de las características morfológicas de los
tejidos humanos y llega a una síntesis final, el diagnóstico, que se redacta en
un informe firmado por el médico patólogo. Sin embargo, es necesario recordar
que la Anatomía Patológica no es un laboratorio (como la mayoría de los
políticos creen y desgraciadamente también muchos médicos no patólogos), sino
que es una actividad intelectual de análisis y síntesis que produce un
diagnóstico fundamental para la conducta clínica utilizando los datos clínicos
del paciente, los hallazgos de los laboratorios de citohistología, de inmunohistoquímica
y de biología molecular. Lo anterior recalca que la Anatomía Patológica no es
un dato de laboratorio, sino que es un diagnóstico clínico integrado, haciendo
del patólogo un especialista en el diagnóstico de enfermedades, como el
clínico, el cardiólogo, el otorrinolaringólogo, el ginecólogo, etc., y que su
diagnóstico se basa en los laboratorios específicos: el patólogo es un clínico,
¡no un laboratorista!
Actualmente,
la Anatomía Patológica tiene una decreciente solicitud de biopsias y autopsias
clínicas, debido a la creciente tendencia de creer que la morfología se puede reemplazar
por otras disciplinas menos invasivas y de mejor rendimiento, tales como el
diagnóstico por imágenes, la biología molecular y la genética, lo que ha
provocado, por ejemplo, que las biopsias hepáticas por aguja fina para diagnosticar
hepatitis crónica o cirrosis sean reemplazadas por los exámenes de laboratorio
y ultrasonidos, relegando la práctica de la biopsia hepática por aguja a solo
cuando se tiene que dirimir sobre la problemática del «nódulo»
hepático, sin embargo, se realiza utilizando el
procedimiento menos invasivo, pero que da poca información morfológica, haciendo
necesario realizar exámenes de biología molecular. Esto ha ocasionado que la
Patología Anatómica reduzca la sapiencia morfológica y apele al recurso del
laboratorio de la biología molecular y la genética, lo que ha hecho pensar que
la morfología clásica parezca ser innecesaria, llegando a la convicción de que
se puede hacer un diagnóstico de forma patológica sin el auxilio del patólogo,
como si la morfología no fuera fundamental en el diagnóstico patológico.
Si bien es
cierto que a veces solo usar la morfología da diagnósticos falaces, la
inmunohistoquímica ha transformado la morfología de estática a dinámica. Por lo
tanto, la morfología ahora nos habla y nos dice mucho sobre el origen, la
naturaleza y la evolución de la lesión y también de su respuesta al tratamiento
terapéutico. A pesar de esto, existen patólogos que han encontrado más
satisfacción y atractiva la imagen del biólogo molecular y no aquella del
morfólogo doblado sobre el microscopio. Asimismo, es necesario recordar que la
figura del patólogo siempre ha sido invisible, y esta condición fue aceptada aun
cuando la función y el papel del patólogo eran considerados relevantes. Hoy
día, en una civilización de la imagen y del reconocimiento, ser patólogo no es
más un papel satisfactorio: mucha responsabilidad y poca visibilidad, además de
estar asociado a un bajo trato económico. Los nuevos médicos quieren ganar
proporcionalmente a las responsabilidades asumidas y quieren ser visibles. La
escasa visibilidad del patólogo ha sido tal, que hasta los directores generales
de las estructuras sanitarias, elegidos por los políticos, ni siquiera conocen
su existencia e ignoran su papel en la participación del diagnóstico de la
enfermedad del paciente.
La Anatomía Patológica ha sido considerada doncella de otras
disciplinas «visibles», tales como la cirugía,
la medicina y la oncología, sin embargo, hoy en día, la búsqueda de recursos
para la investigación y asistencia en patología viene cada vez más condicionada
por la financiación de proyectos clínicos, relegando a un papel secundario de
tipo ancilar a la Anatomía Patológica, lo cual ha hecho que esta disciplina
esté cada vez más perdiendo atracción y se esté pareciendo a la crisis que
atraviesa la Santa Madre Iglesia, a la cual cada vez le faltan más «vocaciones».
Las escuelas de especialización tienen cada vez menos miembros y los que
continúan tratan de reconvertirse en otros especialistas más visibles y
adinerados. Asistimos a una paradoja: la disminución de los patólogos no ha
llevado a un aumento de su importancia, sino a una progresiva desaparición en
la convicción de que sea una figura ya irrelevante. Por ello las sociedades
nacionales e internacionales de Anatomía Patológica tienen que auspiciar un
cambio del nombre de los Servicios de Anatomía Patológica sin ningún paliativo
en Servicios de Diagnóstico de Anatomía Patológica, para subrayar el papel
diagnóstico de la disciplina.
Este concepto es importante porque nos da una visibilidad correcta y un
papel fundamental en la definición e interpretación de la enfermedad. El
patólogo es como un notario, certifica la enfermedad y vincula la terapia para
poner en evidencia la especificidad de la Anatomía Patológica. Como
especialidad clínica, tenemos siempre que hablar de diagnóstico histopatológico
y no más de examen histopatológico, subrayando en tal manera la aportación de
los conocimientos del profesional y no el auxilio de máquinas, así como también
tenemos que confirmar el papel de la morfología; Juan Rosai afirmó que la
morfología todavía es una técnica que con poco costo nos da una gran cantidad
de información sobre la naturaleza de la lesión, sobre su evolución y sobre su
terapia. Hablar de examen nos acomuna al laboratorio y nos aleja de la clínica.
Otro paso es, que los patólogos salgan de lo cerrado de los laboratorios donde
se han y han sido relegados y se pongan clínicos a todos los efectos. Tienen
que vivir en el departamento médico-quirúrgico, conocer los pacientes a quienes
se les realizarán las biopsias y decirles que existen profesionales que
diagnostican sus enfermedades, que son quienes les dan un nombre y una
fisonomía precisa para que tengan el tratamiento terapéutico apropiado. El
patólogo tiene que convertirse en clínico como al comienzo de la disciplina.
Mississauga, Ontario, bajo cero C° el 16
de febrero de 2019
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