DISCURSO DE ORDEN DEL 8 DE SEPTIEMBRE
487º Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Maracaibo
Teatro Baralt, Maracaibo, Estado Zulia.
Quiero agradecer la invitación que
me ha hecho el Poder Municipal de Maracaibo, al otorgarme el privilegio de hablar ante Ustedes cuando estamos
conmemorando el 487 aniversario de
la fundación de nuestra ciudad.
Venía navegando desde
Santo Domingo, Ambrosio Alfinger, un alemán que para aquellos día contaba tan
solo con 29 años y había nacido a orillas del Danubio, cuando el día ocho de septiembre, del año 1529, decidió desembarcar en una playa bordeada de palmeras, en los
linderos desdibujados años atrás por Juan de la Cosa, en lo que aparecía como la tierra firme, a la entrada del lago
Coquivacoa.
“El cacique de
carne desde el vecino cerro vio salir de las aguas unos hombres de hierro”. Así lo relataría Andrés Eloy Blanco unos siglos después... Allí,
Alfinger decidió levantar una pequeña fundación al lado de una ranchería y construyó varias casas frente a los
palafitos de los indígenas, para proteger a los hombres que acompañaban su expedición.
Se ha dicho que defendió a las indígenas, y que les
prohibiría a las mujeres que ejecutasen los duros quehaceres que sus maridos
les requerían, y dizque los sacudió a ellos de sus chinchorros donde reposaban,
conversando y bebiendo chicha en medias taparas.
Ambrosio Alfinger, había sido nombrado Adelantado
en Venezuela por su majestad Carlos V rey de España y emperador de Alemania
quien les había otorgado a los Welser, en 1528,
cuando tenía solo 28 años, para saldar una deuda con los banqueros alemanes, el
territorio que se extendía desde Maracapana hasta el cabo de la Vela, en la
Guajira…
Casi treinta años
antes de eso, el 24 de agosto de 1499 don
Alonso de Ojeda, de 31 años, había
descubierto este lugar. Udón Pérez varios siglos después nos diría:… “al
hallarse de pronto con un lago de seda se quedó sorprendido don Alonso de
Ojeda”. Así lo relataría nuestro poeta, y cuentan algunos, que Américo
Vespucio quien venía en la expedición de Ojeda, ante los palafitos recordó a la
Venecia del Adriático, aunque otros sospechan que Venecuela le decían los
indios a la gran laguna… Como sea, de aquí de nuestro lago, proviene el nombre
de Venezuela. Nuestro poeta Rafael María Baralt bautizaría la cuidad como “la tierra del sol amada”, y otro
Américo, el doctor Negrette, en su autobiografía denominó a la capital de
Zulia, “la ciudad de fuego”. Así somos,
mucho sol y calor, sol y fuego de la tierra amada por el sol. Hoy he querido
recordar algunas de estas cosas, cuando han transcurrido 487 años de la fundación de Maracaibo.
Pero no he venido
a hablarles, de historia… Nací en “El Hospitalito”. Así le decían al hospital
Chiquinquirá, al lado de la Basílica de La Chinita, en la parroquia de San Juan
de Dios. En el mero Saladillo… En una de nostalgia podemos ponernos a recordar
muchas cosas… Yo por ejemplo, no puedo
olvidar la casa de mi abuela, de dos pisos, a dos cuadras de RJ Villasmil, en
una esquina de la Calle derecha. Así le decíamos a la calle Ciencias, pero…
La «piqueta les cayó»… El año 1970, bajo el mandato de Caldera, prometiendo
la llegada del progreso, destruyeron sin piedad la barriada de El Saldillo y
más allá, si, más allá, y al echar al suelo los linderos geográficos del barrio
más popular de Maracaibo” nos arrebataron un pedazo de nuestra historia y La
Basilica, se quedó sola en el Saladillo. Ahora, quizás cuando se han disipado
los muros que separaban a Santa Bárbara de la Chinita, frente a frente, a
través de llamado “paseo Ciencias”, están hoy día, y como dice la gaita, “desde
San Juan de Dios podéis rezarle a las dos camino a Santa Lucía”.
La gaita zuliana, la danza zuliana, el vals, la contradanza, el bambuco, y
hasta las décimas han venido relatando la vida, las luchas, las alegrías y los
pesares de los zulianos. Sobre nuestra música vale la
pena escuchar a mi colega y amigo Rafael Molina Vilchez, Rafito quien sí sabe de
música, y de otras muchas cosas. Algunas están en su libro “El zuliano ante el chiste y lo cómico”, y como tantas otras, conforman
parte de lo que somos, de nuestra espontanea familiaridad, cosas que englobamos
en la que llamamos la zulianidad. Otra
de nuestras gaitas también señalaba a “La esquina de MacGregor”, decía,
era lo más puro de lo antañón de la ciudad; y allí en la Plaza Baralt, desde
que nací, durante toda mi infancia y juventud, estuvo, mi padre don Jesús
García Nebot, trabajando al frente de su negocio, la Casa MacGregor hasta
el 3 de abril del año 1975, cuando falleció.
Por esto es que, La Plaza Baralt,
el Convento, los atlantes marmóreos de la Botica Nueva, y todos los avatares de
los múltiples cambios estructurales y organizativos que ha padecido la Plaza, o Boulevard Baralt, me ha tocado
angustiosamente verlos transcurrir, desde mi infancia y son recuerdos imborrables
para mí, siempre soñando en que llegará el día en que nuestro pueblo trabajador, más organizado, pueda ser el dueño de un verdadero poder autónomo,
para tomar todas las decisiones que sean absolutamente trascendentales y
permanentes, sobre todo lo concerniente a nuestra ciudad.
Me es fácil recordar cada viaje, cada recorrido “al centro”, en “carrito”, inicialmente
“de a medio”, rodando por laberintos de calles tachonadas de incontables
ventanas, protuberantes, entre paredes de colores intensos, alternantes, aceras
con altos enlozados, gárgolas para escupir el agua desde los tejados, un
tráfico, de momentos ruidosamente corneteante, las cosas de esta ciudad
ardiente, ciudad de fuego, la el sudor salado, con cientos de marchantes y
buhoneros, quizás vociferantes, como en un juego, todos gritando de lo más felices,
entre rumores trepidantes, la música estridente y el gentío. Un pleamar de ir y
venir emocionante, eso era, estar allí en el centro, estar allí de niño, en
aquel impactante y caluroso ambiente, y como oleaje, percibir el embate de la gente,
sus emociones, y su hablar salpicado de nuestras pintorescas expresiones…
En carrito de a
medio desde niño y por mi cuenta, arribaba al teatro Baralt, para ver el cine
en las funciones de matiné. Vi mucho cine en el Baralt. Fue aquí, donde en 1896 Manuel Trujillo Durán operaría la
primera máquina cinematográfica. Aquí en el Baralt, me tocó a mí siendo niño cantar
el himno a la alegría desde el escenario con decenas de estudiantes de
otros colegios, y ya en la universidad, aquí conocí la magia del teatro, aquí vi
a Cabrujas haciendo de Ricardo III...
“Maracaibo necesita un teatro”, era una frase que durante muchos años
le escuché a mí padre… Hemos crecido, sí, internamente,
ha ido evolucionando la ciudad, quizás
no tan rápidamente, pero de algunas cosas podemos hacer cierto alarde. Tuvimos
una Sociedad Zuliana de Conciertos
que funcionó activamente durante más de 30 años, impulsada por Franz Wenger… Fíjense.
. . podemos ver cómo cobija aun nuestros sueños este cielo
raso que en ArtDeco creó, según Sergio Antillano “el primer artista abstracto
del país”. El hermoso plafond de Antonio Angulo, que tras
la remodelación del teatro, Baralt está ahora a la vista de todos, y es un lujo…
Nuestras
dificultades han sido muchas, pero algo hemos avanzado. Sé que en la Alcaldía se
trabaja tesoneramente para mantener una agenda cultural que refuerce nuestra
identidad con estrategias pedagógicas en las áreas de música, de lectoescritura
y otras. Fundabiblioteca con “Háblame de Maracaibo” ha creado un Concurso
abierto para reforzar hábitos de lectura en los niños y jóvenes bachilleres participantes,
proyectos estos, que sin duda van a beneficiar a Maracaibo y su gente. Como
otros muchos…
Nuestra
idiosincrasia y el llamado regionalismo zuliano, ha sido un eterno combate contra
el agobiante centralismo… En 1858,
el General Vicente Herrera, concibió en Santander, Colombia, la idea de crear el Estado Soberano del Zulia, con la
Provincia de Maracaibo, varios estados de Los Andes venezolanos, y con el
territorio de la antigua Provincia de Santander y parte de la de Ocaña. Seis
años más tarde en 1864 pasamos a ser
estado Zulia y a los 2 años ya teníamos
incorporados a Mérida, Trujillo, Táchira y Falcón.
Las ideas
independentistas venían desde 1810,
con José Domingo Rus. Luego, Jorge Sutherland de Presidente del Zulia creó su Estado Soberano, y tras la revolución
azul llegaría Venancio Pulgar, quien siendo desde 1870 el presidente del Zulia, entre otras muchas cosas en 1872 incendiaría La Villa del Rosario de
Perijá… Era la época de Guzmán Blanco, y
entre 1870 y 1877 al puerto de
Maracaibo le quitaron su Aduana, el centralismo a la carga de nuevo, y afortunadamente
la Aduana fue devuelta por Linares Alcántara en el 78, pero ya en el 79, siendo
Venancio gobernador del distrito Federal estaría de regreso Guzmán Blanco en 1881. Guzmán, quien en su obsesión de convertir a nuestra ciudad en
playa de pescadores, creó el estado
Falcón-Zulia y mudó la capital del Zulia a Casigua, y luego a
Capatárida. Una anormalidad que duró hasta 1890 cuando el presidente Andueza
Palacios le restituyó a Maracaibo su
condición de ciudad capital de Zulia.
La Universidad del Zulia, que se fundó en 1881
sería cerrada en 1904 durante la
dictadura de Cipriano Castro. Así nacería “La
generación de los principios” y el
“Centro Científico de Estudiantes” donde Jesús Enrique Losada y otros
zulianos, batallarían durante años para lograr la reapertura de la Universidad
del Zulia, hasta que finalmente, en 1946,
sería aprobada por la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo
Betancourt.
Les cuento algo que
le escuché relatar a mi padre varias veces… En 1936, cuando Humberto
Fernández Morán, era un niño que todavía usaba pantalón corto y estudiaba
en la “Casa de Morales” (allí funcionaba el Colegio alemán), tenían una
maquinaria sin funcionar en una cervecería de Maracaibo y decidieron darle al muchacho los
planos - en alemán - de aquella máquina paralizada, para ver si él podía
entenderlos,… y al día siguiente, -nos contaba papá-, el muchachito la había puesto
a funcionar. Seguidamente, mi padre nos decía: "Quien habla dos idiomas, vale por dos personas"; para
informarnos de inmediato, que el sabio zuliano hablaba más de catorce idiomas. Estas
cosas, las digo y me llevan a insistir, ante los jóvenes zulianos, que tienen
que empaparse de lo importante que es estudiar, que tienen que estar preparados
para los retos que se avecinan. El mundo está cambiando de manera vertiginosa y
no se vale perder el tiempo…
Conocemos la
historia del sabio zuliano, el inventor del cuchillo de diamante, quien creó el
IVIC y descubrió las partículas elementales de las mitocondrias, y sabemos que
nunca pudo regresar a trabajar en su tierra, por motivos políticos. Nos queda
como legado su ejemplo, para todo el país. Así también fue despedido de su
medicatura rural Américo Negrette por denunciar epidemias de encefalitis, o de
mononucleosis en nuestra región, por decir verdades, pero como respuesta, creó el
Instituto de Investigación Clínica de La Universidad del Zulia y una revista
científica (Investigación Clínica) que es la más antigua y la más importante del país.
Hay que hacer de
la política, un arma para el progreso y lejos de escapar de los conflictos, la
juventud hoy día debe estudiar mucho y preparase en todos los campos del saber para
ser, los mejores. Siempre viene a mi mente Andrés Eloy con
aquello de… “lo que hay que dar es un modo de no tener demasiado y un modo de que
otros tengan su modo de tener algo. Trabajo es lo que hay que dar, y su valor
al trabajo”
Hace 48 años, en agosto de 1967 en el Hospital Universitario de
Maracaibo se practicó el primer trasplante de riñón en el país y denominaron a Maracaibo, la capital científica de
Venezuela. Hasta 1999, éramos líderes en trasplantes de riñón. Ahora, ya no, y
cada vez estamos peor, presenciando como todos los hospitales e instancias de
salud del país viven en una situación absolutamente caótica… No quiero
continuar por este camino, pues conocemos la realidad política que vive el país
y esta es una noche cuando debemos estar felices para celebrar a Maracaibo en
paz.
He querido recordar, quizás
fastidiosamente algunas de estas situaciones porque
siento que entre nosotros, abundan, se repiten, pero creo que son claves para
entender el muchas veces mal interpretado, “regionalismo zuliano”. Ese
regionalismo es una convicción que parece eternizada, y se revive al escuchar
el doloroso estribillo de “Maracaibo marginada y sin un real”.
Así vemos esta lucha permanente, como es parte de nuestra historia y siempre la
hemos percibido en un incansable combate ante centralismo.
Durante nuestros únicos 40 años de
democracia, los únicos que ha tenido nuestra nación, reiterando las palabras de
Luis Castro Leiva repetiré que: “el pacto de Punto Fijo fue la decisión
política, moralmente más importante y constructiva de toda nuestra historia”… Entonces se dio el traslado de las competencias de poderes
a los estados, y vivimos la elección estadal de gobernadores, y ya casi parecía
que la pesadilla del centralismo iba a terminar y que seríamos una verdadera República
Federal… ¡Pero no! Los errores de nuestros políticos nos
han conducido a vivir durante 17 años la más grave crisis
social, política y económica de nuestra historia.
Una verdadera tragedia, y sabemos, cómo dijera Lolita Aniyar el año 2009, que “tenemos
un enemigo plagado de estrategias y de poderes”, pero como ella misma nos sugería, no debemos improvisar. Debemos persistir en la idea de que hay
que planificar para hacer bien las cosas, y de que hay que
trabajar, muy duro, convencidos todos de que solo así, podremos salir adelante.
Hace casi 20 años, en diciembre de
1997, estaba viviendo en Caracas, y me correspondió venir a Maracaibo, y
decir unas palabras en representación de “los escritores publicados” cuando gracias
a los buenos oficios de Jesús Ángel Parra, en la Secretaría de Cultura de la
Gobernación del Estado, bautizaban entre otros libros, mi segunda novela titulada
“La Peste Loca”. Casi al final dije..., esperanzado, dije… “Quizás el cielo límpido de nuestra “Ciudad
de Fuego”, continuará brillando en las noches del próximo siglo, cuando la
luna “se
encumbra y un cielo azul de porcelana alumbra, y en el lago sin brumas, la onda
medio caliente, entumecida, coronada de espumas, soñando melancólica” seguirá
recordándonos a Yépez.
En
realidad, después del holocausto
ecológico al que ha sido sometido, … nuestro “lago de los
poetas” ya no es el mismo que soñara Lossada cuando escribió: “siglos
yo pasara bordando quimeras, cual monje que escucha celestes bandolas, bajo tus
paraguas de azules palmeras, con la desmayada canción de tus olas”...
Ahora la ciudad de las palmas está ante un lago más contemporáneo, más
contaminado... Quizás, el lago del poeta Guillermo Ferrer, quien dijo: “el alcatraz
ha muerto, las gaviotas se fueron, en las palmeras sube la savia del petróleo”, y
nos duele repetir como Ismael Urdaneta que “la alberca de zafiro se hizo tina de
aceite”.
Debo concluir, ante
estas realidades, regresando para reflexionar y a pesar de todo, creo sentir
con ustedes, que no hay que perder las esperanzas… Quizás deberíamos comenzar a
pensar desde ya, en la construcción de paneles solares para no quemar nuestro
petróleo buscando generar electricidad, son millones los que se invierten quemando
gasoil en plantas termoeléctricas para generar energía en vez de utilizar
nuestro sol, ¿no somos acaso la “tierra del sol amada?”, o mejor, ¿por qué no, soñar
hacia el futuro, con un puerto de aguas profundas? Les invito a imaginar un
gran puerto, ubicado en una orilla del Golfo de Venezuela. Un puerto que deberá
valer para que el petróleo le llegue a los barcos, desde el sur del
lago y desde la costa oriental, por tuberías, … y así, que desde ese puerto en
el golfo, puedan zarpar los tanqueros que irán por los mares del planeta para que
volvamos a ser líderes en la producción de hidocarburos. Así será, y tal vez, al
funcionar desde el Golfo, ya no necesitaremos el dragado de la barra, y regresará
el lago de Coquivacoa, a ser el de nuestros abuelos. Volverá nuestro lago, a
ser el reservorio de agua dulce, más grande de Latinoamérica. Así, la flora y
fauna lacustre paulatinamente se recuperarán, y podremos ver brillar el cielo
por las noches, y volveremos a decir, como Marcial Hernández, que “ni
aun el ímpetu de los huracanes puede apagar el simbólico Faro del Catatumbo”,
porque “El Zulia entre la noche
relampaguea”.
Muchas gracias
Jorge García Tamayo
Maracaibo, 8 de
septiembre del año 2016
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