Astor Piazzola,
y su “Balada para un loco”
Astor Piazzola (1921-1992), un marplatense, cuya infancia transcurrió
en Nueva York y cuyo nombre, al igual que el de Carlos Gardel, es sinónimo de
Argentina. Piazzola, bandoneonista y compositor argentino es considerado uno de los
músicos más importantes del siglo xx. Piazzolla vivió gran parte de su niñez
con su familia en Nueva York, donde desde muy joven entró en contacto tanto con
el jazz como con la música barroca de Bach y aprendió a hablar fluidamente cuatro
idiomas: castellano, inglés, francés e italiano. Comenzó a tocar el bandoneón
en 1927 cuando su padre, nostálgico de su Argentina natal, le compró uno. En
1933 tomó clases con Bela Wilda, un pianista húngaro discípulo de Serguéi
Rachmáninov. En un carta imaginaria a Gardel, a quien Astor conociera en Nueva
York en 1934, Astor escribió. “Allí fue mi bautismo con el tango. Primer
tango de mi vida y ¡acompañando a Gardel! Jamás lo olvidaré. Al poco tiempo te
fuiste con Lepera y tus guitarristas a Hollywood. ¿Te acordás que me mandaste
dos telegramas para que me uniera a ustedes con mi bandoneón? Era la primavera
del 35 y yo cumplía 14 años. Los viejos no me dieron permiso y el sindicato
tampoco. Charlie, ¡me salvé! En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el
arpa.” Volvió a Argentina en 1937, donde el tango tradicional aún
reinaba. Astor tocaría en clubes nocturnos con una serie de grupos, y en la orquesta de Aníbal Troilo, y sería
considerado en ese momento el mejor bandoneonista de Buenos Aires. En 1952
compuso La Epopeya Argentina, un
movimiento sinfónico para narrador, coro y orquesta que es un panegírico al gobierno
peronista de esos años. También en esa década continuó con la composición de
obras de música tales como Rapsodia
porteña, Sinfonietta y Buenos Aires (tres movimientos sinfónicos). Por ésta
última el gobierno francés le otorgó una beca para estudiar armonía, música
clásica y contemporánea con la compositora y directora de orquesta francesa
Nadia Boulanger en París, en 1953.
Astor
Piazzola estudió, tocó y realizó arreglos orquestales para el
bandoneonista, compositor y director Aníbal Troilo y cuando comenzó a hacer
innovaciones en el tango en ritmo, timbre y armonía, fue criticado por los
tangueros de la Vieja Guardia, “se metió" con el tango, lo renovó y le dio nueva estatura
internacional. Decarissimo, Milonga del
ángel, La muerte del ángel, Invierno porteño, Buenos Aires hora cero, Balada
para un loco y Adiós Nonino son
algunos de sus tangos más populares. En ellos conviven el género tradicional, la
música clásica y el jazz y entremezclan sus lenguajes, técnicas y estilos, lo
que les confiere un aspecto novedoso y de un considerable atractivo, a pesar de
lo cual despertaron el rechazo de los círculos tanguísticos más conservadores.
A Piazzolla se le debe también un valioso Concierto
para bandoneón y orquesta, importante por todo lo que supone de
reivindicación de este instrumento, más allá del papel de acompañamiento en
conjuntos de baile, y una ópera, María
de Buenos Aires (1968). A la vuelta
de un viaje a París, Piazzolla rearmó su antiguo Octeto y emprendió la
composición de temas más largos y ambiciosos. Entre esas se cuentan algunas de
sus páginas más famosas, como una nueva versión de Adiós, Nonino (la primera es de 1959), Muralla china, las cuatro partes de Pulsación y la música de numerosas películas. En 1974 grabó un disco junto al gran
saxofonista Gerry Mulligan. En 1972 el
Concierto de nácar para nueve tanguistas y orquesta; de 1976, la Suite troileana, compuesta en honor
a su maestro Aníbal Troilo; y, de 1979, su Concierto
para bandoneón, piano, cuerda y
percusión. El prestigio de Piazzolla fue amplio en Europa, mientras que en
Argentina se sucedieron las polémicas acerca de si lo suyo era o no tango, género
que renovó a través del bandoneón y sus composiciones. En 1988 fue operado del
corazón en un cuádruple baipás. A principios del año siguiente formaría su
último conjunto, el Sexteto Nuevo Tango. El 4 de agosto de 1990 en París,
sufrió una trombosis cerebral, y finalmente fallecería dos años después en
Buenos Aires el 4 de julio de 1992, a los 71 años.
Balada para un loco es una
conocida canción de tango compuesta por Piazzolla y el poeta uruguayo-argentino
Horacio Ferrer. Fue interpretado por primera vez por Amelita Baltar, con quien
quedó desde entonces asociada. La canción fue editada por CBS en noviembre de
1969. Al mes siguiente (diciembre), RCA editó un simple con los mismos temas
interpretados por Roberto Goyeneche y la Orquesta de Astor Piazzolla. La
esquina de avenida Corrientes y avenida Callao de Buenos Aires lleva el nombre
de "Esquina Horacio Ferrer" debido al conocido verso de esta canción
que dice “¿no ves que va la luna rodando
por Callao?” En el primer mes el simple ya había vendido 200.000 unidades. Balada para un loco revolucionó la
canción popular argentina y los versos de Ferrer pasaron a ser un lugar común
de la cultura popular; “Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao” "Piantao"
es un término lunfardo del argot rioplatense, común a Buenos Aires y
Montevideo, que significa "loco". Y "Callao" es la avenida
Callao, que nace en el Congreso de la Nación y se dirige hacia el Barrio Norte,
de clase alta, donde es una de sus arterias centrales. El texto de Ferrer invita
a compartir su locura y a vivir la vida con la misma locura que él "¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!", y para
el canto final la música de Piazzolla subraya ese espíritu de alegría y
felicidad subiendo un tono y medio la escala mientras la letra dice: “Quereme así, piantao, piantao, piantao... abrite
los amores, que vamos a intentar, la mágica locura total de revivir, ¡Volá
conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!”
………
https://www.youtube.com/watch?v=Wh52cgebjlQ ( Amelita Baltar )
Maracaibo, 11 de septiembre del 2016
1 comentario:
Que bonito articulo, un grato recordatorio del gran músico argentino.
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